GB.
lunes, 24 de septiembre de 2012
Eduardo Aliverti, Opinión.
Afinar la sintoníaPor Eduardo Aliverti
El paisaje político continúa dominado por los ecos de las cacerolas, como no podía ser de otra manera. A la vista y en general, desde el oficialismo se persistió en minimizar lo ocurrido. Y la oposición siguió creyendo o diciendo que aconteció un punto de inflexión.
Aun entre quienes sólo simpatizan con el kirchnerismo pero sin ahorrarse críticas, causó impresión –con toda lógica– la violencia verbal que expresaron los manifestantes. Corridos varios días, ¿por qué no hubo condena a las barbaridades vistas y escuchadas, por parte de aquellos que puedan haberse exteriorizado con espíritu democrático? ¿Hubo de esa gente? Nadie se indignó frente a cánticos y consignas repugnantes. No se destacaron reprobaciones entre los portavoces mediáticos de la oposición. Los editorialistas de la prensa, oral y escrita, simplemente se dedicaron a insistir con la solicitud de que Cristina escuche el reclamo “popular”. ¿Qué es lo que tiene que escuchar? ¿Que se vaya con Néstor? ¿Que es una chorra? Dejemos esto para dentro de unas líneas, de todos modos. Por ahora, vale que la malignidad de los emblemas recortó al oficialismo en el desprecio porque de esta forma no puede dialogarse ni pretendiéndolo. Y en efecto, así no se puede hablar. Pero también, con toda lógica, la oposición se aferró a un número de embroncados callejeros que no estaba en el cálculo ajeno ni propio. Producido el hecho, y aunque la convocatoria no pasó por figura alguna de quienes enfrentan al Gobierno, bien que solamente desde el discurso, era obvio que buscarían potenciar la magnitud del caceroleo hasta esos límites comprensibles pero injustificables.
Algunos colegas opositores puntearon que el oficialismo sí tomó nota de lo acaecido. Ahora dicen que no volvió a citarse la re-re, lo cual es veraz. Dicen que los tonos y actitudes de Cristina reflejaron la decisión de bajar un cambio. Dicen que en algo andaría si no volvió a abusar de la cadena nacional. Por algo será, dicen, que Boudou ya no aparece con esa sonrisa permanente y causante de irritación masiva. Por algo habrá sido, dicen, que a ella se la ve más simpática, menos tensa, distendida, no tan provocadora. Acerca de esto último sería atinado si se ponen de acuerdo porque, justamente, se viene de una tapa revisteril que exhibió a la Presidenta en gestualidad orgásmica por su relación con las masas. La saltan de deprimida a bipolar, de bipolar a furiosa, de furiosa a autista y del autismo a la felicidad masturbatoria. ¿Eso es todo lo que se les ocurre como cuestionamiento político? Convengamos que semejante pobreza argumentativa refleja mucho, o todo, sobre cuál es el verdadero equipaje de la oposición. ¿Creen, honestamente, que la muchedumbre caceroleante, y la gran mayoría de quienes se quedaron en sus casas pero aprobando el repudio, salió a la calle porque está inflada de cadenas nacionales, de la re-re, de que no haya conferencias de prensa, de la sonrisa de Boudou? ¿De la “inseguridad”? Este aspecto sí puede ser incluido en el pésimo humor de los manifestantes, pero se desarma al contrastarlo con el tipo de salida que propondrían y aun si dejara de considerarse que cualquier estadística demuestra que no hay un incremento del delito violento. ¿Qué significa protestar contra la inseguridad en términos de solución? ¿Salir a pura bala, matar a como venga, institucionalizar el gatillo fácil? Sí. Pero no pueden decirlo. Por fortuna o militancia, el asentamiento de la democracia le puso una raya, grande, a que se tome como natural poder vomitar cualquier afirmación de anclaje facho, so pena de exposición absurda o maloliente. Se puede en el anonimato de los llamados sueltos a las radios, en las redes sociales o en las estrofas y carteles de una manifestación cada tanto. Pero no en forma generalizada. Es por esa misma autopista que circula lo auténticamente representativo de la irritabilidad del teflón. Es el dólar, estúpido. El cepo cambiario sobresalta a las porciones acomodadas de la sociedad. Y al imaginario de clase media: por obra de factores culturales históricos, estimulados hasta el hartazgo por los medios de comunicación, se termina convencido de que la cotización o acceso a la divisa norteamericana son determinantes para sentirse libres o en prisión. Pero eso tampoco pueden manifestarlo de manera consignista, porque es vergonzante. Y el Gobierno comete el enorme error de no ajustar su alocución, y sus disposiciones, a desflecar ese espíritu convocante del dólar.
Página 12 , 24 de setiembre de 2012.
El paisaje político continúa dominado por los ecos de las cacerolas, como no podía ser de otra manera. A la vista y en general, desde el oficialismo se persistió en minimizar lo ocurrido. Y la oposición siguió creyendo o diciendo que aconteció un punto de inflexión.
Aun entre quienes sólo simpatizan con el kirchnerismo pero sin ahorrarse críticas, causó impresión –con toda lógica– la violencia verbal que expresaron los manifestantes. Corridos varios días, ¿por qué no hubo condena a las barbaridades vistas y escuchadas, por parte de aquellos que puedan haberse exteriorizado con espíritu democrático? ¿Hubo de esa gente? Nadie se indignó frente a cánticos y consignas repugnantes. No se destacaron reprobaciones entre los portavoces mediáticos de la oposición. Los editorialistas de la prensa, oral y escrita, simplemente se dedicaron a insistir con la solicitud de que Cristina escuche el reclamo “popular”. ¿Qué es lo que tiene que escuchar? ¿Que se vaya con Néstor? ¿Que es una chorra? Dejemos esto para dentro de unas líneas, de todos modos. Por ahora, vale que la malignidad de los emblemas recortó al oficialismo en el desprecio porque de esta forma no puede dialogarse ni pretendiéndolo. Y en efecto, así no se puede hablar. Pero también, con toda lógica, la oposición se aferró a un número de embroncados callejeros que no estaba en el cálculo ajeno ni propio. Producido el hecho, y aunque la convocatoria no pasó por figura alguna de quienes enfrentan al Gobierno, bien que solamente desde el discurso, era obvio que buscarían potenciar la magnitud del caceroleo hasta esos límites comprensibles pero injustificables.
Algunos colegas opositores puntearon que el oficialismo sí tomó nota de lo acaecido. Ahora dicen que no volvió a citarse la re-re, lo cual es veraz. Dicen que los tonos y actitudes de Cristina reflejaron la decisión de bajar un cambio. Dicen que en algo andaría si no volvió a abusar de la cadena nacional. Por algo será, dicen, que Boudou ya no aparece con esa sonrisa permanente y causante de irritación masiva. Por algo habrá sido, dicen, que a ella se la ve más simpática, menos tensa, distendida, no tan provocadora. Acerca de esto último sería atinado si se ponen de acuerdo porque, justamente, se viene de una tapa revisteril que exhibió a la Presidenta en gestualidad orgásmica por su relación con las masas. La saltan de deprimida a bipolar, de bipolar a furiosa, de furiosa a autista y del autismo a la felicidad masturbatoria. ¿Eso es todo lo que se les ocurre como cuestionamiento político? Convengamos que semejante pobreza argumentativa refleja mucho, o todo, sobre cuál es el verdadero equipaje de la oposición. ¿Creen, honestamente, que la muchedumbre caceroleante, y la gran mayoría de quienes se quedaron en sus casas pero aprobando el repudio, salió a la calle porque está inflada de cadenas nacionales, de la re-re, de que no haya conferencias de prensa, de la sonrisa de Boudou? ¿De la “inseguridad”? Este aspecto sí puede ser incluido en el pésimo humor de los manifestantes, pero se desarma al contrastarlo con el tipo de salida que propondrían y aun si dejara de considerarse que cualquier estadística demuestra que no hay un incremento del delito violento. ¿Qué significa protestar contra la inseguridad en términos de solución? ¿Salir a pura bala, matar a como venga, institucionalizar el gatillo fácil? Sí. Pero no pueden decirlo. Por fortuna o militancia, el asentamiento de la democracia le puso una raya, grande, a que se tome como natural poder vomitar cualquier afirmación de anclaje facho, so pena de exposición absurda o maloliente. Se puede en el anonimato de los llamados sueltos a las radios, en las redes sociales o en las estrofas y carteles de una manifestación cada tanto. Pero no en forma generalizada. Es por esa misma autopista que circula lo auténticamente representativo de la irritabilidad del teflón. Es el dólar, estúpido. El cepo cambiario sobresalta a las porciones acomodadas de la sociedad. Y al imaginario de clase media: por obra de factores culturales históricos, estimulados hasta el hartazgo por los medios de comunicación, se termina convencido de que la cotización o acceso a la divisa norteamericana son determinantes para sentirse libres o en prisión. Pero eso tampoco pueden manifestarlo de manera consignista, porque es vergonzante. Y el Gobierno comete el enorme error de no ajustar su alocución, y sus disposiciones, a desflecar ese espíritu convocante del dólar.
Página 12 , 24 de setiembre de 2012.
ES EL DOLAR ESTUPIDO.
