domingo, 30 de septiembre de 2012

UNA POESIA DEL ' 73

04 SEPTIEMBRE 2012

Anoche


Martín Rodríguez

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El siguiente texto pertenece a una publicación a propósito del homenaje a los detenidos-desaparecidos de la Escuela de Bellas Artes “Manuel Belgrano” realizado el viernes 17 de agosto último. El homenaje consistió en la colocación de unas placas por cada uno de ellos en la dirección donde funcionó la escuela, en Wenceslao Villafañe 1492, del barrio de Barracas. Se trata de las siguientes víctimas: Carlos Mayor, Celia López, Estela Oesterheld, Raúl “el Vasco” Martola, Ernesto “Conejo” Rivero, Cecilia Minervini, Edith Zeitlin e Hilda Adriana Fernández. El autor del texto aquí reproducido es un poeta, artista plástico y militante peronista que pasó aquellos años por las aulas de dicha Escuela. Ofreció para la publicación de homenaje el fragmento de un sueño anotado en un cuaderno en agosto de 1973. Durante las mutaciones violentas de aquella primavera. Lejos del tono elegíaco o épico de un tiempo recordado siempre con tanto ardor, aparecen en este texto el temor, la duda y la locura como puntas de un iceberg para comprender la experiencia de un tiempo tan fuerte como aquel. Un hombre frente a la máquina de su tiempo. Y el breve lugar donde asentar su convicción íntima: el temor que, también en este caso, era una proyección colectiva. ¿Eran felices? ¿Cavaban sus propias fosas? ¿Valía tanto la pena? ¿Había lugar para decir lo que se soñaba de noche y solo? Preguntas ante tal intensidad expresiva. Pasen y lean.
M.R.
Por Marcos Cesarsky
Anoche dormí mal. Me acosté pensando en las grandes dudas que me crea el camino que esta tomando el gobierno actual, el golpe del 13 de julio –es golpe, no es golpe- (…) Ezeiza, los compañeros muertos…
Pensaba también en mis dudas de estudiante, en mi carrera de estudiante de arte que a tres meses de recibirme, ya quedó tan atrás; tan atrás mi necesidad de creación individual, de expresarme para mí solo.
(…)
Con todo eso me acosté muy aplastado, muy metido adentro de la campana de vidrio, esa campana de vidrio que guarda los sándwiches en el mostrador de los boliches. Y yo me sentía un sándwich, una pastafrola, o cualquier otra cosa que está aislada de toda la gente que toma, fuma, charla, y se divierte.
Con todo eso me acosté, me dormí después de un buen rato de frío interior. A la mañana me desperté sobresaltado, fue una pesadilla terrible, un muchacho que creo que era yo, se disponía a hacer una pintada en un gran paredón blanco. Todo estaba bañado por una luz blanca. (…)
Empezaba a pintar, aparecían las primeras letras del aerosol, se oía una frenada, una ráfaga de ametralladora y la sangre del joven –mi sangre- se mezcla con las letras rojas.
El joven y yo caemos al piso, el coche se aleja y me despierto bañado en sudor frío.
Con todo eso me levanto, me lavo apenas la cara, no me afeito, me visto y me voy a la escuela a encontrarme con mis compañeros.
Llego, estoy solo, los demás todavía no llegaron. Me acerco a la escalera que da al primer piso, oigo unos ruidos que parecen voces humanas, gritos de bebé. Teóricamente el edificio está vacío, me aterro, me alejo y me acerco una y otra vez y no me animo a subir.
El miedo crece.
Recorro la escuela, de lado a lado, llego al patio, abro la puerta, y me río, comienzo a reírme como un loco, no puedo parar.
Descubro palomas, muchas palomas que se arrullan y hacen ruido de voces humanas, de llantos de niños.
Llegan mis compañeros, empezamos a hablar de las novedades. (…)
Empezamos a trabajar, queremos hacer una escuela para los chicos del barrio, trabajo todo el día, me siento bien.
Agosto de 1973

GB

sábado, 29 de septiembre de 2012

WALSH

Yo, Rodolfo

Por Rodolfo Walsh
Cuando chico, ese nombre no terminaba de convencerme: pensaba que no me serviría, por ejemplo, para ser presidente de la República. Mucho después descubrí que podía pronunciarse como dos yambos aliterados (1), y eso me gustó.

Nací en Choele-Choel, que quiere decir "corazón de palo". Me ha sido reprochado por varias mujeres.

Mi vocación se despertó tempranamente: a los ocho años decidí ser aviador. Por una de esas confusiones, el que la cumplió fue mi hermano. Supongo que a partir de ahí me quedé sin vocación y tuve muchos oficios. El más espectacular: limpiador de ventanas; el más humillante: lavacopas; el más burgués: comerciante de antig"uedades; el más secreto: criptógrafo en Cuba.

