Otra vez Gaza
Por Enrique Lacolla
Los ataques de Israel en Gaza están motivados por razones que tienen que ver más con los tejemanejes de su política internacional que con razones de autodefensa. Mientras tanto, los palestinos siguen siendo el punching ball de esta dialéctica.
Egipto ha solicitado al gobierno argentino que medie para contener los choques que están produciéndose en la franja de Gaza entre Israel y los palestinos. Es un pedido desde luego atendible y al que se debe responder en la medida en que tal cosa sea posible; pero no deja de resultar irónico el uso del término “mediar” para definir un intento de separación entre las dos partes trabadas en ese combate. Porque mediar implica de alguna manera tratar de conciliar las diferencias entre adversarios de igual o parecido peso, mientras que, en las actuales condiciones, mediar implica algo parecido a un esfuerzo por separar al matón de su víctima. Aquí, como en tantas otras ocasiones, entra en juego esa mecánica del doble rasero, esa ficción que consiste en evaluar de la misma manera a los actos del poderoso que agrede, a los del débil que se defiende como puede de un castigo desproporcionado respecto a su capacidad para soportarlo.
No vamos a caer en la trampa habitual acerca de quién tiró la primera piedra en esta ocasión: el conflicto israelí-palestino está sembrado de represalias y contrarrepresalias hasta el punto de que resulta imposible averiguar de dónde han provenido los primeros tiros. Más debe importarnos la naturaleza manifiestamente colonialista de la implantación israelí en esa zona del medio oriente y su funcionalidad para con los intereses de la constelación de potencias agrupadas en la OTAN.
Es fatigoso reiterarlo, pero el terrorismo ideológico que prima en torno del problema obliga a hacerlo: no cuestionamos la existencia de Israel, entendemos plenamente la huida hacia adelante de los judíos europeos ante la bestialidad del antisemitismo y del nazismo y su épica búsqueda de un hogar nacional. El problema consiste en que esa legítima aspiración se complicó con los resabios del colonialismo decimonónico y su carga de racismo respecto de los pueblos considerados inferiores. Esa mezcla resultó ideal para contribuir al diseño de un mundo árabe balcanizado, sometido a la férula de occidente y combatido en todos sus intentos por darse una revolución nacional que lo modernizase y lo hiciera dueño de su riqueza energética, implacablemente saqueada por las potencias colonialistas.
Hecha esta obligada salvedad, cabe preguntarse acerca del porqué ahora ha revivido la lucha. La iniciativa provino de una serie de provocaciones que parecen haber comenzado con un niño palestino baleado mientras jugaba al fútbol, a lo que siguió una serie de ataques con cohetes Quassam contra Tel Aviv y Jerusalén, que causaron algunas muertes y varios heridos entre los israelíes. La fuerza aérea israelí realizó entonces una serie de incursiones de castigo, tras lo cual una oferta de tregua de las autoridades de Hamas que gobiernan Gaza fue respondida con un “asesinato selectivo” que terminó con la vida del jefe militar de esa organización. Después de esto menudearon los ataques de Hamas con cohetes, generalmente inocuos, y las incursiones aéreas israelíes, que provocaron decenas de víctimas. Ahora nos encontramos con que el gobierno de Benjamín Netanyahu ha convocado a 75.000 reservistas –en ocasión de la operación Plomo Fundido(1) de 2009 se habían llamado a 35.000-, y que la acumulación de efectivos israelíes en el límite con Gaza parece preludiar una invasión.
¿Qué busca el actual gobierno israelí con esta escalada? ¿Intentará influir en la situación transicional por la que pasa el gobierno norteamericano, haciendo sentir su presencia y haciendo evidente que es un factor con el que hay que seguir contando? Se dice que Obama, aunque sigue sosteniendo la necesidad de dar un apoyo irrestricto a las operaciones de “autodefensa” israelí, no tiene de momento interés en precipitar más tensiones en el escenario árabe. La jugada en Siria no parece haber salido como esperaban la CIA y el Pentágono y el tema iraní por lo tanto podría quedar postergado o, incluso, abrirse a una solución negociada. Puesto que Israel no está en condiciones de atacar por sí solo a los persas –a menos que apele al arma atómica y aun en este caso no está claro si dispone de los vectores perforantes que serían necesarios para llegar a las profundidades de los búnkeres iraníes-, una manera de proyectar su influencia en el escenario, en estas circunstancias, es haciéndose presente con una operación en gran escala contra la franja de Gaza. Esta podría no sólo buscar la liquidación del gobierno Hamas, sino prefigurar una salida masiva de su población, sea hacia Egipto; sea, en una segunda etapa, hacia Jordania, donde podría crearse el Estado Palestino de Transjordania que Israel quisiera como receptor de la masa de la población árabe que obstaculiza la definitiva ocupación de la margen izquierda del Jordán. Quizá los rcientes disturbios propulsados por la hermandad musulmana contra el rey Abdallah tengan algo que ver con este diseño geopolítico.(2) De ser este el caso, los días de la monarquía hashemita estarían contados.
Se trata, por supuesto, de una hipótesis sin otro asidero que la potencialidad que le da el deseo de la ultra derecha israelí de que esta formulación geográfica se consume. Ella casi conformaría el Gran Israel con el que los prohombres del sionismo siempre soñaron. Pero es obvio que la connotación de limpieza étnica que semejante procedimiento tendría le quita buena parte de su factibilidad. A menos que mediase una situación extraordinaria que barriera con el marco en el cual la región hoy se encuadra. Pero en este caso, que esperemos nunca llegue, esa ecuación podría aplicarse en los dos sentidos en los que cabría se verifique…
Un tropezón en el camino de Damasco
En Siria, mientras tanto, parecería que el régimen de Bashar el Assad ha frustrado por el momento los intentos de reeditar allí el caso libio. El ejército de ese país es un instrumento templado en el combate, y la intervención abierta de la OTAN desde el aire no ha sido hasta ahora factible dada la actitud rusa, iraní y china, que ha bloqueado en las Naciones Unidas el endoso jurídico que las potencias de occidente deseaban para justificar su intervención. Pero si los envites en gran escala contra el régimen se han frustrado por el hecho de las columnas de jihadistas infiltrados desde Jordania y Turquía fueron derrotadas en Damasco y Alepo, subsiste la posibilidad de mantener una guerra de baja intensidad que vaya royendo al gobierno y desmoralizando a la población por medio de la proliferación de los atentados y de la creación de enclaves rebeldes en las zonas fronterizas con Turquía.
La recurrente violencia que asola al medio oriente es la maldición que recae sobre las regiones provistas de riquezas estratégicas y de significación geopolítica que no disponen de la cohesión suficiente para estructurarse como poder autónomo. El caso árabe es, en este sentido, parecido al latinoamericano, con el agravante de que, al encontrarse en una encrucijada de caminos, en una ruta que históricamente ha sido recorrida por el tráfico que comunica a oriente con occidente, se convirtió en el escenario de un sinfín de conflictos, aun antes de que el petróleo surgiera como un factor fundamental para el desarrollo. Desde la expansión islámica de comienzos de la Edad Media al reflujo de esta y al primer ataque occidental materializado en las Cruzadas; de estas a la expedición napoleónica a Egipto; de la apertura del Canal de Suez a las campañas del Afrika Korps de Rommel y a las guerras del Golfo, ese escenario desértico que es sin embargo la cuna de la civilización y de las religiones del Libro, siguió jugando un papel determinante en las relaciones globales de poder. No es probable que los árabes dejen de padecer este protagonismo desdichado. Desdichado desde el momento en que no son dueños de gobernarlo y sí tan sólo de sufrirlo.
http://www.enriquelacolla.com/sitio/notas.php?id=305
miércoles, 21 de noviembre de 2012
Y EL CAMPO SUMO A MOYANO
Reediciones
Por Washington Uranga
¿Quién gana y quién pierde? No hay una única respuesta. O directamente no existe la respuesta. También porque la pretensión de quienes generaron el paro/piquete fue provocar agitación –y si es posible caos– para que muchos, desde distintos lugares, intereses y perspectivas, puedan obtener su propio rédito. Era la mejor forma de sumar voluntades y propósitos dispersos y, desde muchos aspectos, contradictorios entre sí. Después de la 125, el llamado Grupo A intentó agrupar a un variopinto collage de fuerzas con el único objetivo de “estar en contra”. A la vista está que, a pesar de que la articulación fue ideada desde las corporaciones mediáticas y su apoyo (también la decepción posterior) fue evidente, el propósito no se logró. Las elecciones que consagraron nuevamente a Cristina Fernández a la cabeza del Ejecutivo son la manifestación más elocuente de ello.
No habría que caer en la simplificación de equiparar a aquel Grupo A con el poco coherente aglutinamiento de fuerzas que generó el paro/piquete de ayer. Aunque, también es importante decirlo, allí están muchos de los mismos que alimentaron el agrupamiento anterior y los mismos que fueron claramente derrotados en las urnas el año pasado.
En esta protesta hay gran cantidad de trabajadores, de organizaciones de base, que reclaman con justicia por recortes en sus salarios y advierten al Gobierno respecto de medidas que consideran necesarias. Pero curiosamente, el piquete/paro de ayer es aprovechado precisamente por muchos grupos económicos (incluidos algunos aliados de los burócratas del sindicalismo) favorecidos por políticas económicas de otros tiempos que el Gobierno no modifica y que van en desmedro de los asalariados. Porque mientras se resiste el ajuste del mínimo no imponible en el Impuesto a las Ganancias para seguir recaudando y mantener la caja del Presupuesto, no hay reforma tributaria seria y profunda y no se decide tocar al sector financiero. Pero será difícil que la Sociedad Rural, que ayer salió a respaldar la medida de fuerza o que se sumó al 8N, haga una declaración a favor del Gobierno porque no reforma leyes actuales que siguen favoreciendo más al capital que a los trabajadores. A la vista está la resistencia de los hacendados bonaerenses cuando se intentó ajustar el Impuesto Inmobiliario Rural. La discusión es mucho más profunda y tiene que ver con intereses y concepciones sobre derechos, el hombre y la sociedad.
