lunes, 23 de noviembre de 2015

ODIO MACRISTA

[Escenario]
Almas cargadas de violencia y furia
por Martín Sassone.
Primero escuché los gritos y después vi el tumulto. Me acerqué a paso acelerado para ver qué pasaba. Sobre el pavimento había una moto tirada y a su lado un hombre robusto, morocho y con una mochila en la espalda, que se tomaba una pierna. A un lado, junto a dos autos estacionados cinco o seis hombres le daban una paliza a otro mientras una mujer gritaba desencajada. El que recibía los golpes era un cuarentón con pinta de irlandés, pelo enrulado, entre rubión y rojizo, con entradas prominentes. Vestía camisa a cuadros y bermudas. Enseguida uní las piezas del rompecabezas. Al que le pegaban sin tregua era un ladrón que le había manoteado un reloj a la señora que estaba alterada. Entre los que repartían puñetazos estaba su marido, un señor mayor que lucía camisa Polo y anteojos Ray-Ban, y otros que se sumaron a la faena por deporte.
La escena ocurrió a las 13:30 de ayer en la esquina de Arcos y Virrey Loreto, en Belgrano, a metros del Colegio Nuestra Señora de La Misericordia, adonde fui a votar. El tumulto arrastró a más curiosos hasta el lugar. Las piñas seguían y “el irlandés” se defendía como podía. En ese momento decidí intervenir junto a uno o dos más. Empezamos a pedir calma y que no lo golpearan más. No sirvió de mucho y casi la ligamos nosotros también.
Un agente y una mujer policía que estaban de consigna en la escuela llegaron corriendo, se abrieron paso entre los linchadores y trataron de esposar al ladrón. Lograron sacarle el reloj que había robado, pero el tipo se movía con fuerza, más que nada para evitar los golpes que le llovían en la cabeza. El otro seguía en el piso. Tenía el tobillo fracturado pero estaba tranquilo. A él no le pegaban pero recibió algunos insultos cargados de saliva. Llegaron más policías.
“¿El ladrón es el rubio?”, me preguntó una señora con tono prejuicioso. No le respondí. Miré alrededor y vi almas cargadas de violencia y furia. “Planero hijo de puta”, le gritó una mujer inflada en botox al irlandés. “Sucio kk. Son todos chorros”, gritó otra. “Ahora se lo llevan a la comisaría, mañana sale por la otra puerta y la presidenta no hace nada”, se quejó un tipo bajito de unos 50 años. “No digas boludeces, eso es un tema de la justicia”, le respondió otro.
Un policía le decía al irlandés, que ya estaba esposado en el piso, que se quedara quieto. “Yo me quedo quieto, pero me tiembla todo el cuerpo. Me recagaron a palos”, respondió como pudo. Tenía la cara hinchada y algunas manchas de sangre.
Diez minutos duró todo. La situación ya estaba controlada y me fui a votar. Cuando me iba escucho que una curiosa le comentaba a otra: “Parece que agarraron a dos motochorros.”
Pensé en esa palabra del lenguaje neopolicial que ciertos medios impusieron a fuerza de títulos catástrofe y también en cómo nos fueron inoculando odio e irracionalidad en estos últimos años. Eso no fue legítima defensa ni justicia por mano propia, fue un acto de violencia ciega.

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