sábado, 25 de junio de 2016

CONTRATAPA Los maestros de Oaxaca

Por Sandra Russo
La doble vara de la derecha ya no es la clásica doble vara. Es una, en particular, que siempre funcionó haciéndose invisible, al tiempo que invisibilizaba, como explicó mil veces Ramonet, una buena parte de la realidad. Eso ya no funciona. Se les descompuso el mecanismo. Recién hoy a México se le está cuarteando su imagen internacional, en un mundo hegemonizado por gente que dice estar a favor de la democracia y la libertad, pero no especifica para quiénes concibe esa democracia y esa libertad. No para todos ni para los más débiles.
Es a fuerza de masacres repetidas y jamás aclaradas, masacres visibles, audibles, documentadas, lanzadas sin contexto a las redes, colgadas de llamamientos y comentarios en varias lenguas, que esa imagen de Peña Nieto se cuartea. Ya no sirven como escudo impenetrable ni la brutal cobertura mediática ni el ok de Estados Unidos para seguir presentando a ese presidente como a un “líder moderno”, muy semejante al que ve en Mauricio Macri.
De hecho, uno de los principales conflictos de los que, de todos modos, salió indemne Macri en su gestión porteña, fue el que mantuvo con los docentes cuando intentó implantar un régimen de evaluación periódico para eliminar las plantas permanentes y reducir el número de educadores (si la memoria no me falla, aquella vez los docentes fueron expulsados de la puerta de la Legislatura por barrabravas. A los medios no les mereció consideración ese hecho, a pesar de que participan del discurso “qué terrible la violencia en el fútbol”). Esa medida era la puerta abierta a la privatización de la educación pública, porque las evaluaciones iban a ser tercerizadas. Precisamente ésa es la base de la Reforma Educativa a la que se resistían los maestros de Oaxaca que el domingo pasado fueron salvajemente reprimidos, gaseados, apaleados y baleados. Los números varían, pero ubican el número de muertos entre los 8 y los 15, y agregan un número similar de heridos de bala y otros tantos de desaparecidos: alrededor de sesenta víctimas. Hay que tener en cuenta que cuando en México desaparece gente, pocas veces reaparece.
También los estudiantes de magisterio de Ayotzinapa terminaron siendo los muertos iniciales más aquellos de los que nunca más se supo nada. La responsabilidad de la masacre, aunque hubo pruebas de que el ejército participó junto con la policía, nunca subió más allá de los alcaldes de las localidades. En Guerrero, como ahora en Oaxaca, el gobierno local pertenecía al PRD. Esa es la alternancia mexicana, eso significa la clase dirigente mexicana, igual que la española, igual que la francesa, igual a lo que quieren hacer de la argentina: matices para aplicar un único proyecto, que no es un proyecto nacional, sino supranacional.
Peña Nieto no estaba en el poder todavía cuando esa Reforma apareció en la agenda mexicana, hace diez años. Pero sí estaban ya en danza los TLC (los tratados de libre comercio), y ya estaba sobrevolando la región la necesidad estratégica de generar un nuevo polo de poder fáctico, que fuera de norte a sur, y reunificara de un modo férreo aquello que un puñado de gobiernos del sur había deshecho, profundizando la verdadera grieta global, expresada en un mundo unipolar versus un mundo multipolar. Estados Unidos, donde la alternancia democrática es bancada en su totalidad –bancan las campañas demócratas y las campañas republicanas– por buitres y ultramillonarios estilo Koch, necesitaba una reformulación de América Latina. Nunca es por las buenas. Estados Unidos nunca seduce. Abusa.
También hace diez años hubo masacre en Oaxaca, y por el mismo motivo. La Reforma Educativa. Hubo resistencia, como la hubo ahora y como la hubo siempre, sólo que no es televisada. ¿Por qué sabemos tan poco de las resistencias en el mundo si hay libertad de expresión? ¿Por qué recién ahora les resulta complicado a los medios convencionales y a sus políticos protegidos mantener el cerco que ha hecho que creamos que los pueblos han sido disciplinados y que la lucha es inconsistente porque está condenada al fracaso? ¿Por qué los grandes medios carecen por completo de pensamiento crítico en relación al sufrimiento humano? ¿Cómo se pueden seguir sosteniendo debates en el aire de las ideas reales o fingidas, cuando es tan denso el aire que respiramos?
Hace diez años, cuando más de treinta maestros fueron fusilados en Oaxaca por la Policía Preventiva, y como ahora el Gobierno y los medios avalaron la versión de que la Policía había ido desarmada y que las muertes las habían provocado grupos de provocadores (igual que el relato del Puente Pueyrredón, y la tapa de Clarín), no existía la profusión de fotos y videos que desde el domingo pasado no cesamos de ver. En ellos se observa claramente a una Policía salvaje, con directivas claras, disparar a mansalva contra manifestantes que a lo sumo arrojaban piedras o palos. Las mentiras no aguantan las evidencias. Se vieron testimonios de niños que van a las marchas mexicanas, y no lo hacen como nuestros niños, que hasta hace poco iban en brazos de sus padres o disfrazados de Zamba a participar de una fiesta. Estos niños de los videos van a las marchas a conciencia de que habrá represión. No saben si van a volver. Así se protesta en México. En un estado de violencia permanente. Y sin embargo, la OEA permanece inalterable y no hace nada salvo mandar falsas condolencias. Peña Nieto sigue cubierto por el establishment que chilla por Maduro.
Esta semana hubo revuelta de estudiantes y educadores también en Chile, pese a que en las últimas elecciones el panorama parecía despejado. No es Bachelet, es el Pacífico. El mismo Pacífico que baña con sangre a México. El Secretario de Educación Pública mexicano, Aurelio Nuño, ratificó el jueves que la Reforma Educativa no tiene vuelta atrás. Imagínense: ese hombre tiene más de una docena de muertos y otra de desaparecidos todavía calientes colgándole de las palabras. No le importa. Ratifica la Reforma, dice que no es negociable.
Son los maestros y los estudiantes los que en algunos escenarios, como México, parecen tener la llave del derecho a la igualdad. Porque sin educación, la igualdad es imposible, y todavía nadie se ha atrevido a decirle a su audiencia: “Miren, yo creo que la igualdad no es conveniente, creo que tenemos que concentrar entre nosotros doscientos toda la riqueza, y si la gente no lo acepta, bueno, podemos molerla a palos o se nos pueden escapar las balas”. Eso nunca lo dirán, pero lo hacen. Para tener poblaciones mansas, resignadas a salarios de miseria, es necesario un proyecto de educación restringida a las clases dominantes.
Y no sólo eso. Recuerdo el testimonio estremecedor de uno de los sobrevivientes de Ayotzinapa, cuando todavía estaba en shock después de la masacre en la que mataron a 43 de sus compañeros de magisterio. Ese muchacho dijo que contra los maestros hay saña porque no sólo educan a los pobres y a los campesinos, sino sobre todo porque en esa enseñanza esos niños tentados por las ofertas del narco hallan alternativas, descubren vocaciones, se niegan a ofrecer sus vidas por tan poco. Los maestros son los verdaderos arietes contra el narcoestado. Por eso los persiguen y los matan los que en los foros internacionales cacarean una lucha contra el narco que después borran con el codo para llenarse los bolsillos. Atrás de esta puja no hay ideales: hay bolsillos, que es una metáfora vieja para aludir a cuentas no declaradas.

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