lunes, 7 de septiembre de 2015

Exodo de refugiados rumbo a Europa occidental

Una columna de al menos mil refugiados decididos a llegar a Europa occidental resistió ayer gases policiales, petardos, golpes y apedreos de neonazis y barrabravas frente a la cerrada terminal de trenes de Budapest para emprender un éxodo a pie de más de 200 kilómetros en dirección a Austria. Los jóvenes son mayoría, pero hay también familias enteras con niños y bebés, que llevaban días acampados en la estación de trenes Keleti de Budapest en condiciones miserables, sólo asistidos por voluntarios húngaros. Casi al frente de la columna, encabezada por un joven que enarbolaba una bandera de la Unión Europea, iba un hombre en silla de ruedas. Su nombre es Imad, tiene 54 años y es oriundo, como la gran mayoría, de Siria.
Mientras en otra fuga murió un refugiado al huir de un tren cercado. La policía había rodeado a 300 de los 500 refugiados que viajaban en un tren interceptado en la estación de Bicske. El tren iba camino a Sopron, en la frontera con Austria, cuando la policía trató de bajar a los pasajeros para llevarlos al centro de registro, pero los inmigrantes se opusieron y decidieron no bajar de los vagones. Aquellos que decidieron bajar del tren salieron a la carrera por las vías férreas en dirección de Györ, al oeste de Bicske, mientras que otros escaparon rumbo a Budapest. Uno de ellos, un refugiado paquistaní de unos 50 años de edad, falleció en la estación, a 40 kilómetros al oeste de Budapest. El portavoz de los servicios de emergencia, Pál Györfi, explicó que el hombre fue tratado durante 50 minutos junto a las vías ferroviarias porque se había desmayado y que por el momento no se ha podido determinar su identidad. La policía busca a los refugiados, aunque por el momento con poco éxito. En otro episodio, 64 refugiados huyeron de un centro de acogida cercano, informó la agencia de noticias húngara MTI.
Con el país convertido en el principal epicentro de la crisis de refugiados en Europa, Hungría anunció ayer que ofrecerá a los cientos de refugiados que se encuentran en la estación de trenes Keleti de Budapest y otros tantos que marchan por la autopista M1 trasladarlos hasta la frontera con Austria. El transporte se realizará en unos cien autobuses que ayer a la noche estaban a disposición de los refugiados para que puedan llegar a la localidad fronteriza de Hegyeshalom. En la madrugada europea y al cierre de esta edición, Austria y Alemania anunciaron que, como una medida excepcional, permitirán la entrada a sus países de este contingente.
Sin embargo, horas antes, el Parlamento de Hungría había aprobado un paquete de leyes que endurece fuertemente las penas de cárcel para los inmigrantes ilegales, con hasta tres años de prisión para quienes crucen las fronteras nacionales de manera irregular. Con la ley, que además contempla cinco años de prisión si el cruce se realiza armado o dañando la valla en la frontera con Serbia, el gobierno ultraconservador de Hungría busca “aliviar la presión migratoria” de los últimos meses, en los que más de 160.000 refugiados entraron al país a través de la frontera serbia.
Los refugiados tratan de evitar ser llevados a alguno de los cinco campamentos del país porque no quieren ser registrados en Hungría, un país económicamente deprimido donde es mucho más probable, comparado con Alemania, que sus solicitudes sean rechazadas.
La policía húngara facilitó la salida de la ciudad de la columna de refugiados pactando con quienes encabezaban la marcha y cortando el tráfico en los cruces, sin que se produjera el más mínimo incidente.
“Iremos andando, no hacemos mal a nadie, no somos criminales. Sólo quiero llegar a algún país en el que pueda terminar mis estudios”, explicó Nasir al Omar, que estudiaba Arte y Literatura en la universidad siria de Alepo. La marcha recibe también muestras de solidaridad. En las calles, los húngaros les tomaban fotos, los aclamaban o saludaban con la mano, mientras que los refugiados se daban ánimos a gritos de yala, yala (“vamos, vamos”, en árabe) o go, go, (“adelante, adelante”, en inglés). “Tomen, para el camino. Buena suerte”, dijo en inglés una mujer a la puerta del supermercado al entregar parte de su compra a un grupo de refugiados. Sin embargo, también se produjo algún incidente con conductores, como cuando un hombre fornido con la cabeza rapada y tatuajes increpó a los refugiados. Después habló desde su coche con un policía, para quejarse por el atasco que estaba creando la marcha.
Algunos integrantes de la marcha mostraban fotografías de la canciller alemana, Angela Merkel, y hacían el signo de la victoria a los boquiabiertos turistas que se encontraban por el centro de Budapest.
“Si tuviera una hija le pondría Merkel”, decía uno de ellos, un kurdo de Siria que no quiso dar su nombre. Entretanto, el gobierno húngaro cerraba el principal paso fronterizo con Serbia después de que otros 300 refugiados más huyeran del cercano campo de acogida de Röksze. “En el interés de prevenir accidentes, la policía cerró temporalmente el paso fronterizo de Roszke al tráfico entrante y está redirigiendo el tráfico hacia otra ruta”, dijo la policía en un comunicado citado por la cadena de noticias BBC. El primer ministro húngaro, Viktor Orban, quien ayer defendió el “derecho” de su país de no recibir inmigrantes musulmanes, se aferra de una normativa europea que exige que los refugiados sean registrados en el primer país por el que ingresan a la Unión Europea (UE) y dice que la solución al problema es reforzar las fronteras. Orban se opone rotundamente a un plan de Alemania por el que sería obligado a recibir una cuota de refugiados que profesan el islam y dice que el reciente anuncio alemán de que dará asilo a todos los sirios ha empeorado el problema al alentar a más refugiados a viajar hacia Europa y a Hungría en particular.

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