domingo, 10 de noviembre de 2019

EL CÁNCER PERONISTA No se puede esperar buena voluntad de Macri, deja una economía arrasada y bombas listas a explotar


Hace poco mas de medio siglo falleció Eva Perón víctima de un cáncer. Su muerte expuso en un instante fulminante la profundidad de la grieta que por ese entonces dividía al país: mientras vastos sectores de la población inundaban las calles llorando su desconsuelo, sus enemigos expresaban su alegría pintando “Viva el Cáncer” en los muros de la Capital. Esta identificación entre una enfermedad maligna que destruye las células y tejidos del organismo y un movimiento político que propugna la inclusión social ha perforado el tiempo y hoy sale a la intemperie en los dichos de un empresario vinculado al Presidente, decidido a abandonar el país ante el triunfo electoral del peronismo, “ese cáncer que nos destruye lentamente” (infobae.com 6 11 2019).
Desde su derrocamiento militar en 1955, el peronismo ha sido motivo explícito de numerosos golpes de Estado y excusa de reiterados golpes de mercado. A lo largo del tiempo, la imagen del peronismo como una enfermedad letal ha impregnado de un modo subliminal las interpretaciones políticas del antiperonismo. Ahora transpira por los poros de un Macri que encuentra en el populismo la causa de “los últimos 70 años de decadencia argentina”. El Presidente no parece asimilar la derrota electoral sufrida hace pocos días, algo que algunos periodistas de su intimidad califican como un “empate técnico” (sic). Tampoco tiene intenciones de irse del país o dejar la política. Esta semana protagonizó, en cambio, un verdadero stand-up en el escenario de un teatro colmado de funcionarios compungidos. Luego de una oda a la entrega del gobierno “con las manos limpias… y la conciencia tranquila,” advirtió rapeando a los cuatro vientos que “¡hay gato para rato!” y que será el líder de la oposición política al nuevo gobierno peronista.



El Presidente aprendió algo sustancial a lo largo de su gestión de gobierno: machacando al infinito un relato mentiroso que rasguña miedos ancestrales se puede obtener el respaldo de sectores sociales que de otro modo repudiarían las políticas implementadas. Esta vieja sabiduría de la humanidad, remozada en los principios que guiaron la propaganda nazi en Alemania, fue usada por Macri y sus seguidores para construir un relato simple, que tapa la realidad y moviliza infundiendo miedo y odio: “El peronismo K —sinónimo de “los de abajo”, los corruptos y los autoritarios— es el culpable de todos los fracasos del pasado del presente y del futuro. Ahora viene por todo. Hay que pararlo antes de que nos lleve puestos”.
Este relato impregna subrepticiamente las noticias e historias diseminadas por medios de comunicación altamente concentrados que impiden cualquier tergiversación o atisbo de duda. Esta telaraña mediática es parte del entramado de poder que maneja el Presidente. En el pasado lo usó para perseguir a sus enemigos. Ahora lo usará para obstaculizar los proyectos del nuevo gobierno. Esto, sin embargo, no es todo. Cuenta además con una estructura mafiosa clientelística y corrupta, que viene de lejos. Utilizando esa maraña adosada a las instituciones, ha pergeñado golpes mediático-judiciales para encarcelar a sus adversarios y multiplicar su patrimonio y el de sus amigos.
Retazos de esa estructura mafiosa han empezado a salir a la luz en las investigaciones del juez Alejo Ramos Padilla en Dolores, y en nuevas causas judiciales que se abren al impulso del cambio de gobierno. El reciente pedido de informes al gobierno argentino por parte del Relator para la Independencia de los Magistrados y Abogados de la Organización de Naciones Unidas, Diego García Sayan, abre la puerta para cambios drásticos en esta área. Sin embargo, desde la oposición —y respaldado por el 40% de votantes rabiosamente antiperonistas— Macri buscará retener el control sobre esa estructura mafiosa. Su capacidad de desestabilizar políticamente al nuevo gobierno dependerá de su control sobre esa mafia. Al mismo tiempo, la guerra de trincheras que se propone articular contribuirá a perpetuar ese entramado mafioso.
No se puede esperar buena voluntad de un Macri liderando a la oposición. Su gestión de gobierno deja una economía arrasada y bombas listas a explotar ni bien asuma el próximo gobierno. Ahora seguramente buscará bloquear en el Congreso las acciones que el nuevo gobierno tome para salir de la recesión y del endeudamiento ilimitado.