(Resúmen de la nota aparecida hoyen Página 12 firmada por Edaurdo Aliverti, "Afinar la sintonía")
"Cristina es una plebeya, linda, de temperamento jodido, frentera, capaz de haberse sobrepuesto a tragedias personales, con accionar reparador de las necesidades mayoritarias aunque nunca deje de recordar que no es el Che Guevara. Eso es insoportable para las señoras y señores que viven del goce a través de que haya los situados aplastadamente abajo. No tiene arreglo. Sí entre alguna burguesía dirigencial que comprende la necesidad de contar con liderazgo y reglas claras, así deba apartar fastidios o repelencias gorilas. No entre tilinguería mediáticamente comandada, que sesenta años después reproduce el festejo por el cáncer de Eva y por más que su comodidad dineraria no esté afectada. Pero lo que no dispone de arreglo tiene algunos acomodamientos, parciales, tal vez capaces de despejar cargas perniciosas.
Sintonía fina, ya que estamos. Siempre sin perder la noción de que uno no es más que un simple analista, cuyo poder se remite a escritura, micrófono, capacidad de convencimiento, pero no a las decisiones ejecutivas con que lidian a cada rato quienes ejercen el poder en serio, vayan ciertas apreciaciones de acción y comunicación. Están en línea con lo que es el motor no sólo de la furia enunciada por energúmenos de la marcha. Lo es de la gente que hasta aprobaría o dispensaría al Gobierno si no fuera por los embrollos en que se mete, en áreas de sensibilidad extrema. Por ejemplo, ¿cuánto da la cuenta anual de los argentinos que viajan al exterior con relación a la cantidad de divisas imprescindibles? ¿Es tan estremecedora, como para dejar(les) el flanco de que parecemos la Unión Soviética? ¿Puede ser, debe ser, que un día sea que hay que avisar a dónde se viaja, y al otro que hay que hacerlo con un mes de anticipación, y al otro que recién en la semana del viaje se consigna cuánto tiene habilitado cada viajero, y así sucesivamente? ¿No se dan cuenta de que por estas barrabasadas dispositivas, y/o informativas, es por donde se cuela buena parte de lo que el propio oficialismo denomina “cadena del desánimo”?
Quienes viajan al extranjero son una sólida minoría respecto de la suma poblacional, pero la construcción simbólica que se traza alrededor de ellos es fortísima. Desde la oposición periodística se escribió que la Presidenta está encrespada con el desaguisado que le indujeron las segundas líneas en la implementación de los dispositivos cambiarios. Aunque eso no la exima de responsabilidad, ojalá sea cierto. ¿Y no sería conveniente que se establezcan diferentes escalas de tipos y accesos de cambio? ¿No debe distinguirse entre los para qué de importaciones y requerimientos de divisas? Si es cierto, como lo es en poca, alguna o gran medida, que las dificultades mundiales nos cayeron encima sin comerla ni beberla, ¿no hay que explicarlo mejor y unívocamente, en lugar de brincar de resolución a resolución dando idea de que se opera en el rato a rato?
Salvador Treber, economista del Plan Fénix, lo dijo en una entrevista publicada por este diario el domingo anterior: “En 2011, la fuga de divisas fue de 18 mil millones. En el primer semestre de este año, (apenas) algo más de 3 mil (...) Las medidas son en general correctas, pero (...) torpemente implementadas. Me gustaría que sean más sutiles, menos torpes. Esas economías (de ajuste cambiario) las haría cualquier país del mundo. Las exportaciones bajaron 2 por ciento, que en un mundo en crisis no es nada (...) Brasil bajó 20 por ciento sus importaciones y nadie lo critica (...) Esto es una guerra de nervios, pero volvería a decir: ¡Por favor, funcionarios del Gobierno! ¡Sean más hábiles para tomar las medidas y no producir rechazo aun de las que están bien!”.
El firmante tiene la certeza de que si eso sucediera quedaría seriamente desarmado el centro del cuestionamiento que caceroleros, adyacentes y gente de buena fe no se animan a admitir como tal, como centro. El dólar, la sensación que provoca, las visiones que excita. No serviría, quedó dicho, para que dejen de bardear con la yegua, la chorra, la corrupción. Pero salir a la calle quedaría “circunscripto” a eso; a que no hay conferencias de prensa presidenciales; a que no se quiere más entradas en cadena; “a la inseguridad y había otra cosa más que no me acuerdo”, como dijo una manifestante en un testimonio para la historia. Saldrán igual, lo pueden hacer y de hecho lo harán. Pero no cabría envidiarles la antología del ridículo.
24/09/12 Página|12
"Cristina es una plebeya, linda, de temperamento jodido, frentera, capaz de haberse sobrepuesto a tragedias personales, con accionar reparador de las necesidades mayoritarias aunque nunca deje de recordar que no es el Che Guevara. Eso es insoportable para las señoras y señores que viven del goce a través de que haya los situados aplastadamente abajo. No tiene arreglo. Sí entre alguna burguesía dirigencial que comprende la necesidad de contar con liderazgo y reglas claras, así deba apartar fastidios o repelencias gorilas. No entre tilinguería mediáticamente comandada, que sesenta años después reproduce el festejo por el cáncer de Eva y por más que su comodidad dineraria no esté afectada. Pero lo que no dispone de arreglo tiene algunos acomodamientos, parciales, tal vez capaces de despejar cargas perniciosas.
Sintonía fina, ya que estamos. Siempre sin perder la noción de que uno no es más que un simple analista, cuyo poder se remite a escritura, micrófono, capacidad de convencimiento, pero no a las decisiones ejecutivas con que lidian a cada rato quienes ejercen el poder en serio, vayan ciertas apreciaciones de acción y comunicación. Están en línea con lo que es el motor no sólo de la furia enunciada por energúmenos de la marcha. Lo es de la gente que hasta aprobaría o dispensaría al Gobierno si no fuera por los embrollos en que se mete, en áreas de sensibilidad extrema. Por ejemplo, ¿cuánto da la cuenta anual de los argentinos que viajan al exterior con relación a la cantidad de divisas imprescindibles? ¿Es tan estremecedora, como para dejar(les) el flanco de que parecemos la Unión Soviética? ¿Puede ser, debe ser, que un día sea que hay que avisar a dónde se viaja, y al otro que hay que hacerlo con un mes de anticipación, y al otro que recién en la semana del viaje se consigna cuánto tiene habilitado cada viajero, y así sucesivamente? ¿No se dan cuenta de que por estas barrabasadas dispositivas, y/o informativas, es por donde se cuela buena parte de lo que el propio oficialismo denomina “cadena del desánimo”?
Quienes viajan al extranjero son una sólida minoría respecto de la suma poblacional, pero la construcción simbólica que se traza alrededor de ellos es fortísima. Desde la oposición periodística se escribió que la Presidenta está encrespada con el desaguisado que le indujeron las segundas líneas en la implementación de los dispositivos cambiarios. Aunque eso no la exima de responsabilidad, ojalá sea cierto. ¿Y no sería conveniente que se establezcan diferentes escalas de tipos y accesos de cambio? ¿No debe distinguirse entre los para qué de importaciones y requerimientos de divisas? Si es cierto, como lo es en poca, alguna o gran medida, que las dificultades mundiales nos cayeron encima sin comerla ni beberla, ¿no hay que explicarlo mejor y unívocamente, en lugar de brincar de resolución a resolución dando idea de que se opera en el rato a rato?
Salvador Treber, economista del Plan Fénix, lo dijo en una entrevista publicada por este diario el domingo anterior: “En 2011, la fuga de divisas fue de 18 mil millones. En el primer semestre de este año, (apenas) algo más de 3 mil (...) Las medidas son en general correctas, pero (...) torpemente implementadas. Me gustaría que sean más sutiles, menos torpes. Esas economías (de ajuste cambiario) las haría cualquier país del mundo. Las exportaciones bajaron 2 por ciento, que en un mundo en crisis no es nada (...) Brasil bajó 20 por ciento sus importaciones y nadie lo critica (...) Esto es una guerra de nervios, pero volvería a decir: ¡Por favor, funcionarios del Gobierno! ¡Sean más hábiles para tomar las medidas y no producir rechazo aun de las que están bien!”.
El firmante tiene la certeza de que si eso sucediera quedaría seriamente desarmado el centro del cuestionamiento que caceroleros, adyacentes y gente de buena fe no se animan a admitir como tal, como centro. El dólar, la sensación que provoca, las visiones que excita. No serviría, quedó dicho, para que dejen de bardear con la yegua, la chorra, la corrupción. Pero salir a la calle quedaría “circunscripto” a eso; a que no hay conferencias de prensa presidenciales; a que no se quiere más entradas en cadena; “a la inseguridad y había otra cosa más que no me acuerdo”, como dijo una manifestante en un testimonio para la historia. Saldrán igual, lo pueden hacer y de hecho lo harán. Pero no cabría envidiarles la antología del ridículo.
24/09/12 Página|12
“El peronismo tiene la organización de base más fuerte en toda América latina”
ERICK LANGER, EL CATEDRATICO DE GEORGETOWN QUE RECIBIRA A CRISTINA, HABLA SOBRE AMERICA LATINA, EL PERONISMO Y LA ERA NEOLIBERAL
“El peronismo tiene la organización de base más fuerte en toda América latina”
En diálogo con Página/12, el director del Centro de Estudios Latinoamericanos donde funcionará la Cátedra Argentina que abrirá la Presidenta explica por qué habla quechua y las razones de la justicia social y los liderazgos políticos fuertes.
Por Martín Granovsky
Desde Nueva York
A los 57 años, nacido el 22 de mayo de 1955, Erick Langer es un historiador experto en América latina que dirige el influyente Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Georgetown, en Washington. Langer aceptó hablar.