Los organizadores de la protesta dicen que fue un éxito. Y seguramente lo es desde el punto de vista de que se paralizó gran parte de los servicios del país. Desde el Gobierno se sostiene lo contrario. Ni tanto ni tan poco. La baja de la actividad se dio porque los “estrategas” del paro lograron paralizar los trenes y porque la izquierda se encargó, con poca gente, de bloquear algunos accesos a la Capital. El resto lo hizo la dificultad para movilizarse y el temor “a lo que pueda pasar”. Muchos, aun adhiriendo a los reclamos, no se sumaron porque claramente no ven de parte de quienes impulsaron la medida ninguna propuesta coherente. También porque desconfían de las intenciones, los propósitos políticos y la coherencia de quienes aparecen como cabezas de la protesta. El paro no fue masivo, ni el país se paralizó. Tampoco fue un fracaso. Y, una vez más, el Gran Buenos Aires no es el país.
Pero si el reclamo no tuvo otro eje conductor que el “no”, aunque todos lo pronuncien distinto y por distintos motivos, tampoco sirve el argumento oficial que también dice “no” a todos los planteos y que sólo alude al respaldo electoral del año anterior. Es legítimo que quienes están a cargo del Ejecutivo insistan en reafirmar la propuesta para la que fueron votados. Pero también es legítimo que quienes están en desacuerdo busquen la manera de expresarse, porque la democracia no es solo votos. La democracia es una forma política que se basa en el reconocimiento de la diferencia y en la búsqueda de convergencias. Y tampoco es cierto que quienes hoy aparecen alineados –real o aparentemente– detrás de la Presidenta piensen todos de manera homogénea, que haya una sola mirada. También allí hay un aquelarre que se sostiene mientras haya convergencia de intereses.
No puede decirse que el paro/piquete de ayer sea una simple reedición del Grupo A. Pero se le parece. Aquí, además del “no” que los aglutina hay demandas concretas que vienen de las bases sociales y de trabajadores. Sobre ellas se montan los grupos económicos y corporativos haciendo “como si” estuvieran de acuerdo. Es un momento difícil para el análisis. Hay que hilar muy fino para no confundirse. Y, sobre todo, para pensar siempre en el actor popular como principal protagonista, a fin de no reeditar alianzas que lo que menos hacen es tener en cuenta este principio. Es otra vez un momento para pensar en la política, como arte y como ejercicio del poder, para producir convergencias.
21/11/12 Página|12
Por Washington Uranga
¿Quién gana y quién pierde? No hay una única respuesta. O directamente no existe la respuesta. También porque la pretensión de quienes generaron el paro/piquete fue provocar agitación –y si es posible caos– para que muchos, desde distintos lugares, intereses y perspectivas, puedan obtener su propio rédito. Era la mejor forma de sumar voluntades y propósitos dispersos y, desde muchos aspectos, contradictorios entre sí. Después de la 125, el llamado Grupo A intentó agrupar a un variopinto collage de fuerzas con el único objetivo de “estar en contra”. A la vista está que, a pesar de que la articulación fue ideada desde las corporaciones mediáticas y su apoyo (también la decepción posterior) fue evidente, el propósito no se logró. Las elecciones que consagraron nuevamente a Cristina Fernández a la cabeza del Ejecutivo son la manifestación más elocuente de ello.
No habría que caer en la simplificación de equiparar a aquel Grupo A con el poco coherente aglutinamiento de fuerzas que generó el paro/piquete de ayer. Aunque, también es importante decirlo, allí están muchos de los mismos que alimentaron el agrupamiento anterior y los mismos que fueron claramente derrotados en las urnas el año pasado.
En esta protesta hay gran cantidad de trabajadores, de organizaciones de base, que reclaman con justicia por recortes en sus salarios y advierten al Gobierno respecto de medidas que consideran necesarias. Pero curiosamente, el piquete/paro de ayer es aprovechado precisamente por muchos grupos económicos (incluidos algunos aliados de los burócratas del sindicalismo) favorecidos por políticas económicas de otros tiempos que el Gobierno no modifica y que van en desmedro de los asalariados. Porque mientras se resiste el ajuste del mínimo no imponible en el Impuesto a las Ganancias para seguir recaudando y mantener la caja del Presupuesto, no hay reforma tributaria seria y profunda y no se decide tocar al sector financiero. Pero será difícil que la Sociedad Rural, que ayer salió a respaldar la medida de fuerza o que se sumó al 8N, haga una declaración a favor del Gobierno porque no reforma leyes actuales que siguen favoreciendo más al capital que a los trabajadores. A la vista está la resistencia de los hacendados bonaerenses cuando se intentó ajustar el Impuesto Inmobiliario Rural. La discusión es mucho más profunda y tiene que ver con intereses y concepciones sobre derechos, el hombre y la sociedad.
Los organizadores de la protesta dicen que fue un éxito. Y seguramente lo es desde el punto de vista de que se paralizó gran parte de los servicios del país. Desde el Gobierno se sostiene lo contrario. Ni tanto ni tan poco. La baja de la actividad se dio porque los “estrategas” del paro lograron paralizar los trenes y porque la izquierda se encargó, con poca gente, de bloquear algunos accesos a la Capital. El resto lo hizo la dificultad para movilizarse y el temor “a lo que pueda pasar”. Muchos, aun adhiriendo a los reclamos, no se sumaron porque claramente no ven de parte de quienes impulsaron la medida ninguna propuesta coherente. También porque desconfían de las intenciones, los propósitos políticos y la coherencia de quienes aparecen como cabezas de la protesta. El paro no fue masivo, ni el país se paralizó. Tampoco fue un fracaso. Y, una vez más, el Gran Buenos Aires no es el país.
Pero si el reclamo no tuvo otro eje conductor que el “no”, aunque todos lo pronuncien distinto y por distintos motivos, tampoco sirve el argumento oficial que también dice “no” a todos los planteos y que sólo alude al respaldo electoral del año anterior. Es legítimo que quienes están a cargo del Ejecutivo insistan en reafirmar la propuesta para la que fueron votados. Pero también es legítimo que quienes están en desacuerdo busquen la manera de expresarse, porque la democracia no es solo votos. La democracia es una forma política que se basa en el reconocimiento de la diferencia y en la búsqueda de convergencias. Y tampoco es cierto que quienes hoy aparecen alineados –real o aparentemente– detrás de la Presidenta piensen todos de manera homogénea, que haya una sola mirada. También allí hay un aquelarre que se sostiene mientras haya convergencia de intereses.
No puede decirse que el paro/piquete de ayer sea una simple reedición del Grupo A. Pero se le parece. Aquí, además del “no” que los aglutina hay demandas concretas que vienen de las bases sociales y de trabajadores. Sobre ellas se montan los grupos económicos y corporativos haciendo “como si” estuvieran de acuerdo. Es un momento difícil para el análisis. Hay que hilar muy fino para no confundirse. Y, sobre todo, para pensar siempre en el actor popular como principal protagonista, a fin de no reeditar alianzas que lo que menos hacen es tener en cuenta este principio. Es otra vez un momento para pensar en la política, como arte y como ejercicio del poder, para producir convergencias.
21/11/12 Página|12
LA DICTADURA CIVICO MILITAR
La cloaca maloliente del subsuelo de la patria
Por Alejandro Horowicz
El pútrido argumento de los militares culpables y los civiles "inocentes" se ha vuelto impronunciable. Las compuertas que comunican las "ideas" soterradas de la sociedad argentina con el espacio público se terminaron por abrir. La basura ideológica más pútrida, los fondos nauseabundos a medias escrutados del horror, dejaron de ser doloroso patrimonio de una minoría moralmente inquebrantable para comenzar a volverse lugar común.
Nadie ignora, si no decide militantemente ignorar, cómo desaparecieron los 30 mil. Por paradójico que resulte, y no deja de sonar terrible, esa es una "buena nueva", pero las buenas nuevas ni son tan buenas ni tan nuevas. La pulseada atravesó décadas de impunidad sistémica, terminando por quebrantarla, para que ahora ya nadie pueda decir "los argentinos son derechos y humanos", y si lo hace deja de ser un "confundido" de buena fe.
La forma que asume el debate sobre el pasado (presente como problema irresuelto), el relato sobre la masacre ilegal de militantes, sobre la responsabilidad personal y política de ese exterminio sistémico, así como el sentido mismo de semejante comportamiento histórico, ganó visibilidad y sobre todo claridad. Del sinsentido de los dos demonios locamente enfrentados del prólogo al Nunca Más de Ernesto Sabato, publicado en 1984, a la lectura del dictamen del juez federal Fernando Luis Poviña, quien acaba de procesar al presidente del Ingenio Ledesma (privación ilegal de la libertad de 29 personas secuestradas durante la última dictadura militar), media una completa vuelta de campana; sostiene Poviña: "la Empresa Ledesma –al igual que otras industrias con sectores obreros de gran envergadura– tuvo una activa participación en cuanto a la implementación de políticas económicas y medidas dirigidas a la anulación del reclamo sindical, ejecutadas y llevadas a la práctica por parte de los sucesivos gobiernos militares bajo el engañoso y fútil intento de justificación de imponer por la fuerza la preservación de valores occidentales y cristianos".