La oposición insertada en la economía real

Macri tiene aliados cruciales en el llano de la economía real: aquellos grandes empresarios que controlan monopólicamente sectores claves de la economía y pueden formar precios. Poco tiempo atrás, muchos de ellos formaron parte de un grupo de WhatsApp que apoyaba la candidatura de Macri. Ahora se dan cuenta de que la batalla contra la infección peronista debe adoptar nuevas formas y han entrado en acción. Algunos presionan abiertamente al Presidente electo para imponer candidatos en su futuro gabinete de ministros o para mantener a funcionarios macristas en los organismos públicos mas importantes (infobae.com 17 10 2019). Todos se expresan a través de sus respectivas organizaciones empresariales. Habiendo aceptado participar en el Acuerdo Social propuesto por Alberto Fernández, exigen, sin embargo, reivindicaciones de máxima sin hacer concesiones de ninguna índole. Más allá de la diversidad de los reclamos según los sectores de la economía en que están insertados, todos los grandes empresarios encuentran un común denominador en las demandas de mayores subsidios, ajuste del costo salarial y total rechazo al control de precios.
Esto ocurre en circunstancias en que el salario ha perdido la mitad de su valor en dólares desde 2016, la industria ha eliminado 150.000 empleos formales y el 40% de la población vive hoy por debajo del nivel de pobreza. En este contexto de miseria los formadores de precios se apresuran a imponer al futuro gobierno una estructura de precios relativos que les es favorable. El sector alimenticio lidera la estampida inflacionaria dolarizando sus precios. Otro sector, el agropecuario, rechaza todo “incremento de la presión tributaria sobre los sectores productivos” y se ha declarado en alerta ante un posible aumento de las retenciones agropecuarias que pretenda amortiguar el impacto de los precios internacionales sobre los precios de sus productos (lpo.com 6 11 2019). Esta postura unifica al “campo” en su conjunto y politiza a los productores de base.
Macri recibió un apoyo electoral masivo por parte del sector agropecuario en las regiones más ricas del país. Allí amplió las diferencias con el FdT e incluso revirtió resultados en relación a los obtenidos en las PASO. En la franja central del país (Mendoza, San Luis Córdoba, Entre Ríos) cientos de productores unidos a través de grupos de WhatsApp han conformado el movimiento “Argentina del Centro”. Algunos plantean la posibilidad de cortar las rutas, como en el 2008, si las retenciones se modifican. En la carta fundacional de este movimiento se “reclama un reconocimiento de la matriz productiva por sobre el aparato asistencialista. La zona del centro, médula espinal del país propone un cambio de raíz” (lpo.com 6 11 2019).
Poco a poco, la imagen del cáncer peronista empieza a enriquecer su contenido empapándose con los ecos de viejos conflictos nunca resueltos, una grieta que va mas allá del miedo a “los de abajo”, sumando la cruenta disputa por el excedente, los ingresos y la riqueza acumulada entre grupos de propietarios ubicados en distintos sectores de la producción. Así, el cáncer peronista es también una grieta resultante de una matriz productiva forjada al calor de esas luchas. Esta matriz productiva es consecuencia de décadas de acumulación del capital en condiciones de dependencia tecnológica, un proceso que generó una creciente concentración del capital en sectores clave de la economía y una demanda ilimitada de tecnología incorporada en importaciones imposibles de enfrentar con las divisas provenientes de las exportaciones, tanto del sector agropecuario como del industrial. Esta forma de acumulación ha sustituido a lo largo del tiempo la inversión productiva por los subsidios del Estado y la fuga de capitales y ha dado origen a un endeudamiento externo, potenciado a partir de los ’80 con los planes de estabilización del FMI y la apertura de las finanzas locales a la especulación financiera. Ningún gobierno democrático intentó revertir esta matriz productiva.
Alberto Fernández ha prometido en la campaña electoral terminar con el hambre y el endeudamiento de los sectores mas vulnerables, “encendiendo los motores de la economía… alentando las exportaciones y poniendo plata en el bolsillo de la gente” para activar el mercado interno. Sin embargo, la historia reciente demuestra que nada de esto es sustentable si no se modifica la actual estructura productiva del país. Por otra parte, hoy vivimos en una coyuntura mundial amenazada por la recesión, la crisis financiera, la guerra comercial entre las dos potencias económicas mas grandes del mundo, la contaminación ambiental y la militarización de los conflictos geopolíticos. Estamos insertados en ese mundo con una matriz productiva que reproduce al interior de nuestra sociedad limitaciones estructurales y conflictos que nos han encerrado en el actual laberinto.
Hoy la mitad de la capacidad instalada en la industria está ociosa, cerca de 20.000 pymes han desaparecido, múltiples firmas medianas y algunas empresas grandes cierran instalaciones o achican su producción. Paradójicamente, en esta economía en recesión una fuerte intervención del Estado puede abrir el camino hacia un cambio drástico de la estructura productiva que, basándose en el conocimiento científico y tecnológico acumulado en el país, pueda integrar cadenas de valor y sectores de la producción buscando un crecimiento económico con inclusión social y mayor integración nacional.

