lunes, 18 de enero de 2021

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News

Exdirector del FBI anticipa días "peligrosos" y compara a Trump con un "capo"

Agencia EFE

Londres, 17 ene (EFE).- El exidirector del FBI James Comey alertó este domingo de que Estados Unidos afronta días "peligrosos" ante la salida del poder del actual presidente, el republicano Donald Trump, a quien comparó con un "capo mafioso".

"Nunca he visto a un adulto con mayor necesidad de reafirmación que Donald Trump. Solo lo he visto en niños de dos o tres años", afirmó Comey en una entrevista con el canal británico Sky News.

"La reafirmación es como el aire (para él). La necesita constantemente y eso es lo que hace es que los próximos siete días sean tan peligrosos en Estados Unidos, porque él siente que la reafirmación se le está escurriendo de los dedos y sin duda se siente traicionado por quienes le rodean", agregó.

Antes de la investidura del demócrata Jon Biden el próximo miércoles como presidente de EE.UU., el antiguo director del FBI, despedido por Trump en 2017, aseguró que el republicano es "un demagogo populista capaz de decir cualquier cosa en cualquier momento para tratar de ganarse el apoyo de la gente".

"Hay un aspecto que la gente no suele ver. Hay algo de amenazador en él que se siente en privado, pero no en público. Lo he notado cuando he estado sentado cerca de él. Constantemente me recordaba a un capo mafioso, porque he conocido a muchos capos de la mafia y he ayudado a meterles en la cárcel", dijo Comey.

Cuestionado sobre la posibilidad de que se produzcan nuevos disturbios en los próximos días o semanas, aseguró estar "preocupado" a ese respecto.

"Hay personas armadas y perturbadas que creen que su país les está siendo arrebatado, y eso constituye una amenaza que las autoridades de Estados Unidos deben tomarse muy en serio", recalcó.

(c) Agencia EFE

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John William Cooke (1955)

Cuando no hay política, la politiquería aparece en su reemplazo.

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sábado, 16 de enero de 2021

https://dejamelopensar.com.ar/2021/01/16/jerarquias

 POLÍTICA

Jerarquías

La forma que asume la honestidad 

frente al universo

Orson Welles, París, 1960

Hay que eludir la máscara ficticia. Caminar como si solo fuésemos a vivir. 

Sin la exigencia de ser mirados ni aspirar a serlo . Caminar al lado. O en uno. 

Caminar por dentro. Que la interioridad no apele a los espejos grandilocuentes 

que suelen vaciar de contenido la intimidad. 

Debemos impedir que se testifiquen relatos cobre el sambenito lustroso de la felicidad. 

Andar como si fuésemos a tener la certeza de una próxima ausencia 

en medio de la disputa.

 CONTRATAPA PÁGINA/12

Disfraces

La sociedad occidental que brotó al calor de la brutalidad 

neoliberal
La contratapa de P/12 de hoy

La imagen de Jake Angeli, con su gorro de piel con cuernos, su cara pintada de rojo, 

azul y blanco, y su torso tatuado, no fue casualmente la más difundida del intento de 

copamiento del Capitolio por parte de miembros de Qanon, uno de los grupos que alimentó y fogoneó el odio trumpista.

Hubo debate sobre a qué remitían los símbolos elegidos por esos descentrados 

cuya irrupción violenta provocó cuatro muertos. Este último número, cuatro, 

es el primer dato a destacar, porque los asaltantes eran blancos supremacistas.

 Si hubieran sido los negros que Trump estuvo instando a aplastar en todas las 

protestas que se vinieron desatando en los últimos años, después de cada asesinato

 a mansalva de ciudadanos negros por parte de la policía, los hubieran matado a todos.

Mucha gente aventuraba si esos supremacistas habían elegido evocar a Daniel Boom, 

si apelaban a disfraces para ser “neo-originarios”, si tomaban símbolos vikingos

 para adelantarse incluso a la primera colonización. 

Entre los disfrazados, posaban también los que llevaban remeras que decían que 

“6 millones no fue suficiente”: neonazismo explícito.

Roberto Pagani, un historiador italiano que se especializa, en una universidad de 

Islandia, en los estudios sobre la Edad Media nórdica, publicó esta semana en 

un sitio especializado en historia, un artículo en el que desmenuza los símbolos dispersos en las imágenes del Capitolio. Cuenta allí que los estudios filológicos germánicos comenzaron a tener auge 

en el siglo XIX, ya entonces motivados por la búsqueda ideológica en sentido racial: 

los propios nazis no ubicaron su supremacía aria en el territorio de lo que entonces 

era Alemania, sino precisamente en Islandia. Alemania era ya un entramado de

sucesivas migraciones desde la Edad Media. 

El ideal lo colocaron en una prehistoria antojadiza pero como era desconocida,

pasible de imaginerías: la supremacía blanca tenía su origen en el 

supremacismo nórdico, especialmente el islandés. 

Sólo allí existían viejos documentos sobre la mitología pagana germánica.

De allí sacaron el biotipo étnico que propulsaron y que estos nuevos grupos como 

Quanon retoman: hombres y mujeres altos, de piel transparente y ojos celestes muy claros,

 resistentes a los climas adversos y ansiosos por más conquistas. 

