miércoles, 5 de agosto de 2015

Corrupción: la sombra de Brasil


El próximo jueves 5 de noviembre se cumplirán diez años del No al ALCA. La propuesta de un área de libre comercio que beneficiara los intereses de Estados Unidos surgió de George Bush padre a poco tiempo de la implosión de la URSS y la desazón de muchos sectores progresistas del mundo que no necesariamente desconocían que el llamado socialismo real no era una alternativa para la defensa de las economías de las naciones periféricas
 El ALCA no tenía oposición en las cumbres de las Américas y parecía que la experiencia del NAFTA (el Tratado de Libre Comercio entre Canadá, México y Estados Unidos) era despreciada por los gobernantes latinoamericanos.
En efecto, ese acuerdo entró en vigencia en 1994 y consolidó en México a una pequeña minoría de empresarios y banqueros que atrajeron empresas norteamericanas pero que, al mismo tiempo, consolidaron una pobreza estructural con destrucción hasta de los cultivos de maíz. Curiosamente, con el subsidio a ese cereal al norte del Río Bravo, los mexicanos comenzaron a importar maíz –base alimentaria de la riquísima y diversa cocina mexicana– al tiempo que consolidaban la dependencia de sus industrias. El NAFTA no terminó con la inmigración ilegal a Estados Unidos sino que por el contrario aumentó la cantidad de desplazados del campo y la ciudad hacia el norte. Menos que menos, el NAFTA tuvo algún capítulo para poner freno a la demanda de estupefacientes sino que al comercio ilegal de cocaína, México le agregó la fabricación y distribución de drogas de diseño que utilizan fármacos como la efedrina para su elaboración en laboratorios clandestinos.
En la Argentina de estos días se habla de la efedrina en exceso, de modo adictivo, como si fuéramos una sociedad de consumidores de tóxicos de todo tipo, incluyendo la comunicación tóxica. Pero no se habla de la droga como un resultado de la cultura tóxica sino porque Jorge Lanata decidió entrevistar a uno que tiene una T más que él y que está condenado por el triple crimen de General Rodríguez. Es casi dantesco que el periodismo pueda generar tanta espectacularidad con una noticia que tiene como fuente a Martín Lanatta, el tipo que está condenado por planear y ejecutar a tres personas, dos de las cuales se supone vendían efedrina a los narcos mexicanos. A pocos días de las PASO, los medios de Clarín, en cadena privada, baten el parche con una historia que tiene poco piolín para tirar pero que se constituye en una muestra de lo que sucederá en las semanas previas a las presidenciales del 25 de octubre y también en la eventual segunda vuelta que podría ser el 22 de noviembre. En Brasil, cuando Dilma Rouseff se impuso ajustadamente sobre Aecio Neves en el balotaje de octubre de 2014, hubo una feroz operación mediática: dos días antes, la revista Veja sacaba un título catástrofe con fotos de Dilma y Lula, "ellos sabían todo". La denuncia era por la corrupción en Petrobras.
¿Qué pasó un año después? Para una parte de los medios en la Argentina, y sobre todo para los referentes del FPV, fue un intento desestabilizador. Difícil argumentar en contra de eso, pero ¿y había desvío de fondos o no había desvío de fondos? Brasil tiene una ley que en estas latitudes no existe y que permite a los "arrepentidos" cambiar años de condena por salpicar a otros, por lo que en la jerga popular pampeana es buchonear. El operativo Lava jato había surgido en marzo de 2014, cuando se vinculó al empresario Alberto Youssef (propietario de un lavadero de autos, lava jato) al lavado de activos y no sólo de coches. Podría haber quedado todo en un delito menor pero ya hay 57 políticos (la abrumadora mayoría diputados y senadores en actividad o con mandato cumplido), y la fiscalía, gracias a la colaboración poco épica de los arrepentidos, ya estableció que no menos de 2000 millones de dólares de Petrobras fueron desviados. La más impactante de las detenciones sucedió ayer a la madrugada y se trata nada menos que de José Dirceu, el ministro de Lula y ex presidente del PT. La acusación por la que fue llevado preso es que varias grandes empresas proveedoras de Petrobras pagaban comisiones millonarias a JD (el estudio jurídico de José Dirceu) para aceitar los contratos con la petrolera. Es curioso cómo llaman a las coimas en Brasil: propinas. El problema para Dirceu es que esas empresas privadas de gran porte tienen empresarios que están entre rejas y lo señalan como uno más de los que cobraban propinas. Uno de los delatores, Milton Pascowitch, se autoincrimina y afirma haber cumplido el encargo de la empresa Engevix. En criollo, pagó en la sede del PT durante tres años el equivalente a 3 millones de dólares.