El pútrido argumento de los militares culpables y los civiles “inocentes” (construido por el juicio a las juntas, y los decretos consecutivos del entonces presidente Raúl Alfonsín) se ha vuelto impronunciable. No se trata, no se trató, por cierto de una confrontación académica. A regañadientes, impulsada por el restablecimiento de la punición legal, anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, la verdad de los organismos de los Derechos Humanos, su relato sobre la represión de la dictadura burguesa terrorista, se termina por instalar como nuevo piso ético colectivo.
No es Jorge Rafael Videla quien, a través de un amanuense periodístico, admite públicamente lo que mintió durante décadas y sólo había reconocido ante la jefatura de la curia católica. El domingo 6 de mayo Horacio Verbitsky republicó, en Página 12, un documento exclusivo sobre la confesión de Videla (silenciado por toda la prensa "independiente"). Documento ratificado por las autoridades eclesiásticas a pedido del juez. Ahora Rodolfo Aníbal Campos, coronel retirado que fuera jefe de policía en Córdoba durante la dictadura burguesa terrorista, no vaciló en jactarse ante el tribunal que lo juzgó: "Torturamos y asesinamos para sacar información, en cualquier guerra pasa eso. Entregamos una Nación ordenada en 1983. Lamentablemente hoy el gobierno quiere trasladar una sola verdad de lo que pasó, pero estoy orgulloso de lo que hice como militar en 60 años de servicio", indicó el represor con "una de sus manos en alto", según La Nación del 1 de noviembre pasado. Aunque la crónica omite precisar si se trataba de un saludo romano, los "visitantes" de esa siniestra dependencia nos recuerdan que el retrato de Adolf Hitler presidió no pocas sesiones "informativas", delatando la versión del mundo occidental y cristiano defendida por 250 capellanes militares.
Esto no impidió el cínico pedido de perdón de la 104º Asamblea Plenaria del Episcopado. Sostuvo monseñor José María Arancibia, presidente de la asamblea: "Es totalmente alejado de la verdad que haya habido una suerte de connivencia de lo que hicieron los obispos involucrados en ese momento." La declaración tiene un objeto preciso: desmentir los dichos de Videla. Pero sobre todo intenta reubicar discursivamente a la Iglesia, lavarle la cara, desconocer su activa participación en el proceso represivo, pronunciándose formalmente contra la "impunidad". Y de no mediar el documento publicado por Verbitsky una "duda" sostendría los dichos de monseñor. Claro que para los que suelen leer con más detalle, los que no olvidaron que ni siquiera hoy el curita Christian von Wernich, condenado por la justicia, sigue revistando sin más entre las huestes de la santa madre, las cosas ya eran decididamente como son. De un lado los que defendieron y defienden como pueden la política represiva del '76, del otro una sociedad que ya no está dispuesta a semejante rango de indigencia política.
Pasó una cosa que tuvo una influencia decisiva en el comportamiento público de la Iglesia Católica de la Argentina: el Tercer Milenio; el Vaticano decide el jubileo del Tercer Milenio, es decir, el pedido de perdón por los pecados de la Iglesia Católica; lo hace el Vaticano a escala universal y lo tienen que hacer los distintos episcopados nacionales.
El francés lo hace con mayor sinceridad, pide perdón y se arrepiente por su colaboración con la deportación de judíos franceses. En la Argentina también el episcopado se ve obligado por el Papa. En el año 2000 hacen una ceremonia en Córdoba, montan un gran palco en el Parque Sarmiento, muy bien iluminado, 100 obispos vestidos de blanco, a la noche, una ceremonia sumamente teatral, y absolutamente hueca. Mencionan los pecados contra los Derechos Humanos. Era muy hipócrita, invitaron al general Brinzoni, jefe del Ejército, y no invitaron a nadie de los organismos de Derechos Humanos.
En Iglesia y derechos humanos, editado en 1982 y reeditado en el '84, la curia intenta un blanqueo de sepulcros. Mostrarle a la sociedad cuántas cosas dijo en defensa de los Derechos Humanos. Una cosa llama la atención, no había documentos completos, solo párrafos sueltos. Los archivos de los diarios disponen de los textos íntegros, y al contrastarlos con los fragmentos del folleto queda claro que los habían mutilado para embellecer y tergiversar. Por ese entonces ni reconocían que tenían archivo, ahora nos informan que van a revisarlo. Si se piensa que la revisión del juicio contra Galileo Galilei demandó siglos, es probable que el siglo XXII nos sorprenda con la admisión de que hubo campos de concentración en predios de la Iglesia argentina.
BIOGRAFÍA DE CARLOS PEDRO BLAQUIER. A los 84 años, defendido por Jorge Valerga Aráoz, integrante de la cámara que juzgara las célebres tres juntas, el presidente de Ledesma, que sigue en libertad, no está acostumbrado a rendir cuentas a nadie de nada. Hace apenas un año Blaquier asumió como presidente honorario de la Sociedad Científica Argentina. Al acto de presentación del nuevo presidente honorario, realizado en la sede de la institución, Santa Fe 1145, asistieron más de 300 personalidades y representantes de las ciencias, las letras, las artes y el periodismo y del mundo empresario, de la Unión Industrial Argentina y de las instituciones representativas del campo. El presidente de la Sociedad Científica Argentina, doctor Ángel Alonso, entregó al doctor Blaquier el diploma y la medalla correspondientes, según consta en la crónica de La Nación. En sus 140 años de vida, es la segunda vez que la Sociedad Científica Argentina designa a un presidente honorario.
Muy pocas personalidades habían recibido previamente esa distinción, entre ellas los tres argentinos que obtuvieron el Nobel: Bernardo Alberto Houssay, Luis Federico Leloir y César Milstein. Dicho de un solo tirón: un integrante nato del bloque de clases dominantes, un poderoso sin cuento, ha sido sometido a la igualdad ante la ley. Y esa sí que es una buena nueva.
19/11/12 InfoNews
GB
Por Alejandro Horowicz
El pútrido argumento de los militares culpables y los civiles "inocentes" se ha vuelto impronunciable. Las compuertas que comunican las "ideas" soterradas de la sociedad argentina con el espacio público se terminaron por abrir. La basura ideológica más pútrida, los fondos nauseabundos a medias escrutados del horror, dejaron de ser doloroso patrimonio de una minoría moralmente inquebrantable para comenzar a volverse lugar común.
Nadie ignora, si no decide militantemente ignorar, cómo desaparecieron los 30 mil. Por paradójico que resulte, y no deja de sonar terrible, esa es una "buena nueva", pero las buenas nuevas ni son tan buenas ni tan nuevas. La pulseada atravesó décadas de impunidad sistémica, terminando por quebrantarla, para que ahora ya nadie pueda decir "los argentinos son derechos y humanos", y si lo hace deja de ser un "confundido" de buena fe.
La forma que asume el debate sobre el pasado (presente como problema irresuelto), el relato sobre la masacre ilegal de militantes, sobre la responsabilidad personal y política de ese exterminio sistémico, así como el sentido mismo de semejante comportamiento histórico, ganó visibilidad y sobre todo claridad. Del sinsentido de los dos demonios locamente enfrentados del prólogo al Nunca Más de Ernesto Sabato, publicado en 1984, a la lectura del dictamen del juez federal Fernando Luis Poviña, quien acaba de procesar al presidente del Ingenio Ledesma (privación ilegal de la libertad de 29 personas secuestradas durante la última dictadura militar), media una completa vuelta de campana; sostiene Poviña: "la Empresa Ledesma –al igual que otras industrias con sectores obreros de gran envergadura– tuvo una activa participación en cuanto a la implementación de políticas económicas y medidas dirigidas a la anulación del reclamo sindical, ejecutadas y llevadas a la práctica por parte de los sucesivos gobiernos militares bajo el engañoso y fútil intento de justificación de imponer por la fuerza la preservación de valores occidentales y cristianos".
El pútrido argumento de los militares culpables y los civiles “inocentes” (construido por el juicio a las juntas, y los decretos consecutivos del entonces presidente Raúl Alfonsín) se ha vuelto impronunciable. No se trata, no se trató, por cierto de una confrontación académica. A regañadientes, impulsada por el restablecimiento de la punición legal, anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, la verdad de los organismos de los Derechos Humanos, su relato sobre la represión de la dictadura burguesa terrorista, se termina por instalar como nuevo piso ético colectivo.
No es Jorge Rafael Videla quien, a través de un amanuense periodístico, admite públicamente lo que mintió durante décadas y sólo había reconocido ante la jefatura de la curia católica. El domingo 6 de mayo Horacio Verbitsky republicó, en Página 12, un documento exclusivo sobre la confesión de Videla (silenciado por toda la prensa "independiente"). Documento ratificado por las autoridades eclesiásticas a pedido del juez. Ahora Rodolfo Aníbal Campos, coronel retirado que fuera jefe de policía en Córdoba durante la dictadura burguesa terrorista, no vaciló en jactarse ante el tribunal que lo juzgó: "Torturamos y asesinamos para sacar información, en cualquier guerra pasa eso. Entregamos una Nación ordenada en 1983. Lamentablemente hoy el gobierno quiere trasladar una sola verdad de lo que pasó, pero estoy orgulloso de lo que hice como militar en 60 años de servicio", indicó el represor con "una de sus manos en alto", según La Nación del 1 de noviembre pasado. Aunque la crónica omite precisar si se trataba de un saludo romano, los "visitantes" de esa siniestra dependencia nos recuerdan que el retrato de Adolf Hitler presidió no pocas sesiones "informativas", delatando la versión del mundo occidental y cristiano defendida por 250 capellanes militares.
