lunes, 2 de febrero de 2015

VISITA OFICIAL A BEIJING CFK: "Importantísimos acuerdos" con China




En su estadía hasta el jueves, la mandataria hará también una visita a la Asamblea Popular Nacional y la participación en un foro empresarial. "Al ingresar al hotel, sobre una mesa, me sorprende un I-M-P-R-E-S-I-O-N-A-N-T-E arreglo floral, por lo grande y por lo bello", destacó y añadió: "Todo más! Hasta el clima: 2 grados de temperatura, ideal para pingüinos. Bien por China".
La mandataria llegó a las capital del país asiático, a las 7.10, hora argentina (18.10 hora local), junto al canciller Héctor Timerman; el ministro de Agricultura, Carlos Casamiquela; y el secretario de Comunicación Pública y vocero presidencial, Alfredo Scoccimarro.
Viajó acompañada también por el gobernador de Entre Ríos, Sergio Urribarri, y el presidente del Banco de la Nación, Juan Ignacio Forlon, entre otros. En las próximas horas se sumarán a la delegación los ministros de Economía, Axel Kicillof; y de Planificación Federal, Julio De Vido.
Mañana habrá "reuniones con CEO's de empresas chinas con inversiones e interés de invertir en nuestro país", indicó la jefa de Estado en las redes sociales Twitter y Facebook. Luego mantendrá audiencias con el titular de China Energy Engineering Company Group Limited, y con el vicepresidente y presidente de su subsidiaria, China Gezhouba International, que construirá en Argentina las represas en Santa Cruz.
El miércoles, Fernández de Kirchner concurrirá a la clausura del Foro Empresarial Argentino-Chino y luego se juntará con Xi Jinping en el Gran Palacio del Pueblo, sede del gobierno. Por la noche, el gobierno chino ofrecerá una cena en honor a la Argentina y a las 21 (10 de la mañana en nuestro país) está prevista una videoconferencia con El Calafate para anunciar el inicio de las dos represas.
Por último, el jueves habrá un encuentro con el primer ministro Li Keqiang, y luego con el presidente del Comité Permanente de la Asamblea Nacional Popular, Zhang Dejiang.

El odio, el miedo y la paciencia cívica

Por Mempo Giardinelli
A lo largo de la semana, y mientras la desdichada muerte del fiscal Nisman se diluía en fuegos artificiales periodísticos y televisivos, más de una conversación argentina giró en torno del odio y del miedo. Por eso últimamente se ve, se siente y se padece cierta polución ambiental, sobre todo en Buenos Aires y en ese apéndice geográfico porteño que se llama “la costa”, donde se amplifica todo lo malo y negativo.
El malhumor parece patrimonio exclusivo de las clases medias porteñas y acaso bonaerenses, y aunque se siente mucho menos en el interior del país, donde las gentes trabajan y progresan arduamente con más afán y menos quejas, la verdad es que tiñe al país todo. Quizá por eso circula el chiste, en provincias, de que si en la capital estallara un movimiento separatista como el de Barcelona, la Argentina toda apoyaría alborozada la independencia porteña.
Bromas aparte, la vida cotidiana de millones de argentinos no es insatisfactoria como publicitan esas usinas, hay muchos indicadores de que el país crece y las mejoras son evidentes, sobre todo si se compara cualquier aspecto actual con los ‘90, 2001 o 2003. Y es un hecho que la gente que brinda servicios en el vasto territorio nacional –choferes, gastronómicos, mineros, bibliotecarios, porteros, domésticas, peones y de mil oficios más– no tiene el gesto amargo, de resentimiento, que se ve en vastos sectores de la clase media porteña. Que curiosamente suelen ser los más acomodados, los que viajan por el mundo y están acostumbrados a ser o sentirse ricos y poderosos.
A ellos no les va mal en la vida, y por eso su furia es desproporcionada. Más aún: les va mejor que nunca en los últimos 30 años, pero su odio y su miedo harían pensar al mundo que aquí se vive en el borde mismo del infierno. Que es quizá lo que buscan, conscientes o no.
Querían las libertades democráticas y votaron masivamente a Alfonsín, e incluso padres y madres de muchos de ellos lucharon por esas libertades. Hoy las tienen a pleno, vigentes y respetadas como nunca antes, y en especial la libertad de expresión, pero hablan de “régimen”, de “dictadura” y gritan que “esto es Cuba, Venezuela, Bolivia o Nigeria”. Gracioso, si no fuese inmoral.
El otro día, después de participar en 6, 7, 8 sentí, por primera vez, ácido y tangible, ese aire enrarecido. Había algo sórdido en el silencio del taxista y en un mozo, y al día siguiente en la mirada de transeúntes o pasajeros del tren y el subte. Pensé que a muchos les habían inoculado odio. No disenso, no discrepancia democrática, tan saludable y creativa. No, odio. Un odio puro que mezcla lo cholulo con la antipatía, que es como decir leche cuajada con acero oxidado. Un enojo cualquiercosista, digamos.
Después, en el Aeroparque, me encontré con un tipo luego de casi 30 años. Eramos jóvenes entonces y él colaboraba en Puro Cuento. Talentoso, un tipazo. Ahora le va muy bien, dijo, alcanzó una posición excelente y llegaba de vacacionar en Buzios. Celebré la alegría del encuentro, pero me cortó: “Lástima que vos sos kirchnerista; eso arruina todo. Hoy no podríamos ser amigos”. Lo miré azorado. “Yo los mataría a todos; me dan asco.” Y subrayó, provocativo: “Eso, asco me dan”. No se daba cuenta de nada; no veía más allá de su odio. Le dije que lo sentía, sincero, y tomé mi vuelo con la pregunta resonando: ¿qué les pasa, cómo llegaron a semejantes niveles de odio?
