martes, 4 de agosto de 2015

CON LOS PARAGUAS ABIERTOS

El tiempo de las especulaciones ha comenzado a llegar a su fin. Sólo restan seis días para que se termine el juego de los sondeos de opinión. Las PASO representan, si se quiere, la encuesta más válida de todas las que se pagan por estos días. Algunos, como Mauricio Macri, ya abren el paraguas sin mirar el cielo porque saben que el Frente para la Victoria, en el conteo presidencial, obtendrá más votos y especula con que el miedo unifique y no disperse para que el elector antikirchnerista, despojado de prejuicios o preferencias, se encolumne detrás de su avejentado rostro. Así, el miedo será el último recurso.
Buena parte de los candidatos de la oposición ha recurrido al miedo para captar votos. Lo traducen en diferentes propuestas. Sergio Massa, más devaluado que el real, promete cárcel a diestra y siniestra. Asegura que un gobierno suyo impedirá que aquellos encontrados culpables por delitos violentos pagarán sus penas con prisión efectiva y que diez años serán diez años o tal vez más. Pero para que eso sea una realidad tendrá que cambiar varios códigos, incluso ese al que se opuso con vehemencia, el Código Penal. Tendrá también que desconocer convenciones internacionales que la Argentina le otorgó rango constitucional. No le será fácil concretarlo pero en rigor, es bueno saberlo,está prometiendo transformar el Estado democrático en algo que parecido a un Estado gendarme que se lanzaría a la caza de delincuentes, pero también a todo aquel que lo pareciera y sobre eso el país ya tiene una nefasta experiencia. Massa, bien podría decirse, es honesto al desnudar los pilares de su gobierno que necesitará destruir todo lo realizado para volver a lo viejo, a la Argentina en que se formó, la de los noventa.
El cambio de Macri no es casual y nada tiene que ver con la meditación. El jefe de Gobierno porteño necesita mantener una distancia respetable con Scioli. No puede darse el lujo de que el precandidato del FPV se imponga en las primarias por una diferencia mayor a diez puntos. Tal vez allí nació la idea de darse un barniz de nac&pop que le duró poco ya que ahora lo está perfeccionando incorporándole los giros típicos del PRO. Si logra no quedar tan lejos de Scioli en las PASO buscará transformar las elecciones de octubre en un virtual balotaje donde el miedo a otros cuatro años de FPV funja de aglutinador y el voto anti K confluya a su fórmula presidencial. Esa parece ser la apuesta donde el miedo es el eje central.
Daniel Scioli, en tanto, además de reivindicar los logros del gobierno y reiterar su promesa de continuarlos y perfeccionarlos, también defiende el consenso convencido de que es el signo del tiempo que se viene. Está en todo su derecho a pensar, creer e impulsar esa idea fuerza. Tal vez sea efectivo a la hora de planear la campaña electoral. Tal vez también porque sabe que las presidencias de Néstor y Cristina le dejan un escenario inimaginable e inmejorable para un candidato oficialista, un país sin crisis. La última vez que sucedió fue cuando Juan  Perón ganó su segunda presidencia. Por otra parte, es muy cierto que un gobierno no se construye sólo con consenso. Hay momentos donde la confrontación, de ideas y proyectos, se hace inevitable porque la homogeneidad no existe en las sociedades. Esto esmucho más claro cuando se trata de tomar decisiones que implica necesariamente tocar intereses de un sector minoritario (por lo general poderoso y privilegiado) para beneficio de las mayorías. Los 12 años de gobiernos kirchneristas han sido una prueba concretade todo lo que costó recuperar derechos y garantizar nuevos. Scioli no lo desconoce y reivindica lo obtenido, aunque a veces pareciera que lo hace con cierta sobre actuación fruto de la desconfianza que buena parte de la militancia del FPV le dispensó durante años.
También es cierto que el gobernador sabe que un buen resultado en las Primarias le permitirá enfrentar con un poco menos de presión los comicios generales. Además, sabe de la estrategia de su opositores y el consenso puede resultar una buena herramienta para desmantelar ese esquema. En seis días comenzará develarse el misterio. «

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