Por David Usborne *
Los trajes grises del Partido Republicano señalizaron a sus candidatos en campaña para la nominación presidencial que deberían abandonar si no pueden mostrar pronto que le están quitando los votantes a los favoritos Donald Trump y el senador Ted Cruz.
Afectados por la idea de que o bien Trump o Cruz, quien ha jugado de saboteador ultraconservador desde su llegada en el Senado de Estados Unidos en 2012, pudiera llegar a ser el candidato, los miembros mayores del partido están igualmente consternados ante la idea de que los candidatos establecidos han formado un pelotón de fusilamiento circular mientras luchan por destrozar a los candidatos de los niveles inferiores.
Los rumores de magnates, de funcionarios del partido, los donantes y los grupos de presión han estado creciendo esta semana mientras todos los candidatos a los que favorecen, entre ellos el senador Marco Rubio de Texas, e incluso el decaído ex gobernador de Florida, Jeb Bush, trataron de mantenerse a flote mientras las campañas de Trump y Cruz se aprovechaban de la crisis partidaria para hacerse más fuertes.
Trump estaba haciendo precisamente eso ayer mientras saboreaba el terremoto creado por su decisión de boicotear el debate televisado de esta noche, el último antes del caucus del lunes en Iowa, cuando Fox News, su anfitrión, se negó a echar a uno de los moderadores designados, Megyn Kelly, a quien Trump no quiere.
“Me niego a llamar a Megyn Kelly una muñequita Barbie, porque no sería políticamente correcto”, dijo Trump en Twitter. “En cambio, yo sólo la llamaré ¡una periodista liviana!” El favorito de las encuestas para la nominación republicana prometió que organizaría un evento “para recaudar fondos para los veteranos de guerra”, mientras que sus rivales se enfrentan ante las cámaras en Des Moines, Iowa.
Su pelea con Kelly se remonta al primer debate televisado en Cleveland el año pasado, también organizada por Fox, cuando él se sintió ofendido por la pregunta de ella sobre su supuesto pasado de maltrato hacia las mujeres. Posteriormente Trump pareció insinuar, sin decirlo explícitamente, que ella había estado teniendo su período cuando hizo la pregunta.
Es la esperanza, posiblemente abandonada, de los peces gordos y los donantes que, después de Iowa y las primarias de New Hampshire, el 9 de febrero, un candidato del establishment habrá surgido como el mejor posicionado para desafiar a los dos principales candidatos. De ahí en más el proceso de elegir un candidato comenzará a acelerarse, especialmente ante el cercano Supermartes del 1º de marzo, cuando los votantes en 14 estados tendrán la oportunidad de expresar sus preferencias.
Eso, al parecer, sería cuando se ejercerá la presión sobre todos los demás para que tiren la toalla, así el partido puede unirse en torno de una persona o, como máximo, dos. Pero no hay garantía de que el Supermartes arroje la elección clara de la mejor alternativa, o de que llegado el caso, alguien como Bush acepte bajarse.
“Hay una creciente sensación entre los donantes de que los candidatos débiles necesitan mejorar o retirarse”. Stephen Ley, que dirige los American Crossroads súper PAC, un importante comité de financiamiento político republicano, le dijo a The New York Times, el mismo diario reportó el mismo mensaje de Henry Barbour, un operador del partido de Mississippi: “Quien sea que no se llame Trump ni se llame Cruz que se vea fuerte después de Iowa y New Hampshire, deberíamos consolidarnos a su alrededor”.
Sin embargo, algunos en el partido argumentan que es demasiado tarde para bloquear a Trump y, si él va a ser el candidato, lo mejor sería apoyarlo, particularmente dada la naturaleza Teflón de su candidatura que parece prosperar con cada nueva controversia.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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