Tal resentimiento es inexplicable, porque la mayoría ahora tiene trabajo, sueldos al día, leyes sociales, vacaciones. Son empleados, artistas, intelectuales, académicos, profesionales, técnicos. Pero en cuanto pueden ofenden, gritan, insultan, acusan, adjetivan y amenazan. Hasta de muerte, deseo que parece fascinarlos. Quizá para huir del calvario de convivir con sus propias almas desesperadas quién sabe por qué. Porque ideología eso no es.
¿Es conjeturable que los odiadores ignoran cómo ha cambiado el país? ¿Que no les gustan los avances sociales? ¿O que millones de ciudadanos pueden hoy comprar una moto, construir viviendas modestas, estar bancarizados y documentados y recibir beneficios sociales de un Estado que no está distraído? ¿Será que odian que el servicio doméstico esté legislado y bajo control? ¿Los alarmará que “los negros” participen del progreso lento y hoy puedan, por ejemplo, vacacionar?
Como sea, no les interesa entender ni discutir. Sólo quieren tener razón. Se convencen velozmente de lo que vieron y escucharon y era fácil e impactante. No analizan, a lo sumo monologan. Y así impiden incluso el inocuo diálogo de sordos. Prefieren el monólogo de sordos, que ha de ser más duro de soportar.
Pero es peligroso. Sobre todo porque del odio al miedo hay sólo un paso. Y del miedo a la histeria otro, y así los usan. Por eso no tenemos que burlarnos ni enojarnos. Nosotros, llenos de dudas, incluso con vacilaciones, tenemos que esforzarnos por contenerlos con argumentos, hechos y razones, y calmarlos. Predicar la convivencia, el disenso educado y la discusión pasional respetuosa y tolerante. Toda otra actitud agranda el odio, y dispara miedo y violencia. Eso impone ejercitarnos en la paciencia cívica.
Y es claro que muchas cosas se pueden reprochar al kirchnerismo, nadie lo niega. Errores, muchos. Y corrupción –que es lo que más los indigna; ahora todos parecen Cruzados de la Transparencia– es claro que la hay, nadie lo niega después de doce años de gestión. No mayor que en tiempos de Menem y sus pandillas de economistas y empresarios, es obvio que la hay y ninguna persona decente la tolera ni justifica. Pero es ridículo enloquecer gritando apellidos amplificados sólo mediáticamente.
Toda la ciudadanía repudió la corrupción instalada por los militares y luego desatada como estilo político en los ’90. La Argentina sana siempre quiere que vayan en cana los condenados. Pero cuando lo son, si es que lo son. Y por la Justicia, no por medios, periodistas y charlatanes que a tantos argentinos les hacen creer que sus suposiciones son pruebas, y sus opiniones, veredictos. Eso es antidemocrático.
Hay que entender a los odiadores y apaciguarlos. Porque temen la sombra, lo desconocido, lo que ignoran, lo que se mueve y ocupa lugares que ellos consideraban propios e inalterables. Temen lo que les hacen creer que creen; lo que les parece que es mejor creer; lo que quieren creer. Bien decía el Gran Sarmiento: “El que solamente cree, no piensa”.

ARTE DE ULTIMAR Voy a hablar de la esperanza

Por Juan Sasturain
Hoy me gusta la vida mucho menos, pero siempre me gusta vivir, quién lo diría. El Cholo Vallejo lo decía, lo dice todavía. Porque si vamos a citar –sin trampear–, citemos a los atravesados por las ganas de decir la verdad prefreudiana del hombre sensible, incómodo y maltratado por la vida personal y por la Historia; no citemos a los lucidos analistas de texto que en última instancia quieren caer parados no sé dónde. Hablemos / citemos desde la ingenua / verdadera intención de decir la verdad y escuchar a los sinceros. Como Martí dixit en los Versos sencillos. Y a él le creemos, porque puso palabra y obra en la misma bolsa.
Hoy no me / nos / gusta demasiado la vida porque –burguesito soy / somos / qué otra cosa se puede ser para apostar a hablar / escribir para justificarse– tengo el ombligo confundido por las circunstancias. Martí, Vallejo, todo nos queda grande. Quiero opinar, quiero no figurar entre los borrados, quiero tener razón y que me acepten sincero y ecuánime. Pero es tan grande y homogénea la andanada de mierda y mala leche mediática argentina e internacional que nos cubre, que uno duda –nadando contracorriente, desde la alevosa vereda opuesta– si será posible que los Romero, las Sarlo, los Asís, los Kovadloff et al estén tan seguros en la diatriba, sean tan cómodos y convencidos funcionales a –piensa uno– lo peor que nos puede pasar. ¿Cómo es que pasa esto?
Y lo digo con la incómoda mierda al cuello, sin mucho más que ellos (y tantos otros) de donde agarrarme, no más cómodo ni seguro que nadie. Quiero decir: como la mayoría sincera y biempensante, no sé dónde ponerme sin sentirme un impostor. Y eso es lo que me (nos) produce este momento tan temido, los tiempos difíciles que el maestro medio ciego pero no sordo ni boludo describió como destino para todos los hombres, incluido él, el desdichado que no supo ser feliz.
Vamos por partes entonces: tomamos parte, partido incluso. Bancamos la idea en que crecimos, de que uno opina –dice y obra– siempre desde algún lado, situado y opinable, y que está bien que así sea. ¿Y entonces? ¿Cómo defender con honestidad lo que uno cree que es objetivamente mejor? Discutiendo, dialogando.
