viernes, 31 de julio de 2015

Trampas de última hora Por Carlos Barragán

IRONÍA. La ironía de Cristina nos costó caro. Las palabras de la presidenta -después de las declaraciones de Macri en las que asumió como positivos los logros del kirchnerismo- fueron leídas de manera más lineal de lo que era razonable. Eso nos costó una semana de desvaríos. Cristina dijo que era una pena que nuestros opositores acérrimos no hubieran entendido antes que había que acompañar esas política, y que se alegraba de que ahora las acompañaran. Dijo que con ese apoyo nos hubiéramos ahorrado mucho esfuerzo, discusiones, y tiempo. Ironía presidencial. Cristina no cree que Macri se haya vuelto kirchnerista. Ni que apoye nada. Sin embargo no todos lo entendieron así y perdimos tiempo analizando de qué manera el PRO gobernaría el país después de este cambio “ideológico”. Y los por qué. Y los cómo. Y los cuánto. Presunciones sin mucho gollete. Macri miente y eso es todo. Y Cristina que es elegante prefirió ironizar antes que decirle “dejá de mentir, payaso”. Que suena mal, pero es tan clarito.

EN BLANCO. La insistencia de Mario Toer en llamar “almas bellas” a quienes votamos en blanco en las elecciones de la ciudad de Buenos Aires me parece un exceso. Está bien que uno se enoje con el amigo que no piensa igual y -quizá un poco desesperado por hacerlo comprender- lo trate de estúpido. “Alma bella” funciona como eso: estúpido. Y no es tan grave decirle al amigo: “¡entendeme, estúpido!” Pero volver a tratarlo de estúpido después del enojo y de los días, ya es otra cosa. Esta insistencia suena a provocación. Una insistencia que convida a una ruptura entre compañeros (Toer aclara que los estúpidos somos sus compañeros y que nos quiere a pesar de eso). Raro que un cientista social como él postule que hay una sola causa para emitir un voto, sea en blanco o no. Pero si él entiende que las fuerzas militantes debemos seguir unidas, no es descalificando y boludeando a un sector la mejor manera de conseguirlo.

GUERRILLA. Clarín cansa. Creo yo que dejó de generar esas grandes operaciones, esas operaciones complejas que le funcionaban con Lanata, y eligió cansarnos con mentiras pequeñas, cotidianas, fáciles, sencillas de encarar, baratas, que no requieren de mayor logística ni imaginación. Una especie de cambio de táctica bélica: abandonar los ataques masivos y pasar a la guerrilla. En vez de una gran mentira más o menos estructurada y sostenida desde todos sus frentes durante una semana, pasaron a lanzar media docenas de mentiras todos los días. Mentiras que duran apenas unas horas. Pero cansan. Para eso están las guerrillas. Y los terroristas.

DICCIONARIO. Pablo Sirvén defendió a Mirtha Legrand. Su derecho a decir que esto es una dictadura, y la dictadura que según Sirvén “la escracha”. A todo esto el crítico de cine (es muy común que los críticos de cine tengan la capacidad de analizar la política, los medios, la cultura, las ciencias sociales, las artes plásticas, etc) utilizó una definición de un diccionario de la palabra “dictadura”. Palabra que según él encaja bastante con este gobierno. Todo muy previsible y triste. Como si los argentinos no supiéramos lo que es una dictadura y Sirvén nos lo tuviera que explicar con su diccionario. Como si Mirtha no lo supiera. Como si Sirvén no lo supiera. Me hizo acordar a Eduardo Feinmann cuando, como hacen los niños de 8 años, buscó la palabra conchudo en el diccionario para después utilizarla con estudiantes de la escuela secundaria. La misma operación infantil. El mismo diccionario.

LOBOS. Lo vimos a Sturzenegger contando cómo Durán Barba lo adoctrinó para no decir qué haría en el caso en que llegara a ser gobierno. Si uno tuviese que esconder sus convicciones para conseguir la aceptación general se sentiría el tipo más desgraciado del mundo. Sturzenegger no. Estaba muy divertido. Contando cómo había aprendido a cagar a sus eventuales votantes. Se reía mientras compartía esa verdad que su auditorio ya conocía: que hay que mentir, que hay que engañar, que hay que esconder las verdaderas intenciones que son veneno para el interés colectivo. Gente muy jodida esta que se divierte poniéndose una piel de cordero para entrar al corral de los corderos. Hombres muy peligrosos estos que se saben lobos en busca de sus presas. Lobos adiestrados por el hombre de la cabellera oscura.

876. Macri anda mintiendo todo tipo de cosas. Dice que está de acuerdo con: la AUH, la jubilación estatal, YPF estatal, Futbol Para Todos, Aerolíneas Argentinas estatal, pero 678 sigue sin gustarle. Ahí no miente. Y dice que si llegara a ser gobierno no habría 678 ni 876. Y uno se pregunta ¿qué carajo sería un 876? Sería el reverso de 678. Con un Melconián contando todo lo que va a privatizar y las miles de personas que van a quedarse sin laburo. Con un Espert contando cuánto va a recortar la inversión social y cuántos jubilados van a quedarse sin jubilación. Con un Broda explicando que lo mejor es importar sin restricciones para destruir la industria. Pero el caso es que ese 876 no existiría, ni existirá, de ninguna manera. Porque la derecha ya tiene sus medios que la defienden. Y defenderla es ocultarla, disfrazarla de otra cosa. Nosotros tenemos 678 porque necesitamos que alguien diga nuestra verdad. Ellos necesitan que nadie se entere de la suya.

PERONISTA. A veces me preguntan si me hice o soy peronista. O si lo era de antes, o si ya me hice de una vez. Desde hace un tiempo largo que no puedo dejar de sentirme peronista en alguna de sus variantes. Lo que siempre me pregunto es cómo fue. Y especulo si fue porque entendí algo que antes no entendía. (Peronismo intelectivo.) Y puede ser. A veces pienso que fue porque los gorilas me tratan como a un peronista, con el mismo aborrecimiento. (Peronismo por oposición.) Y puede ser. A veces pienso que es sencillamente porque empecé a sentir simpatía por sus posturas. (Peronismo empático.) Y puede ser. Pero hoy creo que uno se hace peronista menos por Perón y menos por su doctrina que por los peronistas. Los peronistas te hacen. Ellos te abrazan, te gritan, te besan, te alientan y te nombran compañero. Y uno se deja querer y aprende a querer a los compañeros. Que es una cosa muy peronista. El peronismo se transmite de persona a persona. Peronismo contagioso.

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