Mi padre era mayordomo de estancia, un transculturado al que los peones mestizos de Río Negro llamaban Huelche. Tuvo tercer grado, pero sabía bolear avestruces y dejar el molde en la cancha de bochas. Su coraje físico sigue pareciéndome casi mitológico. Hablaba con los caballos. Uno lo mató, en 1947, y otro nos dejó como única herencia. Este se llamaba "Mar Negro", y marcaba dieciséis segundos en los trescientos: mucho caballo para ese campo. Pero esta ya era zona de la desgracia, provincia de Buenos Aires.
Tengo una hermana monja y dos hijas laicas.
Mi madre vivió en medio de cosas que no amaba: el campo, la pobreza. En su implacable resistencia resultó más valerosa, y durable, que mi padre. El mayor disgusto que le causo es no haber terminado mi profesorado en letras.

Mis primeros esfuerzos literarios fueron satíricos, cuartetas alusivas a maestros y celadores de sexto grado. Cuando a los diecisiete años dejé el Nacional y entré en una oficina, la inspiración seguía viva, pero había perfeccionado el método: ahora armaba sigilosos acrósticos.

La idea más perturbadora de mi adolescencia fue ese chiste idiota de Rilke: Si usted piensa que puede vivir sin escribir, no debe escribir. Mi noviazgo con una muchacha que escribía incomparablemente mejor que yo me redujo a silencio durante cinco años. Mi primer libro fueron tres novelas cortas en el género policial, del que hoy abomino. Lo hice en un mes, sin pensar en la literatura, aunque sí en la diversión y el dinero. Me callé durante cuatro años más, porque no me consideraba a la altura de nadie.

Operación masacre cambió mi vida. Haciéndola, comprendí que, además de mis perplejidades íntimas, existía un amenazante mundo exterior. Me fui a Cuba, asistí al nacimiento de un orden nuevo, contradictorio, a veces épico, a veces fastidioso. Volví, completé un nuevo silencio de seis años. En 1964 decidí que de todos mis oficios terrestres, el violento oficio de escritor era el que más me convenía. Pero no veo en eso una determinación mística. En realidad, he sido traído y llevado por los tiempos; podría haber sido cualquier cosa, aun ahora hay momentos en que me siento disponible para cualquier aventura, para empezar de nuevo, como tantas veces. En la hipótesis de seguir escribiendo, lo que más necesito es una cuota generosa de tiempo. Soy lento, he tardado quince años en pasar del mero nacionalismo a la izquierda; lustros en aprender a armar un cuento, a sentir la respiración de un texto; sé que me falta mucho para poder decir instantáneamente lo que quiero, en su forma óptima; pienso que la literatura es, entre otras cosas, un avance laborioso a través de la propia estupidez.

(1) Unidad métrica compuesta por una sílaba breve (sin acento) y una larga (acentuada).
Así, habría que leer Rodólf Fowólsh.

GB

EDUARDO GALEANO

ZONA LITERARIA
Mi primera muerte fue así
Por Eduardo Galeano
1.
Me pasaba las noches sentado en la cama y llenando ceniceros.
Silvia, inocente, dormía de un tirón. Yo la odiaba a la hora del amanecer. La despertaba, la sacudía por los hombros, quería decirle: éstas son las preguntas que no me dejan dormir. Quería decirle: me siento solo, yo perseguidor, perro que ladra a la luna, pero no sé qué carajo me salía de la boca en lugar de palabras. Creo que tartamudeaba disparates, como ser: pureza, sagrado, culpa, hambre de magia. Llegué a convencerme de que había nacido equivocado de siglo o de planeta.
Hacía pocos años que yo había perdido a Dios. Se me había roto el espejo. Dios tenía los rasgos que yo le ponía y decía las palabras que yo esperaba. Mientras fui niño, me puso a salvo de la duda y de la muerte. Había perdido a Dios y no me reconocía en los demás.
La militancia política no me aliviaba, aunque en más de una ocasión, enchastrado de arriba a abajo por el engrudo de las pegatinas, pude sentir un alegre cansancio o sensación de combate que valía la pena. Alrededor había un mundo quieto y domesticado para la obediencia, en el que cada ciudadano representaba su personaje (algunos tenían un elenco completo) y echaban puntualmente su saliva los perritos de Pavlov.
Varias veces intenté escribir. Yo intuía que ésa podía ser una manera de sacarme de adentro a la mala bestia que me había crecido. Escribía una palabra, una frase a veces, y en seguida la tachaba. Al cabo de algunas semanas o meses la hoja estaba toda lastimada, quieta en su sitio sobre la mesa, y no decía nada.

2.
Quise llorar. Lloré. Tenía diecinueve años recién cumplidos y preferí pensar que lloraba por el humo de todas las cosas mías que estaba quemando. Armé un buen incendio de papeles, fotos y dibujos, para que no quedara nada de mí. Se llenó la casa de humo y yo me senté en el suelo y lloré. Después salí a recorrer farmacias y compré luminales como para matar a un caballo.
Ya había elegido el hotel. Mientras caminaba por la calle Río Branco, calle abajo, sentía que estaba muerto desde hacía horas o años, vacío de curiosidad y de deseo, y que sólo me faltaba cumplir con los trámites. Sin embargo, al llegar al cruce de la calle San José un automóvil se me vino encima y mi cuerpo, que estaba vivo, pegó un salto descomunal hasta la vereda.
Lo último que recuerdo de mi primera vida es una ranura de luz en la puerta cerrada mientras yo me hundía en una noche serena que no iba a terminarse nunca.

