Los chilenos prefieren la Constitución de Pinochet
El referéndum del domingo sobre la nueva Carta Magna en Chile fue el primer revés para el gobierno de Gabriel Boric. La reforma, aprobada por la mayoría del pueblo chileno en 2020, sigue en pie, pero esta “Si no estás prevenido ante los medios de comunicación, te harán amar al opresor y odiar al oprimido” (Malcolm X).
Con el 99,4 por ciento de las mesas escrutadas y una histórica participación de 13 millones de personas (el voto era obligatorio en el referendo chileno), el “rechazo” se llevó el 62 por ciento de los votos, mientras que el “apruebo” solo cosechó el 38 por ciento. La victoria del “rechazo” mantiene abierta la posibilidad de un cambio constitucional, pero no el propuesto por la actual coalición de gobierno.
Una de las principales motivaciones que llevaron al pueblo chileno a elegir a Gabriel Boric como presidente fue la necesidad de reformar la Constitución neoliberal actual. Con la victoria del “rechazo”, la Constitución de 1980, redactada durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) y reformada de forma parcial en democracia, seguirá vigente.
En octubre de 2020, el pueblo chileno se expresó en las urnas y votó masivamente a favor de la reforma. En los meses siguientes, a comienzos de 2022, fueron aprobados los primeros artículos de una nueva Ley de Leyes. El cambio de la Constitución implicó una contundente revisión del pasado y, por lo tanto, el reconocimiento taxativo de los pueblos originarios. El artículo 1º de la nueva Constitución establece un Estado regional, plurinacional e intercultural, conformado por entidades territoriales autónomas, en un marco de equidad y solidaridad.
La Convención Constituyente comenzó su trabajo el 4 de julio de 2021, bajo el gobierno de Sebastián Piñera, presidida por la académica mapuche Elisa Loncon. Un año después, fue la presidencia pasó a ser ejercida por la epistemóloga María Elisa Quinteros. La relevancia de la propuesta es que fue escrita por la misma cantidad de hombres y de mujeres que propone que sea una “democracia paritaria”. Esto implica que las mujeres ocupen al menos el 50 por ciento de los cargos en todos los órganos del Estado y ordena tomar medidas para alcanzar la igualdad sustantiva y la paridad.
Otro de los puntos importante que contemplaría la nueva Carta Magna es el que asegura “condiciones para embarazo, interrupción voluntaria del embarazo, parto y maternidad voluntarios y protegidos”. Es decir, se protege a las maternidades, se contempla la interrupción voluntaria del embarazo al embarazo y se promueve el parto humanizado. Lo que canalizaba de forma contundente la nueva Constitución es modificar el actual Estado reducido, que prioriza la intervención privada, por un Estado de bienestar, con una amplitud de derechos fundamentales. Y, sobre todas las cosas, una Constitución con equidad de género.
Campañas del odio
En 2020 el 78 por ciento de la ciudadanía chilena votó por un cambio constitucional, y tanto el gobierno como la oposición política se comprometieron a seguir el proceso constituyente. El domingo los chileno le dijeron “no” a esta propuesta de reforma. ¿Qué pasó en el medio? Gabriel Boric no se salvó del terrorismo mediático que se impone en la región contra los gobiernos populares.
Diversos estudios muestran que en Chile hay una alta credibilidad a la informción que circula por las redes sociales. La red con mayor anomalía es el Twitter. El Centro de Investigación Periodística (Ciper) destacó que 921 usuarios han generado más de 390 mil mensajes distintos usando hashtags del rechazo. Esto permite hablar de “una estrategia de copamiento” del debate político en la red montada por partidarios del rechazo. Twitter en su mayoría, pero no hay que descartar otras redes, son hoy uno de los principales frentes de discusión política a nivel mundial, debido a que autoridades políticas, instituciones gubernamentales y ONG, entre otros, difunden sus noticias aquí. Sin embargo, el “anonimato” o la “anomalía” que ofrece esta red ha facilitado la creación de un polo de desinformaciones, mentiras y noticias falsas, situación que se vuelve especialmente preocupante en contextos electorales y de definición política. Los hashtags más usados desde 2020 fueron “indigente”, “picante”, “flaite”, “rasca”, “cuma”, “flaitongo”, “torrante”, “simio”, “zurdo”, “facho”, “idiota”, “resentido”, “lacra”, “mugriento”, “hediondo”, “incompetente” y “basura”, y específicamente, #circoconstituyente, #constituyentesflaites y #basuraconstituyente. Esto significa que desde el momento que el pueblo votó por “Sí apruebo”, hubo una campaña de odio, descredibilidad y estigmatización de la nueva Constitución.
Volver a empezar
El mandatario chileno, tras el resultado, indicó que seguirá trabajando para que se redacte un nuevo texto que recoja la expresión del pueblo chileno. Además, anunció reuniones con diferentes fuerzas políticas del país. Elisa Loncon aceptó la derrota y reconoció que hubo errores individuales y colectivos. Con estos resultados y tan solo seis meses de gobierno, y de haberle ganado la elección al ultraderechista José Antonio Kast Rist, no logró la mayoría en la votación. No quedan dudas de que la derecha chilena tiene aún mucho poder de fuego y que a la izquierda no le será fácil concretar sus deseos de una patria más justa. La Constitución tenía un aspecto singular: el lugar relevante otorgaba a las mujeres, postergadas durante años en Chile. En cierta manera, la sociedad votó en contra de sí misma, contra sus propios intereses, influenciada por el poder real y los medios hegemónicos, aunque el análisis de la votación lleve a reflexionar que la derrota se da por una multiplicidad de factores.
Sin duda, los medios cumplieron un rol fundamental en el fomento de debates que promueven la desinformación. El uso de las redes sociales como campo de batalla político se ha hecho evidente y relevante en las democracias, y particularmente en el proceso constituyente de Chile. Las campañas descalificatorias de la nueva Constitución fueron muy alevosas, y era de esperarse: se proponía quitarles privilegios a unos pocos y democratizar el acceso a derechos fundamentales, de los que carecen las mayorías. Al presidente Gabirel Boric le queda un arduo camino por recorrer, un camino minado, para lograr una nueva Constituyente, que aún pueda construir una sociedad más igualitaria y más libre.
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