Agnes Gonxha Bojaxhiu estaba lejos de ser la abuelita de los cuentos para dormir, a pesar de que fue muy cuidadosa en la construcción de esa imagen de “viejita buena”. Fue una mujer de una personalidad fuerte y un espíritu combativo, de gran inteligencia y tenacidad, características que ejerció ferozmente y que le alcanzaron para resolver varias cuestiones de estado en varios estados, siempre con su causa como meta final: aliviar la pobreza.