lunes, 4 de mayo de 2015

El mundo de los descartables

Los números que arrojan las encuestas más creíbles permiten hacer elucubraciones sobres dos nombres y sus realidades. Diferencias y semejanzas.

Por Alejandro Horowicz

Las encuestas y los encuestadores ocupan un lugar de rutinario privilegio mediático. Imposible ignorarlas, difícil darles excesivo crédito. Los mismos encuestadores se ocupan que así sea. ¿El motivo? Un escenario con una masa importante de votantes volátiles no permite asegurar mucho más que el presente inmediato: el cortísimo plazo. Es un buen argumento para imponer nuevas mediciones. Como todo cambia no hay otro remedio que volver a medir. En criollo simple: más trabajo de campo para los especialistas en opinión pública.

Vale la pena salirse de la inmediatez y considerar dos escenarios y dos candidatos. Si en algo coinciden los especialistas es sobre el nombre de los que encabezan las encuestas. El gobernador de la provincia de Buenos Aires y el jefe de gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires están en las listas de todos. No se trata de candidatos particularmente glamorosos. Y si se los compara con los dirigentes políticos anteriores a Carlos Saúl Menem (el doctor Raúl Alfonsín, por ejemplo) sus limitaciones quedan en brutal evidencia. Alfonsín era un lector interesado en historia y política, rodeado de universitarios que podían pasar de la cátedra al gobierno, del ensayo al debate público. No es el caso de los que hoy primerean.

Mauricio Macri en su momento resolvió mejorar su nivel tomando clases sobre la Revolución Francesa con Torcuato Di Tella. El sociólogo millonario educado en el St. Antony's College de la Oxford University, profesor visitante de célebres universidades norteamericanas, autor de importantes trabajos académicos que incursionan en el análisis político comparado, disfrutó la curiosa experiencia. El relato de Di Tella sobre el curso impartido roza lo desopilante, ya que no sólo se lo cobró carísimo sino que se trataba además de una data elemental, casi de colegio secundario, y no de las complejidades que las Ciencias Sociales pueden espigar en tan rico proceso histórico. Aun así, a Macri le costaba seguirlo.

Difícil imaginar a Daniel Scioli tomando la misma clase, o leyendo Las revoluciones burguesas de Eric Hobsbawn (1917- 2012). El motivo es simple: se trata de hombres en cuya experiencia el conocimiento sistemático no juega ningún papel. No sólo no provienen del mundo de la política, ni experimentaron el debate de la universidad pública, ni las exigencias de la militancia clásica, sino que precisamente por no pertenecer escalaron velozmente posiciones a caballo de una fama previa. Menem los invitó a integrar al universo de la política tal cual eran y ellos aceptaron.

Son hombres de su tiempo, y los '90 si algo demostraron precisamente fue la agonía de la política, el reino de la gestión administrativa y la improvisación perpetua, cosa que arrasó los valores que la habían sostenido. No se trata de una mera adscripción ideológica a un cierto universo conceptual, el pensamiento neoconservador, sino de los valores que forjaron su sensibilidad y nutrieron su horizontes. Pues bien, que los tres candidatos que encabezan las encuestas resulten tan parecidos dice más de la política como actividad, que de sus peculiares biografías.

ESCENARIO UNO, NO HAY BALOTAJE. Los expertos sostienen que ausencia de balotaje y victoria de Scioli son sinónimos. Es evidente que para el kirchnerismo puro y duro, tal como lo expresa Carta Abierta, el gobernador bonaerense no es muy bien visto. También queda claro que un candidato de ese riñón, como Jorge Taiana, no goza de suficiente predicamento público y lo que es mucho más grave de buena acogida en Olivos. Con lo que se produce la siguiente paradoja: la jefa del movimiento no auspicia a nadie considerado del palo, de modo que Scioli en este escenario es el candidato oficial y el hipotético vencedor de octubre.

En este punto comienzan las especulaciones: ¿En qué consiste la mentada diferencia K? ¿Scioli las respetará? ¿Qué terminará haciendo el flamante presidente?