3.
Me desperté, al cabo de varios días de coma, en la sala de presos del hospital Maciel. Era para mí un mercado de Calcuta: veía tipos medio desnudos, con turbantes, vendiendo baratijas. Se les salían los huesos, de tan flacos. Estaban sentados en cuclillas. Otros hacían danzar a las serpientes con una flauta.
Cuando salí de Calcuta no había mugre ni sombras dentro de mí. Por fuera estaba destrozado, culpa del ácido de las meadas y la mierda que el cuerpo había seguido echando por su cuenta, mientras yo dormía mi muerte en el hotel. El cuerpo nunca me perdonó. Me quedaron las cicatrices: la piel de cebolla que ahora me impide andar a caballo en pelo, como quisiera, porque se abre y sangra, y en las piernas las marcas de las heridas que llegaron hasta el hueso. Todas las mañanas las veo, cuando me levanto y me pongo las medias.
Pero eso era lo de menos en aquellos días del hospital. Se me habían lavado los ojos: veía al mundo por primera vez y me lo quería comer. Todos los días siguientes iban a ser de regalo.
Dos por tres me olvido, y regalo a la tristeza esta vida de yapa. Me dejo expulsar del Paraíso, dos por tres, por ese Dios castigador que no termina de irse de adentro de uno.

4.
Entonces pude escribir y empecé a firmar con mi segundo apellido, Galeano, los artículos y los libros.
Hasta hace poco creía que lo había decidido por las dificultades fonéticas que en castellano tiene mi apellido paterno. Al fin y al cabo, era por eso que yo lo había castellanizado: firmaba Gius, en vez de Hughes, los dibujos que, desde muy chiquilín, publicaba en El Sol.
Y recién ahora, una noche de éstas, me di cuenta de que llamarme Eduardo Galeano fue, desde fines de 1959, una manera de decir: soy otro, soy un recién nacido, he nacido de nuevo.

[De Días y noches de amor y de guerra]

 EL OTIBA.ORG

GB

LOS CHICOS DE HARVARD PRO...GRESAN

Llamaron a sacarle la tarjeta roja a Cristina como el FMI
Los fondos buitre que operaron en defensa del monopolio de Clarín
Por Javier Borelli

Quisieron esconder su lobby por la deuda detrás de la defensa de la libertad de expresión. La SIP, ADEPA y los ataques a Chávez.

Faltaba más de media hora para que se abrieran las puertas del auditorio del Harvard Kennedy School donde expondría la presidenta Cristina Fernández cuando llegaron dos mujeres jóvenes repartiendo coloridos folletos a las personas que hacían cola para ingresar al recinto.

Uno de ellos, pequeño y de forma rectangular, los invitaba a sacarle la tarjeta roja a Cristina en clara referencia a las declaraciones de la directora del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, que el lunes había empleado la metáfora futbolera para referirse a la acción que tomaría su organismo si la Argentina no mejoraba los índices estadísticos que elabora el Indec.

El otro folleto, tamaño A4, tenía una foto de Cristina sentada en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y estaba titulado "¿Cuán libre es la prensa en la Argentina?", acompañado por el subtítulo "la libertad de prensa está bajo ataque".

Un bolillero reproducía denuncias presentadas en 2011 por organizaciones como el World Press Freedom Committee, la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) o la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA) sobre presuntas violaciones a la libertad de expresión.

No se mencionaba, sin embargo, que todas esas entidades están integradas por el mismo grupo de medios argentinos. Tampoco el fallo de la Corte Suprema que fijó al 8 de diciembre como fecha límite para iniciar la desinversión a los grupos que no cumplan con los parámetros fijados en la Ley de Medios de la Democracia.

En cambio, se hacía referencia al "deterioro de la libertad de expresión" y al "acoso constante y la intimidación de los periodistas independientes y críticos", se mencionaba peyorativamente un reconocmiento otorgado por la Universidad Nacional de La Plata al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, por su tarea en pos de la libertad de expresión y, por último, se citaba al "diputado de la oposición" Federico Pinedo para criticar la ley que declaró de interés público la producción y distribución de papel de diario.

Del otro lado del folleto se ofrecía un formulario de preguntas encabezado con la frase "Presidenta Kirchner, la comunidad de Harvard quiere saber…" Debajo, cuatro signos de interrogación habilitaban párrafos que planteaban un escenario negativo y que eran coronados cada uno con una pregunta: "¿Cree que se están haciendo políticas para defender la libertad de prensa? ¿Qué reacción toma su gobierno para resolver el problema de los bonistas que han perdido 7000 millones de dólares en los últimos cinco años producto de unas estadísticas de inflación subvaloradas? ¿Qué pasos positivos piensa tomar para arreglar las enormes deudas con los ciudadanos de EE UU y con el gobierno de EE UU? ¿Cómo piensa sobreponerse a los obstáculos y disuadir a los líderes extranjeros para que inviertan en su país tras la renacionalización de YPF?"