Alguna vez, el Flaco Hammett explicó que en las disputas (verbales) hay dos maneras de argumentar: para ganar una discusión y para llegar a la verdad o a un acuerdo (que es lo más parecido). En el primer caso está en juego el poder (convencer, persuadir por lo general a un tercero, el que escucha y decide); en el segundo, se supone que está en juego el saber (acrecentar la base del consenso).
En una república que funciona como democracia representativa dentro de un sistema económico capitalista dependiente, como es nuestro caso, hay cuatro factores a considerar: una cosa son los poderes fácticos (que constituyen el núcleo duro en las sociedades capitalistas: pocas personas y mucho dinero); otra cosa es el electorado (que elige al gobierno ocasional: muchas personas sin otro poder real que el voto); otra cosa es el gobierno ocasional (que debe seducir al electorado para acceder a los poderes del Estado); y otra cosa, final y definitivamente, es el modelo tácito o explícito de país que ese gobierno propone y ejecuta o pretende/dice ejecutar.
En política, ¿cuáles son las cosas sobre las que se debería dialogar y/o discutir en la arena de los medios? Primero, el modelo de país que queremos: papel del Estado, política económica y social, educación, derechos humanos, etcétera. Segundo, comportamiento del gobierno ocasional y de los poderes fácticos permanentes respecto de ese modelo.
La experiencia nos enseña que cuando el gobierno de turno lleva adelante una política o instaura un modelo que no tiene contradicciones importantes con los poderes concentrados, los medios masivos que los representan no lo cuestionan. No les importa –históricamente– siquiera su legitimidad democrática. En cambio, cuando el gobierno de turno pretende llevar a cabo políticas que de algún modo perjudican los intereses de esos poderes concentrados y hegemónicos, le declaran la guerra. Y eso sucede a nivel nacional e internacional: el Imperio lo aplica sistemáticamente en su política exterior desde siempre, está en su naturaleza.
Lo que sucede hoy en la Argentina –o por lo menos en los medios hegemónicos, que son peores que el país real– es que estamos enfermos de coyuntura y mala leche, porque no se hace ni se quiere hacer lo que deberíamos hacer –o haber hecho: dialogar sobre el modelo de país– sino que todo es discutir obsesiva y falazmente cada medida o actitud coyuntural del gobierno y/o sus intérpretes. Más aún, y perversamente: no se discute al gobierno sino que directamente se lo quiere voltear de cualquier manera porque a los poderes fácticos les molesta, no les resulta cómodo –más allá de lo que digan– el rumbo. Y ya no están, como estuvieron antes, los milicos para simplificar el trámite como en el ’55 y el ’76. Pero de que las cosas sean así, nadie, ni siquiera el gobierno mismo, es inocente.
Porque bien sabemos hasta dónde pueden llegar los que se sienten tocados aunque sea mínimamente en sus privilegios. Tenemos la evidencia diaria de su criminal intolerancia. Pero, por otro lado, desde el que sentimos nuestro lado no se puede imponer y hacer funcionar un modelo de país alternativo –que no sea el óptimo o deseable para los poderes fácticos y sus poderosos medios– sin ensanchar la base del consenso, sin darse una política genuina de acercamiento y participación activa a sectores políticos y sociales que deberían natural e históricamente estar al lado y no enfrente o mirando desde la vereda. Cuando el sectarismo y la soberbia subestiman el poder del diálogo y la necesidad de sumar e integrar sinceramente al otro, estamos jodidos. Hay un genuino capital de adhesiones que no merece ser dilapidado.
Por eso, aunque la puteada diaria nos sube a los labios ante tanta infamia y maledicencia, ante tanta “firma seria” al pie de mamarrachos, tanta cara dura e impresentable en la pantalla, sólo cabe renovar la esperanza de que todo –al menos desde el campo que compartimos los muchos que nos identificamos con este proceso tan rico y para siempre memorable–, sin renunciar a la firmeza, se formule en otros términos: hay que salir del paradigma perverso del toma y daca personalizado, de la tendencia al autismo. Hay hechos, gente e ideas que no se merecen esta mediocre actualidad.

Un joven fue asesinado de tres balazos y un adolescente de 17 sufrió heridas graves, con disparos y un corte de machete en la cara, durante un ataque perpetrado, al parecer, a modo de venganza en un barrio de la ciudad de Santa Fe, informaron fuentes policiales. El ataque fue perpetrado a media tarde del sábado, en la intersección entre Camino Viejo a Esperanza y calle Neuquén, cuando los muchachos viajaban en una moto por el barrio San Agustín, en la zona noreste de la ciudad capital. Las víctimas fueron identificadas como Cristian Escalante, de 22 años, quien falleció en el instante, y Silvio Escobar, de 17. Las fuentes confirmaron que hasta pasado el mediodía de ayer no se habían logrado detenciones de los atacantes pero señalaron que la investigación avanzaban en torno a vínculos y rivalidades entre grupos antagónicos de ese barrio. Incluso, señalaron que se analizaban los antecedentes de las víctimas para determinar si los crímenes se enmarcaban en un aparente ajuste de cuentas. Por otra parte, fuentes médicas señalaron que el adolescente seguía anoche internado en grave estado y con pronóstico reservado por la gravedad de las lesiones que sufrió. Los muchachos circulaban en una moto de 110 centímetros cúbicos, cuando en una esquina fueron sorprendidos por el asedio de unos hombres que iban en una camioneta. Estos abrieron fuego contra los motociclistas con varios disparos, y escaparon. Las víctimas no tenían antecedentes penales, precisó la policía. Escalante cayó fulminado por un tiro en el pecho, y otros dos en las piernas. Murió en el acto. En tanto, el adolescente sufrió un balazo en el omóplato izquierdo, uno la clavícula y un machetazo en el maxilar inferior. Fue trasladado en una ambulancia al hospital José María Cullen, donde quedó internado en grave estado. La investigación quedó a cargo de la comisaría 7ª y de la fiscal, Cristina Ferraro.