Es difícil saber si todo este lío va a terminar acá. Está claro que aquella tapa de Veja era una operación pero también está claro que la dirigencia petista está metida en una corrupción estructural. No se trata de un caso aislado, de un pícaro que obtiene unos pesos para mantener un local y los afiches de un candidato sino que todo indica que es una manera sistemática de financiar, no sólo la política sino el holgadísimo estilo de vida de muchos dirigentes políticos y de empresarios brasileños. Esto es cierto y también es verdad que a Dilma y a Lula los quieren voltear porque expresan la irrupción de los trabajadores en la vida política de ese país en el siglo XXI. Es cierto que los grandes poderes transnacionales no pueden bombardear el Palacio de la Moneda (derrocamiento de Allende en Chile, 1973) y que tienen los tanques mediáticos. Ahora, dejando la ingenuidad de lado, ¿hay que ponerse del lado de los corruptos? ¿Alguien cree que el No al ALCA puede tapar por su grandeza este tipo de prácticas naturalizadas como válidas?
En Brasil, el procurador Carlos Fernando Dos Santos Lima es quien conduce las investigaciones en curso. Los operativos los encarga a la Policía Federal. Nadie pudo desplazar al funcionario judicial ni tampoco tuvo que cambiar de fuerza de seguridad para hacer procedimientos. Todavía hay quienes afirman que la corrupción no es parte de la agenda popular. También muchos creen que en el Poder Judicial hay un grupo de malos que no creen en el modelo. Eso es absolutamente cierto y la llamada familia judicial dio muestras sobradas de actuar en connivencia con los poderes fácticos. Lo que olvidan algunos es que el poder político también es un poder fáctico. Uno de los brazos del poder político es el sistema de espías, pero otro sistema es de la autopercepción de los magistrados a la hora de saber dónde está el sol que más calienta. Creer que todo se resolvería con una ley de arrepentidos sería ingenuo. Pero si se buscan modelos exitosos, entonces alguien debería reparar en que Brasil se está tirando un tiro en el pie. No más que eso. La llegada de Joaquim Levy al Ministerio de Economía no fue una presión de la banca sino la decisión de Dilma Rousseff en uso de sus propias facultades. Puso a un economista ortodoxamente liberal, que devalúa, que ajusta, que enfría la economía. Bienvenidos al Brasil real (real devaluado). Y también bienvenidos a la América Latina que una década después del No al ALCA vive como nunca la idea de la unidad regional y de la Patria Grande pero no dio pasos serios para contar con herramientas como el Banco del Sur, que sigue en pañales. Es probable que el próximo 5 de noviembre se den cita en Mar del Plata quienes quieran recordar el baldazo de agua fría que recibió George Bush cuando Néstor Kirchner, con el apoyo de Lula, de Hugo Chávez y de otros mandatarios sepultaron la pretensión de un área abierta para los negocios de lasw  transnacionales norteamericanas. Conviene, para no vivir deambulando entre la euforia y la depresión, hacer un repaso de cuáles son los privilegios que les fueron recortados a los grupos transnacionales. Seguro que los caminos a tomar para crecer en soberanía pueden ser muchos y muy variados. Hay uno que no sirve: hacer una cosa distinta y contraria a la que se proclama. América Latina puede estar orgullosa de estos años de protagonismo y ojalá salgan a luz todas las perversiones de quienes en ejercicio del mandato popular hacen acuerdos espurios con los dueños del poder económico. «



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