sábado, 8 de agosto de 2015

Primarias con efectos secundarios Por Alberto Dearriba

Cuando en la madrugada del lunes se conozcan los números de la primaria de mañana, comenzará a delinearse un nuevo escenario para la elección general de octubre, ya que los candidatos consagrados tendrán en sus manos las cuentas que les permitirán saber si deben corregir o profundizar sus respectivos discursos para mejorar sus performances y ampliar sus consensos.

Todas las encuestas señalan que el precandidato presidencial del Frente para la Victoria (FPV), Daniel Scioli, será el que reciba la mayor cantidad de votos, seguido por el postulante del Pro, Mauricio Macri, que seguramente vencerá a sus dos socios y competidores de la alianza Cambiemos, Ernesto Sanz y Elisa Carrió.

Pero las encuestas son falibles y existen célebres patinadas, como las que precedieron a la elección porteña en la que Horacio Rodríguez Larreta iba a ganar por afano, pero Martín Lousteau le hizo pegar un soberano julepe al macrismo.

Algunos sondeos de intención de voto también la pifiaron en Córdoba, donde dieron ganador al Milico Oscar Aguad de la alianza UCR-Pro- Frente Cívico, pero en las urnas resultó electo gobernador el candidato delasotista, Juan Schiaretti. 

Desde 1983 en adelante, las encuestas se convirtieron en herramientas imprescindibles para los dirigentes políticos que desean sondear el humor social y en un negocio jugoso para las consultoras, que fueron exhortadas ahora por la justicia a cumplir con la norma que establece que deben indicar la cantidad de ciudadanos consultados, el método sociométrico utilizado y quién pagó el trabajo.

Sin embargo, las pitonisas modernas aciertan en sus pronósticos mucho más de lo que erran voluntaria o involuntariamente. De modo que teniendo en cuenta estos antecedentes y considerando que todos los sondeos realizados de un mes a esta parte relevan que el más votado será Scioli, habrá que creer.
Pero como los consultores difieren en los porcentajes que lograría el gobernador bonaerense y en la diferencia que le sacaría a Macri, la gran incógnita que develarán las primarias, será si el candidato del FPV estará en condiciones de eludir una eventual segunda vuelta o si deberá penar hasta el 25 de octubre para saberlo.

Para algunos encuestadores Scioli le lleva diez puntos a Macri y para otros seis. Unos sostienen haber detectado una intención de voto al gobernador del 40% , que es el porcentaje requerido para que no haya balotaje y otros sostienen que ronda el 36. Si la distancia es amplia, la cuestión quedará aclarada en las últimas horas del domingo, pero si la disputa es voto a voto, el gran partido sólo se definirá en la madrugada del lunes.

En las encuestas sobre la porfía interna del FPV entre Aníbal Fernández y Julián Domínguez por la candidatura a gobernador de la Provincia de Buenos Aires, no existe la coincidencia del nivel presidencial. Si bien la mayoría de los sondeos indican que ganará Aníbal, es probable que la elección sea aquí reñida. Como los votantes que irán a definir esta interna son kirchneristas que no creen en operaciones mediáticas que se derriten luego como chocolate al sol, los consultores descartan que el ataque contra el jefe de Gabinete, pueda incidir negativamente en la votación. 

La primaria de mañana modificará hasta la escenografía que montará Cambiemos, ya que no es improbable que el Pro deba suspender globos amarillos y bailecitos, en favor de una puesta en escena un tanto menos liviana que integre a la UCR y a la Coalición Cívica.

Este cambio será sólo una pequeña señal formal frente al impacto que pueda tener el resultado de la primaria sobre muchos electores que modificarán su elección en la general con la idea del voto útil. O sencillamente porque una vez derrotado internamente el precandidato elegido, algunos votantes deseen repensar su sufragio.

Scioli no tiene competidor interno, ya que todos fueron borrados por el "baño de humildad", de modo que sólo comparará sus números con los precandidatos de otras fuerzas, pero la situación es distinta para Macri, que luego de la primaria, debe recoger los heridos de Carrió y Sanz, estimados en alrededor de un 5% en las encuestas. Y ninguno se puede dar el lujo de despreciar votantes.

El jefe de gobierno porteño deberá mimar a los radicales para impedir que tras su eventual victoria interna en Cambiemos, algunos boina blanca busquen abrigo con otra correligionaria como Margarita Stolbizer, que tampoco tiene competencia interna en el frente Progresistas. Se dirá que ambas coaliciones tienen perfiles ideológicos distintos, pero no todos los votantes deciden ideológicamente el destino de su sufragio, sino que muchas veces pesa la camiseta o cuestiones bastante más fútiles o caprichosas.

Algo similar puede pasarla a Sergio Massa, si efectivamente vence a José Manuel de la Sota en UNA, ya que el tigrense debe apostar a fidelizar los votos obtenidos por el cordobés, que según los sondeos, pueden rondar los 6 puntos. Tras la primaria, Massa puede verse más apretado en octubre por las pinzas de una polarización mayor a la actual fortalecida por el resultado del domingo, algo así como un balotaje anticipado, en el que algunos votantes de UNA pueden apostar en la general por Scioli o Macri, con la idea de hacer valer realmente su voto, más alla´de una elección testimonial. 

En el nuevo escenario que se abre a partir del lunes, los candidatos que queden en carrera intentarán cooptar los votos de los precandidatos perdedores de Cambiemos y UNA (¿Sanz, Carrió y De la Sota?) que pueden sumar un 10% del electorado y también sumar a su favor escépticos votoblanquistas, impugnadores seriales y ausentes sin aviso.

De acuerdo con los comicios de mañana, Scioli puede decidir tirarle más flores a la clase media independiente o asegurar el voto kirchnerista, en tanto Macri podría volver un tanto a sus orígenes para sumar a la oposición más furibunda o insistir con su nuevo discurso estatista. Un par de puntos a favor o en contra, pueden signar el escenario preelectoral de octubre de manera distinta.

Los expertos bucearán en los números chicos de mañana para intentar desentrañar la motivación del voto. Pero a priori se intuye que los kirchenristas irán a las urnas sin demasiado entusiasmo a votar a un precandidato al cual no aman, con la idea más apuntada a plebiscitar el gobierno de Cristina Fernández. Y los opositores más acérrimos votarán a sus precandidatos para castigar al gobierno. Las urnas dirán hasta donde ha calado el martilleo mediático y hasta donde la realidad es capaz de contrarrestarlo. El resultado será una aproximación a lo que ocurra en octubre. Pero no el pronunciamiento definitivo, porque los comicios del domingo pueden comenzar a modificar el mapa electoral el lunes mismo.

iNFO|news

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