- Geopolítica de América del Sur
‹ - 15 de Febrero de 2011 ≈
Por Alberto Buela
Cada vez que nos invitan a hablar o escribir sobre “América Latina” tenemos que hacer la salvedad respecto de esa forma espuria, universalmente extendida, de designarnos. De modo que planteamos de entrada la cuestión del quid nominis, de cómo debemos denominarnos, cómo debemos ser nombrados y cuál es la forma más adecuada, más genuina, más específica de nombrarnos y ser nombrados.
La expresión “América Latina” nace con Chevallier el canciller de Napoleón III para intervenir militar y políticamente en Iberoamérica en nombre y defensa de la latinité. Luego son los yanquis, más tarde la Iglesia y por último el marxismo quienes pasan a denominarnos de esa manera.
El uso ideológico del término salta a la vista por evidente, pues el Canadá francés, Guayana y Martinica nunca han sido incorporadas formando parte de “América Latina” cuando le asisten iguales o mejores razones para serlo.
Esto muestra que en el orden internacional en donde la geopolítica, las relaciones internacionales, la estratégica y la metapolítica juegan todas sus fichas no existe ni la buena voluntad ni las ideas neutras, lo que existen son relaciones de poder: de mando y obediencia, de público y privado y de amigo-enemigo. Así pues, desconfiar de las denominaciones ad hoc de las instituciones o espacios internacionales es un principio de salud metodológica de todo investigador que en este orden se precie de tal.
Hoy no se puede entender la geopolítica sin la metapolítica, esto es, la disciplina que estudia las grandes categorías de pensamiento que condicionan la acción política de los gobiernos de turno. Y por eso preferimos la denominación, para nuestro espacio geopolítico de “Iberoamérica”, pues el término designa en forma clara y precisa, la especificidad de la ecúmene cultural a la que pertenecemos los americanos hispano-luso parlantes de toda América y porque el término Iberoamérica involucra, en forma plena y sin dudas, al Brasil.
Hoy, ya comenzando la segunda década del siglo XXI, hablar de “latinidad” es una rémora. Es un universalismo más que como el de “humanidad”, no nos dice nada. Es una categoría geopolítica que funciona como un adormecimiento de la inteligencia, pues pensar a partir de ella es una forma de no pensar.
Así, el realismo político nos obliga a limitarnos y circunscribirnos a América del Sur. En primer lugar porque México tiene firmado y en ejecución el TLC (Tratado de libre comercio) con los Estados Unidos que compromete toda su economía y sus decisiones políticas. En cuanto a América central y el Caribe, salvo la excepción de Cuba, se encuentra enfeudada en su totalidad con la política exterior norteamericana y su dependencia respecto de la potencia talasocrática es casi absoluta. De modo tal, que la única y sola posibilidad de pensar un espacio geopolíticamente verosímil es Suramérica. Y acá nos introducimos en el tema de nuestra ponencia.
Los datos objetivos que poseemos de Suramérica es que constituye un espacio geográfico continuo que abarca 17,8 millones de km2, el doble que Europa y el doble que los Estados Unidos. Tiene una población de aproximadamente 420 millones de personas, que hablan por mitades el castellano y el portugués dos lenguas entendibles, de suyo, entre sí. Diez son las naciones que se la dividen políticamente y cuatro enclaves coloniales (las islas Malvinas y Guyana que forman parte del Commonwealth británico, Surinam de Holanda y Guayana de Francia. Todos juntos no llegan a 1,5 millón de habitantes).
El más poderoso país es Brasil con casi la mitad de los habitantes del subcontinente, que posee la octava economía del mundo con PBI (Producto bruto interno) de 1.600.000 millones de dólares en tanto que Argentina y Venezuela le siguen con 330 mil millones de dólares cada uno.
Posee el 27 % del agua dulce del mundo. Cuenta con el acuífero Guaraní y con 50.000 km. de vías navegables internas que unen las tres cuencas hídricas: Orinoco, Amazonas y el Plata. Su proyección sobre la Antártida abarca todo el cuadrante suramericano que incluye la totalidad de la península.
Interpretación geopolítica
Suramérica constituye una isla continental rodeada por los océanos Pacífico y Antártico que posee 25.432 km. de costas. Es un espacio terráqueo de difícil acceso, que tiene al Amazonas como heartland suramericano, que abarca casi 2 millones de km2 que comparten cuatro países (Brasil, Colombia, Venezuela y Perú).
Este difícil acceso ha obligado a los Estados Unidos a rodearlo de bases militares para poder controlarlo (Arauca, Larandia y Tres esquinas en Colombia, Iquitos y Nanay en Perú, Mariscal Estigarribia en Paraguay y Curazao, dependencia holandesa, a 50km. de Venezuela).
Como soporte teórico ideológica lanzaron la “teoría de la soberanía limitada del Amazonas” proponiendo un tulelaje internacional, tesis sostenida por la diplomacia sueca. Brasil, Venezuela, Argentina y Bolivia la rechazaron de plano.
