"En cada foto que observemos, debemos saber que atrás hay vidas, y hay políticas y hay injusticias que de no dolernos sin imágenes, estamos lejos de poder cambiar".
Por Ariel Fernández
"Cuántas muertes más serán necesarias para darnos cuenta de que ya han sido demasiadas". Bob Dylan.
El mundo es perverso, y muchas veces se oculta detrás de la muerte. La muerte nos pone frente a nuestras miserias y al soltar una lágrima nos creemos sensibles, ajenos de toda injusticia, de toda violencia. Pero somos cómplices. Cómplices silenciosos y cobardes. No por acción, sino por omisión. Porque sólo hay dolor si lo vemos congelado en una fotografía que duele pero que está a kilómetros de distancia; porque la foto es el retrato del hecho trágico, nos aleja de la realidad porque la experiencia es intransferible, sólo susceptible de ser retratada o nombrada.
A lo mejor nos conviene creer que los niños que no mueren serán felices mientras sus familiares son perseguidos en una caza injustificada que no cesa. El pensamiento rompe el límite del cuerpo, desbarata cada prisión que conforman nuestras partículas. En algún omento deberemos hacernos cargo.
Quizás haya vida después de la muerte. Pero lo más preocupante es que no haya vida antes de la muerte. Sin la foto de la muerte ¿nos duele la muerte? En contraposición, ¿qué es la vida? La realidad es que no podemos llamar vida a cualquier cosa. La vida, a pesar de algunas intenciones siempre insuficientes, no es bella. Las sonrisas cuestan, no sobran y suelen venderse caras. Sin embargo, no sé cómo ni por qué, pero hay gente que desea, que añora y espera y cree y busca un esfuerzo cotidiano por embellecerla. Trabajo de artesano, de identidad solidaria, de futuro compartido. Para embellecer la vida, hay que tener ganas, hay que tener flores, hay que tener amor, hay que tener alegría. Nada de eso sobra, todo de eso falta para cientos de miles, para millones de pequeños que sólo predican un futuro oscuro y lúgubre, que miran para atrás para interpelar su corta historia en la que únicamente perciben dolor.
En cada foto que observemos, debemos saber que atrás hay vidas, y hay políticas y hay injusticias que de no dolernos sin imágenes, estamos lejos de poder cambiar.
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