Al final del folleto se invitaba a la gente a seguir vía Twitter o visitar online el sito de la American Task Force Argentina (ATFA), un grupo liderado por el abogado Robert Schapiro (imagen) y la ex representante de los EE UU en el Consejo de Seguridad de la ONU, Nancy Soderberg, que reúne a fondos buitre que no quisieron aceptar la restructuración de la deuda argentina.

Detrás de la ATFA se ocultan personajes como el multimillonario Kenneth Dart, quien según el embajador argentino en los EE UU, Jorge Argüello, lleva invertidos más de 3 millones de dólares "en desplegar un agresivo lobby contra la Argentina en el Congreso de Estados Unidos y en la Legislatura del estado de Nueva York".

29/09/12 Tiempo Argentino

El armado político detrás de las preguntas a la presidenta en Boston
Hubo panfletos con un cuestionario armado y denuncias de una asociación de fondos buitre que acusaban al gobierno por violar la libertad de expresión y atacar al Grupo Clarín. Como en Nueva York, se convocó a cacerolear.

Panfletos con una descripción sesgada de la realidad económica y social en el país que sugerían qué preguntar. Correos electrónicos convocando a un cacerolazo a los ciudadanos argentinos residentes en Boston. Una agrupación de fondos buitre que reclama contra la Argentina manifestando en la puerta y un militante y ex funcionario del PRO que reconoció que las preguntas de los estudiantes fueron coordinadas de antemano.

Ese es el trasfondo que dejó la última actividad de la presidenta Cristina Fernández en los Estados Unidos, donde enfrentó lo que en los papeles era un diálogo con estudiantes de la Escuela de Gobierno de una de las universidades más prestigiosas del mundo, pero en los hechos terminó siendo algo muy parecido a un acto político destinado a cuestionar no sólo su figura sino también su programa de gobierno.

"La libertad de expresión está en peligro en la Argentina. La presidenta Cristina Kirchner se niega a ofrecer conferencias de prensa, ataca a los medios que se le oponen y demoniza a los opositores que piensan distinto que ella. El acceso a la información es esencial en la democracia. Sin embargo, los ciudadanos argentinos encuentran cada vez más dificultades para acceder a esa información. Por eso le pedimos que tome un minuto de su tiempo para hacerle las preguntas que la gente en la Argentina no puede realizar a sus gobernantes."

El texto corresponde a uno de los panfletos que el jueves circularon desde temprano en las puertas del edificio de Harvard en el que iba a exponer la presidenta, e incluye una serie de 15 preguntas para hacerle a la mandataria argentina. Cualquier relación entre esa presentación y la muletilla que varios de los jóvenes emplearon para preguntar (cuando celebraban la posibilidad que les está vedada a los argentinos) es una pura coincidencia.

Las preguntas iban desde la ya desmentida versión de que el Indec afirmaba que en la Argentina se podía comer por seis pesos, que uno de los estudiantes de Harvard realizó en términos muy similares a los del panfleto; hasta las restricciones para la compra de dólares (también formulada), pasando por una que plantea: "Qué quiere hacer el gobierno argentino el 8 de diciembre con el Grupo Clarín y su conglomerado de medios."

Siete de las diez preguntas que le fueron formuladas a la presidenta estaban en ese panfleto, que varios de los estudiantes tenían en sus manos a la hora de preguntar. "Tenés mala memoria que tenés que leer", preguntó irónica Cristina a un estudiante venezolano que tenía un papel en su mano frente al micrófono.

"No pregunto lo que quieren ellos", anticipó un estudiante que se presentó como salteño y luego consultó a la mandataria argentina sobre el rol de la responsabilidad social en el desarrollo económico. Nunca aclaró quiénes eran "ellos", aunque su advertencia daba cuenta de una organización previa para la realización de las preguntas.

También aparece en el panfleto la pregunta sobre la perspectiva de la re-reelección. Esa fue la que efectuó Juan Ignacio Maquieyra, ex asesor del ministro de Educación porteño, Esteban Bullrich, autor intelectual del 0-800 para receptar denuncias sobre la actividad política en las escuelas. Maquieyra es además uno de los fundadores y secretario general de Generación Argentina Política, una agrupación de la juventud del PRO cuya sigla es idéntica a la de una conocida marca de ropa estadounidense (GAP) y convoca a encuentros de militancia en el After Oficce en el Bar Mística.

"Queremos conformar una dirigencia política profesional que sintetice conocimiento académico con praxis política de manera tal de poder transformar efectivamente la realidad", sostiene GAP desde su página web.

Maquieyra, quien rescindió su contrato con el Ministerio de Educación porteño antes de viajar dos meses atrás a Boston, destacó en su pregunta que estaba agradecido de poder efectuar las preguntas que el resto de sus compatriotas no pueden hacer y según informó la agencia Télam luego reconoció en diálogo con periodistas argentinos que las preguntas que se le iban a hacer a la presidenta fueron coordinadas previamente.
Las preguntas de los estudiantes de Harvard y las respuestas de la presidenta argentina generaron ayer una amplia repercusión. Lucía, una ex estudiante de Harvard que participó del evento, consideró "lamentable el papel que hicieron los argentinos ahí".

