lunes, 10 de agosto de 2015

GOLPISMO EN EL MERCOSUR Envalentonada, la derecha brasileña lanza una ofensiva para tumbar a Dilma

Por Luis María Galo

La oposición, liderada por un transfuga político, quiere iniciarle ya el impeachment a la presidenta y que la gente vuelve a salir a la calle. El ruido político agrava la recesión. Este año el real perdiò 30% de su valor.

Están envalentonados. Son como los tiburones: cuando huelen sangre se lanzan a liquidar su presa. La derecha brasileña pasó a la acción para defenestrar a Dilma Rousseff. Es un ataque de pinzas tradicional, la ofensiva transitará por dos cauces. Por un lado, la oposición impulsará en el Congreso el juicio político a la presidenta; por el otro, intentarán que miles de personas se vuelquen a las calles para repudiar la corrupción. El Partido de los Trabajadores enfrenta por estos días una de las más graves amenazas desde que llegó al poder hace doce años, al calor de la drástica caída de la popularidad presidencial por buenas y malas razones.

El ariete de la embestida es un traidor con nombre y apellido. Se llama Eduardo Cunha y es el titular de la Cámara de Diputados brasileña. Pertenece al PMBD, el histórico partido de centroderecha brasileña y por esas cosas del destino el principal aliado del PT (ya volveremos sobre tema).

Cunha, que el mes pasado abandonó la coalición oficialista pactó con la principal fuerzas opositora (el Partido de la Socialdemocracia, el del inescrupuloso Aecio Neves) impulsar este año el juicio contra Dilma. "Cunha demuestra estar dispuesto a todo para obstruir o hacer inviable la administración del PT'', según la prensa brasileña.

Para el próximo domingo 16 la oposición convocó a manifestaciones en todo el país. ¿Un domingo? S¡ La fecha elegida no es casual, pues ese día de 1992, miles de ciudadanos protestaron contra el entonces presidente Fernando Collor de Mello, ese faraute nordestino que cuatro meses después debió renunciar al cargo jaqueado por múltiples escándalos de corrupción.

EN CHIRONA

El acontecimiento que encendió la sangre del golpismo de derecha (las cosas por su nombre) es el ingreso a prisión (por segunda vez) del ex hombre fuerte de Lula. José Dirceu, uno de los fundadores del PT que también fungió como jefe de gabinete, quedó está tarde alojado en una cárcel del sureño estado de Paraná. Un juez lo considera uno de los arquitectos de la red de corrupción enquistada en Petrobras, la joya de las empresas estatales brasileñas. Se habrían desviado unos 2.000 millones de dólares en favor de los más poderosos grupos económicos de Brasil, a cambio de sobornos.

El Petrolao ha colocado al PT contra las cuerdas. La verdad es que lo que ha colapsado es el modelo de acumulación política que rigió en Brasil en los últimos doce años. La izquierda de Lula y Dilma, que arrancó a treinta millones de brasileños de la pobreza y por eso merece un reconocimiento histórico, ha debido trocar en todos estos años apoyo parlamentario y regional por prebendas con sus aliados de centroderecha, como el PMBD. Y lo hizo con fondos públicos, como quedó al descubierto en el escándalo de Petrobras.

Es decir, el PT debió comprar voluntades políticas a diestra y siniestra para lograr que se aprueben tanto leyes claves de inclusión social como aquellas mínimas que permiten el funcionamiento del Estado. Pagó también con cargos públicos (infló el número de Ministerios a 39) y se encontró que los casos de corrupción se multiplicaron. Y ahora está pagando el precio. Mucha gente, incluso militantes del PT, está indignada porque millones de dólares engordaron bolsillos de los políticos, mientras el transporte sigue siendo un desastre y la educación universitaria es para pocos.

EL EFECTO ECONOMICO

La crisis política ha estragado la economía, como habitualmente ocurre. Es un circulo vicioso que se retroalimenta. El ruido político genera recesión y viceversa Y nos pega a nosotros, de refilón. Si Brasil se resfría, la Argentina siempre estornuda. El vecino de arriba, como sabés, es nuestro principal socio comercial. El real registra hoy su menor valor frente al dólar en doce años (el dólar se vende a 3,50 reales) tras acumular una impresionante depreciación del 29,9% en lo que va de año. Como consecuencia, llegan menos turistas brasileños a Buenos Aires, se cierran mercados para nuestras manufacturas y los mercados concluyen: la Argentina también deberá devaluar tarde o temprano.

Los números dan testimonio de esto: el intercambio comercial con Brasil registró en julio un saldo negativo de 317 millones de dólares, con una caída de las exportaciones argentinas del 27,1%, informó el lunes pasado la consultora Abeceb.com. En un informe elaborado con datos del Ministerio de Desarrollo del país vecino, Abeceb.com destacó que el intercambio comercial tuvo una caída del 14,7%, comparado de manera interanual. Cruje el Mercosur pues. Y si los golpistas -Dios no lo quiera- siguen hostigando a una presidenta que cuenta con un inobjetable mandato popular la situación económica seguirá degradándose.


Maticemos. Para quien esto escribe, no está en juego la renuncia o destitución de la presidenta; la ofensiva golpista tiene escasas posibilidades de prosperar, a pesar de que cuenta con el respaldo de las más poderosas empresas periodísticas del Brasil, que no se cuidan de ocultar que odian a Dilma y al PT en general. Lo que está en juego es la salud de una democracia (que necesita reformas sí) y el bienestar de la gente.

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