Esto no impidió el cínico pedido de perdón de la 104º Asamblea Plenaria del Episcopado. Sostuvo monseñor José María Arancibia, presidente de la asamblea: "Es totalmente alejado de la verdad que haya habido una suerte de connivencia de lo que hicieron los obispos involucrados en ese momento." La declaración tiene un objeto preciso: desmentir los dichos de Videla. Pero sobre todo intenta reubicar discursivamente a la Iglesia, lavarle la cara, desconocer su activa participación en el proceso represivo, pronunciándose formalmente contra la "impunidad". Y de no mediar el documento publicado por Verbitsky una "duda" sostendría los dichos de monseñor. Claro que para los que suelen leer con más detalle, los que no olvidaron que ni siquiera hoy el curita Christian von Wernich, condenado por la justicia, sigue revistando sin más entre las huestes de la santa madre, las cosas ya eran decididamente como son. De un lado los que defendieron y defienden como pueden la política represiva del '76, del otro una sociedad que ya no está dispuesta a semejante rango de indigencia política.
Pasó una cosa que tuvo una influencia decisiva en el comportamiento público de la Iglesia Católica de la Argentina: el Tercer Milenio; el Vaticano decide el jubileo del Tercer Milenio, es decir, el pedido de perdón por los pecados de la Iglesia Católica; lo hace el Vaticano a escala universal y lo tienen que hacer los distintos episcopados nacionales.
El francés lo hace con mayor sinceridad, pide perdón y se arrepiente por su colaboración con la deportación de judíos franceses. En la Argentina también el episcopado se ve obligado por el Papa. En el año 2000 hacen una ceremonia en Córdoba, montan un gran palco en el Parque Sarmiento, muy bien iluminado, 100 obispos vestidos de blanco, a la noche, una ceremonia sumamente teatral, y absolutamente hueca. Mencionan los pecados contra los Derechos Humanos. Era muy hipócrita, invitaron al general Brinzoni, jefe del Ejército, y no invitaron a nadie de los organismos de Derechos Humanos.
En Iglesia y derechos humanos, editado en 1982 y reeditado en el '84, la curia intenta un blanqueo de sepulcros. Mostrarle a la sociedad cuántas cosas dijo en defensa de los Derechos Humanos. Una cosa llama la atención, no había documentos completos, solo párrafos sueltos. Los archivos de los diarios disponen de los textos íntegros, y al contrastarlos con los fragmentos del folleto queda claro que los habían mutilado para embellecer y tergiversar. Por ese entonces ni reconocían que tenían archivo, ahora nos informan que van a revisarlo. Si se piensa que la revisión del juicio contra Galileo Galilei demandó siglos, es probable que el siglo XXII nos sorprenda con la admisión de que hubo campos de concentración en predios de la Iglesia argentina.
BIOGRAFÍA DE CARLOS PEDRO BLAQUIER. A los 84 años, defendido por Jorge Valerga Aráoz, integrante de la cámara que juzgara las célebres tres juntas, el presidente de Ledesma, que sigue en libertad, no está acostumbrado a rendir cuentas a nadie de nada. Hace apenas un año Blaquier asumió como presidente honorario de la Sociedad Científica Argentina. Al acto de presentación del nuevo presidente honorario, realizado en la sede de la institución, Santa Fe 1145, asistieron más de 300 personalidades y representantes de las ciencias, las letras, las artes y el periodismo y del mundo empresario, de la Unión Industrial Argentina y de las instituciones representativas del campo. El presidente de la Sociedad Científica Argentina, doctor Ángel Alonso, entregó al doctor Blaquier el diploma y la medalla correspondientes, según consta en la crónica de La Nación. En sus 140 años de vida, es la segunda vez que la Sociedad Científica Argentina designa a un presidente honorario.
Muy pocas personalidades habían recibido previamente esa distinción, entre ellas los tres argentinos que obtuvieron el Nobel: Bernardo Alberto Houssay, Luis Federico Leloir y César Milstein. Dicho de un solo tirón: un integrante nato del bloque de clases dominantes, un poderoso sin cuento, ha sido sometido a la igualdad ante la ley. Y esa sí que es una buena nueva.
19/11/12 InfoNews
GB
CLARIN DICE, y me pregunto, podrán todos Ellos gobernar juntos a corto plazo?
Fue masiva la huelga y el reclamo contra el Gobierno
Por Nicolás Wiñazki
Hubo bloqueos en los principales accesos a Capital. Se sintió con fuerza en el Interior y tuvo una alta adhesión en el campo. A 12 días de la histórica protesta del 8N, se consolida un nuevo escenario.
Solo. Un hombre a pie, ayer a la mañana, sobre la Avenida General Paz, a la altura de Constituyentes. La protesta se notó en calles y autopistas./ Gerardo Dell’Oro
21/11/12
A las cuatro de la tarde, en los andenes y las vías de la siempre atestada estación de Once, lo único que se movía eran las palomas. Iban y venían, volando por los espacios vacíos y silenciosos. El ferrocarril Sarmiento fue uno de los medios de transporte que ayer no funcionó, afectado por el primer paro nacional de la era K.La medida fue impulsada por la CGT de Hugo Moyano; la CTA de Pablo Micheli; los gremios que responden a Luis Barrionuevo; la Federación Agraria y partidos de izquierda.
Los reclamos convocantes fueron la modificación del pago del impuesto a las ganancias; la eliminación de los topes a las asignaciones familiares; el aumento de las jubilaciones y el salario mínimo; un plan contra la inflación; y el reintegro de fondos millonarios que el Estado le debe a las obras sociales, entre otros pedidos.
La medida se produjo doce días después de la marcha nacional del “8N” y representa un nuevo desafío para la Casa Rosada.
Nunca antes la presidenta Cristina Kirchner había enfrentado una huelga impulsada por las centrales obreras con el impacto que tuvo la de ayer.
La huelga afectó a las principales ciudades del país: paralizó buena parte del transporte porteño, los servicios, la actividad docente, los bancos, el transporte, la salud y la producción rural de varias provincias, entre otros sectores de la economía. No hubo movilizaciones masivas pero sí bloqueos a los accesos de la Capital Federal, puentes y autopistas, a los que se sumaron cortes de rutas del interior.
La Presidenta descalificó a la protesta y puso en duda su efectividad: “Hoy no fue una huelga o un paro, ni siquiera fue un piquete, fue un apriete con amenazas a los trabajadores”, dijo durante un acto en San Pedro, y desafió: “A mi no me corre nadie, ni con amenazas, patoteadas o matones”.
Como ya habían adelantado algunos de los ministros durante la tarde, la mandataria denunció que hubo incidentes en el Café Tortoni que - explicó- se produjeron para amendrentar a los comerciantes y trabajaron de la zona: acusó por esos hechos al sindicato gastronómico de Barrionuevo.
Antes del discurso presidencial en San Pedro, Moyano había adelantado que entendía que el paro es el primer paso en una nueva etapa de profundización del conflicto entre Gobierno y los sindicatos: “Hoy ha comenzado un camino de lucha”, aseguró en la CGT, rodeado de los jefes sindicales que apoyaron la medida, y agregó: “El silencio en las calles es la voz que el Gobierno debe escuchar”.
Micheli se expresó en un sentido similar: “El paro demuestra que ha perdido el control del conflicto social”. También le hizo un pedido a la Presidenta: “No pueden dejar de ver lo que acaba de ocurrir, no solo en Buenos Aires sino en toda la República. Que se saque la venda de los ojos y los tapones de los oídos”.
El titular de la Federación Agraria, Eduardo Buzzi, otro de los presentes en la CGT, dijo que la huelga “retumbó en toda la geografía”, y le reclamó al Gobierno que termine con “la arrogancia y la soberbia para escuchar a los que piensan distinto”.
Uno de los representantes de la CGT Azul y Blanca de Barrionuevo, el titular del gremio de los técnicos de Aerolíneas, Ricardo Cirielli, vinculó la protesta de ayer con los cacerolazos: dijo que la Presidenta “debe solucionar los problemas de toda la sociedad argentina, de aquellos que estuvieron el 8 de noviembre en la calle y hoy en el paro”.
El dirigente ferroviario Rubén “El Pollo” Sobrero, delegado de la línea Sarmiento, también adelantó que el sindicalismo estará en en estado de alerta a la espera de respuestas de la Casa Rosada: “Si no reflexionan, nos volveremos a encontrar en la calle”.
Moyano había definido a la huelga como “un día de fiesta” y aseguró que estaba sorprendido por el alcance de la medida: “Sin ninguna duda ha tenido más adhesión de la que esperábamos”.
En Buenos Aires no funcionaron la gran mayoría de las líneas de trenes. Tampoco la línea B de subte. No hubo actividad en los bancos más importantes. Las estaciones de servicio estuvieron cerradas. En Aeroparque se cancelaron todos los vuelos y en Ezeiza solo volaron las compañías extranjeras: la empresa más afectada fue Aerolíneas Argentinas. No se recolectó la basura. Las clases en las escuelas y la atención en los hospitales fueron afectadas. El acatamiento en los comercios fue dispar.
Los obreros de la industria trabajaron a menor ritmo porque algunas empresas del sector fueron bloqueadas por camioneros de Moyano. Al menos eso hicieron hicieron saber afiliados de SMATA y de la UOM.
La reacción de la Presidenta y sus funcionarios ante el resultado de la huelga generó preocupación incluso entre sus aliados sindicales de la oficialista CGT Balcarce.
El secretario general de la Unión Tranviarios Automotor (UTA), Roberto Fernández, líder de uno de los gremios del transporte que no adhirió al paro, se animó a pedirle a la Casa Rosada que “escuche el reclamo de los trabajadores para buscarle una solución”.
Ayer la dinámica de la Capital Federal fue similar a la de un día de descanso.
Un paro de las dos CGT disidentes, la CTA, la Federación Agraria y partidos de izquierda: nunca antes había pasado en la era K.
El escenario político cambió .
Leí atentamente la nota, la publiqué y me quedo pensando.