Por Sergio Kisielewsky
Este fragmento de lo que Cristina Domenech expuso en su charla TED, en octubre de 2014 en Tecnópolis, ante una concurrencia de diez mil personas, es por su contenido el puntapié inicial para el diálogo con Página/12.
“Dicen que para ser poeta hay que ir alguna vez al infierno. La primera vez que entré en la cárcel no me sorprendió ni el ruido de los candados, ni las puertas que se iban cerrando, ni las rejas, ni nada de lo que me había imaginado también, porque la cárcel está en un lugar bastante abierto: se ve el cielo, las gaviotas pasan volando y creés que tenés el mar ahí al lado, que estás muy cerquita de la playa, pero en realidad las gaviotas van a comer al basural que está cerca de la cárcel. Seguí entrando y veía a presos moverse entre los pabellones, cruzar. Fue como si diera un paso hacia atrás y pensara que yo podía haber sido alguno de ellos, de haber tenido otra historia, otro contexto, otra suerte, porque nadie puede elegir el lugar en donde nace. La primera vez que me reuní con los presos les pregunté por qué estaban pidiendo un taller de escritura y me dijeron que ellos querían poner en un papel todo lo que no podían decir y lo que no podían hacer. Y decidí que quería hacer entrar la poesía a la cárcel. Empezamos a buscar poemas cortos pero muy potentes y nos fuimos dando cuenta de que lo que hacía el lenguaje poético era romper una determinada lógica y armaba otro sistema, romper la lógica del lenguaje es también romper la lógica del sistema. Entonces apareció un nuevo sistema, unas nuevas reglas que los hizo comprender que con el lenguaje poético iban a decir lo que ellos quisieran. Dicen que para ser poeta hay que bajar alguna vez al infierno y a ellos infierno les sobra. Una vez uno de ellos dijo ‘en la cárcel no dormís nunca, jamás podés cerrar los párpados’, eso es poesía. El universo carcelario está exhibido, lo tienen en la mano, todo esto que dicen que no duermen nunca y da miedo, todo esto es la poesía. Entonces empezamos a apropiarnos de ese infierno, nos metimos de cabeza en el séptimo círculo, aprendieron que las paredes podían ser invisibles, a hacer gritar a las ventanas, a que nos escondiéramos dentro de las sombras. El primer año que terminó el taller hicimos una pequeña fiesta y lo único que quiero dejar es el momento en que esos hombres, a veces enormes o muchachos jovencísimos, pero con un orgullo tremendo, sostenían su papel y temblaban y transpiraban y leían su poema con la voz quebrada. A mí me hizo pensar que era la primera vez que alguien los aplaudía por algo que hacían. En la cárcel hay cosas que no se pueden hacer, no se puede soñar, no se puede llorar, hay palabras prohibidas como tiempo, futuro, deseo, y nosotros nos atrevimos a soñar y a soñar mucho. Lo que veo semana a semana es cómo se van convirtiendo en otras personas, cómo se van transformando, cómo la palabra les da una dignidad que ellos no conocían, ni siquiera podían imaginar.”
–¿Cómo se le ocurrió la idea de hacer talleres en las cárceles?
–Hace casi treinta años que doy talleres y uno sabe que la poesía opera en cualquier parte, no tenés un lugar programático para hacer talleres, sí lo que hacés es pensar y aprender mucho, porque es más lo que uno aprende de lo que enseña o es un espacio compatible entre aprendizaje y enseñanza. Uno enseña mientras aprende y aprende mientras enseña como esa paradoja de que no hay lectura sin escritura y no hay escritura sin lectura, pero cuando uno empieza a escribir poesía desde muy chica, como empecé yo, empezás a entender cómo te sostiene la palabra, los diarios íntimos donde no escribía nada que fuera cierto. En un verano cuando tenía 11, 12 años me la pasé leyendo, y ese verano fue un despertar de la palabra como creadora de mundos, más allá del valor literario, creo que hay mucho prejuicio, el canon arruinó mucha ilusión, hay unos versos que cito de memoria de Gonzalo Rojas: “Demasiada lectura enceguece el ojo / envilece la imaginación” y es extraordinario lo que la imaginación hace con la palabra, con una niña que la estaba pasando mal por diferentes motivos, que haya podido escribir diarios que inventaban mundos y eso la hacía sentir mejor.
–¿En ese contexto en la cárcel el tema de la palabra y la construcción de disparadores de la imaginación para que el preso escriba cómo se dio?
–Entré a la cárcel como un hecho fortuito, en este caso me llama una amiga y me dice “me acaban de pedir que dé un taller de lectura en una cárcel”, en la Unidad 48 de José León Suárez, en el Complejo Penitenciario San Martín, y ella me dice “yo no tengo lenguaje. ¿Te interesa?”. “Claro, vos dejame que yo voy mañana, no te preocupes”, le dije. Yo sabía lo que era estar ahí cuando era muy chica en los ’70, que por razones que no tengo que ni explicar, me tuve que ir de la facultad porque cerraron la carrera de lo que hoy es Trabajo Social; era una etapa preciosa. También había estado en el Borda, en las escuelitas de La Cava y ayudaba a los chicos a hacer deberes.
–¿Y cuando llegaste a la cárcel con qué te encontraste?
–No te impresiona nada porque es una cárcel en un lugar abierto, yo voy a través de una ONG que había hecho un convenio con la Universidad Nacional de San Martín. Entré y la gente muy respetuosa me estaba esperando, pues el Centro de Estudiantes pidió un taller de escritura y me esperaban algunos presos. Llegué y les pregunté por qué quieren un taller de escritura, para qué: “Porque no- sotros queremos decir y poner en papel lo que acá no podemos decirle a nadie”.