"El nivel de las preguntas era el de un taxista que leyó el diario Clarín de esta mañana. Uno esperaba preguntas más interesantes. Se desaprovechó una oportunidad. Le podrían haber hecho a la presidenta muchas preguntas interesantes", dijo la joven en diálogo con Víctor Hugo Morales.

A la vez, residentes argentinos recibieron llamados y correos con convocatorias a un cacerolazo que, según contó a la agencia Télam un argentino que desde 1974 reside en Boston, "claramente apuntan a usar a la gente", a pesar de definirse como un "claro opositor a Cristina" que sólo "quería escucharla en primera persona".
En la larga fila que ocupaba toda la extensión de la calle Kennedy, a metros de Harvard Square, un grupo de argentinos repartía tarjetas rojas y panfletos, ambos con la firma de la American Task Force Argentina (ATFA) que integran estadounidenses acreedores de fondos buitre.

Ese armado recordó al cacerolazo que el martes un grupo de argentinos efectuó frente al hotel en el que se hospedaba la mandataria en Nueva York. En ese caso, Tomás Pérez Alati, uno de los promotores de la protesta que se presentó como becario de Derecho en los Estados Unidos, es miembro de una familia estrechamente vinculada al poder en la Argentina.

Su padre, Jorge Pérez Alati, es uno de los socios del estudio de abogados Pérez Alati, Grondona, Benites, Arnsten & Martínez de Hoz (h), reconocido por sus reiteradas defensas de empresas extranjeras que litigan contra la Argentina en el CIADI (el centro de resolución de controversias del Banco Mundial) por disputas económicas luego del estallido de 2001.

Militantes del PRO, argentinos que operan a favor de fondos buitre que reclaman contra la Argentina e integrantes de familias patricias que defienden a multinacionales contra el país, todos elementos de un mecanismo aceitado que tienen cuentas pendientes con la presidenta. «

Militante por el cierre de grados

En 2010, durante una tensa reunión por el cierre de 258 grados, fue el novel estudiante de Harvard el encargado de encaminar las negociaciones con los enfurecidos docentes.

"¿Podés decir qué respuesta tiene Macri ante el cierre de grados? Quiero llevarme una respuesta ahora sobre si van a amontonar más a los pibes, lo que va en detrimento de su educación", pidió uno de los delegados.

"Te puedo dar la respuesta, pero no te va a gustar", anticipó Maquieyra.

“Eso es una forma elegante de decir que vas a cerrar los grados", le contestaron los docentes.

Minutos después la reunión parecía llegar a buen puerto cuando se decidió convocar a un encuentro de trabajo para encontrar una solución al problema. "¿Va a ser una reunión de trabajo o con una movilización en la puerta?",
chicaneó el joven PRO.

"¿Te preocupa mucho eso?", le consultó uno de los docentes. “No, pero si el ánimo es trabajar…”

"Hay gente que no cobra hace ocho meses y sigue yendo a trabajar, así que el último comentario te pido que lo reveas", le exigió uno de los docentes.

Ecos de La Matanza

Varios referentes políticos y sociales del kirchnerismo con fuerte presencia territorial en el Gran Buenos Aires destacaron los avances sociales y educativos en La Matanza y criticaron a los medios de comunicación que "distorsionaron" las palabras de la mandataria sobre el distrito en Harvard. Además, la jefa de Estado envió ayer por medio de la red social Twitter un saludo "muy grande, de corazón, para toda La Matanza", afirmó que "ayer en Harvard me acordé mucho de ustedes" y comparó: "cuando conozco otros lugares en vivo y en directo, cada vez los quiero más".

El intendente de La Matanza, Fernando Espinoza, interpretó que las palabras presidenciales se efectuaron en un "tono irónico" y señaló que algunos medios de comunicación hegemónicos "distorsionaron las palabras de la jefa de Estado porque están desesperados". Esos medios argentinos, observó Espinoza, "utilizaron a los estudiantes de Harvard como mascarón de proa. Es lamentable", evaluó.

El intendente matancero también fundamentó que el cambio que tuvo el distrito y la región "se demuestra en el crecimiento de la universidad, ya que en el 2003 había 10 mil alumnos y en el 2012 hay 40 mil, siendo que el 80% de los graduados son la primera generación de universitarios en sus familias", celebró.

El diputado nacional Edgardo Depetri criticó: "Nos resulta extraño y lamentable que Daniel Martínez, rector electo a dedo en el '97 de la Universidad de La Matanza, salga de manera lastimera a prestarse a la operación mediática montada por el Grupo Clarín y sus satélites." Martínez se mostró ayer "dolido" y consideró que se trató de una "frase desafortunada" de la presidenta.

Por su parte, el diputado nacional Carlos Gdansky remarcó que "el proyecto político que implementó el presidente (Néstor) Kirchner y ahora Cristina Fernández le ha dado respuestas siempre a los habitantes de La Matanza, que tuvo un avance social muy importante en los últimos años". El secretario de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación, Martín Gil, consignó que "la Universidad de La Matanza tenía un Presupuesto en 2003 de $ 31 millones y en 2012 llegó a $ 264 millones. (Con las políticas del gobierno) se consiguió que muchos habitantes del Conurbano Bonaerense puedan acceder a la educación superior, eso es lo importante."