El gobierno de nuestra presidenta está haciendo las cosas relamente tan mal?
Entre diciembre del 2011 que asumió y hoy, qué es lo qeu realmente ocurrió en materia económica y social ?
El 8 N y el 20 N son eslabones de una misma cadena?
El PRO y Moyano son exactamente lo mismo, y Pitrola y el MAS, y el PTS?
Podrán gobernar a futuro juntos?
Se justifican piquetes para que aquellos que desean ir a trabajar no puedan hacerlo?
Es legítimo el reclamo de la "deuda millonaria a las Obras Sociales"?
De Moyano y Barrionuevo?
Por esto paró el que realmente quería parar?
Cuál es el sentido último de la uni con Micheli y las corrienes de izquierda de Luis Barrionuevo y la Sociedad Rural?
El paro fue como dice la nota contundente en el campo?
Qué es el campo? el mismo del 2008?
Por qué como dice el cronista las clases y la atención en hospitales se vieran afectadas?
Por desición de los trabajadores , por los piquetes?
Por qué?
Hacen falta los piquetes para garantizar el paro?
No es masiva su adhesión por vountad propia de las masas obreras?
Toda la e conomía gira en el vacío?
Estamos como en Europa? o como estábamos hace unos años atrás?
Cuál es el plan alternativo además de la lucha'
El mínimo no imponible y todo terminó y volvemos a ser compañeros de ruta de Moyano o él de nosotros?
LOS QUE SE CUELGAN DEL PARO, OPINION.
DE DERECHA A IZQUIERDA, RESPALDARON LA MEDIDA DE FUERZA
Opositores colgados del paro
Macri, Alfonsín, Binner y De la Sota salieron a respaldar el paro y a criticar al Gobierno.
La oposición aprovechó y le apuntó una vez más al Gobierno. “Desconoce los reclamos del pueblo”, criticó Alfonsín. “Hay que escuchar los mensajes del paro y el 8N”, dijo Macri. De la Sota pidió “más diálogo” y Binner reclamó que los trabajadores no paguen Ganancias.
Por Werner Pertot
El paro fue una fiesta para los opositores. De derecha a izquierda, los adversarios del gobierno nacional respaldaron la medida de fuerza y le reclamaron que escuche las razones de la protesta. El jefe de Gobierno, Mauricio Macri, tomó distancia de los cortes, pero avaló las exigencias. “Nunca estuve a favor de los piquetes ni voy a estarlo ahora, pero hay que escuchar los mensajes del paro y el 8N”, lo ligó al último cacerolazo. El radical Ricardo Gil Lavedra coincidió en que “el reclamo es legítimo”. El gobernador cordobés, José Manuel de la Sota, pidió “más diálogo” a la Presidenta. El dirigente del FAP, Hermes Binner, afirmó que “los trabajadores no deben pagar impuestos a las Ganancias”. En tanto, Patricia Bullrich señaló que en la huelga se juega la interna del peronismo. Se cuidó de decir que hablaba de Hugo Moyano versus CFK.
Macri recurrió a un chiste twittero sobre el paro. Mostró una foto con su hija Antonia y le dijo a Moyano: “Hugo, no te enojes. Acá estamos con Antonia que, aunque está de acuerdo con los reclamos, ¡no adhirió al paro!” El tono amistoso con “Hugo” es bien distante de cuando Macri sostenía que con un gobierno nacional del PRO “la extorsión de Moyano no dura ni un minuto”. La vicejefa María Eugenia Vidal siguió en la misma línea de respaldar, pero no convocar. “Nosotros no adherimos al paro, aunque apoyamos los reclamos de los trabajadores. Es un nuevo mensaje para el gobierno nacional. Ojalá escuche”, twitteó. “La mayoría de los argentinos siente que con los impuestos que paga está financiando las fiestas de Boudou y La Cámpora”, sostuvo el diputado PRO Julián Obiglio.
“Las cosas no se arreglan con un paro, pero para que no haya paro tiene que haber buen diálogo”, opinó De la Sota, con la misma combinación de distancia y apoyo que eligió la centroderecha. “Cuando el reclamo es justo y no hay oídos para escuchar, la lógica es lo que está ocurriendo”, sostuvo el peronista Enrique Thomas. “El paro responde a un reclamo legítimo de que no se siga financiando el déficit del Estado con el sueldo de los trabajadores, en lo que significa no actualizar el mínimo no imponible”, sostuvo Gil Lavedra, quien también se diferenció de los métodos: “Los piquetes no me gustan por una cuestión de principios”. “El Gobierno declama unidad nacional, pero desconoce los reclamos del pueblo”, se sumó Ricardo Alfonsín. “La relación de los trabajadores y el Frente para la Victoria está resquebrajada y rota”, evaluó la senadora de la Coalición Cívica María Eugenia Estenssoro.
El centroizquierda no kirchnerista fue el más identificado con el paro. “Hoy se ha escrito una jornada histórica, porque después de muchos años se produce la unión de las grandes centrales de trabajadores”, festejó Pino Solanas, de Proyecto Sur. “El Gobierno debe escuchar el justo reclamo de los trabajadores, que es elevar el piso del Impuesto a las Ganancias”, reclamó el senador socialista Rubén Giustiniani. Claudio Lozano, de Buenos Aires para Todos, amplió las demandas a “la situación de los jubilados y la actualización de los planes sociales”. “No se puede pensar que el abrumador acatamiento que tuvo el paro es porque los trabajadores están defendiendo un multimedios. Hay que escuchar al pueblo y subir el mínimo no imponible. Acá no se puede decir que están los gorilas que salieron a manifestarse”, advirtió Victoria Donda, de Libres del Sur.
Con reminiscencias de su mala relación con Moyano, Patricia Bullrich advirtió que “hay una parte del paro de hoy que es reivindicativa y otra que es lucha de poder entre sectores que compiten por la herencia del peronismo”. De todas formas, la diputada de Unión por Todos consideró que el 8N y el paro “son dos reclamos que tienen que ver con un agotamiento del modelo. Algunos vinculados más a los reclamos de los trabajadores y otros más vinculados a sectores medios”.
Un acto con plan
El líder del FAP Hermes Binner encabezará este sábado el cierre de un encuentro nacional de ese espacio, donde lanzará un “plan estratégico para reafirmar el compromiso” de construir una alternativa para 2015. Luego de una serie de encuentros regionales, Binner presentará en el complejo Costa Salguero el plan La Argentina que Queremos. También hablarán la diputada del GEN Margarita Stolbizer, el senador del Partido Nuevo Luis Juez, el dirigente de Libres del Sur Humberto Tumini y el diputado Víctor De Gennaro
21/11/12 Página|12
GB
Opositores colgados del paro
Macri, Alfonsín, Binner y De la Sota salieron a respaldar el paro y a criticar al Gobierno.
La oposición aprovechó y le apuntó una vez más al Gobierno. “Desconoce los reclamos del pueblo”, criticó Alfonsín. “Hay que escuchar los mensajes del paro y el 8N”, dijo Macri. De la Sota pidió “más diálogo” y Binner reclamó que los trabajadores no paguen Ganancias.
Por Werner Pertot
El paro fue una fiesta para los opositores. De derecha a izquierda, los adversarios del gobierno nacional respaldaron la medida de fuerza y le reclamaron que escuche las razones de la protesta. El jefe de Gobierno, Mauricio Macri, tomó distancia de los cortes, pero avaló las exigencias. “Nunca estuve a favor de los piquetes ni voy a estarlo ahora, pero hay que escuchar los mensajes del paro y el 8N”, lo ligó al último cacerolazo. El radical Ricardo Gil Lavedra coincidió en que “el reclamo es legítimo”. El gobernador cordobés, José Manuel de la Sota, pidió “más diálogo” a la Presidenta. El dirigente del FAP, Hermes Binner, afirmó que “los trabajadores no deben pagar impuestos a las Ganancias”. En tanto, Patricia Bullrich señaló que en la huelga se juega la interna del peronismo. Se cuidó de decir que hablaba de Hugo Moyano versus CFK.
Macri recurrió a un chiste twittero sobre el paro. Mostró una foto con su hija Antonia y le dijo a Moyano: “Hugo, no te enojes. Acá estamos con Antonia que, aunque está de acuerdo con los reclamos, ¡no adhirió al paro!” El tono amistoso con “Hugo” es bien distante de cuando Macri sostenía que con un gobierno nacional del PRO “la extorsión de Moyano no dura ni un minuto”. La vicejefa María Eugenia Vidal siguió en la misma línea de respaldar, pero no convocar. “Nosotros no adherimos al paro, aunque apoyamos los reclamos de los trabajadores. Es un nuevo mensaje para el gobierno nacional. Ojalá escuche”, twitteó. “La mayoría de los argentinos siente que con los impuestos que paga está financiando las fiestas de Boudou y La Cámpora”, sostuvo el diputado PRO Julián Obiglio.
“Las cosas no se arreglan con un paro, pero para que no haya paro tiene que haber buen diálogo”, opinó De la Sota, con la misma combinación de distancia y apoyo que eligió la centroderecha. “Cuando el reclamo es justo y no hay oídos para escuchar, la lógica es lo que está ocurriendo”, sostuvo el peronista Enrique Thomas. “El paro responde a un reclamo legítimo de que no se siga financiando el déficit del Estado con el sueldo de los trabajadores, en lo que significa no actualizar el mínimo no imponible”, sostuvo Gil Lavedra, quien también se diferenció de los métodos: “Los piquetes no me gustan por una cuestión de principios”. “El Gobierno declama unidad nacional, pero desconoce los reclamos del pueblo”, se sumó Ricardo Alfonsín. “La relación de los trabajadores y el Frente para la Victoria está resquebrajada y rota”, evaluó la senadora de la Coalición Cívica María Eugenia Estenssoro.