Esta característica de impenetrabilidad del heartland suramericano marca toda su historia política desde el descubrimiento de América. Y así, todas sus grandes ciudades (Buenos Aires, Sao Paulo, Río, Valparaíso, Lima, etc.) son portuarias a diferencia de Europa que son mediterráneas. Es que el doblamiento de América del Sur se fue realizando sobre toda la costa de esta gran ínsula. Su marcha ha sido desde la periferia al centro. Centro que aún hoy, en la segunda década del siglo XXI no ha sido ocupado.
Si la tesis de Mackinder (1861-1947) “quien ocupe el heartland detenta el poder” fuera verdad, en el caso de Suramérica nadie lo posee en forma hegemónica, pues nadie tiene plenamente el manejo del Amazonas.
El caso brasilero
Es indudable que Brasil, potencia emergente mundial, tiene como Estado-nación el mayor peso económico de la región como lo denota su PBI con su octavo lugar en la economía del orbe.
Sus últimos movimientos en el orden internacional lo muestran como una futura potencia activa: a) Integra el Bric (Brasil, Rusia, India y China) grupo privilegiado de grandes espacio estaduales. b) el grupo de los cuatro junto con India, Sudáfrica y Alemania reclamando una silla permanente en el Consejo de Seguridad de la Naciones Unidas. c) la Unasur (Unión de naciones del sur) junto con el resto de los países de América del Sur. d) el grupo del G20 con los Estados de mayor producción de riqueza. e) el G5 junto con México, Sudáfrica, China e India grupo de potencias emergentes. f) pacto turco-brasilero de diálogo con Irán, en reemplazo de la teoría de la demonización del gobierno iraní propuesto por USA-Israel.
Militarmente acaba de comprar el primer submarino nuclear a Francia y espera producir ocho submarinos nucleares más, a imitación del francés, en los próximos cinco años. Su presupuesto militar fue de 10.000 millones de dólares en el 2010, similar al de Colombia, contra 3.200 millones del argentino.
Es de destacar como lo han hecho notar los investigadores brasileños (Moniz Bandeira, Guimaraes et alii, que la mayor hipótesis de conflicto que se plantea el poderoso Ejercito de Brasil es con una superpotencia en terreno boscoso (vgr. El Amazonas).
La Suramérica hispana
Conforma el otro 50% de América del Sur y está compuesta por nueve naciones que alcanzan en habitantes, en fuerzas armadas y en PBI al bloque unitario brasilero.
Se destacan en primer lugar el poderío militar colombiano de tierra y chileno de mar. Se ha producido desde la asunción de Hugo Chávez un rearme (sobe todo armamento liviano) de Venezuela, fundamentalmente ruso. Fusiles automáticos para guerra de baja intensidad, aviones y helicópteros. En cambio Argentina desde la derrota de la guerra de Malvinas en 1982 ha adoptado la tesis la inexistencia de conflictos internacionales y la de diplomacia desarmada. En cuanto a Uruguay, Paraguay, Bolivia, Perú, Ecuador carecen de peso específico en la materia.
Chile es el único país de América del Sur que integra el selecto grupo de los veinte primeros países en el IDH (Índice de desarrollo humano) en la estadística de las Naciones Unidas.
Venezuela es uno de los mayores productores de petróleo del mundo y el principal proveedor de refinado en forma de naftas a los Estados Unidos.
En las últimas dos décadas se ha producido en Bolivia, Chile, Perú, Argentina y Ecuador el auge de la minería extractiva a cielo abierto que está produciendo, además del perjuicio económico, cambios y daños terrestres irreparables.
La relación entre los dos bloques
Desde el año 1992 se repiten anualmente las Cumbres Iberoamericanas que realizan conjuntamente con España, Portugal los diez países suramericanos pero cuyos resultados han sido mas bien declamativos que efectivos. No se ha podido superar la teoría de la buena vecindad para poder pasar a la conformación de un grupo de poder mundial homogéneo que comparte, lengua, religión, instituciones, usos y costumbres.
En 1991 se creó el Mercosur (Mercado común del sur) cuyos socios fundadores fueron Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay, a los que tiene a Bolivia y Venezuela en proceso de incorporación y a Chile, Colombia y Ecuador como países asociados.
Pero luego de veinte años el Mercosur se ha reducido a una unión aduanera que utilizan, sobre todo, las burguesías comerciales de Sao Paulo y Buenos Aires.
El otro nexo entre los dos bloques, el hispano y el lusitano, es la mencionada Unasur que entrará plenamente en vigencia en enero de 2011 y el Consejo de Defensa suramericano que entrará en vigor este año y cuya sede será Buenos Aires.
Tenemos luego el Banco del Sur, propuesta de Hugo Chávez realizada en 2004, pero nacida muerta pues su capital inicial se fijó en la irrisoria suma de 7.000 millones de dólares, cuando el banco do Brasil tiene activos por 407.000 millones de dólares y el banco Itaú de Sao Paulo por 350.000 millones de dólares.
Existe entre Argentina y Brasil un tratado que obliga a una reunión de ministros cada 45 días y una reunión de presidentes cada tres meses, pero dichas reuniones se encuentran limitadas a equilibrar los términos del intercambio comercial para que ninguna de las dos economías se encuentre perjudicada.
