El liberal Emmanuel Macron y la ultraderechista Marine Le Pen se disputarán dentro de dos semanas la presidencia de la República en la segunda vuelta de unas elecciones que este domingo habrían confirmado el vuelco electoral en un país que de manera inédita ha derrotado a los principales partidos tradicionales, a saber, los populares de François Fillon y los socialistas de Benoit Hamon, completamente hundidos tras la legislatura saliente de François Hollande.
El resultado deja a priori en una posición muy ventajosa a Macron, un candidato europeísta capaz de atraer a votantes de derechas y de izquierdas, especialmente a los jóvenes de grandes ciudades. Y es que su programa socio-liberal se presenta como la alternativa moderada perfecta, hasta el punto de que, de cara a la segunda cita con las urnas el próximo 7 de mayo, los mismos sondeos le conceden una hipotética ventaja de más de 20 puntos contra Marine Le Pen (ganaría con un 62% de los votos, según los sondeos) que quiere sacar a Francia de la Unión Europa con una política anti-inmigratoria muy férrea.
La popular ha sacado la euforia a pasear antes de conocerse el recuento. “Es un resultado histórico. Soy consciente del honor de pasar a segunda vuelta. Los franceses deben aprovechar esta oportunidad histórica, la supervivencia de Francia está en juego. Soy la candidata del pueblo. Lanzo un llamamiento a todos los patriotas vengan de donde vengan”, clamó ante su público.
Le Pen lo tendrá crudo en la segunda vuelta, tal y como predicen los datos. Solo hay que ver para comprobarlo la reacción de sus rivales políticos, que se han puesto inmediatamente en su contra. El primero, el socialista Hamon, que compareció ante su público minutos después de cerrar los colegios electorales para reconocer la derrota y pedir desde ya el voto para Macron, todo con tal de no ver a la extrema derecha de Le Pen en el Eliseo. “Llamo a luchar con todas nuestras fuerzas contra el Frente Nacional. Aunque no sea de mi partido, prefiero ver en el poder a un adversario que a un enemigo de la República”.
El primer ministro francés, Bernard Cazeneuve, tampoco dudaba: “La presencia de un candidato de extrema derecha 15 años después del impacto que hubo en 2002 nos obliga a unir a todos los republicanos en su contra“.
Hasta Fillon, el candidato de la derecha tradicional, ha pedido el voto para Macron. “Es una inmensa decepción, no pudimos abordar en la campaña las dificultades de los franceses ni el balance del (presidente) François Hollande, ni los proyectos”, reconocía desolado.
El otro rostro victorioso es el de Jean-Luc Melenchon, inesperado invitado de última hora, un candidato de extrema izquierda (el Podemos de Francia) cercano al movimiento 15M que en los últimos meses de campaña vio cómo su popularidad crecía fulgurantemente y que se ha quedado a tan solo unos pocos puntos de los líderes, aglutinando aproximadamente el 19% de los votos. Melenchon, crítico también contra el mazo cada vez más capitalista y menos social de la Unión Europea, se ha ganado un hueco en la política francesa abogando por renegociar los tratados para hacerlos más justos, por incautar los sueldos superiores a 450.000 euros anuales, por invertir más en gasto social y por adelantar la jubilación a los 60 años siempre que se hayan cotizado 40 de ellos. Podemos, pero en Francia.
Un dato que llama la atención es el de la alta participación en los comicios, inferior a la de hace 5 años, pero con porcentajes que se acercan al 80%, cuando las estimaciones esperaban números bastante más bajos.
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