Por su parte el legislador del FPV y uno de los máximos referentes del Movimiento Evita Fernando Navarro analizó: "Es obvio que lo que dijo la presidenta es claramente una sutileza, una ironía frente a alumnos en Harvard que preguntaban con la agenda de los medios fuertemente opositores a este gobierno, lo cual no está mal pero es bueno aclararlo", subrayó.

29/09/12 Tiempo Argentino

GB 

MIEDO, OPINION, POR LUIS BRUCHSTEIN.

A la derecha del miedo
Por Luis Bruschtein

Cuando se juntan el odio y el miedo, el resultado es altamente inflamable. Hay un lenguaje mediático que estimula el discurso violento que se instaló en algunos nichos sociales y culturales. Al mismo tiempo le otorga a ese nicho la calidad de vocero, de emergente de una animadversión generalizada. Entre ambos se potencian, se crispan unos a otros y así los grandes medios transmiten una vibración de odio y furia a toda la sociedad. Hicieron lo mismo después de la derrota del Gobierno con la 125, al punto de que el oficialismo parecía reducido a una mínima expresión en un océano de repudio. La fiesta del Bicentenario fue como si se hubiera descorrido el telón de esa imagen virtual mentirosa.

“Somos los guerreros de la red” se presentó el joven cacerolero en un programa de TN. Apareció allí como un joven independiente indignado con el gobierno kirchnerista, presentado por periodistas con antecedentes progresistas. En la red, el dizque guerrero aparece abrazado con el

inefable Tula (el bombista oficial de Menem) y con el Momo Venegas. Cada vez que se rasca la cáscara de esa rabia virtual y cacerolera, no aparecen ni independientes ni progresistas ni moderados. Hay en la red una lista de las páginas –alrededor de medio centenar– que convocaron al cacerolazo y están los nombres de sus administradores, todos cercanos al PRO, a la Sociedad Rural o a los dictadores. No hay ni un solo progresista y menos de izquierda. No aparece ninguna constancia de que haya otra fuente de ese odio que la de amigos de la Sociedad Rural, colaboradores del macrismo o amigos de los represores de la dictadura.

Pero hay una oposición diferente. Hay una disidencia crítica diferente y que además es mayoría frente a esa protesta violenta. Confundir a los caceroleros –“esas señoras con abrigos de piel”, como dijo Charly García–, con toda la oposición sería hacerles el juego a la violencia y a la estrategia cada vez más visible del Grupo Clarín de desestabilizar y jaquear al Gobierno de cualquier manera a medida que se aproxima la fecha en la que deberá desinvertir por la cláusula antimonopólica de la ley de servicios audiovisuales.

Asimilar esa marcha como la única expresión o la expresión mayoritaria de la oposición forma parte de esa estrategia que intenta nuevamente generalizar una voz minoritaria. Es una forma de extender el odio, de convertirlo en el único argumento opositor, un argumento que no admite discusión, que se dice a los gritos y que cierra el debate.

En los barrios del sur de la ciudad no se movió ni una hoja. La condición social de los caceroleros fue más que evidente y hasta resulta patético el oportunismo de algún dirigente piquetero opositor cuando alaba estas manifestaciones, creyendo que así será bien visto por estos sectores, una de cuyas consignas es “soy de la mitad del país de la cual vive la otra mitad”. Señor dirigente piquetero: para esa gente, usted es de los parásitos que viven de lo que les sacan a ellos. No hay puntos de contacto, cualquier esfuerzo por encontrarlo es puro oportunismo. Facundo Moyano no tiene la edad suficiente para saber que ese mismo tipo de marchas eran las que hacían los viejos gorilas antiperonistas en el primer peronismo. Si Facundo no lo sabe, el intento de su padre Hugo por congraciarse con ellos resulta por lo menos poco peronista.

Para la oposición sería un error convalidar estas expresiones de odio por oportunismo o por creer que allí se encuentran posibles votos. Esa gente no vota radicalismo ni socialismo y mucho menos izquierda. En ese sentido, fue más inteligente la posición del PTS que, desde una izquierda muy crítica con el Gobierno, se diferenció de las consignas reaccionarias que se escucharon en el cacerolazo.

Pero al mismo tiempo que este discurso mediático estimula esas expresiones de odio, denuncia que la gente que se expresa con esa violencia tiene miedo. Hay una lógica en esa aparente contradicción: el miedo puede generar odio. Cuando alguien es apuntado por un arma, tiene miedo, pero en el fondo quiere asesinar al que lo está apuntando. Si este discurso mediático puede convencer a una parte de la sociedad de que debe tener miedo, estará generando odio. No se trata de que haya razones reales para el miedo, sino que se trata de inducirlo.

Los “guerreros de la red”, como los amigos del Tula y del Momo, hicieron una campaña diciendo que el Gobierno retiraría los pasaportes a los que tuvieran deudas con la AFIP. Aunque parezca mentira, hubo incautos que se apresuraron a tramitar su documento, lo cual demuestra que es un error despreciar el poder conjunto mediático y virtual. En apenas una semana se presentaron dos denuncias por supuesto maltrato de género. TN se sumó a la campaña y mostró una lista ridícula de frases del secretario de Comercio que “producían pánico en los empresarios”, como una en la que le decía “chucrut” a un superempresario alemán u otra en la que trataba de “Ratonazi” al dueño de la FIAT, Cristiano Rattazzi.

