Unos dos mil delegados de Smata reunidos ayer en Cañuelas analizaron la crítica situación del sector.
Los mecánicos del Smata decidieron poner en marcha una de las medidas de fuerza más originales y drásticas de los últimos tiempos: se negarán a montar aquellas piezas importadas que a partir del lunes reemplacen a las de fabricación nacional. Así lo resolvieron ayer más de dos mil delegados reunidos en el plenario nacional del gremio, fruto del cual vio la luz un duro documento donde fundamentan la medida en que “el contenido nacional de los vehículos bajó del 35 por ciento en 2014 al 20 por ciento en 2016” y en que el negocio de las patronales automotrices “hoy es la importación y no la producción”. Para Smata, esa es una de las razones por las cuales dos mil trabajadores del sector perdieron su empleo en los últimos meses. “Es una estaca que ponemos los trabajadores para que la industria automotriz, una actividad multiplicadora de empleo, eche raíz en el país”, graficó el secretario general del gremio, Ricardo Pignanelli, en diálogo con Página/12.
El origen de la medida, explicó Pignanelli, es la puesta en práctica de los postulados de un proyecto de ley que impulsa Smata que plantea llegar al 50 por ciento de participación nacional en la producción de autopartes. Como el proyecto “podría tardar más de un año en aprobarse y reglamentarse”, dijo el dirigente, los trabajadores tomarán en sus propias manos la idea hasta tanto la iniciativa –que tiene acompañamiento oficial, aunque por ahora sólo de palabra– se concrete.
“Cada pieza que se desnacionaliza es un retroceso. Conocemos las mañas de los empresarios. Por eso, de acá en más, esa pieza no la vamos a montar”, afirmó Pignanelli. Consultado sobre cómo podrían reaccionar las patronales ante la medida, el dirigente sostuvo que “si algún patrón se enoja, está equivocado. Tendrían que aplaudir al gremio: lo que estamos haciendo es por mejor calidad de vida y más trabajo para todos”.
Pignanelli fue el encargado de cerrar ayer el plenario de Smata, que reunió dos mil delegados de todo el país en el polideportivo que posee el gremio en Cañuelas. Durante varias horas, los delegados intercambiaron ideas sobre la situación de los 200 trabajadores en conflicto de la planta de Honda en Florencio Varela, que marcharon el jueves hacia la Secretaría de Relaciones Laborales del Ministerio de Trabajo y forzaron la conciliación obligatoria. Además, en el temario se abordó el licenciamiento de trabajadores en Volkswagen, la situación delicada de Ford y de la planta cordobesa de Fiat. El documento final, en cuyo título se hace referencia a las tres “T” (Tierra, Techo y Trabajo) por las que brega el papa Francisco, recoge posiciones críticas con las patronales y con la apertura económica que lleva adelante el Gobierno.
“Vemos con preocupación como los empresarios intentan cambiar las reglas de juego que traccionaron el crecimiento durante casi 10 años, no sólo en las terminales, sino en toda su cadena de valor que en la actualidad cuenta con no menos de un millón y medio de puestos de trabajo”, advierte el documento, que fue leído ante los delegados por el secretario adjunto, Mario Manrique.
El texto hace un repaso de los motivos del “retroceso” en la industria automotriz. Entre los principales, destaca “la reducción de los aranceles de las unidades importadas”, “las permanentes presiones de las multinacionales” del sector para “abandonar el mercado interno”, y “el aumento del precio en dólar de los insumos producto de la devaluación que las propias patronales pidieron a gritos”.
“La especulación le quiere ganar al trabajo, la desesperación a los sueños y la anarquía a la organización”, reza el documento, que pide “seguridad jurídica” para los trabajadores, “la misma que reclamaban las empresas para invertir y hoy desconocen o buscan vacíos jurídicos para especular y desabastecernos en pos de un mejor negocio sin contenido social”.
Dentro de la industria automotriz, Smata comparte representación con otros gremios con mayor peso dentro del rubro, como la UOM que conduce Antonio Caló y que tuvo su propio congreso esta semana, donde se planteó un plan de lucha que incluye un paro nacional de 48 horas a partir del 5 de mayo. Las reivindicaciones son similares: el freno a los despidos a partir del decreciente nivel de actividad industrial y, en ese marco de conflictividad, mejores acuerdos paritarios. “A pesar de que los gerentes no nos aprecian mucho, somos los más vehementes para cuidar la industria nuestra, que es muy débil aún, porque significa proteger el trabajo de la gente”.
Informe: Matías Ferrari.
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