sábado, 8 de octubre de 2022

AYOTZINAPA

 

Ayotzinapa, un crimen de Estado

A ocho años de los asesinatos y desapariciones de 43 estudiantes normalistas en Ayotzinapa, la investigación avanza, lenta, y las familias no bajan los brazos para que se esclarezca el hecho, catalogado de lesa humanidad.

“Quien no lucha por una injusticia la comete” (Normalistas).

La presentación pública del informe de la Comisión para la Verdad y Acceso a la Justicia del Caso Ayotzinapa, el 18 de agosto último, por parte del subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación de México, Alejandro Encinas Rodríguez, y la detención del ex procurador general de la República Jesús Murillo Karam demuestran un avance importante en el esclarecimiento del caso de los asesinatos y desaparición de 43 estudiantes normalistas la noche del 26 y madrugada del 27 de septiembre de 2014 en la ciudad de Iguala, estado de Guerrero. La Información del Centro Nacional de Inteligencia revela que al momento de la desaparición forzada de los 43 normalistas de Ayotzinapa, tres organizaciones criminales se disputaban el control del tráfico de drogas a Estados Unidos, en especial el corredor Acapulco-Cuernavaca: Guerreros Unidos, Los Rojos y la Familia Michoacana.

Los datos se encuentran contenidos en el informe de la Comisión de la Verdad, en el que también se advierte el papel estratégico de esa entidad federativa en el narcotráfico, en especial en la producción de amapola y goma de opio (heroína). La autoridades federales asumen que los crímenes y desapariciones fueron concretadas por autoridades y policías municipales, cuerpos de seguridad del estado de Guerrero, federales, autoridades de los tres poderes de gobierno y militares de los batallones de infantería 27 y 41, asentados en Iguala y Teloloapan.

Se confirmó que hubo una versión falsa con complicidad de los tres poderes de gobierno para instalar la “verdad histórica” y cerrar la investigación. Para ello, forzaron a testigos a confesar bajo tortura y los obligaron a autoinculparse . Se conoce que había por lo menos 23 infiltrados del Ejército en la Escuela Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa y que Julio César López Patolzin, quien desapareció con los 43 normalistas, era uno de ellos. Se considera que las autoridades del país encargadas del caso, concretamente la Procuraduría General de la República de México, su entonces titular, Jesús Murillo Karam (detenido), dependiente del Ejecutivo a cargo del entonces presidente Enrique Peña Nieto, lejos de investigar los hechos y realizar un esfuerzo mayor para encontrar a los jóvenes desaparecidos y esclarecer los asesinatos de Daniel Solís Gallardo, Julio César Mondragón y Julio César Ramírez Nava, el Estado encubrió y opacó los acontecimientos con declaraciones y supuestas pruebas fabricadas y que el entonces procurador proclamó la “verdad histórica”.

Foto: AFP

Desde México, en el estado de Guerrero, Caras y Caretas entrevistó a Clemente Rodríguez, padre del normalista Ramón Rodríguez, desaparecido la noche del 26 y 27 de septiembre de 2014.

–¿Qué es la verdad histórica?

–Es la creación de una “verdad histórica” por parte del entonces procurador, Jesús Murillo Karam, que intentaba encubrir a los tres niveles de gobierno. Una verdad para proteger a los más altos funcionarios del poder, como el gobierno federal, entonces encabezado por Ángel Aguirre y Enrique Peña Nieto. Fue una acción concernida del aparato del poder real, que ocultó la verdad de los hechos, plantando pruebas falsas, ensuciando la escena del crimen, manipulando pruebas, desapareciendo, extorsionando y torturando a testigos, ocultando los vínculos entre las autoridades políticas y los narcotraficantes. Por eso mismo ahora lo llaman crimen de Estado.

–¿Cómo se fueron enterando de estas novedades?

–El presidente Manuel López Obrador está avanzando en la causa muy de apoco. Falta mucho, y muchos que deberían estar presos andan sueltos. La Comisión para la Verdad y Acceso a la Justicia del Caso Ayotzinapa encontró cuatro mil registros de comunicación entre integrantes de Guerreros Unidos en las fechas del 26 y 27 de septiembre de 2014. Este dato también derrumba la “verdad histórica”. Uno de los documentos señala que “no existe actividad relevante de comunicaciones entre las 0 y las 6 de la mañana del 27 de septiembre en Cocula”. La “verdad histórica” decía que se realizó el traslado de los estudiantes durante la madrugada del 27 al vertedero de dicho municipio. Muchas irregularidades de funcionarios que fueron responsables de la desaparición forzada y de los normalistas asesinados. En ese momento estaba Tomas Zerón de Lucio, hoy prófugo en Israel, y no lo pueden extraditar. Y nos estamos enterando de información que no sabíamos, y que va soltando el ejército.

–¿Qué información puede brindar sobre los infiltrados del ejército entre los normalistas?

–Eso lo dijo en la última conferencia Alejandro Encinas Rodríguez. Nosotros no sabíamos nada, fue una sorpresa para nosotros. Hablan de hasta tres infiltrados esa noche. Aún no pudimos hablar con los padres de ellos. Nos vamos enterando de a poco de lo que pasa, ya que la información la van dando cuando ellos quieren. Pero lo importante es que el gobierno no dio el carpetazo, no cerró la investigación, sino que sigue el proceso de investigación y las detenciones de funcionarios. Y lo importante es que reconocieron que es un crimen de Estado y que participaron los tres niveles de gobierno. Este hecho también derrumba la “verdad histórica”. Y por todas estas detenciones, José Luis Abarca, ex alcalde de Iguala, debe seguir encerrado. Ya no se habla de omisión, porque hay responsables y ocultadores, como Miguel Ángel Osorio Chong, el secretario de gobernación de Enrique Peña Nieto, y funcionarios de alto grado, que deben estar en la lista de detención.

–Los padres y las madres son parte fundamental de esta lucha que están dando en nombre de sus hijos, y también para cambiar la realidad de tantos otros jóvenes en México…

–Fuimos el despertar de mucha gente, de padres que tienen a sus hijos e hijas desaparecidos. Esos padres y madres luchan para encontrar a sus hijos e hijas, y también apoyan nuestra causa. Yo, por ejemplo, no soy el mismo de antes. Me cambió la vida, no tengo miedo, perdí el miedo a todo. He aprendido muchas cosas. Lo importante es mantenernos de pie. Desde que comenzó nuestra lucha, en 2014, fuimos aprendiendo, claro, aprendiendo en cuestiones de otras luchas, de las injusticias, personas que luchan por los desaparecidos, no los encuentran y eso nos da fuerza para no bajar los brazos. Nos preguntamos cómo hacen ellos para seguir. Entonces decimos: “Puedo seguir”.

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