–¿En tu caso dabas consignas para escribir o lo transformaste en un taller de escritura o de lectura?
–Mezclamos lectura y escritura con consignas a veces imposibles de cumplir como la poesía... pero que fuera una manera para animarse y fue extraordinario, y lo que yo también aprendí y que no calculé es la desigualdad que también hay en la cárcel, porque en la cárcel hay mucha gente que no tiene ni un primario hecho, entonces iban al taller de escritura, las primeras veces parecía una cancha de fútbol: nos miraban con desconfianza y ahora quedaron entre diez y doce personas y hay unos personajes increíbles. Había uno apodado el Mosquito que te zumbaba en la oreja y no te dejaba un solo minuto. Cuando me escuchó decir la palabra “reinserción”, me dijo ese “re de m... nunca más lo digas”.
–¿Qué géneros literarios abordabas?
–Sólo poesía. Ellos pensaban que la poesía eran frases de amor para conquistar minas, circulaban por la cárcel unos versitos horribles que todos sabían de memoria y fui a la batalla, saqué el sable y empezamos a ver el valor de la palabra y la poesía como arma transformadora. Parecía la película El cartero, les explicaba que el lenguaje es un juego muy peligroso pero juego al fin. El primer texto con el que arranqué fue “Unión libre”, de André Breton, me miraban como si estuviese borracha (recita: “Mi mujer con la cabellera de fuego de los bosques”) esto es una muestra de lo que la poesía puede hacer y cada día que lo lean les dirá algo distinto y eso es la poesía, lo que no se puede escribir.
–¿Después de leerle el texto cambiaban los presos la forma de abordar la escritura?
–La metáfora es como una espada que te atraviesa el cuerpo y ya no sos el mismo y ahí entendieron que tenían que cambiar su lenguaje para cambiar su mundo, que uno está habitado por el lenguaje, primero fue el verbo, y si uno tiene más imágenes para pensar, el mundo se agranda y te van a joder menos.
–¿Te pedían ciertos autores, preferían algunas estéticas?
–Lacan dijo “absténganse de comprender”, ustedes lean y vivan, están haciendo la cosa más inútil, que es estar cerca de la poesía, y por cosas útiles como el dinero a ustedes los trajeron a la cárcel. Los primeros poemas de ellos era muy morales y se trataba de que dejen de pedir perdón, la poesía es lo más inmoral, donde hay un juicio moral no hay un poema. En la cárcel la gente quiere mostrar el mundo propio. El proceso fue explicarles cómo evitar el lugar común en la escritura, estamos en el siglo XXI y tenemos que encontrar algo nuevo para decir, y vamos a hacer un libro, e hicimos Ondas de Hiroshima, que se llama así por un verso de Waldemar Cubillas, creo que hay que buscar un material que los convulsione, no busco poesía muy lírica.
–¿Llegaron a tener un estilo?
–Nicolás Dorado escribió: “Tengo que conseguir un hilo infinito para coser esta gran lastimadura” y otro poema dice “Madre, quién separa tu sangre de la mía”. Creo que cuesta atreverse a decirle a un preso que lo que está haciendo lo tiene que descartar o corregir, con que logren un verso ya valió la pena todos los días de trabajo.
–¿Se abordó la poesía amorosa y erótica?
–Es muy difícil porque es una falta muy grande que ellos tienen ahí adentro y, en cuanto a lo amoroso, se caía en el lugar común, se los criticaba, y sentí que es la primera vez que alguien espera algo de ellos. El Mosquito en los primeros tiempos me dijo: “Vos te quedaste presa acá” y tenía razón. El otro día aparece un alumno con un apellido raro y le digo que en mi casa de San Isidro venía el hombre que vendía querosén y me acuerdo de los baldes cargados para las estufas en mi casa y me dice: “Sí, era mi tío”.
–¿Qué pasaba con los textos de los presos y cómo repercutían en usted como escritora y tallerista?
–En 2006 muere Delfina, mi hija menor, que era una gran poeta, en 2007 se edita su libro su libro, Tiempo efímero, y empiezo el taller en la cárcel, en 2009, y hacía muy poco que su libro circulaba y todavía era una llaga muy grande la palabra de Delfina hecha libro. Pasaron cosas muy fuertes y no me dí cuenta al principio, pero fui a la cárcel con mi duelo a cuestas a ese espacio. Y les dí el libro en esa época y lo que hizo esa palabra ahí adentro es como que Delfina acompañó el inicio de todo esto. El Centro de Estudiantes se llama “Azucena Villaflor” y el logo es una imagen de un pañuelo de las Madres. Hay una pared y yo les pregunto por qué se llama así y me dicen que ellos se identifican mucho porque se consideran los desaparecidos de la educación y de los derechos. Y en la pared van pintando nombres muchos de ellos víctimas del gatillo fácil, estaba el nombre de Diego Duarte, que fue un chico que mata la policía en el basural de José León Suárez, que es el de ese libro que escribe Alicia Dujovne Ortiz (¿Quién mató a Diego Duarte?). Hay un capítulo entero sobre nuestro taller, y en otro capítulo que se llama “La flor de loto”, eso lo dijo el Mosquito: “Nosotros somos como la flor de loto que crece en cualquier parte, en el barro la flor sale”. Yo estaba atravesada por el dolor y, si hay un lugar en donde el dolor es el lenguaje más común, es la cárcel, la cárcel es un espacio del mayor amor que viste en tu vida y el mayor dolor.
–¿Cómo se construye escritura con esos elementos?