El caso argentino
La que fuera la segunda Armada del mundo en 1890 pasó a no existir, y la que fuera en 1910 la undécima economía del mundo retrocedió al lugar número veinte un siglo después. La estructura de las exportaciones argentinas está bastante equilibrada pues composición es: Combustibles 12%, Industria 31%, Agro 34, Primarios 23. El motor de su economía sigue siendo el agro con sus granos y carnes pero el desarrollo de su industria liviana lo está alcanzando. Lo dañino es que la minería, que no produce ningún desarrollo posterior por ser una actividad meramente extractiva, haya alcanzado en esta última década porcentajes de exportación tal altos.
El segundo aspecto donde se destaca es en el desarrollo nuclear, que es considerado dentro de los estándares mundiales como uno de los más desarrollados. La investigación en este campo se viene realizando en forma continua desde 1950. La producción de reactores nucleares de fabricación propia (Carem) son demandados en todo el mundo: Australia, Argelia, Perú, Egipto, Irán.
La agroindustria y la producción nuclear son los dos rasgos específicos de la producción de riqueza argentina.
Existe finalmente un tercer factor positivo que puede aportar Argentina y que no está contemplado en las estadísticas económicas: el factor humano, que se destaca por su profundidad de análisis, rapidez en la captación y ejecución. Vivaz, creador y logrero. Orgulloso de sí y de su lugar en el mundo, ignora la capitis dininutio respecto de “los otros”.
Prospectiva geopolítica de Suramérica
Afirma Hegel en su Introducción a la filosofía del derecho que el búho de Minerva (símbolo de la filosofía) sale a volar al atardecer, cuando la realidad ya se puso. Ya se escondió el sol. De modo tal que es muy difícil realizar pronósticos desde la filosofía sobre cosas humanas, no obstante lo cual y con este reparo lo vamos a intentar.
Brasil y Argentina son el eje sobre el cual debe girar toda la geopolítica de América del Sur. Esta tiene que tender a la formación de un rombo irregular que una en líneas de poder las capitales de Brasilia, Buenos Aires, Lima, Caracas, Brasilia para proteger el heartland suramericano.
El principio de la integración debe de ser: dado que Brasil tiene cinco veces una economía mayor a la Argentina, los aportes se deben de realizar en esa proporción. La integración es proporcional y no en pie de igualdad. La igualdad es, en este caso, la primera fuente de injusticias.
Brasil y Argentina tienen que crear antes que nada una moneda común (el austral) que otorgue solidez a sus economías respecto al dólar y al euro. Y al mismo tiempo crear una compañía exportadora de granos para evitar el condicionamiento del mercado de Chicago.
Deben de ir a la formación de una fuerza marítima común para el control del mar territorial y el extenso litoral atlántico. Evitar el saqueo que se está produciendo en el Atlántico sur es compartir un espacio de soberanía común. No es un punto de fricción sino un punto de unión. El pacífico sur es controlado por Chile que posee una magnífica y entrenada fuerza naval y complementado por Perú y Colombia.
La navegación de los ríos interiores, la construcción de un gran oleoducto, rutas aéreas directas intercapitales, recuperación de los trenes interiores, habilitación de los canales bioceánicos mixtos, desarrollo tecnológico complementario donde cada Estado aporta lo mejor de su desarrollo.
La construcción de un espacio geopolítico autocentrado es posible y está al alcance de la mano, lo que sucede que su construcción supone la limitación de los poderes mundiales, directos o indirectos, en la zona suramericana.
Y es acá donde surge el problema principal. Pues para crear una nueva geopolítica regional, como para hacer una tortilla, hay que romper algunos huevos. Además la geopolítica para ser tal necesita de un elemento fundamental: el arcano.
El arcano entendido como secreto profundo y al mismo tiempo íntimo. Y de esto participan muy pocos. ¿Puede existir un arcano geo o metapolítico entre los Estados que conforman la América del Sur sin que sea penetrado por los servicios de inteligencia del imperialismo? Es una pregunta de difícil respuesta pues si decimos que no, esta meditación no tiene sentido y si afirmamos que sí, podemos caer en el idealismo político que siempre ha sido mal consejero.
Se impone entonces el “realismo político”: aquel que nos permite asumir con un cierto escepticismo los proyectos teóricos, pero no por eso dejarlos de pensar e intentar realizarlos. El realismo político es el que incorpora, trabaja y pone toda su confianza en la racionalidad estratégica para lograr los bienes y satisfacer los intereses de la comunidad o pueblo que mejor despliegue su estrategia. En este caso, esta que proponemos aquí.
Alberto Buela
Vicepresidente del CEES (Centro de estudios estratégicos suramericanos) de la CGT
El principal especialista en geopolítica suramericana, Carlos Pereyra Mele, nos informa al respecto que ” Manta en Ecuador fue cerrada desde hace más de un año, por ello las nuevas bases de EE.UU en Colombia suman, en realidad, nueve ”
A este grupo se sumó ahora Sudáfrica, quien junto con Brasil privilegian las relaciones Sur-Sur
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