En nueve años de gobierno kirchnerista puede haber seguramente muchas críticas en todos los planos. Pero las razones para tener miedo serían represión, persecución y amenazas, listas negras, cierre de medios, personas golpeadas por matones, vidrieras rotas por hordas, policía política, presos políticos, exiliados, periodistas agredidos, opositores agredidos. No hay nada de eso.

El miedo es una mentira. Y una mentira menos digerible todavía en un país que tuvo una dictadura en la que todo eso fue llevado a la enésima potencia. El superempresario alemán se puede ofender porque le digan “chucrut” y hasta es discutible el sentido del humor de Moreno, pero es ridículo que alguien pueda creer que eso le dé miedo, igual que al dueño de la FIAT. El empresario español, de origen argentino, Martín Varsavsky, que quedó desgraciadamente enredado en la quiebra de la aerolínea Southern Winds y que no puede exportar a este país productos informáticos por culpa de las disposiciones de Moreno, también dice que los empresarios argentinos tienen miedo por la AFIP, pero en vez de indignarse contra los empresarios que no están en regla, se enfurece con los funcionarios que hacen cumplir la ley. Esta conjunción mediática y virtual de referencias insistentes al miedo no proviene de una situación real ni de una exageración periodística. Forma parte de una mecánica para generar odio y para justificarlo cuando explote.

Cuando un matón ataca en público, lo hace mientras se victimiza a los gritos para que la gente justifique su agresión y no intervenga. Es una lógica de escaramuza callejera, de barrabrava, que se aplica también como técnica sucia en campañas mediáticas. No es éste el caso, pero todos los golpes de Estado fueron antecedidos por fuertes campañas mediáticas de este tipo. Cuando el 6 de septiembre la Presidenta bromeó en un discurso con que sus funcionarios deberían tenerle un poquito de miedo si cumplían mal sus funciones, se forzó la frase para convertirla en una amenaza que nunca fue tal. Los lectores de Clarín y de La Nación leyeron que la Presidenta había dicho que la sociedad debe tenerles miedo a ella y a Dios.

Los caceroleros salieron después con carteles que decían “no le tenemos miedo”, replicando la tergiversación estúpida de una broma y exhibiendo una valentía de papel. Fue un acto de opereta salir con esos carteles. No tienen miedo porque no hay nada a qué tenerle miedo, excepto a ellos mismos por la violencia que expresan y el primitivismo gritón y autoritario al que reducen la política. En la Argentina hubo miedo en otras épocas y eso sucedió cada vez que expresiones sociales de ese tipo llegaron al poder, la mayoría de las veces a través de golpes de Estado que tuvieron un respaldo civil cimentado en el miedo y el odio.

La mayoría de la oposición, por más crítica que sea con el Gobierno, no piensa de esa manera. La polarización cada vez más fuerte que están planteando los medios hegemónicos está fomentando la conformación de una tercera fuerza a nivel nacional como expresión de una derecha muy clara alrededor del jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri. El peronismo expresado en el kirchnerismo y sus aliados peronistas y no peronistas conformarían una fuerza; el socialismo y el radicalismo necesariamente quedarían en una intersección que los presionaría a la unión, y en un tercer andarivel, la ideología mediática de confrontación desesperada ha actuado como la ambulancia que recoge a los heridos de los ’90: restos del menemismo y el duhaldismo, de la derecha radical, candidatos mediáticos y partidos provinciales conservadores tenderían a delinear la primera formación nacional de derecha clara, alrededor del PRO, un heredero de la vieja UCeDé. Estas expresiones, inclusive la de los chicos que preguntaron en Harvard, entre los que había un ex funcionario de Esteban Bullrich y un activista homofóbico que realizó una fuerte campaña virtual en contra del matrimonio igualitario, son parte de este nuevo y viejo componente del escenario político. Nuevo porque sería una novedad la conformación a nivel nacional de esta corriente de derecha como fuerza competitiva electoral. Y vieja, porque se identifica con todos los componentes ideológicos de la antigua derecha liberal.

28/09/12 Página|12

viernes, 28 de septiembre de 2012

JORGE ABELARDO RAMOS, VIVE.