–Me parece muy interesante que el continente haya cambiado tanto en la última década y haya podido aprovechar desde el punto de vista económico un gran cambio mundial: la mayor presencia china.
–¿En qué aprovechó América latina a China en su opinión?
–China es un rival de los Estados Unidos que requiere materias primas de América latina. Eso contribuyó a que América latina pudiera enfrentar la crisis en mejores condiciones. No sin peligros, claro.
–¿Cuál sería el peligro?
–Que América latina no intensifique el proceso de elaboración de materias primas y siga exportando commodities. Es un desafío para todos los gobiernos de la región, sin excepciones. La ventaja es que a partir del 2000 América latina en general, y en particular Sudamérica, se liberaron de la dependencia respecto del modelo neoliberal de los Estados Unidos.
–¿En qué ve usted que ese modelo afectaba a la región?
–Creó un desasosiego de las clases medias y bajas en materia de distribución de la riqueza. Esa expresión no estaba, por supuesto, en el Consenso de Washington.
–El documento del Consenso exhortando a la desregulación y a desreglamentar la economía es de 1989. ¿No quedó nada?
–¿En la región? Prácticamente nada. Es un factor positivo para la región. –O sea: el crecimiento chino es un elemento positivo y la caída del Washington Consensus es otro punto bueno.
–Y le agrego un factor de peso: los Estados Unidos están muy preocupados por Medio Oriente y efectivamente no le han prestado mucha atención a América latina.
–Los académicos y los dirigentes políticos discuten siempre si eso es bueno o malo. Algunos sostienen que para América latina es mejor la situación cuando Washington se ocupa menos de ella.
–Bueno, en materia política hay un tema práctico a tener en cuenta. Le va a sonar casi redundante. Cuando Washington se ocupa menos, la injerencia es menor. La mayoría de las veces que los Estados Unidos pusieron la vista en otros sitios y no tanto en América latina, como en la Primera Guerra Mundial, la favorecida fue América latina. No pongo el ejemplo de la Segunda Guerra Mundial porque el fenómeno es mucho más complejo. Pero luego muchas veces el problema fue que los gobiernos del continente no fueron aliados de los Estados Unidos sino dependientes de Washington. No es lo mismo. Los Estados Unidos tenían el poder de imponerse. De imponer, incluso, un modelo que ya no funciona. Barack Obama se dio cuenta de eso, aunque su principal tema no sea América latina. Y antes de él, George Bush no estaba concentrado en América latina.
–Es decir que es bueno para la región que no haya una dedicación especial.
–¡Pero yo investigo América latina! ¿Usted quiere que me quede sin trabajo?
–Profesor, su curriculum en la parte de idiomas dice que habla quechua. ¿Dónde lo aprendió?
–En Stanford.
–¿Stanford, California?
–Exactamente. Ya me interesaba de antes la zona andina y después gracias al quechua pude hablar directamente en Bolivia para entrevistar a varios caciques andinos. Hace tiempo que no lo hablo, aunque lo entiendo bastante bien. ¿Sabe cuál es mi problema? ¿Con quién lo practico aquí?
–¿Por qué se interesó en la Sudamérica andina y en la zona del Chaco?
–Cuando era estudiante participé de un programa de intercambio y fui a Sucre. A un colegio jesuita. Me impactó de una forma tremenda vivir allá. Originalmente quería volver a Europa. Pasé en Alemania cinco años. Aquel viaje por Sudamérica fue increíble. Era junio, julio y agosto de 1973. Viajé por casi toda la región. Llegué a Chile cuando todavía estaba en el gobierno Salvador Allende. Estando en la Argentina, sólo de casualidad no fui uno de los presentes el 20 de junio de 1973, cuando volvió definitivamente Juan Domingo Perón. Me salvé de los tiros porque había decidido ir a Ezeiza y a último momento me llamaron unos amigos de Córdoba. Recorrí todo. Al Che Guevara lo habían matado poco tiempo antes.
–Claro, lo mataron en Bolivia en 1967, sólo seis años antes de su viaje. De su propio “Diario de motocicleta”. ¿Hasta dónde llegó?
–Hasta Medellín. De ahí volví en avión a los Estados Unidos. En Sucre y luego a través de mis investigaciones indagué en la resistencia campesina a lo que se podía llamar, grosso modo, la modernización. Para mí fue fascinante. Los investigadores no suelen tomar como objeto de estudio las regiones en declive sino en crecimiento. Hacen mal, porque es muy interesante. Yo traté de ver cómo se portaba la gente cuando todo iba peor y qué cambios sucedían, por ejemplo, de fines del siglo XIX al siglo XX, por el paso de la minería de la plata con centro en Potosí a la minería del estaño, que favoreció más al norte que al sur. El próximo proyecto incorporará el comercio en el norte de la Argentina, que investigué mucho en los últimos años. En el siglo XIX no había aún fronteras nacionales efectivas. Las fronteras económicas iban mucho más allá. Pensar en unidades nacionales en el siglo XIX es perder algunas perspectivas, como la de Bolivia, y no entender bien las relaciones y los cruces con el norte argentino, el chileno y el sur peruano. En ese momento me interesaron los chiriguanos. Pero ya mi tesis estaba avanzada y resolví dejar el tema para más adelante. Es gracioso, porque terminé publicando un libro 20 años después.
–Vi el título. Traducido sería Esperando peras del olmo: las misiones franciscanas en la frontera chiriguana en el corazón de Sudamérica, 1830-1949.
–Léalo, por favor. Espero que demuestre una madurez que antes no tenía como historiador. Mire, en aquel entonces ni se usaba la palabra “guaraní”. En el primer capítulo demuestro que el poder militar estaba a favor de los chiriguanos, y que con ese poder podían sacar el excedente de la sociedad criolla. En muchos casos fueron más poderosos que los propios criollos.
–Y todo por la rareza del intercambio en Sucre. Es una hermosísima ciudad poco conocida.
–Mejor que no la conozcan. Deje a Sucre así. Cuando me jubile quiero mudarme a Sucre y vivir en el casco viejo.
–Profesor, volvamos de los chiriguanos a los sudamericanos de hoy. ¿Usted comparte la visión que muestra, desde el punto de vista político, varias Sudaméricas ubicadas en extremos opuestos?
–Me parece que no hay una división tan tajante porque los procesos son muy parecidos. Tomemos de nuevo en consideración algunas realidades. Antes los chinos pensaban en Sudamérica como Chile porque los chilenos habían sido muy efectivos en venderse en China. Es decir que, en última instancia, no fueron tan diferentes a como terminaron siendo los demás, ¿no es cierto? En la actualidad Sudamérica tiene una realidad estable. Es una realidad común. Pero también, con sus diferencias, la protesta es un hábito común. Hay protestas antigubernamentales, más allá de los contenidos, en la Argentina, en Chile y en México. Y da la sensación de que a veces es difícil encasillar cada cosa como de derecha o de izquierda.
–¿Piensa también en la Argentina?
–Claro. A un gobierno de peronistas es difícil definirlo como de izquierda o de derecha. Hay un proceso político único a lo largo de la historia que no encaja muy bien en esos términos. Hablo desde la formación del peronismo. Juan Perón estaba muy convencido de los no alineados. El justicialismo es una mezcla de muchas ideologías. Aun hoy es difícil definir a los Kirchner como de izquierda y quedarse en eso como toda explicación. El peronismo tiene una organización de base mucho más fuerte que cualquier otro partido político en toda América latina y puede arrasar en las urnas. Se organiza muy bien. Recogió la herencia y la retórica de cuidar a los obreros, que es muy importante. Veamos una diferencia con mi país. En los Estados Unidos no existe una izquierda. Sí existe una derecha. En ese sentido, hoy la Argentina está volviendo a un cauce natural. Carlos Menem obviamente fue peronista pero tenía otras características y fue una excepción en esa trayectoria.
–Es justo la época del Consenso de Washington, que resumió las experiencias prácticas de Ronald Reagan y Margaret Thatcher.
–Sí, la década del ’90.
–Usted decía que hablar de izquierda o derecha no agota un análisis. ¿Y la noción de populismo lo satisface como concepto?
–Tampoco alcanza. Es muy difícil definir qué es populismo. Dicho ahora, es distinto de cuando un investigador lo aplicaba en los años ’30 o ’40, una época muy ligada al comienzo de las etapas de sustitución de importaciones industriales. Hoy puede haber experiencias de sustitución, pero siempre la base es la búsqueda de un tipo de relación con la economía mundial. Lo que sí se podría rescatar, y hay una herencia muy larga de Juan Manuel de Rosas en adelante, es la importancia que puede tener un jefe político que sea un personaje carismático. Esto hace que la política pueda volverse muy personalista. Ahí sí tendríamos una característica populista. De todos modos, la clave es si se trasponen o no los límites de la democracia. Mientras la oposición pueda ganar (si lo hace o no, es otro tema) está todo bien. No hablo sólo de la Argentina. Pasa en todos los países.
–¿Los opositores tienen la misma característica en todos lados?
–No. Pero sí hay un elemento común: la oposición está muy desorganizada en todos los países donde hay líderes fuertes.
–¿Hay líderes fuertes porque no hay oposición organizada o hay oposición desorganizada por la existencia de liderazgos fuertes?
