domingo, 16 de agosto de 2015

Grecia | La fractura después del ajuste Por Roberto Montoya

Ocho meses después de triunfar en las urnas con un programa y un discurso rompedor, Syriza hace agua. El gobierno de la coalición de izquierda griega liderado por Alexis Tsipras ha perdido ya definitivamente el pulso que libró con el FMI, el Banco Central Europeo (BCE) y la Unión Europea (UE), y ha aceptado las 35 humillantes condiciones que le impusieron para poder recibir el tercer “rescate”, de 85.000 millones de euros.

El FMI y la Europa del capital han podido más que los millones de griegos que le dieron su voto a Syriza, quedándose a sólo dos escaños de la mayoría absoluta.

Tsipras logró arrancar al Parlamento heleno el respaldo que necesitaba para sellar el pacto –222 votos a favor, 64 en contra, 11 abstenciones–, pero el rechazo al mismo por parte de 43 de los 149 parlamentarios de Syriza lo obligaron a recurrir al apoyo de la oposición, de conservadores, liberales y socialdemócratas.

El ala radical de Syriza, la Plataforma de Izquierda, anunció ya la creación de un “movimiento anti austeridad” en rechazo al pacto con los acreedores, que podría derivar en la formación de un nuevo partido.

Condiciones humillantes

Syriza tendrá que arrancar del programa electoral que la llevó al poder muchos puntos fundamentales de carácter social y de soberanía e independencia económica y política. Entre las hojas que debería quitar están aquellas en las que prometía suspender los procesos de privatización en curso en ese momento. Y es que el documento que aceptó Tsipras y su equipo contempla todo lo contrario, exige la privatización de los principales aeropuertos griegos, los del Pireo y Tesalónica; de Trainose, la red de ferrocarriles de Admie; el operador de la red de energía; y de 14 aeropuertos regionales.

En diciembre de 2014, sólo un mes antes de que Syriza triunfara en las elecciones, el gobierno conservador griego había aceptado la oferta de compra de esos 12 aeropuertos por parte de la empresa alemana Fraport. La operación se canceló con la llegada del nuevo gobierno, pero ahora se retoma tras la imposición de los acreedores.

Durante los tres próximos años, esos acreedores, los llamados “’hombres de negro”, se instalarán en Atenas para controlar cada uno de los pasos políticos, económicos, laborales y sociales que dé el gobierno griego. Su nivel de exigencia es extremo, todo será controlado meticulosamente; la independencia del país se esfuma, no puede dar un paso sin autorización de sus acreedores.

En octubre serán los primeros controles sobre cómo se aplican todas las medidas. La primera remesa de la ayuda incluirá 10.000 millones de euros que irán consagrados exclusivamente a recapitalizar la banca. Antes de fin de año llegarán otros 15.000 con el mismo fin. Faltaba más, la banca primero.

La banca y el pago de la deuda externa, claro, ya que el próximo día 20 ya vence un pago al BCE de 3.500 millones de euros, y a corto plazo, uno al FMI de 1.600 millones y otro a la UE de 7.600 millones.

Entre las 35 medidas con las que se ha comprometido el gobierno figura desde fijar el tope del salario mínimo en unos 300 euros mensuales; la eliminación de las jubilaciones anticipadas; el aumento de la edad para jubilarse; la eliminación de subsidios agrarios; la flexibilidad del mercado laboral; el aumento de las tasas judiciales; la eliminación de numerosas ayudas sociales; la liberalización de los horarios de los comercios; el aumento del IVA y un larguísimo etcétera.

Una ruptura difícil de frenar

El máximo líder de Plataforma de Izquierda, el hasta hace un mes ministro de Energía y Medio Ambiente, Panayotis Lafazanis, anunció en Iskra, la web de esa poderosa corriente radical de Syriza, la creación de un “movimiento anti austeridad” que vertebre las protestas callejeras y sindicales contra el pacto firmado por Tsipras. Esta corriente lo acusa de traicionar el resultado aplastante a favor del No, que se obtuvo en el referéndum del pasado 5 de julio, a ceder ante los acreedores.

Otros 12 reconocidos dirigentes de esa Plataforma respaldan la propuesta de Lafazanis, una iniciativa que parece coincidir con otra similar anunciada días atrás por el también ex ministro Yanis Varoufakis.

Otros 20 integrantes del comité central de Syriza, pertenecientes en este caso al Grupo de los 53, corriente menos radical, a a la que pertenece el actual ministro de Finanzas, Efklidis Tsakalotos, ha reclamado a Tsipras que dé marcha atrás, que no siga adelante con ese pacto con los acreedores.

La propia presidenta del Parlamento, Zoi Konstandopulu, ha lanzado duras críticas en el debate parlamentario contra Tsipras y Tsakalotos.

El primer ministro está sacando adelante las votaciones en el Parlamento gracias al interesado apoyo contranatura de la oposición, pero sabe que eso lo aleja cada vez más de su partido y de su electorado. Tsipras ha reconocido que la situación es insostenible y ha propuesto la realización de un congreso de Syriza para septiembre en un intento por evitar la ruptura. De no lograrlo, los griegos serán seguramente convocados poco después de nuevo a las urnas… y vuelta a empezar.

16/08/15 Miradas al Sur

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