Cadenas de valor global en un mundo en crisis

Esta semana unos tweets de Jair Bolsonaro anunciando que tres empresas multinacionales se mudarían próximamente de la Argentina al Brasil provocaron un pequeño escándalo. Luego de ser desmentidos, fueron borrados (lanación.com 6 11 2019). Sin embargo, más allá de las desmentidas, en los últimos meses dos de las tres empresas mencionadas han reducido drásticamente su presencia en el país. Este incidente permite atisbar la vulnerabilidad económica de nuestra industria insertada en cadenas de valor global dominadas por empresas multinacionales con control monopólico sobre la información, la tecnología y las decisiones que se toman. La industria automotriz, un sector de enorme importancia en nuestra economía, ejemplifica la irracionalidad de la industrialización argentina de las últimas décadas. Hoy opera a menos de la mitad de la capacidad instalada, acumula 14 meses de caída ininterrumpida de la producción, que en el mes de octubre fue del -18%. La mayor parte de los autos que consumimos son producidos en otros países y nuestra industria tiene enormes dificultades para colocar su producción en el país y en el extranjero.
Esto no es casual. Una crisis global afecta desde hace tiempo a la producción, las ventas y el empleo de las empresas multinacionales que controlan la producción de vehículos tanto en los países centrales como en China y las economías emergentes. Las razones de la crisis son múltiples. La introducción de innovaciones tecnológicas con el objetivo de automatizar la producción y construir vehículos eléctricos y drones provocó una drástica reestructuración del sector. Esto se asocia además con baja de las ventas, desempleo creciente, caída de los salarios e introducción de cambios regulatorios para contener el cambio climático. En otros países, y especialmente en los Estados Unidos, las ventas de las automotrices se han visto afectadas por el alto endeudamiento de la población. Todos estos cambios preceden al desarrollo de la guerra comercial entre China y los Estados Unidos. Esta guerra, sin embargo, ha agravado en los últimos tiempos la caída de las ventas y de las ganancias de las grandes multinacionales que dominan el sector automotor (business insider.com 22 10 2018, cnn.com 12.7 2019). La recesión del sector automotor ha sido de tal magnitud que contribuyó a desencadenar la recesión de la economía global. El FMI ha estimado que la caída de la producción global de vehículos explica un 25% del estancamiento de la producción global entre el 2017 y el 2018 y un 33% de la caída del comercio mundial en el mismo período (zerohedge.com 11 6 2019).
Los cambios ocurridos en la industria automotriz no se han dado al azar. Son la consecuencia de un capitalismo global monopólico que se particulariza por una brecha creciente entre la progresión del endeudamiento y la de la producción. Desde mediados de los ’80 la productividad, los salarios y el producto bruto muestran una tendencia al estancamiento en los Estados Unidos, que se convierte en tendencia declinante hacia el 2001 y permanece como tal hasta nuestros días. Esto ha sido acompañado por un explosivo crecimiento del endeudamiento, y por una expansión mundial de las empresas multinacionales norteamericanas penetrando con sus inversiones el sector industrial de diversos países y dinamizando especialmente a la economía china en las últimas décadas. Uno de los resultados de estos procesos fue una enorme interpenetración del proceso de producción mundial. La guerra comercial desatada en los últimos años entre Estados Unidos y China amenaza con provocar un cimbronazo en las cadenas de valor global. Sin embargo, no las ha destruido ni ha provocado el retorno de la inversión de empresas multinacionales norteamericanas en China a su país de origen como esperaba el gobierno de Trump.
Esta guerra comercial entre China y los Estados Unidos, es algo más que una guerra arancelaria. Es una competencia por el control de la tecnología de guerra, una competencia impulsada por las fuerzas armadas norteamericanas para asegurar su control geopolítico mundial y bloquear la expansión china (zerohedge.com 5 11 2019). Ocurre que el capitalismo global monopólico tiene una faz oculta: la expansión de la industria de guerra norteamericana y una creciente renovación tecnológica. Esto ha derivado en un cambio tecnológico creciente con drásticas consecuencias a nivel mundial sobre la estructura productiva y los mercados de trabajo.
Todos estos procesos señalan la necesidad de introducir cambios en la matriz productiva de nuestro país que, aprovechando racionalmente nuestros recursos humanos y naturales, permitan terminar definitivamente con el hambre, la exclusión social y la desintegración nacional. Esto no se hace de un día para el otro pero el camino se hace al andar. Sin duda alguna, el nuevo gobierno tendrá que enfrentar múltiples y pesados desafíos. Sin embargo, también tendrá la oportunidad de empezar a provocar cambios en la relación de fuerzas que nos ha precipitado en este laberinto.