–El populismo tiene una virtud y una desventaja: abarca muchas corrientes políticas. Y esas diferentes corrientes se manifiestan en el líder. En cambio la oposición no tiene muchos intereses en común y entonces las diversas corrientes no se unen. La única excepción debe ser Venezuela, donde la Mesa de Unidad Democrática se pudo unir frente a Hugo Chávez. Pero inclusive allí hay que ver si ganan. Y aun si ganaran habría que ver si podrían seguir unificados, porque están incorporando tendencias políticas diametralmente opuestas.
–¿Está haciendo un pronóstico electoral sobre el duelo entre Hugo Chávez y Henrique Capriles en las presidenciales del 7 de octubre?
–No me dedico a los pronósticos ni a especular. Es un campo ajeno al mío. A mí, como historiador, me resulta más fácil analizar hacia atrás que dedicarme a decir qué pasará en el futuro. Si supiera el resultado de las elecciones en Venezuela, quizá tendría otra profesión y quién sabe si no estaría más cerca de vivir en mi casita de Sucre.
–Bien. Lo dejo en el pasado. ¿Qué otro momento de la Argentina vivió, además del ’73 y la vuelta de Perón?
–Fui becario de la Fullbright en el 2000. Gobernaba Fernando de la Rúa. Vi la caída, con el corralito y el drama social. Y después se produjo la extraordinaria recuperación económica que ustedes experimentaron. De todos modos, hoy me parece que hay que observar mucho la velocidad relativamente menor de crecimiento de la economía china y evaluar si América latina es capaz de saltar hacia otro modelo que en el futuro no la haga depender de la venta de materias primas. No sé si usted sabe que, cuando conversan en privado, muchos dirigentes chinos equiparan a América latina con Africa.
–¿En qué se basan?
–En las perspectivas de utilización económica. No entienden las diferencias enormes. América latina es otro mundo, distinto de Africa. Pero eso piensan muchos dirigentes chinos.
–¿Por qué estuvo de acuerdo en crear la Cátedra Argentina?
–El embajador Jorge Argüello vino y me lo propuso. Me pareció bien. Pensamos en establecer un espacio académico porque nos parecía que la Argentina es un país sumamente importante en América latina. La Cátedra Argentina será una forma constructiva de poner la Argentina en el tapete para que la gente en Washington se dé cuenta de la complejidad del país. Para mejorar las relaciones es necesario mejorar la difusión y el conocimiento. El desconocimiento crea problemas. Es un proyecto de largo alcance. Esa Cátedra Argentina debe durar muchos años y no depender de la administración política de turno. Por eso necesitamos recursos. El mismo embajador me decía que él quería que siguiera adelante. Brasil ha ganado un gran espacio en Washington. Es lógico. Brasil está creciendo y tiene importancia mundial. Pero hay países tan importantes como Brasil y nuestro objetivo es mantener en pantalla también a la Argentina.
–¿Quiénes deberían mirar esa pantalla?
–Los estudiantes, por supuesto, y toda la comunidad académica. Pero, aún más allá, el conjunto de latinoamericanistas, de expertos en América latina, y funcionarios y dirigentes. Que conozcan más la Argentina y la tomen en cuenta, porque es importante para mantener buenas relaciones en América latina y el Cono Sur en general.
–¿Desde cuándo está en la Universidad de Georgetown?
–Desde 1999. Era el único latinoamericanista con una cátedra y no podía conseguir estudiantes graduados. Ahora tengo varios estudiantes de doctorado. Quería meterme en esto. Georgetown es más conocida como universidad que otras y tiene un componente de comunidad universitaria que me atrajo mucho.
–Su libro sobre los chiriguanos está relacionado con una misión franciscana. Pero usted trabaja en una universidad con tradición de estar ligada a la Compañía de Jesús.
–Aunque le agrego un dato: en los últimos diez años por primera vez en la historia de Georgetown no hay un presidente jesuita. Su presencia física disminuyó. Su espíritu es muy importante, porque se trata de una cultura universitaria que le presta atención al ser humano total, lo cual no se da en otras universidades. Para un profesor con trayectoria eso es apasionante. Todos enseñamos a los estudiantes, tanto de pregrado como de posgrado. También somos una universidad de investigación. Y no dejamos de lado el componente de justicia social. Trabajando sobre el tema de los movimientos indígenas me pareció que podía formar parte de un equipo que tuviera interés en temas de justicia social.
–Es uno de los temas comunes de Sudamérica.
–Sí. Se debe en buena medida a las críticas y los problemas del modelo neoliberal anterior, basado en el enriquecimiento de uno por sobre los demás. Un modelo que a la larga no funciona. Es una lucha que, como se habrá dado cuenta, también libramos en los Estados Unidos. Hay dos posiciones muy diferentes sobre cómo debería ser el Estado y a quiénes debería favorecer.
–El candidato republicano Mitt Romney acaba de reivindicar el principio de dejar a una parte de la población librada a su suerte.
–El famoso comentario sobre el 47 por ciento que depende del Estado. La libertad económica para todos está muy bien. Pero los mercados por sí mismos no alcanzan. Hace falta un Estado que regule para que los más poderosos y ricos no puedan aprovecharse de todo el resto.
martin.granovsky@gmail.com
“El peronismo tiene la organización de base más fuerte en toda América latina”
En diálogo con Página/12, el director del Centro de Estudios Latinoamericanos donde funcionará la Cátedra Argentina que abrirá la Presidenta explica por qué habla quechua y las razones de la justicia social y los liderazgos políticos fuertes.
Por Martín Granovsky
Desde Nueva York
A los 57 años, nacido el 22 de mayo de 1955, Erick Langer es un historiador experto en América latina que dirige el influyente Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Georgetown, en Washington. Langer aceptó hablar.
–Me parece muy interesante que el continente haya cambiado tanto en la última década y haya podido aprovechar desde el punto de vista económico un gran cambio mundial: la mayor presencia china.
–¿En qué aprovechó América latina a China en su opinión?
–China es un rival de los Estados Unidos que requiere materias primas de América latina. Eso contribuyó a que América latina pudiera enfrentar la crisis en mejores condiciones. No sin peligros, claro.
–¿Cuál sería el peligro?
–Que América latina no intensifique el proceso de elaboración de materias primas y siga exportando commodities. Es un desafío para todos los gobiernos de la región, sin excepciones. La ventaja es que a partir del 2000 América latina en general, y en particular Sudamérica, se liberaron de la dependencia respecto del modelo neoliberal de los Estados Unidos.
–¿En qué ve usted que ese modelo afectaba a la región?
–Creó un desasosiego de las clases medias y bajas en materia de distribución de la riqueza. Esa expresión no estaba, por supuesto, en el Consenso de Washington.
–El documento del Consenso exhortando a la desregulación y a desreglamentar la economía es de 1989. ¿No quedó nada?
–¿En la región? Prácticamente nada. Es un factor positivo para la región. –O sea: el crecimiento chino es un elemento positivo y la caída del Washington Consensus es otro punto bueno.
–Y le agrego un factor de peso: los Estados Unidos están muy preocupados por Medio Oriente y efectivamente no le han prestado mucha atención a América latina.
–Los académicos y los dirigentes políticos discuten siempre si eso es bueno o malo. Algunos sostienen que para América latina es mejor la situación cuando Washington se ocupa menos de ella.
–Bueno, en materia política hay un tema práctico a tener en cuenta. Le va a sonar casi redundante. Cuando Washington se ocupa menos, la injerencia es menor. La mayoría de las veces que los Estados Unidos pusieron la vista en otros sitios y no tanto en América latina, como en la Primera Guerra Mundial, la favorecida fue América latina. No pongo el ejemplo de la Segunda Guerra Mundial porque el fenómeno es mucho más complejo. Pero luego muchas veces el problema fue que los gobiernos del continente no fueron aliados de los Estados Unidos sino dependientes de Washington. No es lo mismo. Los Estados Unidos tenían el poder de imponerse. De imponer, incluso, un modelo que ya no funciona. Barack Obama se dio cuenta de eso, aunque su principal tema no sea América latina. Y antes de él, George Bush no estaba concentrado en América latina.
–Es decir que es bueno para la región que no haya una dedicación especial.
–¡Pero yo investigo América latina! ¿Usted quiere que me quede sin trabajo?
–Profesor, su curriculum en la parte de idiomas dice que habla quechua. ¿Dónde lo aprendió?
–En Stanford.
–¿Stanford, California?
–Exactamente. Ya me interesaba de antes la zona andina y después gracias al quechua pude hablar directamente en Bolivia para entrevistar a varios caciques andinos. Hace tiempo que no lo hablo, aunque lo entiendo bastante bien. ¿Sabe cuál es mi problema? ¿Con quién lo practico aquí?
–¿Por qué se interesó en la Sudamérica andina y en la zona del Chaco?
–Cuando era estudiante participé de un programa de intercambio y fui a Sucre. A un colegio jesuita. Me impactó de una forma tremenda vivir allá. Originalmente quería volver a Europa. Pasé en Alemania cinco años. Aquel viaje por Sudamérica fue increíble. Era junio, julio y agosto de 1973. Viajé por casi toda la región. Llegué a Chile cuando todavía estaba en el gobierno Salvador Allende. Estando en la Argentina, sólo de casualidad no fui uno de los presentes el 20 de junio de 1973, cuando volvió definitivamente Juan Domingo Perón. Me salvé de los tiros porque había decidido ir a Ezeiza y a último momento me llamaron unos amigos de Córdoba. Recorrí todo. Al Che Guevara lo habían matado poco tiempo antes.
–Claro, lo mataron en Bolivia en 1967, sólo seis años antes de su viaje. De su propio “Diario de motocicleta”. ¿Hasta dónde llegó?