–Se construye porque hay una miga y es un mundo de pan, porque con nada ellos hacen mucho, es igual a la poesía, menos es más. Que entre una persona de afuera, para ellos es aire, luz, cielo, ahí hay amor. Un día llego y me piden permiso para poner el nombre de Delfina en la pared y en una esquina hay una filigrana donde se lee “El silencio que grita”, que es parte de un poema de Delfina.
–¿Fue para usted una sorpresa todo lo que vivió en la cárcel dando taller?
–Fue una bendición y después me di cuenta porque me había abrigado de tal manera que me había ayudado a atravesar un duelo. Con muchos de los presos que están libres seguimos acompañándolos y es un trabajo donde no parás nunca. Después vas a la Villa de La Cárcova, vas al barrio Sarmiento, está el merendero de Mario Cruz, está la Biblioteca Popular Waldemar Cubillas.
–¿Da tareas de una semana para otra o ellos sólo escriben en el ámbito del taller? ¿Cómo reciben la crítica constructiva sobre sus textos?
–Algunos trabajan mucho y otros no, y además hay un taller de Narración Oral donde también escriben cuentos, y ahí hacen narrativa y poesía, hay un taller de teatro que también les posibilita escribir, publicaron un libro que se llama Las armas. Yo no soporto la palmadita en la espalda como método. Tuve a Martín Bustamante, que es un muy buen narrador, muy buen cuentista, que ahora publicó un libro, que se pasó un año peleando conmigo pero no faltó a una clase.
–¿Puede ser que haya una gran influencia en ellos de la música y letra que pasan en la radio?
–Están influenciados por su propia defensiva, porque lo que tienen lo conservan mucho, y hay gente que se entrega más fácil que otra, a los ocho meses de taller, cuando apareció el primer poema de Martín, todos empezaron a los gritos, a los aplausos, se abrazan...
–Se toma como un logro colectivo...
–Sí, y además Martín es un puntal tremendo, para el taller es un referente y durante toda la semana apuntala muchísimo y se arma una comunidad de sostén; en Navidad tuve muchos mensajes de textos de todos los presos, me llaman a mi casa, voy a los juzgados. Es un mundo que cuando uno accede es extraordinario, es una escuela de vida para ellos y para uno.
–¿Cómo se aborda la construcción de imágenes en la poesía de los presos?
–Lo aprendí dando talleres para chicos. Mi vida fue un juego desde que nací, eso es lo que me mantiene viva, atreverme al juego para romper la norma, ahí hay mucho oro para rescatar. Las palabras tienen un valor y hay que saber adónde van las palabras.
–¿Cómo se lleva con la institución sean carceleros, policías, gendarmes, personal del Servicio Penitenciario, qué mirada tiene sobre ese mundo?
–Una mujer que vivió los ’70 no puede tener una mirada positiva sobre esto. Algunos me dicen que les gustaría ir a la universidad, todo el mundo tiene necesidad de ser escuchado porque es un ambiente muy hostil. Un día por año se hace la Fiesta de la Resistencia carcelaria a través de la educación. La universidad no acompaña y ellos se tienen que conseguir la harina, la masa para las pizzas.
–¿La universidad les facilita el trabajo, lo estimula?
–Al principio todos eran desconocidos para todos, y cuando salió el primer libro, y tuvo una gran repercusión, se presentó con Eduardo Jozami en el Museo de la Memoria en la ex ESMA, lo presentamos en la Feria del Libro...
–¿Dejan salir a los presos para los actos?
–Es muy difícil, cuando se hizo el homenaje a Walsh en el Conti fuimos con un preso, que ahora está por recibirse de sociólogo y hacía ocho años que no salía de la cárcel, y leyó un trabajo sobre Rodolfo Walsh. A partir del gobierno de Néstor Kirchner comienzan las salidas para los alumnos que cursan una carrera.
–¿Cuáles son sus preferencias?
–Hay una poeta irlandesa, Moya Cannon, que les gustó mucho, trabajamos con el poeta cubano Rogelio Nogueras, Gelman, que los conoció mucho les dio una audiencia privada y leyó sus poemas de Ondas de Hiroshima. En el Auditorio de la Universidad de San Martín no leyó ni un poema de él y en ese encuentro Waldemar le dice a Juan “a mí la poesía me empezó a dar miedo, tanto miedo que no puedo escribir”. Y Juan le dijo: “Me pasó muchas veces, pero cuando puedas escribir, escribí”.

SANTA FE: FUSILAN A UNO Y DEJAN MALHERIDO A OTRO Emboscada fatal para dos jóvenes

Un joven fue asesinado de tres balazos y un adolescente de 17 sufrió heridas graves, con disparos y un corte de machete en la cara, durante un ataque perpetrado, al parecer, a modo de venganza en un barrio de la ciudad de Santa Fe, informaron fuentes policiales.
El ataque fue perpetrado a media tarde del sábado, en la intersección entre Camino Viejo a Esperanza y calle Neuquén, cuando los muchachos viajaban en una moto por el barrio San Agustín, en la zona noreste de la ciudad capital.
Las víctimas fueron identificadas como Cristian Escalante, de 22 años, quien falleció en el instante, y Silvio Escobar, de 17.
Las fuentes confirmaron que hasta pasado el mediodía de ayer no se habían logrado detenciones de los atacantes pero señalaron que la investigación avanzaban en torno a vínculos y rivalidades entre
grupos antagónicos de ese barrio. Incluso, señalaron que se analizaban los antecedentes de las víctimas para determinar si los crímenes se enmarcaban en un aparente ajuste de cuentas.
Por otra parte, fuentes médicas señalaron que el adolescente seguía anoche internado en grave estado y con pronóstico reservado por la gravedad de las lesiones que sufrió.