EL COHETE A LA LUNA DIXIT.

Las carpetas de Macrì

Aún en la discrepancia, los diálogos de Alberto con Abrams y con Piñera fueron más lógicos que el que mantuvo con Macrì el 28 de octubre, en el que el Presidente saliente sólo pareció motivado por sus intereses personales. Por ejemplo, dijo que se proponía transferir de la Nación a la Ciudad de Buenos Aires por decreto el puerto (a cuyo control aspira Nicky Caputo) y la Inspección General de Justicia, lo cual convertiría a la capital de la Argentina en una guarida fiscal. Alberto le dijo que no lo hiciera, porque en tal caso él anularía esos decretos al asumir. No lo mencionó en la reunión, pero también considera transferir del Poder Ejecutivo a la Cámara Federal de Casación Penal el programa de protección de arrepentidos, tal como solicitaron algunos de los encuadernados por el doctor Glock y el fiscal Carlos Stornelli, quien teme una decisión en contra del consejo evaluador creado por el procurador interino Eduardo Casal.
Durante el desayuno en la Casa de Gobierno, Fernández reclamó que Macrì terminara con las falsas acusaciones por corrupción contra Cristina y le advirtió:
AF: Los mismos jueces que usaste para perseguir a la oposición se van a encarnizar con vos cuando dejes el gobierno.
MM: Yo nunca hablé con un juez para pedirle que persiga a nadie.
AF: Lo hicieron otros en tu nombre: Garavano, Pepín, De Andreis, Torello. ¿Vos nunca te enteraste de nada?
Macrì minimizó la mayoría de las causas y negó seriedad a uno de los denunciantes, el diputado Rodolfo Tailhade.
—¿Vos me querés decir que las denuncias de Elisa Carrió son más serias?— respondió Fernández.
El primer Presidente latinoamericano que fracasa en su intento de reelección se mostró inquieto por cuatro de las causas que lo comprometen y había preparado una carpeta con sus explicaciones sobre cada una de ellas: el Correo Argentino, el soterramiento del tren Sarmiento, los parques eólicos y las autopistas por peaje. Antes de terminar su mandato, Macrì intenta aliviar su situación en esos expedientes. En la del Correo, la estrategia sigue siendo apartar a como dé lugar a la fiscal Gabriela Boquín.


