Hola, ¿cómo estás? Espero que muy bien. Yo, acá, esperando la llegada de mis 33 abriles. No me gusta mi cumpleaños, pero tampoco me gusta que pase desapercibido. Así con todo. La semana pasada se cumplieron 40 años de la guerra de Malvinas. Si todavía no lo viste, el especial de Cenital es realmente exquisito. Y esta obra de teatro, qué decirte. A mí siempre me intrigó mucho la vida en las islas. Cómo son sus calles, sus edificios, sus plazas. Básicamente es lo que me intriga de cualquier ciudad, pero que creo que se intensifica por la sencilla razón de que es un territorio que es parte de mi país pero que está ocupado por otro hace casi un siglo. En la búsqueda por satisfacer la intriga me crucé con esta nota de Natalia Pecoraro que recorre las calles de Puerto Argentino, la capital de Malvinas, que hoy tiene alrededor de 2.000 habitantes. Es la única ciudad que tiene calles asfaltadas, una de las cuales lleva el nombre de Margaret Tatcher. “El resto de los caminos son agrestes, de arcilla, tierra o ripio, no están señalizados y suelen ser intransitables en invierno por el hielo y las lluvias”, señala la periodista. Además, relata que los dos únicos semáforos de las Malvinas están en la ruta que une Puerto Argentino con la base militar de Mount Pleasant, construida en 1985 para reforzar la defensa luego del enfrentamiento de 1982. La cultura auto-céntrica parece estar muy presente a pesar de ser una ciudad caminable cuando no se sufren las inclemencias climáticas: “La gran mayoría de los vecinos de Puerto Argentino se mueve de un lado al otro en auto durante el día. Las veredas están prácticamente libres de adultos: solo los chicos en edad escolar las transitan”. Pero, ¿cómo era la vida urbana en las islas antes de la invasión inglesa de 1833?, ¿cómo se pensó la trama urbana de los primeros asentamientos en el archipiélago?, ¿cómo era la arquitectura de sus edificios? Todas estas preguntas intenta responder Arquitectura y planeamiento en las islas Malvinas 1764–833 que coordinó el arquitecto Ramón Gutiérrez y publicó la Secretaría de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur en 2020. Intenta hacerlo a través de aportes historiográficos hechos por investigadores del CONICET que caracterizan los primeros datos arquitectónicos y urbanísticos en las islas. La influencia francesaEn 1764, año en que empieza la periodización, se instala una avanzada francesa en el territorio, en un contexto donde España, Francia e Inglaterra se disputaban entre sí la expansión de sus dominios y donde la primera había dejado en claro en distintas instancias que las islas eran parte de sus colonias en Sudamérica y, de hecho, había un Gobernador designado. Louis Antoine Bougainville, un militar y explorador francés, se instaló en las islas el 5 de abril de 1764 y le dio forma a un paraje que denominó Fort Saint Louis. Según cuenta el libro que te mencioné, el navegante “erigió un obelisco decorado con motivos alegóricos al rey Luis XV”, lo que se podría decir que fue el primer monumento en territorio isleño. Si bien el Bougainville abandonó la isla, dejó un poblado de alrededor de 30 personas. Acá empieza la época que según los investigadores estuvo signada por los ingenieros-geógrafos franceses que plantearon la primera #TramaUrbana de Malvinas: “Una cuadrícula de 9 manzanas que se perfilan hacia la costa donde, cerca de la playa, se colocan los elementos claves de la defensa. El plano muestra una tendencia a la forma trapezoidal reduciendo la cabecera sobre el frente marítimo al que resguarda con una batería de flanco”. Estos ingenieros no dejaron de pensar en lo espiritual: proyectaron una capilla, la vivienda del sacerdote y un cementerio en las manzanas principales de la ciudad. Detrás de dicha manzana estaba el mercado, y el resto estaban dedicadas a las residencias. Sobre el borde no ocupado por cuarteles y otras edificaciones militares estaba previsto que se encuentre el hospital, algo que junto con la localización del cementerio llamó la atención de los investigadores porque iba en contra de los ideales higienistas de la época, que indicaban que ese tipo de predios debían estar más alejados del casco urbano. Poco de todo este diseño urbano se materializó en los dos períodos que las islas estuvieron bajo dominio francés. En 1766 el gobierno francés le devuelve el control del territorio a la corona española, conformando uno de los antecedentes documentados más importantes en los que una Nación reconoce a España como la legítima gobernante del territorio. La investigación señala que “(…) los franceses apelaron a la presencia de un gran número de carpinteros, herreros, torneros y albañiles que en dos años consolidaron algunas de las estructuras que tendrían permanencia en los casi setenta años que duró el núcleo poblacional original en las islas Malvinas”. De la etapa francesa, dicen los investigadores, “tenemos referencias de la participación directa de dos ingenieros geógrafos militares franceses en la realización del trazado del puerto San Luis, su fortaleza y la construcción de la casa del gobernador, residencias y almacenes”. Estos profesionales del planeamiento, egresados del Cuerpo de Ingenieros Militares de Francia, eran denominados Ingenieurs du Roi (Ingenieros del Rey) ya que eran los encargados de diseñar las edificaciones más importantes hacia adentro pero especialmente hacia afuera de los territorios de la corona. La vuelta de EspañaUna vez que la corona española recuperó las islas, las investigaciones indican que los franceses (algunos de los cuales permanecen en las islas luego de la devolución a España) habían dejado algunas edificaciones importantes tanto públicas como privadas. Entre 1766 y 1811 España domina formalmente el territorio inaugurando lo que podríamos llamar “la etapa española”. En este período se empiezan a usar materiales y formas de construcción típicos de Argentina, como por ejemplo el uso directo de la tierra. El más difundido es el adobe, pero también existe otro llamado “tepe” que se aplica en las edificaciones casi sin transformarlo. Según los investigadores, la capilla de la orden franciscana construida en 1768 se levantó íntegramente con este material y cubierto por paja. La tradición del tepe sigue hasta estos días en las islas. Otra de las características urbanas de Puerto Luis -rebautizado por los españoles Puerto Soledad- fue la dispersión de las edificaciones. Para Ramón Gutiérrez esta disposición puede deberse a dos factores. El primero, a una voluntad de ocupar en la mayor medida posible el terreno planteado para el poblado. Esto tiene sentido máxime teniendo en cuenta que las islas nunca dejaron de estar en disputa (los ingleses se habían asentado en una porción de la misma, Puerto Egmont, y todavía no habían sido expulsados). Pero según Gutiérrez esa dispersión estaba más probablemente emparentada con una antigua costumbre de separar las viviendas de cubierta de paja para evitar que un incendio en una de ellas no se propague a las demás. Algo que no está demasiado difundido es que durante la ocupación española funcionó en las Malvinas una cárcel. Lo loco de esto es que los presidiarios eran de los pobladores más estables del territorio, ya que las condiciones climáticas hacían que muchas de las autoridades y militares de las islas rotaran anualmente. La piedra, material en el que estaba hecha la cárcel, fue utilizada para las casas recién a partir de 1769. De las gobernaciones españolas, quizás una de las más significativas en términos de consolidación urbana fue la de Ramón de Clairac, que planteó una serie de obras públicas en Puerto Soledad. Al final de su mandato, en 1785, había alrededor de 34 edificaciones terminadas en uso. Entre ellas, además de la cárcel, varios almacenes, un cuartel, una panadería y una herrería. Además, Clairac había mejorado el antiguo hospital proyectado por los franceses. |
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