–Hasta Medellín. De ahí volví en avión a los Estados Unidos. En Sucre y luego a través de mis investigaciones indagué en la resistencia campesina a lo que se podía llamar, grosso modo, la modernización. Para mí fue fascinante. Los investigadores no suelen tomar como objeto de estudio las regiones en declive sino en crecimiento. Hacen mal, porque es muy interesante. Yo traté de ver cómo se portaba la gente cuando todo iba peor y qué cambios sucedían, por ejemplo, de fines del siglo XIX al siglo XX, por el paso de la minería de la plata con centro en Potosí a la minería del estaño, que favoreció más al norte que al sur. El próximo proyecto incorporará el comercio en el norte de la Argentina, que investigué mucho en los últimos años. En el siglo XIX no había aún fronteras nacionales efectivas. Las fronteras económicas iban mucho más allá. Pensar en unidades nacionales en el siglo XIX es perder algunas perspectivas, como la de Bolivia, y no entender bien las relaciones y los cruces con el norte argentino, el chileno y el sur peruano. En ese momento me interesaron los chiriguanos. Pero ya mi tesis estaba avanzada y resolví dejar el tema para más adelante. Es gracioso, porque terminé publicando un libro 20 años después.
–Vi el título. Traducido sería Esperando peras del olmo: las misiones franciscanas en la frontera chiriguana en el corazón de Sudamérica, 1830-1949.
–Léalo, por favor. Espero que demuestre una madurez que antes no tenía como historiador. Mire, en aquel entonces ni se usaba la palabra “guaraní”. En el primer capítulo demuestro que el poder militar estaba a favor de los chiriguanos, y que con ese poder podían sacar el excedente de la sociedad criolla. En muchos casos fueron más poderosos que los propios criollos.
–Y todo por la rareza del intercambio en Sucre. Es una hermosísima ciudad poco conocida.
–Mejor que no la conozcan. Deje a Sucre así. Cuando me jubile quiero mudarme a Sucre y vivir en el casco viejo.
–Profesor, volvamos de los chiriguanos a los sudamericanos de hoy. ¿Usted comparte la visión que muestra, desde el punto de vista político, varias Sudaméricas ubicadas en extremos opuestos?
–Me parece que no hay una división tan tajante porque los procesos son muy parecidos. Tomemos de nuevo en consideración algunas realidades. Antes los chinos pensaban en Sudamérica como Chile porque los chilenos habían sido muy efectivos en venderse en China. Es decir que, en última instancia, no fueron tan diferentes a como terminaron siendo los demás, ¿no es cierto? En la actualidad Sudamérica tiene una realidad estable. Es una realidad común. Pero también, con sus diferencias, la protesta es un hábito común. Hay protestas antigubernamentales, más allá de los contenidos, en la Argentina, en Chile y en México. Y da la sensación de que a veces es difícil encasillar cada cosa como de derecha o de izquierda.
–¿Piensa también en la Argentina?
–Claro. A un gobierno de peronistas es difícil definirlo como de izquierda o de derecha. Hay un proceso político único a lo largo de la historia que no encaja muy bien en esos términos. Hablo desde la formación del peronismo. Juan Perón estaba muy convencido de los no alineados. El justicialismo es una mezcla de muchas ideologías. Aun hoy es difícil definir a los Kirchner como de izquierda y quedarse en eso como toda explicación. El peronismo tiene una organización de base mucho más fuerte que cualquier otro partido político en toda América latina y puede arrasar en las urnas. Se organiza muy bien. Recogió la herencia y la retórica de cuidar a los obreros, que es muy importante. Veamos una diferencia con mi país. En los Estados Unidos no existe una izquierda. Sí existe una derecha. En ese sentido, hoy la Argentina está volviendo a un cauce natural. Carlos Menem obviamente fue peronista pero tenía otras características y fue una excepción en esa trayectoria.
–Es justo la época del Consenso de Washington, que resumió las experiencias prácticas de Ronald Reagan y Margaret Thatcher.
–Sí, la década del ’90.
–Usted decía que hablar de izquierda o derecha no agota un análisis. ¿Y la noción de populismo lo satisface como concepto?
–Tampoco alcanza. Es muy difícil definir qué es populismo. Dicho ahora, es distinto de cuando un investigador lo aplicaba en los años ’30 o ’40, una época muy ligada al comienzo de las etapas de sustitución de importaciones industriales. Hoy puede haber experiencias de sustitución, pero siempre la base es la búsqueda de un tipo de relación con la economía mundial. Lo que sí se podría rescatar, y hay una herencia muy larga de Juan Manuel de Rosas en adelante, es la importancia que puede tener un jefe político que sea un personaje carismático. Esto hace que la política pueda volverse muy personalista. Ahí sí tendríamos una característica populista. De todos modos, la clave es si se trasponen o no los límites de la democracia. Mientras la oposición pueda ganar (si lo hace o no, es otro tema) está todo bien. No hablo sólo de la Argentina. Pasa en todos los países.
–¿Los opositores tienen la misma característica en todos lados?
–No. Pero sí hay un elemento común: la oposición está muy desorganizada en todos los países donde hay líderes fuertes.
–¿Hay líderes fuertes porque no hay oposición organizada o hay oposición desorganizada por la existencia de liderazgos fuertes?
–El populismo tiene una virtud y una desventaja: abarca muchas corrientes políticas. Y esas diferentes corrientes se manifiestan en el líder. En cambio la oposición no tiene muchos intereses en común y entonces las diversas corrientes no se unen. La única excepción debe ser Venezuela, donde la Mesa de Unidad Democrática se pudo unir frente a Hugo Chávez. Pero inclusive allí hay que ver si ganan. Y aun si ganaran habría que ver si podrían seguir unificados, porque están incorporando tendencias políticas diametralmente opuestas.
–¿Está haciendo un pronóstico electoral sobre el duelo entre Hugo Chávez y Henrique Capriles en las presidenciales del 7 de octubre?
–No me dedico a los pronósticos ni a especular. Es un campo ajeno al mío. A mí, como historiador, me resulta más fácil analizar hacia atrás que dedicarme a decir qué pasará en el futuro. Si supiera el resultado de las elecciones en Venezuela, quizá tendría otra profesión y quién sabe si no estaría más cerca de vivir en mi casita de Sucre.
–Bien. Lo dejo en el pasado. ¿Qué otro momento de la Argentina vivió, además del ’73 y la vuelta de Perón?
–Fui becario de la Fullbright en el 2000. Gobernaba Fernando de la Rúa. Vi la caída, con el corralito y el drama social. Y después se produjo la extraordinaria recuperación económica que ustedes experimentaron. De todos modos, hoy me parece que hay que observar mucho la velocidad relativamente menor de crecimiento de la economía china y evaluar si América latina es capaz de saltar hacia otro modelo que en el futuro no la haga depender de la venta de materias primas. No sé si usted sabe que, cuando conversan en privado, muchos dirigentes chinos equiparan a América latina con Africa.
–¿En qué se basan?
–En las perspectivas de utilización económica. No entienden las diferencias enormes. América latina es otro mundo, distinto de Africa. Pero eso piensan muchos dirigentes chinos.
–¿Por qué estuvo de acuerdo en crear la Cátedra Argentina?
–El embajador Jorge Argüello vino y me lo propuso. Me pareció bien. Pensamos en establecer un espacio académico porque nos parecía que la Argentina es un país sumamente importante en América latina. La Cátedra Argentina será una forma constructiva de poner la Argentina en el tapete para que la gente en Washington se dé cuenta de la complejidad del país. Para mejorar las relaciones es necesario mejorar la difusión y el conocimiento. El desconocimiento crea problemas. Es un proyecto de largo alcance. Esa Cátedra Argentina debe durar muchos años y no depender de la administración política de turno. Por eso necesitamos recursos. El mismo embajador me decía que él quería que siguiera adelante. Brasil ha ganado un gran espacio en Washington. Es lógico. Brasil está creciendo y tiene importancia mundial. Pero hay países tan importantes como Brasil y nuestro objetivo es mantener en pantalla también a la Argentina.
–¿Quiénes deberían mirar esa pantalla?
–Los estudiantes, por supuesto, y toda la comunidad académica. Pero, aún más allá, el conjunto de latinoamericanistas, de expertos en América latina, y funcionarios y dirigentes. Que conozcan más la Argentina y la tomen en cuenta, porque es importante para mantener buenas relaciones en América latina y el Cono Sur en general.
–¿Desde cuándo está en la Universidad de Georgetown?
–Desde 1999. Era el único latinoamericanista con una cátedra y no podía conseguir estudiantes graduados. Ahora tengo varios estudiantes de doctorado. Quería meterme en esto. Georgetown es más conocida como universidad que otras y tiene un componente de comunidad universitaria que me atrajo mucho.
–Su libro sobre los chiriguanos está relacionado con una misión franciscana. Pero usted trabaja en una universidad con tradición de estar ligada a la Compañía de Jesús.
–Aunque le agrego un dato: en los últimos diez años por primera vez en la historia de Georgetown no hay un presidente jesuita. Su presencia física disminuyó. Su espíritu es muy importante, porque se trata de una cultura universitaria que le presta atención al ser humano total, lo cual no se da en otras universidades. Para un profesor con trayectoria eso es apasionante. Todos enseñamos a los estudiantes, tanto de pregrado como de posgrado. También somos una universidad de investigación. Y no dejamos de lado el componente de justicia social. Trabajando sobre el tema de los movimientos indígenas me pareció que podía formar parte de un equipo que tuviera interés en temas de justicia social.