Operaciones que se derrumban

A la antológica definición de Luis Majul sobre un empate técnico en las elecciones presidenciales han sucedido deslizamientos que buscan cierto equilibrio entre el irrenunciable desgaste del Presidente electo y la necesidad de evitar el ridículo autodescalificatorio. El más original fue el gurú fallido Miguel Ángel Broda, para quien Fernández “le sacó a Macri ‘sólo’ 8 puntos porcentuales”.
Como de costumbre, el único analista de la corriente principal que no retaceó importancia al resultado electoral de octubre fue Rosendo Fraga, cuya honestidad intelectual lo lleva a definirse como de centro-derecha. En su informe de noviembre dijo que “el mundo interpreta que ganar en primera vuelta por ocho puntos de ventaja es un triunfo contundente”, y también consideró un éxito el llamado de Trump.
Ese contacto fue gestionado por un rabino del sector mayoritario de la colectividad judía, que desea una pronta renovación de la dirigencia de AMIA y DAIA, que quedó irremisiblemente pegada al gobierno saliente, incluso como punta de lanza en sus políticas más controvertidas. Su desorientación se explicitó en la comida anual de esta semana, donde el presidente de AMIA, Ariel Eichbaum, instó al próximo gobierno a mantener la política del actual respecto de lo que llamó “la lucha contra el terrorismo”, una grosera presión, equivalente a la de los bancos extranjeros que pidieron la confirmación de cuatro funcionarios jerárquicos de la gestión de Maurizio Macrì: Guido Sandleris, Emilio Basavilbaso, Mariano Federici y Leandro Cuccioli, nada menos. Del mismo modo, Macrì cree que puede liderar la oposición e incluso pretende colocar en la presidencia del PRO a Patricia Bullrich, quien negocia en Israel la compra de nuevos artefactos para el espionaje político, del tipo de los que se utilizan en forma desembozada en la serie de HBO Our Boys, una obra de propaganda sobre el conflicto israelo-palestino.
Esas operaciones se derrumban una tras otra frente a los duros hechos. Lo mismo ocurre con la fisura entre el Presidente electo y su vice.


La guerra judicial

Las definiciones de Alberto Fernández durante su visita a México, en la entrevista que concedió a Rafael Correa para la televisión rusa, las que ofreció en el encuentro de los miembros del Grupo de Puebla y ante los secretarios generales de los sindicatos de la CGT, no dejan margen a la especulación.

Alberto Fernández con Rafael Correa.

El ex Presidente ecuatoriano conduce un programa en las emisiones en castellano de la televisión rusa. En respuesta a sus preguntas, Alberto Fernández impugnó la política judicial seguida en toda la región para sacar de juego a los líderes progresistas o populistas, como el propio Correa, Lula y Cristina. El mismo mensaje transmitió ayer al inaugurar las deliberaciones del Grupo de Puebla, en el que se alistan dirigentes progresistas opositores a los gobiernos de Brasil, Chile, Colombia y Ecuador y donde se proyectó el primer video grabado por Lula en libertad.





Fernández recordó que cuando decidió visitar a Lula en su celda de Curitiba durante la campaña electoral hubo quienes le dijeron que no convenía, pero que él no hacía lo conveniente sino lo necesario, que es estar junto a los perseguidos en forma injusta. Entre ambas reuniones visitó la CGT, donde se reunió con los secretarios generales de los gremios que la integran. Antes de comenzar preguntó por qué no estaba Hugo Yasky, el secretario general de la CTA que en el plenario realizado en Lanús con presencia de Alberto, anunció que comenzaba el proceso de negociación para el reintegro de la CTA a la CGT. Los cegetistas le explicaron problemas burocráticos que lo dificultan, pero Fernández repuso que esa unidad era imprescindible, que comprometería para ello la acción de su gobierno y le transmitió al secretario general Héctor Daer que él no podría participar del acto si la conducción cegetista no hacía una referencia explícita a la central creada durante el menemismo para oponerse al plan de privatizaciones. El propio Daer cumplió durante sus palabras introductorias con el pedido de Alberto. Cuando tomó el micrófono, Fernández dijo que su victoria fue posible “porque nos unimos. El secreto de este triunfo no es otro que la unidad y el esfuerzo particularmente de Cristina, porque ella es la esencia de este triunfo que hoy tenemos”.

Presidente y vice, Alberto Fernández y Cristina.

Ni La Nación ni Clarín ni Perfil destacaron ese párrafo del mensaje. Quien quiera oír, que oiga.

