domingo, 21 de junio de 2015

Destape chino Por Carlos Villalba

Ahora sí; cuando los lectores tengan la revista en las manos, ya se habrán dado a conocer las larguísimas listas de los precandidatos partidarios nacionales para las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) del próximo 9 de agosto. Se trata de los aspirantes a presidente y vicepresidente, a 130 diputaciones y 24 senadurías nacionales, a 43 escaños en el Parlasur y a gobernadores de una serie de provincias, encabezadas por la de Buenos Aires, que se lleva más del 38% de los votos del país.

Terminaron esos 10 días que no conmovieron al mundo, pero definieron el tablero político argentino y sí alteraron los sueños de unos y otros, cambiaron estrategias, dejaron contentos y descontentos de última hora y hasta dieron espacio a un debate sin rating entre los aspirantes a la corona de “Una Nueva Alternativa”, nombre de fantasía de la interna entre el ex intendente de Tigre Sergio Massa y el gobernador de Córdoba, José Manuel de la Sota.

No habían quedado demasiadas incógnitas tras la inscripción de alianzas del miércoles 10. El morbo sacaba algunas fichas alrededor de la firmeza del anuncio de Massa acerca de que mantendría su aspiración presidencial. El rápido refuerzo de candados en las puertas de Durán Barba y Mauricio Macri despejaron la tibia incógnita y el hombre del delta empezó a estudiar los libretos para su debate ante las cámaras de TN.

Rumbo a Chivilcoy

Poco más de un mes atrás, el Frente para la Victoria decidió cambiar su estrategia “horizontal” de acumulación de simpatías a través de la presentación de un abanico de propuestas kirchneristas que abarcaba desde los candidatos que sus partidarios menos asociaban con las políticas de profundización del modelo de distribución de renta con inclusión, hasta los abanderados de nuevas y más profundas decisiones en esa dirección.

La alternativa de propuesta “vertical”, apuntaría a ofrecer la suma de una precandidatura a gobernador bonaerense a la postulación presidencial. Incluso, con la posibilidad de descartar la competencia interna.Cuando menos se lo esperaban unos y otros, incluso el aspirante involucrado, Daniel Scioli aseguró que le había ofrecido a la Presidenta incluir al espadachín legal y armador político de Néstor y Cristina, el hoy y siempre secretario Legal y Técnico de la Presidencia de la Nación, Carlos Alberto Zannini.

El destape más esperado se producía con una variante de las menos esperada que, además, daba por tierra con las apetencias de Florencio Randazzo, el ministro que siempre trató de mostrar que la mandataria lo había elegido a él y que no paró de descalificar con dureza al gobernador bonaerense, incluso cuando la cercanía de las urnas internas desaconsejaban esas rudezas y cuando el kirchnerismo hacía gala de mayor prolijidad y convivencia que sus rivales. Además de que en las encuestas de cualquier cuño, salvo las suyas propias, nunca logró achicar el resultado de 2 votos contra 1 con el que se imponía Scioli, más allá de la buena imagen de gestor que logró a partir de la prolijidad de los comicios que les tocó coordinar, los documentos públicos de decenas de millones de argentinos y los trenes que se pusieron en movimiento tras las inversiones decididas desde la Presidencia.

Preso de la firmeza de esos mismos dichos, el hombre de Chivilcoy no tuvo oportunidad y debió rechazar el convite a encabezar la fórmula bonaerense a la gobernación, que hubiese movido la palmera a la que en ese momento se aferraban con desesperación algunos de los competidores, ante el porcentaje de imagen negativa que le daban las encuestas.

El miércoles 17 fue un día febril entre los miembros de “la política”, que armó sus listas de precandidatos a diputados y las mandó a la Casa Rosada. Allí, en el primer piso, las aspiraciones bajaron al rango de propuestas y los encargados de la estrategia electoral global del sector sacaron punta al lápiz para después estampar los nombres con tinta de la que no se borra, entre los que figuran los de un pelotón importante de dirigentes jóvenes que formarán parte de un grupo parlamentario de peso que va a defender “el proyecto” y responder a Cristina a partir del 10 de diciembre.

