martes, 4 de agosto de 2015

La pesadilla del Círculo Rojo



Con las primarias a la vuelta de la esquina, el dato es crucial para el oficialismo y la oposición: la imagen de gestión de Cristina Fernández no para de crecer.
El gobierno llega a las urnas con altos niveles de aprobación, inéditos para un mandato que se termina. Y la tendencia es al alza. Distintas encuestas indican que en el último semestre la valoración positiva de la labor K trepó entre 10 y 15 puntos, alcanzando porcentajes de aprobación que oscilan en torno al 50 por ciento de la población. O sea: la mitad de los argentinos ven con buenos ojos la tarea presidencial. 
A una semana de las Primarias Abiertas Simultáneas ý Obligatorias (PASO), la escalada en la imagen presidencial puede alfombrar el camino electoral del oficialismo, donde Daniel Scioli oficia de postulante principal, junto a una legión de candidatos kirchneristas que se proponen llegar a distintos estamentos institucionales para custodiar, desde el Estado, el proyecto alumbrado por Néstor y CFK.
La foto es una pesadilla para el Círculo Rojo, que pretendía llegar a estas fechas con la tarea de demolición concluida y el terreno listo para cimentar un futuro gobierno a su gusto, placer y necesidad. Pero el dichoso "fin de ciclo" no pasó de espejismo, las encuestas acarician al oficialismo y el establishment llega con los nervios de punta a la hora de la verdad.   
El sábado lo expresó fuerte y claro Luis María Etchevehere, el presidente de la Sociedad Rural, en un inflamado discurso donde imploró por el voto a la oposición y levantó el brazo de Mauricio Macri, que se fue ovacionado del predio ferial.
Rudimentario y pendenciero, Etchevehere es el vocero más transparente del establishment, pero no es el único alterado del club. La fuerte interna en la Unión Industrial Argentina da muestras de ese estado de conmoción. Las zancadillas y operaciones cruzadas que vienen precediendo la elección del nuevo mandamás de la entidad exhiben que, esta vez, no sólo está en juego un sillón con poder de lobby. Se disputa, también, la autoría de la agenda que se le pretenderá imponer al presidente que vendrá.


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