lunes, 10 de agosto de 2015

Un sánguche comunista (o peronista) Por César González. Escritor y cineasta

Hacía frío y un tímido sol empezaba a bajar allá atrás, besándole la espalda al horizonte. En la canchita, unos guachines de no más de 10 años hacía rato jugaban un partido que estaba picante y que iba 6 a 5. La canchita queda en el centro geográfico del barrio, a un costado está el tanque de agua, un imponente y largo hongo de cemento de unos 40 metros de largo, con una cabeza mucho más ancha que su tronco. Atrás de uno de los arcos se extiende una tira de monoblocks de tres pisos, de un opaco y cada vez más viejo color bordó. Atrás del otro arco pasa una calle que une los vértices de “La Gardel”.

Mirando hacia la derecha de los edificios se ve un camino que termina en “el hueco del 17”, una especie de puerta de túnel precario que atraviesa una planta baja de unos 3 metros de ancho. Allí paran los pibes del “17”. Los nombres de los lugares donde se juntan los pibes nacieron a partir del número del monoblock. Están los del 15, los del 13, los del 1, los del 8… El nombre no cambia, lo que va cambiando son las caras.

El recambio es constante. A algunos pibes que se veían hace dos años, hoy ya no los ves: los mataron o cayeron en cana. Los únicos estables son los rostros de los pibes que trabajan. Pasan distintas generaciones y son las únicas presencias que se repiten. Por eso, naturalmente son una autoridad moral en cada ranchada.

La amplia mayoría de los pibes que viven en el barrio trabajan o estudian. Pero “pibes chorros” y laburantes comparten gran parte del tiempo de sus vidas en un mismo espacio, fuman del mismo porro y beben de la misma jarra. Cuando llega el viernes o el sábado y se hace la famosa vaquita para comprar escabio, cada uno pone algo, el laburante saca de su sueldo; el “pibe chorro”, de su botín. El que no pone es una rata, sea trabajador o delincuente.

Los que trabajan saben lo que hacen sus amigos “desviados” y quizás no estén para nada de acuerdo, pero nadie juzga a nadie. En el fondo, y en silencio, unos y otros se envidian. El que roba sabe que en cualquier momento puede morir o terminar preso, por eso envidia del trabajador la tranquilidad de irse a dormir sin estar perseguido de que la gorra le patee la puerta en plena madrugada. Y el que trabaja envidia de los pibes chorros que no cumplen horarios ni obedecen a nadie. Pero ese sábado a la tarde, ya casi noche, en el hueco del 17 ninguno de los cuatro pibes tenía un peso, ni los dos trabajadores ni los dos chacales. Los pibes chorros esperaban ansiosos que dos compañeros volvieran con una “llave” –un auto robado– para poder salir ellos también, ya que el fin de semana hace que el capitalismo valga la pena y por eso nada más triste que un sábado sin plata.

Uno de los trabajadores llevó su mano al bolsillo de atrás de su pantalón y habló.

–¡Uh, guacho, bien ahí! Miren lo que encontré, somos nosotros, vieron que siempre hay que tener un canuto…

–Ja, ja. Seguro estabas del orto cuando lo guardaste…

–Yo tengo un rebajón, ¿y ustedes?

–Y… no sé, vos fijate.

–Bueno, ¿vamos a comprar un sanguche a La Patri?

–Dale, nos fuimos.

Y todos juntos emprendieron marcha hacia el local multifunción que es un poco kiosco, un poco rotisería, algo de perfumería y hasta venta de ropa. El trabajador se puso a hacer su pedido.

–Hola Patri, me hacés uno de milanga completo y me das una gaseosa grande de naranja por favor.

–Son 57 pesos.

–Tomá, hay 50, anótame 7 que en la semana paso y te pago todo. ¿En cuánto sale?

–15 minutitos, ponele.

–Bueno, lo esperamos acá afuera.

Transcurrido ese tiempo, el trabajador entró en busca de su sánguche.

–Me lo cortás en 4 partes iguales, por favor, y lo ponés en un bandejita, gracias.

Y así se fueron de nuevo para el hueco del 17. Al llegar el trabajador, le dio un pedazo a cada uno de los pibes, se lo comieron rápidamente y lo bajaron con gaseosa. Un sánguche comunista (o peronista) aunque poco o nada sepan estos pibes sobre quiénes fueron o qué pensaban Marx o Perón. Un sánguche compartido entre proletarios y cabecitas negras, dos laburantes, los otros dos pibes chorros.

09/08/15 Miradas al Sur

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