El centroizquierda no kirchnerista fue el más identificado con el paro. “Hoy se ha escrito una jornada histórica, porque después de muchos años se produce la unión de las grandes centrales de trabajadores”, festejó Pino Solanas, de Proyecto Sur. “El Gobierno debe escuchar el justo reclamo de los trabajadores, que es elevar el piso del Impuesto a las Ganancias”, reclamó el senador socialista Rubén Giustiniani. Claudio Lozano, de Buenos Aires para Todos, amplió las demandas a “la situación de los jubilados y la actualización de los planes sociales”. “No se puede pensar que el abrumador acatamiento que tuvo el paro es porque los trabajadores están defendiendo un multimedios. Hay que escuchar al pueblo y subir el mínimo no imponible. Acá no se puede decir que están los gorilas que salieron a manifestarse”, advirtió Victoria Donda, de Libres del Sur.
Con reminiscencias de su mala relación con Moyano, Patricia Bullrich advirtió que “hay una parte del paro de hoy que es reivindicativa y otra que es lucha de poder entre sectores que compiten por la herencia del peronismo”. De todas formas, la diputada de Unión por Todos consideró que el 8N y el paro “son dos reclamos que tienen que ver con un agotamiento del modelo. Algunos vinculados más a los reclamos de los trabajadores y otros más vinculados a sectores medios”.
Un acto con plan
El líder del FAP Hermes Binner encabezará este sábado el cierre de un encuentro nacional de ese espacio, donde lanzará un “plan estratégico para reafirmar el compromiso” de construir una alternativa para 2015. Luego de una serie de encuentros regionales, Binner presentará en el complejo Costa Salguero el plan La Argentina que Queremos. También hablarán la diputada del GEN Margarita Stolbizer, el senador del Partido Nuevo Luis Juez, el dirigente de Libres del Sur Humberto Tumini y el diputado Víctor De Gennaro
21/11/12 Página|12
GB
LA HUELGA OPOSITORA, MARIO WAINFELD OPINION
La vereda de enfrente
Por Mario Wainfeld
Son clásicas, casi un tópico, las discusiones acerca de la magnitud de una movilización o una medida de fuerza. El acatamiento al paro de ayer añade complejidades adicionales. La más relevante fue la realización de piquetes o bloqueos en puntos estratégicos de acceso a la Capital y a varias grandes ciudades del interior. Así las cosas, no es sencillo tabular cuál fue la proporción de quienes adhirieron por convicción o encuadramiento, de quienes no pudieron llegar a sus lugares de trabajo, de aquellos que desistieron previamente de hacerlo conociendo el escenario general. El cronista evitará esas proyecciones, siempre discrecionales.
Puede insinuarse que, como también es costumbre, los organizadores del paro seguramente calcularon a más y el gobierno nacional lo minimizó. El impacto, en lo que son el termómetro habitual de esas medidas (de nuevo, las grandes ciudades), fue alto. En la Capital, que el cronista transitó, parecía un día de fin de semana. Los piquetes habrán incidido lo suyo (para eso se hacen) y fueron herramienta novedosa de la jornada, que habilitará debates en días y semanas por venir. También hubo gremios importantes que garantizaron deserciones muy elevadas. Sin agotar la nómina: los camioneros, los bancarios, la Asociación de Trabajadores del Estado y otros del sector público. La CGT y la CTA opositoras consiguieron el acompañamiento de sus sindicatos, que distan de ser todos, pero también de ser pocos.
“Parar el país”, desde siempre, se procura a través de las limitaciones al transporte público. Aun en la huelga más tradicional se intenta trabar la posibilidad de moverse de los, valga la expresión, ciudadanos de a pie. En este caso, las adhesiones de los gremios respectivos no fueron absolutas. Pero la protesta contó con el concurso de parte del personal aeronáutico, del de ferrocarriles, de los trabajadores de una línea de subterráneo. Un dato que revela fragilidades de la CGT oficial y fue, acaso, uno de los pilares no tan esperados de la protesta.
- - -
Los participantes visibles, los que se movilizaron para cortes o piquetes, fueron trabajadores sindicalizados en buena parte. El resto lo conformaron militantes y cuadros de movimientos sociales o de partidos de izquierda, protagonistas centrales de la ocupación de rutas o calles. La Federación Agraria robó cámara, pero no dio el tono de la jornada.
Fue, en suma, un paro de trabajadores. No es serio decir, como hizo el líder de la CGT opositora Hugo Moyano, que se hicieron presentes la mayoría de los argentinos, cifra voluntarista que se quiere contraponer a la que obtuvo (de modo bien palpable) la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Ni homologar a la movida con “la Patria”, unanimismo fuera de toda razonabilidad.
Medida en base a sus propias pretensiones (menos fastuosas que la Patria toda), la medida fue exitosa. Un modo práctico de analizarla, como sucedió con el cacerolazo de septiembre, es especular sobre si puede repetirse y sostenerse en el futuro. Todo indica que así será y que la primera huelga general contra un gobierno kirchnerista (un cambio cualitativo) les dio cuerda a los manifestantes para pensar en una remake (un cambio cuantitativo).
Desde luego, deberán ponderar el malestar de muchos otros argentinos, que lo hubo, la existencia de agresiones (que Moyano ninguneó, pero que existieron). Y no engolosinarse, algo que puede derrapar en la fatiga o el rechazo. El secretario general de los judiciales, Julio Piumato, respondió a quien la preguntaba sobre el punto que no hay que cenarse el almuerzo, lo que puede considerarse un rebusque discursivo, pero debería ser un consejo para el campo propio.
- - -
Toda huelga general es política, lo que relativiza el peso de las críticas que se vuelcan en ese exclusivo sentido. Pero habilita todo tipo de discusión acerca de su pertinencia y orientación. Nada ocurre en el vacío, menos que menos una movida política potente. La de ayer ocurrió en un tiempo determinado. Se ubica entre el 8N (que no tuvo ni líderes ni voceros y representó a un sector social bien diferente al que se manifestó ayer) y el 7D. La protesta confluye objetivamente con quienes resisten al oficialismo desde distintas tolderías. Hay una oposición magmática, de diversas vertientes. Una curiosa vereda de enfrente que no se aglutina en un solo espacio, pero sí concuerda en su antagonismo con un gobierno que viene siendo, largamente, el mejor de la recuperación democrática. Y el más atento al empleo y a los derechos de los trabajadores.
En el plano de la opinión, el cronista opina que la medida se produjo en un momento cuestionable. Es sintomático el apoyo ditirámbico de los medios dominantes, a los que Moyano trató con sorprendente aquiescencia, que matizaron para bien el “canillita” Omar Plaini y otros aliados suyos.
- - -
En la proyección política institucional, los dirigentes que mostraron “unidad en la acción” no parecen tener futuro. Sus orígenes son muy variados, tanto como sus ambiciones. Tal vez, los más beneficiados por el resultado sean los que representan sectores afincados en la resistencia, por ejemplo el Partido Obrero y la CTA de Pablo Micheli.
El PO ha franqueado sus pretensiones para las elecciones de 2013: son, a fuer de modestas, razonables. Lejos de su horizonte cercano está disputar la mayoría electoral al kirchnerismo. Bien otro es el caso de Moyano, quien aspira a ser parte (y quién le dice, cabeza) de una fracción disidente del justicialismo. Será difícil que su perfil combativo, su énfasis en la acción directa, sus sarcasmos y aun esos aliados lo posicionen entre los compañeros dirigentes pejotistas. A éstos les conviene pescar en el río revuelto de los sectores medios y mostrarse tolerantes, capaces de generar “orden”... ese Moyano les pianta votos al menos si se coloca en la primera fila.
En el terreno estrictamente sindical, la oposición al Gobierno asumida como “contradicción principal” está entre ser el mayor factor de cohesión y el único. Casi no es necesario argumentar, basta con pasar lista. Moyano, Micheli, las patronales agropecuarias, el Tío Tom “del campo” Gerónimo Venegas, el gastronómico Luis Barrionuevo, los cuadros del Polo Obrero o la Corriente Clasista y Combativa (CCC)... Distinta conducta durante los ’90 y en este siglo, distinta legitimidad interna, muy diferentes niveles de éxito en la defensa de los laburantes de su sector, alineamientos ideológicos muy divergentes. Quienes más cómodos y expansivos se movieron subrayando esas diferencias fueron los líderes de la izquierda política o social, que no participaron en la conferencia de prensa de la CGT.
- - -
La acción directa, con buenos resultados prácticos, fue una constante desde el 2003. En general la ejercitaron minorías intensas, sindicatos o movimientos sociales en procura de reivindicaciones específicas. De ordinario, no postularon un programa o un proyecto de país alternativos. La novedad del último trimestre de 2012, con muy posible proyección en 2013, es la emergencia de sectores opositores con ansias de convocar muchedumbres aglutinados con el (hasta hoy único) común denominador de proponer el fin del ciclo kirchnerista. Seguramente el escenario próximo agregará ese factor. Habrá que ver cómo combina con las elecciones de medio término. Y también las respuestas que dé el oficialismo en calles y plazas. En estos meses, optó por retraerse, sagazmente, piensa el cronista. Pero ese cuadro puede modificarse en las semanas por venir.
Los tres gobiernos kirchneristas tuvieron como objetivo no reprimir la protesta social. Ese compromiso no vale solo, ni principalmente, cuando ésta se desarrolla con pleno apego a la ley o sin interferir con derechos de terceros. Lo más relevante es hacerlo cuando se transitan zonas grises, aun provocaciones. Ayer se cumplió a rajatabla esa conducta, en una jornada que tuvo cruces retóricos muy altos (de los organizadores y de la presidenta Cristina). Pero su característica más estructural fue la notable vigencia del respeto a la libertad de expresión y de movilización. Un logro del sistema democrático, una garantía que el Gobierno respeta.
