lunes, 14 de septiembre de 2015

LA MALA LECHE

Vacío y plenitud

De las PASO a las Generales pasó de todo. Repasemos a vuelo de pájaro:
1- Las inundaciones en la provincia de Buenos Aires.
2- La muerte del joven salteño (militante radical).
3- La declaración de “fraude” en la provincia de Tucumán por parte de la oposición derrotada en las urnas.
La oposición no pudo lograr un acuerdo previo a las PASO y lo lamenta. Eso tiene culpables, al menos culpables visibles: Jaime Durán Barba y Elisa Carrió. La incongruencia entre la gravedad denunciada y la falta de generosidad constructiva es constitutivo de un modo de hacer política: no se puede denunciar nazismo y construir la “resistencia” a la carta. Vivimos un tiempo gris, transicional, lo que no quiere decir que el futuro sea gris. Para el caso, y como ejemplo, tenemos el mundo de hoy: un lugar horrible.
Una impresión: estas elecciones nacionales son las elecciones más negociadas de la historia democrática. La indeterminación entre los candidatos, los parecidos culturales que tienen, los recambios generacionales que crujen dentro del peronismo (que no comprenden solo a La Cámpora), las peleas de sucesión, los lobbys, etc., construyen este escenario donde nadie “despunta”. Lo digo y lo firmo: el resultado está más abierto de lo que se cree.
A Scioli lo atacan por todos los flancos: muchos kirchneristas dicen que no trajo votos (osea: dicen que fueron pocos los votos del FPV en agosto, pero que los votos fueron solo kirchneristas y que el kirchnerismo es imbatible, todo eso a la vez) y los opositores por otro lado dicen que Scioli se sirve de una estructura de fraude para ganar. Ergo: como un juego de pinzas, los dos análisis dominantes apuntan a un Scioli que puede ganar pero que no “aporta nada” para ese triunfo. En la lógica cruzada la idea es que Scioli llega vacío a ese triunfo. O con los votos del kirchnerismo, o con los votos del fraude peronista a lo largo y ancho del país. La idea es constituir un triunfo sin legitimidad de origen que esté obligado a recostarse sobre un sector social (empresarial) para sostener su legitimidad. Salvando las distancias, ese fue el escenario de Néstor Kirchner: llegó con los votos del duhaldismo, no tuvo el balotaje, y reconstruyó su poder en base a esa ausencia. Pregunta del millón que se hacían los boludos cuando el presidente en ejercicio ya era un energúmeno de la acción: ¿por qué Menem, en tu infinito egoísmo, privaste a ese hombre de una mayoría que lo hubiera templado? Error: tiempo al tiempo, Kirchner tenía un proyecto. En fin. Es largo.
En un post llamado “Yoli, ¿un hombre de partido, @mazorcablanca?”, Manuel Barge (del blog “Deshonestidad intelectual”) responde a un análisis deconstructivo sobre Scioli, practicado por otro lúcido, Luciano Chiconi, y redefine de un modo ambicioso el calibre del candidato peronista como un hombre de partido. Apunta Manolo “con su particular estilo”:
Entonces; si la trayectoria de DOS, además de la indiscutible vena “marquetinera”, le sumamos la “dimensión estructural” de cualquier Partido de Poder, o Estado, o Partido del Orden; no es necesario recurrir a la “suerte”, el “teflón”, o la “genialidad incomprendida”.
Verbigracia, “manifiesta” su posición “personal”, pero “acata y defiende” la “Línea” con la que no está de acuerdo; a pesar de los costos que hasta significan derrotas.
Así, no estaríamos hablando de “patologías psicológicas”, sino de “conductas aceptables” fundadas en “relaciones de fuerzas” del Sistema partidocratico.
Lo “anómico”, siguiendo a Nino, no serian las llamadas “indecisiones” de Yoli; sino mas bien las “expresiones y conductas” de sus “críticos”, sean Analistas políticos como Pagni y JMS, o “Competidores” electorales como Mauricio y Sergio.
Además, se explicaría la “racionalidad” de Néstor y Cristina; que aunque “personalmente” no lo “soportaran”,  al tratarse de “política” las “emociones e intenciones personales” terminan siendo marginales.
En vandorismo básico, “Si no lo podes matar, estás obligado a negociar”.
Artemio López, entre muchos otros, plantea que no se dio la hipótesis de los “votos” más allá del “Proyecto”; que en teoría aportaría el “carisma” de Mancuso.
Cierto pero insuficiente; ya que los candidatos “puros”, Kirchnerismo menos “pejotismo”, en el mejor de los casos no superaban los guarismos nacionales de Binner en las Generales de 2011.

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