Los muchachos circulaban en una moto de 110 centímetros cúbicos, cuando en una esquina fueron sorprendidos por el asedio de unos hombres que iban en una camioneta. Estos abrieron fuego contra los motociclistas con varios disparos, y escaparon.
Las víctimas no tenían antecedentes penales, precisó la policía. Escalante cayó fulminado por un tiro en el pecho, y otros dos en las piernas. Murió en el acto. En tanto, el adolescente sufrió un balazo en el omóplato izquierdo, uno la clavícula y un machetazo en el maxilar inferior. Fue trasladado en una ambulancia al hospital José María Cullen, donde quedó internado en grave estado.
La investigación quedó a cargo de la comisaría 7ª y de la fiscal, Cristina Ferraro.

› LA ASAMBLEA POR LOS DERECHOS DE NIÑOS Y ADOLESCENTES RECLAMA ATENCION DEL EJECUTIVO "El primer vínculo es con la policía"



Por Lorena Panzerini
"El primer vínculo que hacen los pibes de los barrios con el Estado es con el aparato represivo policial", denunciaron desde la Asamblea por los Derechos de Niños y Adolescentes, que este jueves le pondrá fecha a una marcha en la que pedirán "que la muerte y la represión policial no se pongan de moda". Frente a ello, reclamaron una audiencia con el gobernador Antonio Bonfatti, para pedir que se invierta "en ideas y estrategias sociales", y no en fortalecer el aparato represivo, que apunta a "la incorporación masiva de personal policial". Preparan una movilización "no convencional" con padres de jóvenes víctimas de homicidios, como los de Franco Casco; y también convocarán a allegados de todos los jóvenes "menores de 30 años" asesinados en enero, como el caso de Jonathan Herrera. "Los protagonistas serán los jóvenes de los barrios", señalaron sobre la movida con "estrategias de arte y política" que están planeando para la semana que viene. Se quejaron de que en verano las políticas sociales "se toman vacaciones".
"Que la muerte de los chicos sea tomada por el campo popular en su conjunto, más allá de las cuestiones políticas, porque es un problema que amerita dejar las mínimas diferencias de lado; que salgamos todos a la calle y pidamos cartas en el asunto por la vida de los pibes", reclamaron desde la Asamblea. Se trata del grupo que durante todo 2014 pidió la declaración de emergencia en niñez y juventud, con el objetivo de poner en la agenda política la "grave situación" que atraviesa este sector social. Sin embargo, el año pasado el tratamiento fue rechazado. Ahora, lamentan: "2014 culminó con más de 260 asesinatos, entre ellos la desaparición forzada y crimen de Franco Casco como hecho paradigmático del accionar represivo de las fuerzas de seguridad que venimos denunciando desde hace años", lanzaron. Y a ello, sumaron que "enero de 2015 repite la cifra de un crimen por día, cuyas víctimas en su mayoría son jóvenes menores de 30 años y de barrios populares".
Por ello, reclamaron que "no se naturalice esta situación"; y distintas organizaciones políticas, sociales, trabajadores e instituciones, junto a la Asamblea denunciaron que existe "una forma de gobernar con la criminalización de la pobreza, la exclusión y represión de los sectores populares, principalmente a sus juventudes, y con respuestas condescendientes a los discursos que pregonan la aplicación de mano dura".
Según consideraron, "en Santa Fe, esta postura ejecutada por los gobiernos data de un largo recorrido impulsado por la convicción del falso socialismo de turno". Para los jóvenes de la Asamblea, "desde 2012, con la aprobación de la declaración de emergencia en materia de Seguridad, se vienen aplicando políticas represivas que se alejan del irrestricto respeto por los derechos humanos. El primer vínculo que hacen los pibes de los barrios con el Estado es con el aparato represivo policial", denunciaron desde este espacio que aglutina a militantes de extracciones distintas en defensa de los derechos del niño. Este jueves le pondrán fecha a una marcha en la que pedirán "que la muerte y la represión policial no se pongan de moda". Frente a ello, reclamaron una audiencia con el gobernador Antonio Bonfatti, para pedir que las inversiones sean en ideas y estrategias sociales, y no en fortalecer el aparato represivo, que apunta a "la incorporación masiva de personal policial". Preparan una movilización "no convencional" con padres de jóvenes víctimas de homicidios, como los de Franco Casco; y también convocarán a allegados de todos los jóvenes "menores de 30 años" asesinados en enero, como el caso de Jonathan Herrera. "Los protagonistas serán los jóvenes de los barrios", señalaron sobre la movida con "estrategias de arte y política" que están planeando para la semana que viene.
En diálogo con este diario, Facundo Peralta, secretario de Juventud de la Asamblea, reflexionó que para la movilización que buscará visibilizar la problemática en materia de niñez y juventud, "se va a convocar a las familias de los pibes caídos en el último tiempo. Queremos nutrirla con los protagonistas", adelantó.
Al mismo tiempo, reclamó se "que inviertan recursos e ideas en las políticas de protección de la infancia y adolescencia, porque eso es fundamental; por el contrario, que se deje de poner tanto dinero en fortalecer el aparato represivo, que es el primer vínculo de los pibes con el Estado; más si tenemos en cuenta que este verano, muchos centros de salud no pudieron abrir por la violencia y la políticas sociales se retrotraen en esta época, porque el Estado se toma vacaciones. Los pibes quedan más desprotegidos en verano, que en el resto del año", se quejó.
Al mismo tiempo, se propusieron que "no haya un pibe que no empiece la escuela en el ciclo lectivo. Lo vamos a trabajar muy fuerte en estos meses. Pensamos que una gran parte de la vida de los pibes debe estar en la educación; otra en su recreación y estar con amigos; y en el caso de los jóvenes, en tener también la posibilidad de un empleo".