Las polémicas sobre la jornada seguirán. El escenario político, queda dicho, plantea nuevos desafíos y formas de expresión. Hasta ahora, el kirchnerismo ha sabido afrontarlos (y remontarlos en su caso) en base a sus políticas públicas. Entre sus expectativas cercanas están el 7D y un mejor año 2013 en materia económica. Rotos todos los puentes con algunos de los líderes de la protesta de ayer (con otros nunca los tuvo), su reto es atender a la base social que, en parte, expresaron. Hasta ahora, de nuevo, ningún gobierno ulterior al segundo de Juan Domingo Perón los representó mejor.
mwainfeld@pagina12.com.ar
21/11/12 Página|12
Por Mario Wainfeld
Son clásicas, casi un tópico, las discusiones acerca de la magnitud de una movilización o una medida de fuerza. El acatamiento al paro de ayer añade complejidades adicionales. La más relevante fue la realización de piquetes o bloqueos en puntos estratégicos de acceso a la Capital y a varias grandes ciudades del interior. Así las cosas, no es sencillo tabular cuál fue la proporción de quienes adhirieron por convicción o encuadramiento, de quienes no pudieron llegar a sus lugares de trabajo, de aquellos que desistieron previamente de hacerlo conociendo el escenario general. El cronista evitará esas proyecciones, siempre discrecionales.
Puede insinuarse que, como también es costumbre, los organizadores del paro seguramente calcularon a más y el gobierno nacional lo minimizó. El impacto, en lo que son el termómetro habitual de esas medidas (de nuevo, las grandes ciudades), fue alto. En la Capital, que el cronista transitó, parecía un día de fin de semana. Los piquetes habrán incidido lo suyo (para eso se hacen) y fueron herramienta novedosa de la jornada, que habilitará debates en días y semanas por venir. También hubo gremios importantes que garantizaron deserciones muy elevadas. Sin agotar la nómina: los camioneros, los bancarios, la Asociación de Trabajadores del Estado y otros del sector público. La CGT y la CTA opositoras consiguieron el acompañamiento de sus sindicatos, que distan de ser todos, pero también de ser pocos.
“Parar el país”, desde siempre, se procura a través de las limitaciones al transporte público. Aun en la huelga más tradicional se intenta trabar la posibilidad de moverse de los, valga la expresión, ciudadanos de a pie. En este caso, las adhesiones de los gremios respectivos no fueron absolutas. Pero la protesta contó con el concurso de parte del personal aeronáutico, del de ferrocarriles, de los trabajadores de una línea de subterráneo. Un dato que revela fragilidades de la CGT oficial y fue, acaso, uno de los pilares no tan esperados de la protesta.
- - -
Los participantes visibles, los que se movilizaron para cortes o piquetes, fueron trabajadores sindicalizados en buena parte. El resto lo conformaron militantes y cuadros de movimientos sociales o de partidos de izquierda, protagonistas centrales de la ocupación de rutas o calles. La Federación Agraria robó cámara, pero no dio el tono de la jornada.
Fue, en suma, un paro de trabajadores. No es serio decir, como hizo el líder de la CGT opositora Hugo Moyano, que se hicieron presentes la mayoría de los argentinos, cifra voluntarista que se quiere contraponer a la que obtuvo (de modo bien palpable) la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Ni homologar a la movida con “la Patria”, unanimismo fuera de toda razonabilidad.
Medida en base a sus propias pretensiones (menos fastuosas que la Patria toda), la medida fue exitosa. Un modo práctico de analizarla, como sucedió con el cacerolazo de septiembre, es especular sobre si puede repetirse y sostenerse en el futuro. Todo indica que así será y que la primera huelga general contra un gobierno kirchnerista (un cambio cualitativo) les dio cuerda a los manifestantes para pensar en una remake (un cambio cuantitativo).
Desde luego, deberán ponderar el malestar de muchos otros argentinos, que lo hubo, la existencia de agresiones (que Moyano ninguneó, pero que existieron). Y no engolosinarse, algo que puede derrapar en la fatiga o el rechazo. El secretario general de los judiciales, Julio Piumato, respondió a quien la preguntaba sobre el punto que no hay que cenarse el almuerzo, lo que puede considerarse un rebusque discursivo, pero debería ser un consejo para el campo propio.
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Toda huelga general es política, lo que relativiza el peso de las críticas que se vuelcan en ese exclusivo sentido. Pero habilita todo tipo de discusión acerca de su pertinencia y orientación. Nada ocurre en el vacío, menos que menos una movida política potente. La de ayer ocurrió en un tiempo determinado. Se ubica entre el 8N (que no tuvo ni líderes ni voceros y representó a un sector social bien diferente al que se manifestó ayer) y el 7D. La protesta confluye objetivamente con quienes resisten al oficialismo desde distintas tolderías. Hay una oposición magmática, de diversas vertientes. Una curiosa vereda de enfrente que no se aglutina en un solo espacio, pero sí concuerda en su antagonismo con un gobierno que viene siendo, largamente, el mejor de la recuperación democrática. Y el más atento al empleo y a los derechos de los trabajadores.
En el plano de la opinión, el cronista opina que la medida se produjo en un momento cuestionable. Es sintomático el apoyo ditirámbico de los medios dominantes, a los que Moyano trató con sorprendente aquiescencia, que matizaron para bien el “canillita” Omar Plaini y otros aliados suyos.
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En la proyección política institucional, los dirigentes que mostraron “unidad en la acción” no parecen tener futuro. Sus orígenes son muy variados, tanto como sus ambiciones. Tal vez, los más beneficiados por el resultado sean los que representan sectores afincados en la resistencia, por ejemplo el Partido Obrero y la CTA de Pablo Micheli.
El PO ha franqueado sus pretensiones para las elecciones de 2013: son, a fuer de modestas, razonables. Lejos de su horizonte cercano está disputar la mayoría electoral al kirchnerismo. Bien otro es el caso de Moyano, quien aspira a ser parte (y quién le dice, cabeza) de una fracción disidente del justicialismo. Será difícil que su perfil combativo, su énfasis en la acción directa, sus sarcasmos y aun esos aliados lo posicionen entre los compañeros dirigentes pejotistas. A éstos les conviene pescar en el río revuelto de los sectores medios y mostrarse tolerantes, capaces de generar “orden”... ese Moyano les pianta votos al menos si se coloca en la primera fila.
En el terreno estrictamente sindical, la oposición al Gobierno asumida como “contradicción principal” está entre ser el mayor factor de cohesión y el único. Casi no es necesario argumentar, basta con pasar lista. Moyano, Micheli, las patronales agropecuarias, el Tío Tom “del campo” Gerónimo Venegas, el gastronómico Luis Barrionuevo, los cuadros del Polo Obrero o la Corriente Clasista y Combativa (CCC)... Distinta conducta durante los ’90 y en este siglo, distinta legitimidad interna, muy diferentes niveles de éxito en la defensa de los laburantes de su sector, alineamientos ideológicos muy divergentes. Quienes más cómodos y expansivos se movieron subrayando esas diferencias fueron los líderes de la izquierda política o social, que no participaron en la conferencia de prensa de la CGT.
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La acción directa, con buenos resultados prácticos, fue una constante desde el 2003. En general la ejercitaron minorías intensas, sindicatos o movimientos sociales en procura de reivindicaciones específicas. De ordinario, no postularon un programa o un proyecto de país alternativos. La novedad del último trimestre de 2012, con muy posible proyección en 2013, es la emergencia de sectores opositores con ansias de convocar muchedumbres aglutinados con el (hasta hoy único) común denominador de proponer el fin del ciclo kirchnerista. Seguramente el escenario próximo agregará ese factor. Habrá que ver cómo combina con las elecciones de medio término. Y también las respuestas que dé el oficialismo en calles y plazas. En estos meses, optó por retraerse, sagazmente, piensa el cronista. Pero ese cuadro puede modificarse en las semanas por venir.
Los tres gobiernos kirchneristas tuvieron como objetivo no reprimir la protesta social. Ese compromiso no vale solo, ni principalmente, cuando ésta se desarrolla con pleno apego a la ley o sin interferir con derechos de terceros. Lo más relevante es hacerlo cuando se transitan zonas grises, aun provocaciones. Ayer se cumplió a rajatabla esa conducta, en una jornada que tuvo cruces retóricos muy altos (de los organizadores y de la presidenta Cristina). Pero su característica más estructural fue la notable vigencia del respeto a la libertad de expresión y de movilización. Un logro del sistema democrático, una garantía que el Gobierno respeta.
Las polémicas sobre la jornada seguirán. El escenario político, queda dicho, plantea nuevos desafíos y formas de expresión. Hasta ahora, el kirchnerismo ha sabido afrontarlos (y remontarlos en su caso) en base a sus políticas públicas. Entre sus expectativas cercanas están el 7D y un mejor año 2013 en materia económica. Rotos todos los puentes con algunos de los líderes de la protesta de ayer (con otros nunca los tuvo), su reto es atender a la base social que, en parte, expresaron. Hasta ahora, de nuevo, ningún gobierno ulterior al segundo de Juan Domingo Perón los representó mejor.
mwainfeld@pagina12.com.ar
21/11/12 Página|12
PARO Y APRIETE
LA PRESIDENTA CRISTINA KIRCHNER RESPONDIO EN SU DISCURSO A LA PROTESTA REALIZADA POR LAS CENTRALES OPOSITORAS
“No fue una huelga, fue un apriete y una amenaza”
La Presidenta utilizó el acto de ayer por el aniversario de la Vuelta de Obligado para criticar la medida. Defendió el derecho a huelga, pero condenó que no se dejara llegar a los trabajadores a sus empleos.
