miércoles, 26 de agosto de 2015

La incógnita griega Por Jorge Muracciole

Con la decisión de Alexis Tsipras de presentar su renuncia como primer ministro del primer gobierno de izquierda radical de Grecia y el llamado a elecciones generales para septiembre se abre un nuevo escenario en la desbastada república griega. Lo cierto es que de los resultados de las tercera elección anticipada en los últimos años, en la que es convocada la ciudadanía helena, surgirá un nuevo gobierno con posiciones más moderadas.

Con ese diagnóstico, Syriza busca ampliar su base social en sectores de la población que, más allá de oponerse a los planes ortodoxos de la austeridad de la troika europea, piensan que lo más conveniente con posterioridad a la derrota en la pulseada del gobierno de Syriza con las instituciones europeas -comandadas por la locomotora liberal conservadora de la principal potencia, Alemania-, prioricen la continuidad dentro de la UE y la permanencia bajo los dominios de la moneda única, a pesar de las consecuencias en extremo negativas de las medidas de profundos recortes sociales.

Esta decisión de Alexis Tsipras, de asumir la derrota en la primer gran batalla de su gobierno con la Troika, hoy constituida en Cuadriga con la incorporación del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) en la fiscalización e implementación del tercer rescate impuesto a Grecia expresa su convicción de que al corto plazo es el mal menor para los intereses del pueblo griego, ante la actual correlación de fuerzas en la Europa Comunitaria. Por tal razón, el adelanto electoral para el fin del verano europeo se transformó en una carambola a tres bandas, que deja con pocas posibilidades a distintos sectores de la oposición por derecha e izquierda. Sin dar tiempo a los rebeldes de su partido, encabezada por el ex ministro de Energía, Panagiotis Lafazanis, y a un conglomerado de diputados disconformes con el ajuste, para poder organizar con posibilidades al corto plazo una potente alternativa electoral que traccione a su favor el caudal de votos por el No, en el referéndum anti austeridad del mes de julio. Al mismo tiempo, permitirá seguir siendo la principal fuerza electoral por la profunda debilidad del Pasok (social-democracia pro austeridad) y las fuerzas conservadoras, profundamente desgastadas.

Parecería que la apuesta de Tsipras es al mediano y largo plazo, a la espera que se modifique la actual correlación de fuerzas profundamente asimétricas en favor de los conservadores en la Europa comunitaria. Expectativas puestas en las elecciones de octubre en Portugal, y en noviembre en España: que fuerzas contrarias a los planes de austeridad como Podemos o el Socialismo Lusitano, puedan conformar gobiernos que modifiquen la sumisión que los conservadores del PP de Rajoy y la derecha portuguesa hacen gala, ante mandatos de la troika dirigida desde Bruselas.

El dilema de esta suerte de experiencia piloto a escala europea, que fue el gobierno de Syriza, es si dicho partido, de convertirse en el más votado en septiembre, podrá salir comandado por Tsipras con esta estrategia negociadora del corsé de hierro de los planes de austeridad. Ya que este camino elegido se convirtió en un sendero sumamente peligroso, al haber apostado a la contradictoria lógica, "que es factible luchar desde/contra la UE neo-colonial, por una Europa democrática y social".

Como afirmó Stathis Kouvelakis -uno de los máximos referentes de la disidencia y hasta su salida miembro del Comite Central de Syriza-: "El gobierno de Alexis Tsipras se ha alejado de la idea fundante de Syriza "ni un solo sacrificio más para el pueblo griego por el euro". Para el ala izquierda de Syriza, el Grexit era la alternativa a cualquier negociación perjudicial, al definir desde el inicio que cualquier negociación era una "traición". La salida planteada por Kouvelakis, parte de la idea de que el No del referéndum griego "no está derrotado", la única derrota que se ha producido es la de la estrategia de la dirección de Syriza al no confrontar con la Unión Europea para conseguir compromiso "positivo" para todo el mundo, esa alternativa se ha constituido en un fracaso que pagará todo el pueblo griego.
En la última semana, la novedad política en el convulsionado escenario griego fue la fundación de un nuevo agrupamiento por izquierda de Syriza. Ese nuevo agrupamiento anti-austeridad surgió de las entrañas del partido gobernante, y está constituido por parte de los 25 diputados afiliados a la Plataforma de Izquierdas, pero a los mismos se unieron también otros como Vangelis Diamantopoulos o Rachel Makri, una estrecha colaboradora de Zoe Konstantopoulou, encargada de presidir hasta la disolución del gobierno la presidencia de la Cámara de Diputados.

La Unidad Popular es el nombre de este nuevo frente político que reagrupará a 13 organizaciones de la izquierda radical, aquellas que firmaron el texto publicado el 13 de agosto a favor de la constitución de un "Frente por el NO". Es el primer resultado tangible de la recomposición de la izquierda radical de Grecia. Una recomposición que extrae todas las lecciones de los últimos cinco años y, de la experiencia de Syriza en el poder y de la catástrofe en la que ha desembocado. La ambición de este frente es perfilarse como la expresión política de ese No que se dio tanto en las elecciones de enero como en referéndum del 5 de julio. Las principales líneas programáticas son la ruptura con la austeridad y los memorándum, el rechazo de las privatizaciones y la nacionalización bajo control estratégico de sectores de la economía, empezando por el sector bancario, y de modo más amplio el cumplimiento de medidas radicales que intentaran mover la correlación de fuerzas a favor de los trabajadores y de las clases populares.

La gran incógnita de aquí a las elecciones de septiembre, es si la voluntad expresada en el referéndum del 5 de julio, por el 61% de los griegos, sigue intacta, o si la vía emprendida por el gobierno de Tsipras caló en el ánimo de las multitud de griegos que hoy se seguirán viendo afectados por los profundos recortes en el gasto social, pero a pesar del siniestro escenario del futuro inmediato, confían que el mal menor sigue siendo la gestión de los planes de Austeridad bajo el mando de aquella organización que sembró de esperanzas hace tan solo ocho meses al común de la ciudadanía griega. Dejando de lado al corto plazo cualquier alternativa radical que proponga la salida de la zona euro y un sendero alternativo que permita la reconstrucción autónoma de la economía griega, entendiendo dicha propuesta más que una salida viable un seguro salto al vacío.

iNFO|news

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