Ni la corrupción ni el narcotráfico, los flujos financieros ilícitos que erosionan los ingresos tributarios de los países tienen como protagonistas excluyentes a multinacionales y grandes empresas locales. A través de los abusos en los precios de transferencia utilizados para las operaciones intrafirma y la falsificación en la facturación del comercio, las principales compañías del mundo evaden 500 mil millones de dólares en impuestos cada año. Mientras que las pérdidas más abultadas se registran en países como Estados Unidos y Japón, las estimaciones realizadas por el instituto Wider, dependiente de Naciones Unidas, revelan que el impacto es más significativo entre los países en desarrollo. En Argentina la pérdida de ingresos fiscales como consecuencia de las técnicas de evasión utilizadas por las grandes corporaciones asciende hasta el 4,42 por ciento del PIB. Zambia, Guyana, Chad, Malta, Pakistán, Islas Comoras y Guinea son los únicos países del mundo donde el fenómeno alcanza o supera a la medida argentina.
Los autores de la investigación publicada ayer, Alex Cobham y Petr Janský, estimaron que el país pierde una suma en pesos equivalente a 21.400 millones de dólares al año. Con ello, la Argentina ocupa el quinto lugar en el ranking de evasión en términos absolutos, solo superado por Estados Unidos, China, India y Japón. Los ingresos tributarios que dejan de ingresar todos los años a las arcas públicas por los abusos corporativos son equivalentes a la magnitud del déficit fiscal. Ningún rubro está exento, pero las multinacionales agroexportadoras encabezan los abusos.
“Algunos países como Argentina perdieron una porción significativa de su PIB a manos del desvío de utilidades. En Chad, las pérdidas estimadas por esos abusos corporativos superaron en 2013 a la recaudación impositiva total. En Pakistán las pérdidas alcanzaron al 40 por ciento de los recursos tributarios. Si bien cualquier estimación de este fenómeno deliberadamente ocultado son imprecisas, el orden de magnitud indica que el desarrollo económico de los países puede, en algunos casos, verse afectado por las actividades de las empresas multinacionales”, advierten los expertos Cobham y Janský. El primero es el director de investigaciones en la organización británica Tax Justice Network y el segundo es un profesor de economía en la Universidad Charles de Praga. 
El desvío de beneficios es el mecanismo al que recurren las compañías multinacionales para desplazar sus ganancias gravables generadas por las subsidiarias en los países donde se realizan las actividades a otras subsidiarias en guaridas fiscales con nula o escasas alícuotas impositivas. Esas maniobras se realizan a través de transacciones simuladas al interior de las distintas filiales que tienen las compañías alrededor del mundo. Los principales descubrimientos del documento “Distribución global de la pérdida de ingresos por la evasión impositiva” publicado ayer fueron cuatro: 1) las pérdidas globales suman 500.000 millones de dólares al año, un monto similar a la producción anual del país; 2) la pérdida individual más grande en 2013 fue para Estados Unidos y ascendió a 188.830 millones de dólares; 3) las pérdidas representan una proporción más relevante del PIB en los países de menores ingresos; y 4) en algunos países como Zambia y Argentina esa relación excede el 4 por ciento del PIB. La investigación de UNU-WIDER precisa y desagrega a nivel países los datos publicados el año pasado por el FMI. El organismo multilateral había estimado que una pérdida global de 650 mil millones de dólares al año aunque no ofrecían datos a nivel de cada país. Los resultados de Cobham y Janský pueden consultarse un mapa interactivo disponible en la web (<https://turnergeo.carto.com/viz/ce53742c-0d88 -11e7-8285-0ee66e2c9693/public _map>).
Los flujos financieros ilícitos tienen un impacto significativo sobre el desarrollo al socavar la capacidad de recaudación de los estados y la posibilidad de que esos fondos sean invertidos en infraestructura. Los fondos provienen de la corrupción y el crimen organizado, pero las investigaciones del FMI, ONU y TJN revelan que son las corporaciones las que tienen el rol más importante en la movilización de esos recursos donde los controles estatales son escasos y, muchas veces, condicionados por las firmas multinacionales. “El status quo, donde las reglas impositivas internacionales están fijadas por la OCDE, los países en desarrollo no tienen voz, es insostenible”, advirtió ayer Cobham al reclamar que “los gobiernos alrededor del mundo aprueben legislaciones que obliguen a las multinacionales a publicar reportes de sus actividades país por país que revelen cómo desvían sus beneficios y le otorguen a las autoridades fiscales la capacidad para limitarlo”.