–Es uno de los temas comunes de Sudamérica.
–Sí. Se debe en buena medida a las críticas y los problemas del modelo neoliberal anterior, basado en el enriquecimiento de uno por sobre los demás. Un modelo que a la larga no funciona. Es una lucha que, como se habrá dado cuenta, también libramos en los Estados Unidos. Hay dos posiciones muy diferentes sobre cómo debería ser el Estado y a quiénes debería favorecer.
–El candidato republicano Mitt Romney acaba de reivindicar el principio de dejar a una parte de la población librada a su suerte.
–El famoso comentario sobre el 47 por ciento que depende del Estado. La libertad económica para todos está muy bien. Pero los mercados por sí mismos no alcanzan. Hace falta un Estado que regule para que los más poderosos y ricos no puedan aprovecharse de todo el resto.
martin.granovsky@gmail.com
24/09/12 Página|12
NO HAY TE DE CEYLAN
NO HAY TE DE CEYLAN- Enrique Santos Discepolo
Resulta que antes no te importaba nada
y ahora te importa todo.
Sobre todo lo chiquito.
Pasaste de náufrago a financista
sin bajarte del bote.
Vos, sí, vos, que ya estabas acostumbrado a saber
Pasaste de náufrago a financista
sin bajarte del bote.
Vos, sí, vos, que ya estabas acostumbrado a saber
que tu patria era la factoría de alguien y te encontraste con que te hacían el regalo de una patria nueva, y entonces, en vez de dar las gracias por el sobretodo de vicuña, dijiste que había una pelusa en la manga y que vos no lo querías derecho sino cruzado.
¡Pero con el sobretodo te quedaste!
Entonces, ¿qué me vas a contar a mí?
¿A quién le llevás la contra?
Antes no te importaba nada
y ahora te importa todo.
Y protestás. ¿Y por qué protestás?
¡Ah, no hay té de Ceilán!
Eso es tremendo. ¡Mirá qué problema!
Leche hay, leche sobra; tus hijos, que alguna vez miraban la nata por turno, ahora pueden irse a la escuela con la vaca puesta.
¡Pero no hay té de Ceilán!
Y, según vos, no se puede vivir sin té de Ceilán.
Te pasaste la vida tomando mate cocido, pero ahora me planteás un problema de Estado porque no hay té de Ceilán.
Claro, ahora la flota es tuya, ahora los teléfonos son tuyos, ahora los ferrocarriles son tuyos, ahora el gas es tuyo, pero… ¡no hay té de Ceilán!
Para entrar en un movimiento de recuperación como este al que estamos asistiendo, han tenido que cambiar de sitio muchas cosas y muchas ideas; algunas, monumentales; otras, llenas de amor o de ingenio: ¡todas asombrosas!
El país empezó a caminar de otra manera, sin que lo metieran en el andador o lo llevasen atado de una cuerda; el país se estructuró durante la marcha misma; ¡el país remueve sus cimientos y rehace su historia!
Pero, claro, vos estás preocupado, y yo lo comprendo: porque no hay té de Ceilán.
¡Ah… ni queso!
¡No hay queso! ¡Mirá qué problema! ¿Me vas a decir a mí que no es un problema?
Antes no había nada de nada, ni dinero, ni indemnización, ni amparo a la vejez, y vos no decías ni medio; vos no protestabas nunca, vos te conformabas con una vida de araña.
Ahora ganás bien; ahora están protegidos vos y tus hijos y tus padres. Sí; pero tenés razón: ¡no hay queso!
Hay miles de escuelas nuevas, hogares de tránsito, millones y millones para comprar la sonrisa de los pobres; sí, pero, claro, ¡no hay queso!
Tenés el aeropuerto, pero no tenés queso. Sería un problema para que se preocupase la vaca y no vos, pero te preocupás vos.
Mirá, la tuya es la preocupación del resentido que no puede perdonarle la patriada a los salvadores.
Para alcanzar lo que se está alcanzando hubo que resistir y que vencer las más crueles penitencias del extranjero y los más ingratos sabotajes a este momento de lucha y de felicidad.
Porque vos estás ganando una guerra. Y la estás ganando mientras vas al cine, comés cuatro veces al día y sentís el ruido alegre y rendidor que hace el metabolismo de todos los tuyos.
Porque es la primera vez que la guerra la hacen cincuenta personas mientras dieciséis millones duermen tranquilas porque tienen trabajo y encuentran respeto.
Cuando las colas se formaban no para tomar un ómnibus o comprar un pollo o depositar en la caja de ahorro, como ahora, sino para pedir angustiosamente un pedazo de carne en aquella vergonzante olla popular, o un empleo en una agencia de colocaciones que nunca lo daba, entonces vos veías pasar el desfile de los desesperados y no se te movía un pelo, no.
Es ahora cuando te parás a mirar el desfile de tus hermanos que se ríen, que están contentos… pero eso no te alegra porque, para que ellos alcanzaran esa felicidad... ¡ha sido necesario que escasease el queso!!!
No importa que tu patria haya tenido problemas de gigantes, y que esos problemas los hayan resuelto personas.
Vos seguís con el problema chiquito, vos seguís buscándole la hipotenusa al teorema de la cucaracha, ¡vos, el mismo que está preocupado porque no puede tomar té de Ceilán! Y durante toda tu vida tomaste mate!
¿Y a quién se la querás contar?
¿A mí, que tengo esta memoria de elefante?
¡Nooooo, a mí no me la vas a contar!"
Enrique Santos Discépolo – 1951
¡Pero con el sobretodo te quedaste!
Entonces, ¿qué me vas a contar a mí?
¿A quién le llevás la contra?
Antes no te importaba nada
y ahora te importa todo.
Y protestás. ¿Y por qué protestás?
¡Ah, no hay té de Ceilán!
Eso es tremendo. ¡Mirá qué problema!
Leche hay, leche sobra; tus hijos, que alguna vez miraban la nata por turno, ahora pueden irse a la escuela con la vaca puesta.
¡Pero no hay té de Ceilán!
Y, según vos, no se puede vivir sin té de Ceilán.
Te pasaste la vida tomando mate cocido, pero ahora me planteás un problema de Estado porque no hay té de Ceilán.
Claro, ahora la flota es tuya, ahora los teléfonos son tuyos, ahora los ferrocarriles son tuyos, ahora el gas es tuyo, pero… ¡no hay té de Ceilán!
Para entrar en un movimiento de recuperación como este al que estamos asistiendo, han tenido que cambiar de sitio muchas cosas y muchas ideas; algunas, monumentales; otras, llenas de amor o de ingenio: ¡todas asombrosas!
El país empezó a caminar de otra manera, sin que lo metieran en el andador o lo llevasen atado de una cuerda; el país se estructuró durante la marcha misma; ¡el país remueve sus cimientos y rehace su historia!
Pero, claro, vos estás preocupado, y yo lo comprendo: porque no hay té de Ceilán.
¡Ah… ni queso!
¡No hay queso! ¡Mirá qué problema! ¿Me vas a decir a mí que no es un problema?
Antes no había nada de nada, ni dinero, ni indemnización, ni amparo a la vejez, y vos no decías ni medio; vos no protestabas nunca, vos te conformabas con una vida de araña.
Ahora ganás bien; ahora están protegidos vos y tus hijos y tus padres. Sí; pero tenés razón: ¡no hay queso!
Hay miles de escuelas nuevas, hogares de tránsito, millones y millones para comprar la sonrisa de los pobres; sí, pero, claro, ¡no hay queso!
Tenés el aeropuerto, pero no tenés queso. Sería un problema para que se preocupase la vaca y no vos, pero te preocupás vos.
Mirá, la tuya es la preocupación del resentido que no puede perdonarle la patriada a los salvadores.
Para alcanzar lo que se está alcanzando hubo que resistir y que vencer las más crueles penitencias del extranjero y los más ingratos sabotajes a este momento de lucha y de felicidad.
Porque vos estás ganando una guerra. Y la estás ganando mientras vas al cine, comés cuatro veces al día y sentís el ruido alegre y rendidor que hace el metabolismo de todos los tuyos.
Porque es la primera vez que la guerra la hacen cincuenta personas mientras dieciséis millones duermen tranquilas porque tienen trabajo y encuentran respeto.
Cuando las colas se formaban no para tomar un ómnibus o comprar un pollo o depositar en la caja de ahorro, como ahora, sino para pedir angustiosamente un pedazo de carne en aquella vergonzante olla popular, o un empleo en una agencia de colocaciones que nunca lo daba, entonces vos veías pasar el desfile de los desesperados y no se te movía un pelo, no.
Es ahora cuando te parás a mirar el desfile de tus hermanos que se ríen, que están contentos… pero eso no te alegra porque, para que ellos alcanzaran esa felicidad... ¡ha sido necesario que escasease el queso!!!
No importa que tu patria haya tenido problemas de gigantes, y que esos problemas los hayan resuelto personas.
Vos seguís con el problema chiquito, vos seguís buscándole la hipotenusa al teorema de la cucaracha, ¡vos, el mismo que está preocupado porque no puede tomar té de Ceilán! Y durante toda tu vida tomaste mate!
¿Y a quién se la querás contar?
¿A mí, que tengo esta memoria de elefante?
¡Nooooo, a mí no me la vas a contar!"
