sábado, 18 de julio de 2015

El 17 de julio de 1979, en Nicaragua, el dictador Anastasio Somoza Debayle abandona urgentemente el país y huye en dirección a Miami. Hacía casi dos décadas que el sandinismo venía combatiendo la dictadura de la dinastía Somoza en Nicaragua y hacía dos años que inquietaba en serio a los hombres que detentaban el poder dictatorial, con acciones paramilitares de cierta envergadura. 
Ese proceso combativo culminó el 20 de julio cuando los últimos núcleos de resistencia somocistaa se rindieron y las milicias del Frente Sandinista de Liberación Nacional entraron en Managua, la capital nicaragüense para formar en seguida la Junta de Reconstrucción Nacional. Previamente, Somoza había vaciado las últimas reservas de divisas del país.
La lucha de largo aliento dejó un saldo trágico: 50.000 muertos, 60.000 personas sin hogar, 250.000 desplazados, una deuda externa de 1.500 millones de dólares, equivalentes al doble de las exportaciones de 1978, la falta total de existencias de materias primas y todas las cosechas perdidas. Un panorama de muerte y desolación era el reflejo del último esfuerzo de Somoza para mantenerse en el poder.
Sin embargo, el depuesto dictador nicaragüense tenía los días contados, ya que Somoza morirá acribillado a balazos el 17 de setiembre de 1980 por un comando de izquierdista argentino en una céntrica avenida de Asunción, capital paraguaya.

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