La presidenta Cristina Fernández de Kirchner etiquetó como “apriete o amenaza” las medidas de fuerza tomadas ayer por los sectores opositores del sindicalismo y advirtió: “Me voy a bancar las que me tenga bancar, porque a mí no me corre nadie, y menos con amenazas o matones”. En el discurso que dio por la tarde desde San Pedro, donde conmemoró en el Día de la Soberanía un nuevo aniversario de la batalla de la Vuelta de Obligado, la mandataria defendió el derecho a huelga, pero condenó las maniobras destinadas a impedir que trabajadores que quisieran acudir a sus puestos de trabajo lo hicieran, repudió los episodios de violencia y concluyó con un mensaje por elevación a Hugo Moyano: “Me gustaría que todos los dirigentes estuvieran más preocupados por preservar las fuentes de trabajo”, manifestó.
“El derecho de huelga es sagrado”, sostuvo CFK, aunque, señaló, “también lo es el derecho de cada trabajador a decidir qué es lo que quiere hacer”, en referencia a las medidas de fuerza tomadas por algunos sectores durante el paro de ayer destinadas a disuadir a los trabajadores que querían acudir a sus puestos de trabajo de que lo hicieran y a algunos comercios a de que abrieran. “La voluntad de los trabajadores no puede ser dominada por nadie; los argentinos tenemos que tener la libertad de elegir qué es lo que queremos hacer, no se puede someter a la extorsión o a la amenaza”, completó, antes de evocar a su madre, que fue “delegada gremial durante 30 años” y “a ella le tocó convocar muchas huelgas, pero jamás le tocó obligar a alguien a participar”. Por último concluyó: “La libertad de huelga es como todas las libertades”.
En ese sentido, se refirió a los destrozos ocurridos en el microcentro, en particular en el tradicional Café Tortoni. “No me extrañó, me sorprendió, pero luego recordé que los que fueron hoy a atacar el Tortoni fueron los mismos que quemaron las urnas en la provincia de Catamarca y fueron los que me tiraron huevos en un acto de campaña en Catamarca en 2002”, mencionó la Presidenta en referencia a los incidentes que sufrió con partidarios del gastronómico Luis Barrionuevo, uno de los organizadores de la medida de fuerza de ayer. “Soy una mujer y no me agarro a trompadas, pero me voy a bancar las que me tenga que bancar. A mí no me corre nadie y mucho menos matones con patoteadas.”
“Esos no son los dirigentes sindicales que querían Perón y Evita –continuó en el extenso tramo del discurso que dedicó a la protesta–. Me gustaría que todos los dirigentes estuvieran más preocupados por preservar las fuentes de trabajo.” La Presidenta evaluó que el paro “fue un fenómeno circunscripto a unos pocos sectores y el bloqueo fue fundamentalmente contra la Capital” y que no hubo una adhesión masiva porque “la gente quiere laburar, mejorar y cuidar sus fuentes de trabajo”. Por el contrario, recordó, en el pasado “se hacían huelgas en serio, donde no se movía una mosca en el país”, mientras que lo de ayer “no fue una huelga, y ni siquiera un piquete, fue un apriete y amenaza, apenas eso.”
Fernández de Kirchner también hizo referencia a la batalla de la Vuelta de Obligado, cuyo aniversario se celebró con un acto que incluyó música en vivo y fuegos artificiales. “Los hombres que aquí defendieron la soberanía no lo hacían por un concepto territorial sino por el de autonomía y el poder decidir sobre el comercio y la navegación de sus ríos. Muchas Vueltas de Obligado hemos tenido desde entonces”, señaló. También recordó que en los barcos franceses e ingleses que se oponían a las fuerzas locales “había Argentina” que “aún hoy tienen su nombre en calles y plazas”, aunque actuaban para dividir al pueblo y sacar provecho para las potencias extranjeras. Por ese motivo pidió “memoria” ya que “cada vez que han dividido vinieron primero por el gobierno y después por el pueblo”.
El discurso de CFK fue elogiado por el gobernador bonaerense, Daniel Scioli: “La Presidenta demostró que defiende con pasión nuestra soberanía política, económica y cultural, como una gladiadora. Qué razón tenía mi compañero Néstor cuando la llamaba la Presidenta Coraje”.
Un rato antes del acto, mientras Moyano y sus asociados daban una conferencia de prensa, la Presidenta publicó en Twitter una serie de conceptos tomados de un discurso del día anterior, pero que aparecían como una respuesta a las manifestaciones opositoras en el contexto del paro: “Respeto la opinión de todos, pero mientras me toque la responsabilidad de gestionar el Estado como presidenta electa democráticamente por el 54 por ciento, creo que el modelo y lo que estamos haciendo es lo más adecuado a los intereses de Argentina”.
21/11/12 Página|12
GB
“No fue una huelga, fue un apriete y una amenaza”
La Presidenta utilizó el acto de ayer por el aniversario de la Vuelta de Obligado para criticar la medida. Defendió el derecho a huelga, pero condenó que no se dejara llegar a los trabajadores a sus empleos.
La presidenta Cristina Fernández de Kirchner etiquetó como “apriete o amenaza” las medidas de fuerza tomadas ayer por los sectores opositores del sindicalismo y advirtió: “Me voy a bancar las que me tenga bancar, porque a mí no me corre nadie, y menos con amenazas o matones”. En el discurso que dio por la tarde desde San Pedro, donde conmemoró en el Día de la Soberanía un nuevo aniversario de la batalla de la Vuelta de Obligado, la mandataria defendió el derecho a huelga, pero condenó las maniobras destinadas a impedir que trabajadores que quisieran acudir a sus puestos de trabajo lo hicieran, repudió los episodios de violencia y concluyó con un mensaje por elevación a Hugo Moyano: “Me gustaría que todos los dirigentes estuvieran más preocupados por preservar las fuentes de trabajo”, manifestó.
“El derecho de huelga es sagrado”, sostuvo CFK, aunque, señaló, “también lo es el derecho de cada trabajador a decidir qué es lo que quiere hacer”, en referencia a las medidas de fuerza tomadas por algunos sectores durante el paro de ayer destinadas a disuadir a los trabajadores que querían acudir a sus puestos de trabajo de que lo hicieran y a algunos comercios a de que abrieran. “La voluntad de los trabajadores no puede ser dominada por nadie; los argentinos tenemos que tener la libertad de elegir qué es lo que queremos hacer, no se puede someter a la extorsión o a la amenaza”, completó, antes de evocar a su madre, que fue “delegada gremial durante 30 años” y “a ella le tocó convocar muchas huelgas, pero jamás le tocó obligar a alguien a participar”. Por último concluyó: “La libertad de huelga es como todas las libertades”.
En ese sentido, se refirió a los destrozos ocurridos en el microcentro, en particular en el tradicional Café Tortoni. “No me extrañó, me sorprendió, pero luego recordé que los que fueron hoy a atacar el Tortoni fueron los mismos que quemaron las urnas en la provincia de Catamarca y fueron los que me tiraron huevos en un acto de campaña en Catamarca en 2002”, mencionó la Presidenta en referencia a los incidentes que sufrió con partidarios del gastronómico Luis Barrionuevo, uno de los organizadores de la medida de fuerza de ayer. “Soy una mujer y no me agarro a trompadas, pero me voy a bancar las que me tenga que bancar. A mí no me corre nadie y mucho menos matones con patoteadas.”
“Esos no son los dirigentes sindicales que querían Perón y Evita –continuó en el extenso tramo del discurso que dedicó a la protesta–. Me gustaría que todos los dirigentes estuvieran más preocupados por preservar las fuentes de trabajo.” La Presidenta evaluó que el paro “fue un fenómeno circunscripto a unos pocos sectores y el bloqueo fue fundamentalmente contra la Capital” y que no hubo una adhesión masiva porque “la gente quiere laburar, mejorar y cuidar sus fuentes de trabajo”. Por el contrario, recordó, en el pasado “se hacían huelgas en serio, donde no se movía una mosca en el país”, mientras que lo de ayer “no fue una huelga, y ni siquiera un piquete, fue un apriete y amenaza, apenas eso.”
Fernández de Kirchner también hizo referencia a la batalla de la Vuelta de Obligado, cuyo aniversario se celebró con un acto que incluyó música en vivo y fuegos artificiales. “Los hombres que aquí defendieron la soberanía no lo hacían por un concepto territorial sino por el de autonomía y el poder decidir sobre el comercio y la navegación de sus ríos. Muchas Vueltas de Obligado hemos tenido desde entonces”, señaló. También recordó que en los barcos franceses e ingleses que se oponían a las fuerzas locales “había Argentina” que “aún hoy tienen su nombre en calles y plazas”, aunque actuaban para dividir al pueblo y sacar provecho para las potencias extranjeras. Por ese motivo pidió “memoria” ya que “cada vez que han dividido vinieron primero por el gobierno y después por el pueblo”.
El discurso de CFK fue elogiado por el gobernador bonaerense, Daniel Scioli: “La Presidenta demostró que defiende con pasión nuestra soberanía política, económica y cultural, como una gladiadora. Qué razón tenía mi compañero Néstor cuando la llamaba la Presidenta Coraje”.
Un rato antes del acto, mientras Moyano y sus asociados daban una conferencia de prensa, la Presidenta publicó en Twitter una serie de conceptos tomados de un discurso del día anterior, pero que aparecían como una respuesta a las manifestaciones opositoras en el contexto del paro: “Respeto la opinión de todos, pero mientras me toque la responsabilidad de gestionar el Estado como presidenta electa democráticamente por el 54 por ciento, creo que el modelo y lo que estamos haciendo es lo más adecuado a los intereses de Argentina”.
21/11/12 Página|12
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