Enrique Santos Discépolo – 1951
BATALLA DE TUCUMAN
La desobediencia de Belgrano
La tarde del 25 de Mayo, Belgrano hace jurar la bandera en Jujuy, pero la Junta (Rivadavia) le reprocha “…la reparación de tamaño desorden (la jura de la Bandera) …” (ya se lo habían reprochado en Rosario).
El ejército de Belgrano ante el avance de los Españoles, inicia el éxodo del pueblo Jujeño hacia Tucumán, donde decide resistir apoyado por el entusiasmo de la gente ”Sin mas armas que unas lanzas improvisadas, sin uniforme, ni otra montura que la silla y los guardamontes. No tenían disciplina ni tiempo de aprender al voces de mando, pero les sobraba entusiasmo...”
Rivadavia lo increpa para que se retire a Córdoba pero Belgrano escribe: “ Algo es preciso aventurar y ésta es la ocasión de hacerlo; voy a presentar batalla fuera del pueblo y en caso desagraciado me encerraré en la plaza hasta concluir con honor …..”.
Todavía el 29 insistía Rivadavia en la Retirada: “ Así lo ordena y manda este Gobierno por última vez…..la falta de cumplimiento de ella le deberá a V.S. los mas graves cargos de responsabilidad” (J.M.Rosa. Historia Argentina)
Finalmente hace frente y derrota a los realistas que deberán retirarse con grandes pérdidas de hombres y equipos militares. ( ¡que patriota Rivadavia !...menos mal que teníamos algunos patriotas “desobedientes”)
La batalla de Tucumán - 24 de septiembre de 1812
Durante su marcha a Tucumán ha recibido Belgrano una nueva y perentoria orden del Triunvirato para que se retire sobre Córdoba definitivamente, dejando en consecuencia libradas a su propia suerte las provincias del noroeste. Pero el general contesta que está decidido a presentar batalla porque lo estima indispensable. Por eso mismo, se encarga de incitar al pueblo tucumano para obtener su apoyo. Lo consigue, y para ello cuenta con la ayuda de algunas viejas familias patricias. Los poderosos Aráoz, virtuales dueños de la ciudad, vinculados a su ejército por dos de sus familiares Díaz Vélez, cuya madre es Aráoz, y el joven teniente Gregorio Aráoz de La Madrid, volcarán todo su prestigio y ascendiente en la causa patriota.
La tarde del 25 de Mayo, Belgrano hace jurar la bandera en Jujuy, pero la Junta (Rivadavia) le reprocha “…la reparación de tamaño desorden (la jura de la Bandera) …” (ya se lo habían reprochado en Rosario).
El ejército de Belgrano ante el avance de los Españoles, inicia el éxodo del pueblo Jujeño hacia Tucumán, donde decide resistir apoyado por el entusiasmo de la gente ”Sin mas armas que unas lanzas improvisadas, sin uniforme, ni otra montura que la silla y los guardamontes. No tenían disciplina ni tiempo de aprender al voces de mando, pero les sobraba entusiasmo...”
Rivadavia lo increpa para que se retire a Córdoba pero Belgrano escribe: “ Algo es preciso aventurar y ésta es la ocasión de hacerlo; voy a presentar batalla fuera del pueblo y en caso desagraciado me encerraré en la plaza hasta concluir con honor …..”.
Todavía el 29 insistía Rivadavia en la Retirada: “ Así lo ordena y manda este Gobierno por última vez…..la falta de cumplimiento de ella le deberá a V.S. los mas graves cargos de responsabilidad” (J.M.Rosa. Historia Argentina)
Finalmente hace frente y derrota a los realistas que deberán retirarse con grandes pérdidas de hombres y equipos militares. ( ¡que patriota Rivadavia !...menos mal que teníamos algunos patriotas “desobedientes”)
La batalla de Tucumán - 24 de septiembre de 1812
Durante su marcha a Tucumán ha recibido Belgrano una nueva y perentoria orden del Triunvirato para que se retire sobre Córdoba definitivamente, dejando en consecuencia libradas a su propia suerte las provincias del noroeste. Pero el general contesta que está decidido a presentar batalla porque lo estima indispensable. Por eso mismo, se encarga de incitar al pueblo tucumano para obtener su apoyo. Lo consigue, y para ello cuenta con la ayuda de algunas viejas familias patricias. Los poderosos Aráoz, virtuales dueños de la ciudad, vinculados a su ejército por dos de sus familiares Díaz Vélez, cuya madre es Aráoz, y el joven teniente Gregorio Aráoz de La Madrid, volcarán todo su prestigio y ascendiente en la causa patriota.
Antes de su arribo, Belgrano ha ordenado desde Encrucijada a Juan Ramón Balcarce que se adelante a Tucumán para conseguir refuerzos y convocar a las milicias para reclutar un cuerpo de caballería; éste se halla en pleno entrenamiento cuando llega Belgrano con el grueso del ejército. Sin más armas que unas lanzas improvisadas, sin uniformes y con los guardamontes que habrían de hacerse famosos, Balcarce consigue organizar una fuerza de cuatrocientos hombres, punto de partida de la famosa caballería gaucha que hará su aparición por vez primera en una batalla campal, en Tucumán.
El gobierno insiste, en sus oficios a Belgrano, en que éste debe retirarse hasta Córdoba. Belgrano quiso cumplir con el gobierno y ordenó la retirada del ejército al sur. Pero no pudo hacerlo mucho tiempo: no consiguió resistirse a los tucumanos que le pidieron defendiera su ciudad. Así, entre el 13 y el 24 de Septiembre, Belgrano se multiplica para organizar la defensa. Con el ejército de Tristán a la vista, escribe el 24: “Algo es preciso aventurar y ésta es la ocasión de hacerlo; voy a presentar batalla fuera del pueblo y en caso desgraciado me encerraré en la plaza hasta concluir con honor.”.
El día anterior el ejército ha salido de la ciudad a la que regresa por la noche. Pero a la madrugada del 24 inicia los movimientos para ocupar la posici6n de la víspera. El encuentro no tarda en producirse en un paraje llamado “Campo de las Carreras” (conocido también como Campo de la Tablada o La Ciudadela, actual Plaza Belgrano). Los patriotas atacan casi de sorpresa, pero Tristán alcanza a desmontar su artillería y formar su línea de combate.
La carga de caballería gaucha, a los gritos y haciendo sonar sus guardamontes, desconcierta y quiebra la izquierda de los realistas, mientras en el otro flanco - donde está Belgrano - los patriotas son arrollados.
El gobierno insiste, en sus oficios a Belgrano, en que éste debe retirarse hasta Córdoba. Belgrano quiso cumplir con el gobierno y ordenó la retirada del ejército al sur. Pero no pudo hacerlo mucho tiempo: no consiguió resistirse a los tucumanos que le pidieron defendiera su ciudad. Así, entre el 13 y el 24 de Septiembre, Belgrano se multiplica para organizar la defensa. Con el ejército de Tristán a la vista, escribe el 24: “Algo es preciso aventurar y ésta es la ocasión de hacerlo; voy a presentar batalla fuera del pueblo y en caso desgraciado me encerraré en la plaza hasta concluir con honor.”.
El día anterior el ejército ha salido de la ciudad a la que regresa por la noche. Pero a la madrugada del 24 inicia los movimientos para ocupar la posici6n de la víspera. El encuentro no tarda en producirse en un paraje llamado “Campo de las Carreras” (conocido también como Campo de la Tablada o La Ciudadela, actual Plaza Belgrano). Los patriotas atacan casi de sorpresa, pero Tristán alcanza a desmontar su artillería y formar su línea de combate.
La carga de caballería gaucha, a los gritos y haciendo sonar sus guardamontes, desconcierta y quiebra la izquierda de los realistas, mientras en el otro flanco - donde está Belgrano - los patriotas son arrollados.
La lucha se desarrolla en medio de un tremendo desorden, aumentado por la oscuridad provocada por una inmensa manga de langostas y la caballería de ambos ejércitos combate en entreveros furiosos. Díaz Vélez y Dorrego encuentran abandonado el parque de Tristán con treinta y nueve carretas cargadas de armas y municiones, y junto con los prisioneros que toman y los cañones que pueden arrastrar, corren a encerrarse en la, ciudad. La confusión es tal que, cuando Belgrano intenta un movimiento, se cruza con el coronel Moldes, quien le pregunta:
- ¿Dónde va usted, mi general?
- A buscar la gente de la izquierda, Moldes.
- Pero estamos cortados, mi General.
- Entonces, vayamos en procura de la caballería.
Cuando Paz se encuentra con ellos, se halla Belgrano acompañado por Moldes, sus ayudantes y algunos pocos hombres más. Ni el general ni sus compañeros saben el éxito de la acción e ignoran si la plaza ha sido tomada por el enemigo o sí se conserva en manos de los patriotas. A la noticia de la aparición del general, empiezan a reunirse muchos de los innumerables dispersos de caballería que cubren el campo. A uno de los primeros en aparecer pregunta el general:
- ¿Dónde va usted, mi general?
- A buscar la gente de la izquierda, Moldes.
- Pero estamos cortados, mi General.
- Entonces, vayamos en procura de la caballería.
Cuando Paz se encuentra con ellos, se halla Belgrano acompañado por Moldes, sus ayudantes y algunos pocos hombres más. Ni el general ni sus compañeros saben el éxito de la acción e ignoran si la plaza ha sido tomada por el enemigo o sí se conserva en manos de los patriotas. A la noticia de la aparición del general, empiezan a reunirse muchos de los innumerables dispersos de caballería que cubren el campo. A uno de los primeros en aparecer pregunta el general:
- ¿Qué hay? ¿Qué sabe usted de la plaza?