A DESOVILLAR

sábado, 9 de noviembre de 2019

ARBOLITO - Este abrazo (Video Oficial)

Apesar de você - Chico Buarque e MPB4

Apesar de você - Chico Buarque e MPB4

Alerta en Bolivia: Preparan un violento golpe de Estado contra Evo Morales

En base a un supuesto "informe" de una empresa auditora, la oposición recrudece la violencia en Bolivia y monta un operativo para derrocar al presidente. 
El gobierno de Evo Morales denunció hoy que la oposición, apoyada por intereses extranjeros, está preparando un golpe de Estado violento que podría concretarse entre el fin de semana y el lunes. Desde el entorno del mandatario reelecto desmintieron el supuesta "auditoría oficial" que indicaría que el proceso electoral estuvo "viciado de nulidad". "Eso que han hecho no es una auditoría, es un muestreo que es parte de la operación del golpe. Para el fin de la auditoría faltan como cinco días", explicó a El Destape un referente del Movimiento al Socialismo, el partido que lidera Evo Morales y que en las elecciones del domingo 20 de octubre obtuvo más de 10 puntos de diferencia sobre su competidor, Carlos Mesa, de Comunidad Ciudadana. 
La maniobra para desestabilizar el proceso electoral boliviano comenzó desde antes del recuento de votos. Evo Morales necesitaba obtener 10 puntos de ventaja o más para consagrarse como triunfador en primera vuelta. Los resultados de lo que en Argentina se conoce como escrutinio provisorio arrojaron una tendencia favorable para el MAS: sacó el 46,85 por ciento de los votos contra el 36,74 de Comunidad CiudadanaEs decir, la diferencia llegó a 10,11 por ciento. Sin embargo, ante lo ajustado de la cifra, la oposición se negó a reconocer ese dato y comenzó a agitar el fantasma del fraude para forzar una segunda vuelta. 
De hecho, la página web oficial del recuento de votos sufrió intentos de hackeo y debió ser inhabilitado su acceso desde el exterior para evitar que servidores extranjeros cumplieran con su objetivo de bajar el sitio. 
Cuando días después finalizó el recuento definitivo, el Tribunal Superior Electoral ratificó el triunfo de Morales, que incluso amplió levemente la ventaja. El candidato a la reelección quedó con el 47,08 por ciento de los votos contra el 36,51 del opositor Carlos Mesa. Se trató entonces de una diferencia de 10,57 puntos. Lejos de aceptar el veredicto del pueblo boliviano, Mesa insistió con su estrategia para deslegitimar la votación y alentar la movilización contra el Gobierno. 
Desde entonces, se han realizado una gran cantidad de manifestaciones violentas, muchas de ellas con heridos y hasta destrozos contra las viviendas particulares de funcionarios y dirigentes del MAS. Los sectores que respaldan al Gobierno también realizaron enormes movilizaciones en apoyo a la continuidad del proyecto político que llegó al poder en 2005.
En ese contexto, el gobierno de Evo Morales propuso que la Organización de Estados Americanos (OEA) realice una auditoría completa sobre el resultado de la elección, la cual aún no finalizó y tiene fecha para dentro de cinco días. "Si hubiéramos perdido, felices nos hubiéramos ido, agradeciendo el voto de la gente. La auditoría establecerá si hubo o no fraude, como saben que no se demostrará eso, sacan la violencia", aseguró el vicepresidente Álvaro García Linera, al salir al cruce de las acusaciones opositoras:
Evo también repudió la violencia, hizo un llamado a la paz y descartó una renuncia, como le reclama la oposición. Desde un acto en la localidad de Desaguadero, convocó a las organizaciones sociales a defender el “proceso de cambio”. "La derecha que dice, ‘Evo tiene que renunciar’, quiero decirles a ustedes, hermanos, a Bolivia y al mundo, no voy a renunciar, somos electos por el pueblo, respetamos la Constitución, vamos a defender nuestro proceso", aseguró Morales.

 

La falsa "auditoría oficial"

Respecto del supuesto informe difundido mediáticamente por la empresa Ethical Hacking -con el que la oposición busca montar ahora el golpe de Estado- el Tribunal Supremo Electoral (TSE) advirtió que contradice el reporte que esa misma empresa les entregó formalmente el 30 de octubre de 2019. “Ejecutado el protocolo de revisión y validación de integridad junto con el desarrollador de Neotec, la presencia de DNTIC y nosotros, se verificó que no existió ningún tipo de alteración de datos, ni de ataque cibernético, se verificó que el problema fue causado por falta de comunicación por parte de la empresa Neotec, al saltarse el protocolo de comunicación para cambios en la infraestructura”, dice el texto presentado por Ethical Hacking al TSE.