Ya entonces esos antecedentes eran viscosos: esos primeros documentos sobre los germánicos

 habían sido escritos doscientos años después por autores nórdicos convertidos al cristianismo. 

Pero el rigor histórico nunca fue un obstáculo para los nazis, ni los de antes ni los de ahora.

En esa mitología construida al servicio de una ideología supremacista, se encuentra 

el casco con cuernos. Muchos de los tatuajes de los Quanon, afirma el historiador,

 como el símbolo vegvisir y leyendas en alfabeto rúnico, también surgen de ese pasado 

que no existió tal como lo relatan.

De hecho, señala Pagani, a fines del año pasado la revista Science publicó un

 trabajo inconveniente para estos nuevos supremacistas que reivindican el medievalismo nórdico: 

se probó que ni siquiera entonces había ninguna “pureza”, y que los habitantes de las 

tierras heladas no eran una mayoría rubia, sino una mixtura con muchos habitantes

 castaños de tez mate.

Volviendo al Capitolio, Angeli volvió luego a ser noticia: 

se negó a comer nada que no sea vegano. Pura banalidad. Pura comedia. Disfraces. 

Ese eje es importante.

Las ultraderechas, como los nazis en su momento, no tienen argumentos ni pueden dar 

los debates para dar a conocer un proyecto político. Son pura antipolítica y lo dicen con 

sus disfraces. Son antidemocráticos, naturalmente, aunque su líder se sirvió de la política 

para ayudar a destruir el sistema político más hipócrita del mundo, 

y generar pseudomilicias armadas. No conciben nada que no implique la eliminación de otros.

Se disfrazan porque el disfraz es el uniforme de estos soldaditos que el plomo no 

lo llevan puesto sino listo para disparar sobre otros cuerpos. 

Se disfrazan como algunos que vemos por acá. El disfraz de lo primero que habla es 

de neoliberalismo, desde un baño de inmersión con patitos, o desde abajo de peinados que 

laboriosamente son pelucas bizarras.

A ninguno de estos exponentes en todo el mundo les importan tres balines 

las cosas públicas, aunque quienes los alentaron a juntarse y armarse sí están interesados 

en quedarse con todo. El líder inspirador de estos mamarrachos los habilitó

 como fuerza de choque. Los ubicó en un borde desde donde tarde o temprano saldría 

la violencia, aunque los demócratas pongan caras de asombro.

¿Y Trump, con su jopo de canario y su mujer barbie-florero no era un disfraz de político 

que se puso un hombre de negocios con otras intenciones?

 ¿Y Bolsonaro no es él mismo un disfraz de energúmeno que todos podríamos imitar, 

impostando la voz hasta la disfonía para decir cosas como

que los brasileños no sirven para nada? 

¿Carrió no es un disfraz de lo que fue ella misma, cuando usaba otros disfraces, 

como el de la mística de la cruz exagerada? 

¿Su republiquita no es un disfraz de la república que ayuda a destruir? 

¿Y Macri? ¿No era un disfraz de presidente ése que despreció a destajo 

a docentes y a alumnos pero ahora pide que se vuelvan ya, en un pico pandémico,

 las clases presenciales?

La ultraderecha no vendrá nunca a decirnos que tiene pensado copar el poder 

para alzarse con lo poco que queda, cueste las vidas que cueste. 

Con la ultraderecha no se puede pensar en debate, diálogo o intercambios armónicos. 

Su fuerte es el cinismo y su capacidad para atraer hacia su propia arena toda 

la luz mediática posible. La tienen.

No quieren nada parecido a la razón, porque su lógica es la del disfraz y no tienen idea de 

cómo contestarle a un argumento. Ahora mismo los vemos escupir sobre vacunas 

que la enorme mayoría del mundo espera ansiosamente.

Es mentira que descreen de la vacuna rusa o de la china. 

Puede que sus acólitos lo hagan pero los ideólogos de esas corrientes 

se podrían una de Corea del Norte si la hubiera porque también saben que la pandemia existe.

 Lo saben abajo del disfraz. Tampoco creen en lo que dicen. 

Repiten cualquier cosa que les convenga, 

sin pruritos por la verdad. Quieren inyectar todo el veneno posible, toda la confusión 

y el desequilibrio posible, porque es su llave del éxito.

Las ultraderechas apuestan por el disfraz, que es fotogénico. 

Muy pronto Jake Angeli tendrá un club de fans. 

Así funciona la sociedad occidental que brotó al calor de la brutalidad neoliberal,

 como un circo en el que a veces parece que hay payasos, 

pero se trata de otro circo: casi siempre hay esclavos a los que ellos les sueltan los leones.


https://dejamelopensar.com.ar/2021/01/15/volver-a-las-clases-presenciales-exige-politicas-de-cuidado

 POLÍTICA

Volver a las clases presenciales exige políticas de cuidado

Ante el apuro Pro de clases presenciales, una docente de larga trayectoria 

ofrece 

argumentos y señala nuevas estrategias para esta etapa. 

Por Susana Bermúdez

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