- Nosotros hemos vencido al enemigo que hemos tenido al frente.
Pocos momentos después, se presenta Balcarce con algunos oficiales y veinte hombres de tropa, gritando ¡Viva la Patria!, y manifestando la más grande alegría por la victoria conseguida. Se aproxima a felicitar al general Belgrano, quien a su vez le pregunta:
- Pero, ¿qué hay? ¿En qué se funda usted para proclamar la victoria?
- Nosotros hemos triunfado del enemigo que teníamos al frente, y juzgo que en todas partes habrá sucedido lo mismo: queda ese campo cubierto de cadáveres y despojos.
Hasta ese momento nada se sabe de la infantería, ni de la plaza. Al atardecer se entera Belgrano de la suerte corrida por el resto del ejército.
Mientras tanto, Tristán consigue reorganizar a los suyos. Se encuentra dueño del campo de batalla que ha sido abandonado por los patriotas, pero ha perdido el parque y la mayor parte de los cañones. Se dirige entonces a la ciudad e intima rendición a Díaz Vélez con la amenaza de incendiarla. Se le responde que, en tal caso, se degollarán los prisioneros, entre los cuales figuran cuatro coroneles. Durante toda la noche permanece Tristán junto a la ciudad, sin atreverse a cumplir su amenaza.
El 25 por la mañana encuentra que Belgrano, con alguna tropa, está a retaguardia. Su situación es comprometida. Belgrano le intima rendición “en nombre de la fraternidad americana”. Sin aceptarla y sin combatir, Tristán se retira lentamente esa misma noche por el camino de Salta, dejando 453 muertos, 687 prisioneros, 13 cañones, 358 fusiles y todo el parque, compuesto de 39 carretas con 70 cajas de municiones y 87 tiendas de campaña. Sus pérdidas de armas dejan al ejército patriota provisto para toda la campaña. Las bajas patrióticas, por otra parte, son escasas: 65 muertos y 187 heridos. Belgrano, esperando la rendición de Trsitán, no lo persigue y sólo encomienda a Díaz Vélez que "pique su retaguardia" con 600 hombres.
Durante la persecución, se entablan varios combates con resultados dispares. Zelaya realiza un ataque poco afortunado contra Jujuy. Diaz Vélez ocupa Salta momentáneamente. De todos modos, al regresar a Tucumán a fines de octubre, trae sesenta nuevos prisioneros y 80 rescatados al enemigo. Sus fuerzas se incorporan a la columna que marcha detrás de la procesión con que se honra a la Virgen de las Mercedes, que Belgrano nombra Generala del Ejército porque precisamente la victoria de Tucumán se ha verificado en el día de su advocación. El general en jefe se separa de su bastón de mando y lo coloca en los brazos de la imagen, en el transcurso de la solemne procesión que se realiza por las calles tucumanas.
Vicente Fidel López llama a Tucumán “la más criolla de cuantas batallas se han dado en territorio argentino”. Faltó prudencia, previsión, disciplina, orden y no se supieron aprovechar las ventajas; pero en cambio hubo coraje, arrogancia, viveza, generosidad... y se ganó.
El 24 de setiembre Belgrano salvó a la Patria en la batalla de Tucumán. La salvó no solamente porque el ejército español fue derrotado, sino –y principalmente– porque al llegar la noticia a Buenos Aires el pueblo se lanzó a la calle clamando contra el Triunvirato. Entonces los granaderos montados de San Martín, los artilleros de Pinto y los arribeños de Ocampo hicieron saber al gobierno que había cesado, y se convocaría una asamblea para votar la figura con que deben aparecer las Provincias Unidas en el gran teatro de las naciones. Ese fue el propósito de la revolución del 8 de octubre de 1812 y de la asamblea convocada para enero del 13.
- Nosotros hemos vencido al enemigo que hemos tenido al frente.
Pocos momentos después, se presenta Balcarce con algunos oficiales y veinte hombres de tropa, gritando ¡Viva la Patria!, y manifestando la más grande alegría por la victoria conseguida. Se aproxima a felicitar al general Belgrano, quien a su vez le pregunta:
- Pero, ¿qué hay? ¿En qué se funda usted para proclamar la victoria?
- Nosotros hemos triunfado del enemigo que teníamos al frente, y juzgo que en todas partes habrá sucedido lo mismo: queda ese campo cubierto de cadáveres y despojos.
Hasta ese momento nada se sabe de la infantería, ni de la plaza. Al atardecer se entera Belgrano de la suerte corrida por el resto del ejército.
Mientras tanto, Tristán consigue reorganizar a los suyos. Se encuentra dueño del campo de batalla que ha sido abandonado por los patriotas, pero ha perdido el parque y la mayor parte de los cañones. Se dirige entonces a la ciudad e intima rendición a Díaz Vélez con la amenaza de incendiarla. Se le responde que, en tal caso, se degollarán los prisioneros, entre los cuales figuran cuatro coroneles. Durante toda la noche permanece Tristán junto a la ciudad, sin atreverse a cumplir su amenaza.
El 25 por la mañana encuentra que Belgrano, con alguna tropa, está a retaguardia. Su situación es comprometida. Belgrano le intima rendición “en nombre de la fraternidad americana”. Sin aceptarla y sin combatir, Tristán se retira lentamente esa misma noche por el camino de Salta, dejando 453 muertos, 687 prisioneros, 13 cañones, 358 fusiles y todo el parque, compuesto de 39 carretas con 70 cajas de municiones y 87 tiendas de campaña. Sus pérdidas de armas dejan al ejército patriota provisto para toda la campaña. Las bajas patrióticas, por otra parte, son escasas: 65 muertos y 187 heridos. Belgrano, esperando la rendición de Trsitán, no lo persigue y sólo encomienda a Díaz Vélez que "pique su retaguardia" con 600 hombres.
Durante la persecución, se entablan varios combates con resultados dispares. Zelaya realiza un ataque poco afortunado contra Jujuy. Diaz Vélez ocupa Salta momentáneamente. De todos modos, al regresar a Tucumán a fines de octubre, trae sesenta nuevos prisioneros y 80 rescatados al enemigo. Sus fuerzas se incorporan a la columna que marcha detrás de la procesión con que se honra a la Virgen de las Mercedes, que Belgrano nombra Generala del Ejército porque precisamente la victoria de Tucumán se ha verificado en el día de su advocación. El general en jefe se separa de su bastón de mando y lo coloca en los brazos de la imagen, en el transcurso de la solemne procesión que se realiza por las calles tucumanas.
Vicente Fidel López llama a Tucumán “la más criolla de cuantas batallas se han dado en territorio argentino”. Faltó prudencia, previsión, disciplina, orden y no se supieron aprovechar las ventajas; pero en cambio hubo coraje, arrogancia, viveza, generosidad... y se ganó.
El 24 de setiembre Belgrano salvó a la Patria en la batalla de Tucumán. La salvó no solamente porque el ejército español fue derrotado, sino –y principalmente– porque al llegar la noticia a Buenos Aires el pueblo se lanzó a la calle clamando contra el Triunvirato. Entonces los granaderos montados de San Martín, los artilleros de Pinto y los arribeños de Ocampo hicieron saber al gobierno que había cesado, y se convocaría una asamblea para votar la figura con que deben aparecer las Provincias Unidas en el gran teatro de las naciones. Ese fue el propósito de la revolución del 8 de octubre de 1812 y de la asamblea convocada para enero del 13.
Fuentes:
- Museo Casa Histórica de la Independencia – S. M. de Tucumán
- Portal - Historia del País
- José María Rosa – Historia del revisionismo y otros ensayos.
- La Gazeta Federal www.lagazeta.com.ar
- Museo Casa Histórica de la Independencia – S. M. de Tucumán
- Portal - Historia del País
- José María Rosa – Historia del revisionismo y otros ensayos.
- La Gazeta Federal www.lagazeta.com.ar
Prof GB
23 DE SETIEMBRE DE 1973.
18 años y 2 días tuvieron que pasar para que la Democracia plena retornara a la Argentina.
El 21 de setiembre del año 1955, el general Perón subía a una cañonera paraguaya para iniciar su obligado exilio.
La Libertadora, nombre que se dio a sí mismo el golpe gorila de entonces, recorrió esos años procrisbiendo amyoráis sin inmutarse.
Tampoco lo hicieron los partidos políticos de entonces, entre ellos el radicalismo,cómplice del fraude,de los exilios, cárceles, torturas, asesinatos.
18 años y dos días, para que un 23 de setiembre del año 1973, Juan Domingo Perón pudiera elegir y ser elegido.
El FREJULI, por él diseñado, fue el frente popular que lo llevó como candidato a la presidencia, su esposa María Estela Martínez, Isabel, lo acompañó en la fórmula.
La Argentina setentista, era un volcán en ebullición.
La Juventud, el sujeto histórico de aquella coyuntura; y se asumia como única heredera de la Revolución inconclusa del Justicialismo.
El conjunto del Pueblo argentino optó en un 62,5% por Juan Perón.
Lejos, demasiado, el candidato radical, Ricardo Balbín.
Nunca antes, ni siquiera después, hasta hoy, ese procentaje pudo ser igualado.
Será porque este Pueblo se consustanció con una Liberación posible.
Resistente, memorioso, se identificó con una Argentina Justa, Libre y Soberana.
Sueño, ideal, pregón y relato que democrático aún se dice entre quienes pratican esta democracia heredera de aquella.
GB
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