Peralta habló de la sociedad de consumo, "fomentada también por los medios de comunicación masivos. Entonces hay que construir la identidad desde lo que somos y lo que somos es `los de abajo' por lo que tenemos que construir nuestra propia identidad para transformar la realidad en que vivimos y lograr no seguir perdiendo pibes, donde aparecen los narcos, connivencias e inversión del Estado en lo represivo". Así, apuntaron a que "la excusa de frenar esta problemática se vuelve siempre a la misma solución: militarizar y reprimir a la juventud de las barriadas populares".
Por todo, convocaron para este jueves a organizaciones sociales, políticas, gremiales, estudiantiles, trabajadores estatales, trabajadores de prensa, y ciudadanos independientes para la próxima reunión, que se realizará a las 19, en San Lorenzo 1879.

CONTRATAPA › LAS ESTRELLAS QUE DEJAN BRASIL SEDUCIDAS POR LOS DOLARES CHINOS Nuevo mercado de exportación

Por Eric Nepomuceno
En 2014, Brasil exportó a China casi 41 mil millones de dólares. Es el país que produce el mayor saldo comercial brasileño. Minerales, soja, calzados, se les vende cualquier cosa a los chinos. Carne, por ejemplo. Y ahora, carne humana, o más específicamente, jugadores de fútbol.
Un mercado desconocido, en un país que abriga a 1500 millones de habitantes, despierta. Y los jugadores brasileños no pierden tiempo. Contratos estratosféricos son firmados, y poco a poco, ídolos de equipos de Brasil preparan sus valijas para cruzar el mundo y ganar cantidades absurdas de dinero.
Hace poquito, y por unos 18 millones de dólares, el Guangzhou Evergrande, de nombre tan impronunciable como desconocido, se hizo dueño de Ricardo Goulart, un jugador de gran habilidad pero casi desconocido por los brasileños. Son condiciones alucinantes. El delantero Diego Tardelli, del Atlético de Minas Gerais, fue vendido en unos ocho millones de dólares. Contratado por el Shandong Luneng por 380 mil dólares mensuales, en dos años, si aguanta vivir tanto tiempo en China, ganará más de lo que costó. El Evergrande paga aún más –alrededor de un millón de dólares al mes– a su entrenador, el italiano Marcello Lippi. Y el técnico campeón del mundo en 2006 dejó clara su preferencia por los brasileños. Así que hay gran expectativa entre los brasileños, ya que una oferta china suele ser mucho más consistente que un cuento chino.
La lista sigue y engorda. El argentino Darío Conca (foto), que, al lado de Fred, es el gran ídolo del Fluminense, equipo de Río, cierra sus valijas. Va para otro equipo chino, el Shanghai Dongya, a cobrar nada menos que 800 mil dólares por mes. Conca, uno de los jugadores mejor pagos de Brasil, cobraba unos 200 mil mensuales en el Fluminense. No hay como no comprender su inmenso amor por el fútbol chino, por la hinchada china, en fin, por China.
La verdad es que, para los chinos, el fútbol es, más que un deporte que arrastra multitudes, un gran negocio. El Wanda Group, un inmenso conglomerado que abarca negocios que van de inmuebles a hoteles y centros de entretenimiento, compró 20 por ciento del Atlético de Madrid, en España. O sea, los chinos no compran solamente jugadores: compran equipo o participaciones significativas en equipos.
La liga nacional china –la Chinese Super League, que organiza y controla el campeonato nacional del país– ya aparece como la que más dinero paga a las estrellas en todo el mundo. Y está entre las diez ligas que más gastan en contrataciones. No suena absurdo pensar que si Neymar y Messi siguen en el Barcelona, si Cristiano Ronaldo sigue en el Real Madrid, es porque los chinos, vaya a saber por cuál razón, no se interesaron (por ahora) en comprarlos.
No es difícil descubrir de dónde viene tanto dinero. La mayoría de los clubes chinos de fútbol están vinculados a empresas estatales o tienen al Estado como socio mayoritario, y van de electricidad a construcción. Más que expansión, lo que vive el mercado inmobiliario de China es una ola de explosión. No se construyen edificios: se construyen ciudades enteras, para abrigar a multitudes. Y esa expansión financiera, que también significa expansión de consumo, se refleja en el fútbol.
Por ejemplo: el Shandong Luneng, que tiene entre otros jugadores al brasileño Vagner Love, y viene de contratar a Diego Tardelli, pertenece a la mayor empresa de electricidad del mundo, que tiene el Estado chino como dueño del 51 por ciento de sus acciones. Así las cosas.
En el escenario global, cada vez más los clubes de fútbol se transforman en empresas que, bien administradas, se revelan como un buen negocio. China empezó a actuar a lo chino: invirtiendo millones para armar equipos capaces de seducir a miles de millones de aficionados a un deporte que hasta hace una década o poco más era totalmente desconocido para ellos.
En Brasil, al contrario, los clubes cada vez más se transforman en un modelo de negocio irremediablemente condenado al desastre. Los equívocos y las desviaciones de dinero saltan por donde se mire. Los clubes tienen deudas estratosféricas con el fisco, les deben dinero a los jugadores, en fin, son un desastre sideral.
Por ahora, el mineral de hierro y la soja siguen encabezando la pauta de productos brasileños exportados a China. Pero por lo visto, jugadores de fútbol pronto ayudarán a engordar el superávit de la balanza comercial. Al fin y al cabo, no se vislumbra en el horizonte ninguna chance de importar jugadores chinos para el flojo fútbol brasileño.