Vamos por partes. La política de Derechos Humanos no fue otra cosa que el restablecimiento de la igualdad ante la ley: igual delito, igual pena. Conviene no idealizar, las clases sociales existen. No en vano el juicio por la "venta" de Papel Prensa sigue su lentísimo curso. Y si bien la AFIP persigue a cualquier monotributista que no pague el gravamen correspondiente, la empresa que edita el diario La Nación puede deber decenas de millones sin ser incomodada por nadie. Una cosa son los ejecutores de la masacre, otra sus beneficiarios sociales. La idea de amnistiar los crímenes de lesa humanidad sigue siendo un argumento de la derecha impresentable. Además los juicios importantes sucedieron o están en marcha, y si algo queda pendiente es precisamente la responsabilidad no militar en la masacre. Desde el momento en que el dueño del Ingenio Ledesma terminó siendo sobreseído por la justicia, queda claro que los beneficiarios de la dictadura burguesa terrorista no serán mayoritariamente contrariados.

La política social del kirchnerismo muy difícilmente resulte lastimada. Entonces, ¿cuál sería el punto conflictivo? Obvio, el manejo de la deuda externa. Las relaciones comerciales con China, el acuerdo estratégico con Brasil, y la pertenencia al Mercosur con sus consecuencias políticas, matiz más matiz menos, no sería alterada. Ahora bien, cómo manejar el endeudamiento público y la paridad cambiaria, con qué instrumentos enfrentar los cuellos de botella del comercio exterior y la necesidad de dinamizar el mercado interno en un contexto fuertemente recesivo, cómo manejar la política salarial cuando la Unión Industrial Argentina se manifiesta públicamente contra las negociaciones colectivas, son las preguntas importantes sin respuesta.

El Banco Central viene recuperando divisas y acaba de alcanzar el mejor nivel de reservas de los últimos 18 meses totalizando 33.900 millones de dólares; las dificultades con los fondos buitres no impidieron al gobierno financiarse con títulos públicos a tasa de mercado; queda demostrado, la heterodoxia oficial y la distancia de los instrumentos propuestos por el Fondo Monetario Internacional garpa: ¿Scioli proseguirá esa ruta? La respuesta es simple, el principio de realidad tiene sus exigencias y nada indica que el gobernador bonaerense no sepa atenderlos. En un mercado mundial recesivo, las posibilidades de una política ortodoxa, donde la ideologizada rigidez monetaria sea el norte, no ayuda demasiado y pocos lo ignoran.

ESCENARIO DOS, CON BALOTAJE. Este es el mejor escenario opositor. Todos los votos anti K terminan juntos y, por tanto, la victoria resulta posible. El beneficiario de esa estrategia intentada por tercera vez no sería otro que el referente del PRO. Conviene revisar los antecedentes. Buenos Aires es una ciudad rica, la de mayores ingresos por habitante de la sociedad argentina. Y aun así, el crecimiento de la deuda pública ha sido pavoroso. A finales de 2007 el pasivo ascendía a 458,1 millones de dólares, en la actualidad trepó hasta los 1904,3 millones; vale decir que se incrementó en un 316 por ciento.

Si se compara el nivel de endeudamiento con el crecimiento del Producto Industrial Bruto (168 por ciento) para todo el período, termina quedando en claro el manifiesto deterioro de las cuentas públicas. Además en estos ocho años, salvo el 2010, la CABA siempre tuvo déficit en sus cuentas públicas. La estrategia ha sido simple: el déficit fue enjugado con deuda, y la deuda se pagó con mayor nivel de endeudamiento. La política de Menem y Cavallo queda milimétricamente retratada.

En los '90 el flujo financiero era creciente, los bancos obtenían increíbles utilidades apalancando préstamos, conformando en consecuencia una burbuja financiera que terminó estallando en 2007. El menemismo pudo soportar su juego entre 1991, fecha en que arranca la Convertibilidad, y el año 2001, cuando termina estallando. Por cierto no se trata de olvidar el impacto que esa política suicida produjo en la sociedad argentina, pero debemos admitir que resultaba practicable durante una década. La idea que hoy se puede repetir la experiencia excede un bajo nivel de comprensión política, remitiendo a catástrofe anunciada. Ergo, si Macri se propusiera avanzar en la misma dirección, si reprodujera a otra escala la experiencia porteña, el resultado sería otra serie de saqueos del ingreso popular. Y esa es su propuesta para la sociedad argentina.

iNFO|news

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