martes, 12 de mayo de 2015

LA MALA LECHE

Repaso de las elecciones porteñas

El análisis de los votos por comuna y la disección territorial de la ciudad, permite ver a Buenos Aires como una geografía política concreta y no como un imaginario abstracto hecho de prejuicios progresistas reaccionarios (grrr, qué aburrida la clase media hablando mal de la clase media). La ciudad fue decreciendo en su peso nacional como distrito, pero sigue siendo una caja de resonancias donde conviven distintas clases sociales con preponderancia de capas medias. De hecho, la comuna que funcionó el domingo pasado como muestra general fue la comuna 12, la que comprende a Coghlan, Saavedra, Villa Pueyrredón y Villa Urquiza, en la que se replicó el resultado de toda la ciudad: PRO 47.9, ECO 23.2, FPV 17.9.
El PRO se impuso en todas las comunas, aunque si dividimos la ciudad en tres franjas (ribera norte, centro y ribera sur) podemos ver el despliegue fino de cada fuerza: ECO expresó de algún modo el histórico voto radical de la franja del centro de la ciudad (donde mejor midió), el PRO por momento arrasó en la ribera norte y al FPV le fue mejor en la ribera sur. Grafiquemos esto con tres ejemplos:
Sur:
Comuna 8 (Villa Lugano, V. Riachuelo, V. Soldati): PRO 46.6; FPV 26.5 (25 mil votos); ECO 13.5
Norte:
Comuna 2 (Recoleta): PRO 59.1; ECO 22.9; FPV 10.4
Centro:
Comuna 14 (Palermo): PRO 52.7; ECO 25; FPV 13.5 (20 mil votos)
En otros barrios como Boedo, Balvanera, San Cristóbal o Almagro el PRO estuvo siempre arriba de 40 puntos, y el FPV y ECO se mantuvieron en torno al 20.
¿Qué pasó con la izquierda en Buenos Aires? La socióloga Maristella Svampa analiza en el diario Perfil las elecciones porteñas bajo el sugestivo título: “Un imaginario político corrido a la derecha”. Dice: “Los resultados de las primeras PASO (…) ilustran un claro corrimiento del voto porteño hacia la derecha, el colapso de las variantes de centro izquierda, espacio ahora solo monopolizado discursivamente por el kirchnerismo en su versión camporista, sin competencia alguna, y un leve crecimiento de las izquierdas. Al interior de los partidos, las internas mostraron el peso de los aparatos y el lugar preponderante de la palabra de los líderes.”
Hay una idea generalizada de que en las ciudades los votos son más elásticos, más audaces, menos conservadores. No necesariamente de izquierda, aunque sí, con una izquierda capaz de convocar lo suyo. Pino Solanas, un prosista de trenes, minerías tóxicas y ambientalismo, sólo tuvo estrella electoral urbana. Parecía con Pino que, cuanto más habló de minería a cielo abierto, más hundió sus raíces electorales en el pavimento porteño. Es cierto, una parte del electorado, el que se hace sentir en la ciudad política, conforma un cosmopolitismo que nos hace perder de vista el otro aspecto vecinalista, local, al que el PRO viene expresando con innovación y hegemonía de algunas estructuras peronistas y radicales.
El repaso rápido de la izquierda en la elección porteña dice que Claudio Lozano quedó afuera, Pablo Ferreyra no repitió su performance de 2013 y tampoco pasó, Tumini no se llevó ni un poquito del voto de izquierda del histórico e histérico FAUNEN, Gustavo Vera mostró hasta dónde se perciben los “padrinazgos” papales. Y sólo tuvieron peso la lista de Zamora (Autodeterminación y Libertad) y el Frente de Izquierda (el FIT), dos fuerzas que entraron ajustadas. Zamora, porque tiene una “vaquita de votos atada” y cada tanto la usa. Y el FIT porque viene siendo la izquierda más dinámica, electoral e interesante de la Argentina. También ingresó para la disputa de legisladores Camino Popular, encabezado por el joven Itaí Hagman, que acompañaban a Lozano.
Así, por izquierda, lejos del pensamiento zángano de muchos que se dicen nacionales y populares, la ciudad es un espacio de millones de personas de clase media, de clase baja, de clase alta, profesionales, trabajadores, estudiantes, comerciantes, empleados públicos, amas de casa, psicólogos y psicoanalizados, tacheros, cartoneros, etc., es un crisol de movilidades ascendentes/descendentes, con restos de identidades políticas que se pueden ver bajo el agua pero que no se distinguen como un cartílago sobre la luz. El PRO gana en el sur y para ello cuenta con referentes peronistas y radicales, pero logró ser, juntando votos de ricos y pobres, la expresión de un voto local contundente. El ECO tiene un eco de votantes radicales o socialistas, laicismo progre, pero también algo que la analista Shila Vilker distingue (y que distinguió a Pino): un voto anti oficialismos (municipal y nacional). Y el FPV tiene que ponerse a hablar de problemas concretos de la ciudad concreta para distinguir quién, más allá de su frondosa militancia, lo vota. La derrotada Cerruti habló del río y dio la punta de lo que puede ser una nueva visión de ciudad.

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