Autodisciplina y pandemia
Los gobiernos apelan una y otra vez a la responsabilidad personal, al cuidado
por los otros, a imponerse la autodisciplina pertinente. No puede ser de otra manera y la fórmula se impone por sensatez y prudencia. El problema es que hay tres prob Jlemas que
los gobiernos democráticos no pueden abordar. Al menos por ahora resulta
estructuralmente imposible afrontarlos. El primero, ya señalado por Kant,
es que el sujeto está trabajado por una sensibilidad que siempre está atraída
por sus intereses particulares y se distrae con facilidad de los imperativos de
la razón práctica. Es de donde quizá surge la fastidiosa y veraz fórmula de Perón:
el hombre es bueno pero si se lo vigila mejor.