Reedición de un pensador maldito para la historiografía nacional
Ediciones Continente acaba de publicar en dos volúmenes Revolución y contrarrevolución en la Argentina, distinguido como uno de los libros fundamentales del Bicentenario. Con prólogo de Mario "Pacho" O'Donnell

Por Alejo Luna

Jorge Abelardo Ramos es la mejor pluma política del país. Es la inteligencia más notoria de la promoción que irrumpe en la vida política argentina en 1945. A Ramos le corresponde, sin disputa, la prioridad de una concepción histórica y política del proceso nacional que invalidó las falsificaciones de la izquierda extranjerizante y las del nacionalismo oligárquico”, escribió Juan José Hernández Arregui al referirse al autor de Revolución y contrarrevolución en Argentina, cuyos dos tomos –"Las masas y las lanzas (1810–1862)" y "Del patriciado a la oligarquía (1862-1904)"– fueron recientemente reeditados por Ediciones Continente.
Jorge Abelardo Ramos nació el 23 de enero de 1921 en el barrio porteño de Flores. Historiador maldito para la inteligentzia argentina, temido polemista, fue uno de los intelectuales más influyentes y leídos del siglo XX en América Latina. Profesor universitario, periodista, editor y conferencista de numerosas universidades latinoamericanas, fue dos veces candidato a presidente de la Argentina. Inspirador de la corriente de pensamiento conocida como la Izquierda Nacional, escribió Crisis y resurrección de la literatura argentina (1954); Revolución y contrarrevolución en Argentina (1957); El marxismo de Indias (1973); Adiós al Coronel (1983); Introducción a la América Criolla (1985), entre otras muchas obras. Falleció el 2 de octubre de 1994.

En el primer tomo de Revolución y contrarrevolución en la Argentina, que el año pasado fue distinguido como uno de los libros fundamentales del Bicentenario, Ramos narra los sucesos de las primeras cinco décadas de historia de las Provincias Unidas del Río de la Plata: la Revolución Española de 1809, antecedente inmediato de la Revolución de Mayo de 1810; el Plan de Operaciones de Mariano Moreno, las intrigas de Bernardino Rivadavia y el exilio de San Martín; el programa revolucionario de José Gervasio Artigas y su ocaso; las rebeliones gauchescas; las constituciones unitarias; la política pendular de Rosas, el papel de la burguesía comercial porteña y la derrota de los caudillos federales. Un ciclo que se cierra oscuramente con el drama de Pavón y el ascenso de Bartolomé Mitre al poder.

El segundo tomo, "Del patriciado a la oligarquía (1862-1904)" recorre el período que se inaugura con el inicio de la era de Mitre, la Guerra del Paraguay y las revueltas finales de la resistencia provinciana contra el poder omnímodo de la ciudad-puerto que concluyen con el asesinato de los últimos caudillos y el exterminio definitivo de las montoneras. La Revolución del '80 es interpretada desde un ángulo nuevo, junto con el largo ciclo de Roca, en una visión inédita y polémica de estos procesos fundacionales. El declive del roquismo y el surgimiento del radicalismo yrigoyenista son simultáneos a la generación del 900, donde confluyen el nacionalismo democrático y las ideas socialistas en formación. La época finaliza con el nacimiento del siglo XX y de una nueva clase social: el proletariado.

Revolución y contrarrevolución en la Argentina es el gran relato clásico del revisionismo histórico y del pensamiento político argentino y latinoamericano. Su originalidad teórica consiste en combinar los conceptos marxistas de interpretación de la historia con una visión nacional latinoamericana.

Publicado por primera vez en 1957 y desde entonces muchas veces corregido y reeditado, contribuyó a formar la conciencia revolucionaria de las generaciones que ingresaron a la militancia política de izquierda durante los años sesenta y setenta.

En el prólogo que acompaña el lanzamiento, el psicoanalista y ensayista Pacho O'Donnell celebra "la reedición de este libro fundamental de la historiografía argentina. Mejor dicho, de la historiografía revisionista que se impuso y se impone contar nuestros avatares desde una óptica alternativa a la tendenciosa de los vencedores de las guerras civiles del siglo XIX. Guerras que no concluyeron en Caseros sino que se prolongaron en el conflicto entre el Buenos Aires de Mitre y la Confederación provincial acaudillada por Urquiza, y en la Guerra de la Triple Alianza emprendida por los porteños y acompañada a regañadientes por las provincias. Las masas y las lanzas es quizás el libro fundamental de Ramos pues en él están prístinamente delineados sus ejes de interpretación histórica, basados en la teoría marxista de la lucha de clases, aunque también comparte con el revisionismo nacionalista y popular la importancia del tema de la dependencia argentina a los imperios de turno. Las masas y las lanzas debe leerse, no sólo para conocer nuestra historia verdadera, sino también para comprender los dramas nacionales de hoy, circunstancias irresueltas del ayer."

28/09/12 Página|12


Prof GB

LOS ESTUDIANTES ARGENTINOS EN HARVARD QUIEREN SABER

Si la presidenta quiere ser reelecta ( no leyeron la Constitución)
Su patrimonio personal ( fundante para su currícula acadÉmica)
Porqué la gente le tiene que tenEr miedo ( nunca escucharon ni leyeron en contexto su discurso donde habla del "miedo", no investigaron)
La pelea con Clarín ( sí!! leen Clarín, AL MENOS LEEN UN DIARIO)
El "cepo cambiario" ( que no les permite estudiar en Harvard)

Bien por estos chicos y chicas que chiflan se ríen socarronamente ( y no la miraban a los ojos cuando ella respondía) ante cada respuesta de la Presidenta, bien por ellos y sus conocimientos académicos.
Dan pena, son patéticos, jóvenes que vivirán su vida agachados, temblorosos, en Nueva York o Buenos Aires.
Será así Harvard, todos sus estudiantes serán así, o solo los argentinos?

Prof GB