Certificado K

En un país donde la figura presidencial, hoy y ayer, juega el papel excluyente que le da una Constitución por la cual el Ejecutivo es ejercido por esa sola persona, las aspiraciones a secundarlo no acostumbran a ocupar grandes espacios ni a llevarse las fotos de tapa. Por eso, hasta hace cuatro días, lo importante era saber qué lugar ocuparía el apellido Kirchner en alguna de las listas.

La decisión de encumbrar a Zannini, esa carta bajo la manga con la que Cristina aprendió a jugar de su marido patagónico, cambió la ecuación. En primerísimo lugar, por el tipo de señal que ella y el propio Scioli dieron al armar dupla con alguien que sólo fue lo que sus jefes políticos le dijeron que fuese, desde 1983, y uno de las tres personas de confianza con la que la mandataria discute las políticas que impulsa.

Si había kirchnerismo crítico hacia la “ola naranja” que devino en el azul y blanco del “Daniel para la Victoria”, transformado en tiempo récord en “Scioli Zannini para la Victoria”, se acabó en ese momento. Más bien fueron los seguidores de Randazzo los que expresaron el malestar del jefe que rechazó la candidatura bonaerense. Y también muchos simpatizantes de la discusión interna y la toma de decisiones compartida; es que el sector que construyó el mecanismo de las PASO para terminar con internas maniatadas entre un par de burócratas, una vez más se perdió la oportunidad de bañarse en el agua de la participación y el debate.

Las declaraciones de Aníbal Fernández anunciando el jueves su participación en la triple alternativa provincial, junto a Julián Domínguez y Fernando Espinoza, pareció devolverle aire a la experiencia internista.

El destape chino, eso sí, apuntó con claridad a que los hombres del kirchnerismo sean los más votados en las PASO del 9 de agosto, día en que sólo quedará una fecha más, la del 25 octubre –si es que no tengan que disputar la segunda vuelta el 22 noviembre–, para que se sepa qué apellido se imprimirá sobre el de los Kirchner de la docena de años.

“Lo que se dijo”

Fernando Navarro | Diputado provincial del Movimiento Evita. “Me parece que la diversidad que expresa el FpV, que es muy compleja, porque tenés un frente que está estructurado sobre un partido que es el justicialismo, con un componente que es el peronismo, que trasciende al justicialismo, y después tenés intransigentes, radicales, socialistas, organizaciones sociales, gremios, intelectuales, independientes, Nuevo encuentro, cuesta sintetizarla. Lo hacían Néstor y Cristina. Hoy, en esta fórmula, el conjunto del FpV está sintetizado. Y eso es un paso adelante. Es una fórmula muy potente política y electoralmente, porque no sólo hay que ganar sino que después hay que gobernar.

Creo que es una fórmula que no sólo consolida el voto sino que lo va a ampliar.
(…) Yo siempre propicié una competencia, en la provincia y a nivel nacional, con las PASO. Pero una fórmula tan potente me parece que acota la posibilidad de discutir o competir. Una cosa es que juegue San Lorenzo con Boca y otra cosa es que juegue Barcelona con un equipo de segunda división.

(…) Todos tenemos nuestras aspiraciones en el marco de la política, pero el fin último de la política es el bien común. Es pensar en el destino de todos los argentinos. Un partido político, un frente, es un conjunto de individualidades que termina siendo un colectivo y uno se allana a esa verdad que impera en el colectivo. Acá lo que está en juego es el destino de los argentinos. Respeto la decisión personal de Randazzo, porque es válido que sea coherente con lo que expresó tiempo atrás, pero a mí me hubiese gustado que hubiese avanzado en la decisión del conjunto. Si estamos jugando un partido definitivo y vos querés jugar de número 4, pero el técnico te dice que juegues de número 6 y vos preferís quedarte en el banco, es muy válida tu decisión, pero el equipo te necesita de 6”.

21/06/15 Miradas al Sur

 

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