domingo, 31 de mayo de 2015

EL PAIS Las uvas verdes

Por Mario Wainfeld
Pocos lo evocarán, pero el acto del 1° de mayo de 1974 fue precedido de una fiesta similar a gloriosas jornadas del primer peronismo. Hubo música, se elegía a la Reina del Trabajo. Comunicadores de primer nivel animaban la ceremonia, que atrasaba veinte años y era inaudible por los gritos de la multitud. Las columnas de la JP-Regionales coreaban “no queremos carnaval/Asamblea popular”. La hubo minutos después, en tono de contrapunto o payada, en el tramo sí más recordado, que terminó con la retirada de una nutrida parte de la muchedumbre... y con mucho más. El tres veces presidente Juan Domingo Perón tuvo un último diálogo con su pueblo el 12 de junio, contados días antes de morir. En esa ocasión expresó que se llevaba en sus oídos la más maravillosa música que era, para él, la palabra del pueblo argentino. No hablaba mal el hombre, ni se valía de un vocabulario de 300 palabras.
Volvamos al eje, en mayo del ’74 la celebración no cabía en un calco anacrónico porque el tiempo es cruel y el cambio fluye incontenible. Pero muchos otros memorables actos peronistas conjugaron la fusión entre fiesta y discurso pleno, que incluye el ida y vuelta con los participantes.
Todo eso, atento a los cambios de época en los gustos masivos, la estética y la producción artística, se hizo presente el 25 de Mayo reciente.
Salvo la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, ningún dirigente político, ningún justicialista pudo congregar ya varios encuentros con esa tonalidad. Hacerlo al final de tres mandatos de su signo político (dos propios) corrobora su legitimidad de ejercicio para muchos argentinos y su liderazgo entre los propios.
Ese caudal no define el resultado electoral de octubre porque el número no se transmite linealmente de las calles a las urnas. Sí da cuenta de un capital político envidiable y construido a pulso, único desde la recuperación democrática en 1983.
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Altri tempi: El ex presidente radical-aliancista Fernando de la Rúa queda afuera de todo cotejo, dada la magnitud de su fracaso y la inevitable caída prematura de su gobierno, autogenerada como la que más. En cierto sentido, eso le cabe también a su principal vencido en las elecciones, el peronista Eduardo Duhalde. Duhalde pudo sobrevivir a su derrota, de modo parcial, como consecuencia de la fuga prematura del “Chupete” De la Rúa.
Para la comparación histórica, hay que remontarse a los presidentes que pudieron entregar la banda a un rival electo o a sí mismos, esto es al radical Raúl Alfonsín y al peronista Carlos Menem.
Alfonsín anticipó la entrega del mando, en circunstancias ingobernables, aunque garantizando la continuidad institucional.
Tanto él como Menem, que perduró más y fue reelecto, dejaron la Casa Rosada muy debilitados en legitimidad y convocatoria. Ninguno de ambos contaba con las adhesiones que concita Cristina ahora.
También dejaron un legado de crisis tremendo, distante de la coyuntura actual. No es formidable, ni es la mejor de la etapa kirchnerista pero está a distancia sideral de la hiperinflación y el desencanto que encuadraron la partida de Alfonsín o de la cabal bomba de tiempo que era el cepo de la convertibilidad menemista que ya mostraba su hilacha de parálisis productiva y desempleo.
Sin entrar en la proyección electoral, en tendencia el kirchnerismo contará seguramente con bloques mayoritarios y fieles en Diputados y en el Senado nacional. Y la Presidenta estará en condiciones de desempeñar un rol inédito.
Cuesta predecir cómo podría ejercerlo cuando faltan descifrar los resultados de las elecciones, una nada descartable revalidación del Frente para la Victoria (FpV) y una candidatura provincial o nacional de Cristina Kirchner. La carencia absoluta de antecedentes complejiza la tarea: la historia ayuda a trazar hipótesis aunque no se repite.
La vigencia de Cristina seguirá, como la de ningún otro presidente saliente (Néstor Kirchner no cuenta en este aspecto, por motivos notorios): su peso, su perfil, el poder que construya o conserve pintan un futuro más abierto que el dato sólido.
Al observar ese horizonte la oposición política y los poderes fácticos se enardecen y proclaman que las uvas están verdes. Como relato alternativo es muy primario y quizás eso se perciba más de lo que desearían.
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La mira distorsionada: Las uvas no están verdes sino, ay, inalcanzables. La “gente” no se mueve con propulsión a chori, los micros no explican la multitud ni podrían contenerla. Una sencilla operación matemática podría servir a los auditores de las concentraciones, si miraran con rigor y tuvieran honestidad intelectual. Bastaría con contar los micros, calcular su capacidad y comparar las cifras con los cientos de miles o millones que se costearon a la Plaza y adyacencias. Esas cuentas no cierran nunca.
Los fallidos actuarios incursionan en el debate histórico y también la pifian. Contra sus denuncias, algo mustias, pocos mandatarios han sido tan historicistas como los Kirchner o como Perón en su momento. Alfonsín les compitió, con otro registro y otra versión, lo que es muy válido y amplía el debate público.
Es cierto que Cristina no hizo una mención burocrático-escolar a la Primera Junta o a French y Beruti. Podría haberla colado, cómo no. Pero enfiló para otro lado, engranando historia y política.
En la previa había restituido el sable corvo de San Martín a uno de sus variados destinos. San Martín es el prócer nacional multiuso, que todas las tradiciones reivindican: el consenso es parcial porque cada una explica la trayectoria de modo distinto. La evocación del testamento de Juan Manuel de Rozas es fundante para algunos y algo digno de ocultar o minimizar para otros.
El reparto de uniformes de Granaderos a los pibes que colmaban el Parque Lezama es otro hilo de la trama. Pakapaka, el Canal Encuentro, el Museo del Bicentenario y el de las Malvinas nutren al saber histórico. El mensaje no es neutro, porque lo que no existe es imposible, pero tampoco esquemático o unidireccional. Las personas que lo reciben también integran otras audiencias, acceden a fuentes de información surtidas y pueden escuchar otras verdades relativas. La pluralidad de los medios de difusión, la galaxia vasta de Internet y las redes sociales imposibilitan una transmisión estalinista, que sólo asoma en las pesadillas de críticos más indignados que atentos a la realidad.
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Público, gratuito y colectivo: Si su majestuosidad no lo impidiera, el Centro Cultural Kirchner sería otro racimo de uvas verdes. El patrimonio público cultural se potencia como ocurrió cuando se construyeron el Teatro Colón o el Complejo Cultural San Martín. Se los erige en épocas (variopintas, desde ya) de confianza y autoestima, como testimonios de un Estado que empuja el progreso y lo hace palpable.
Se cuenta que es el mayor centro cultural de nuestra región y uno de los más grandes del mundo. Para ser estrictos, ése es su potencial, garantizado por su noble y fina infraestructura. Será lo que deba ser con el transcurrir de los años, cuando se responda al desafío de nutrirlo de una programación acorde con la propuesta arquitectónica. Es un reto para la administración cultural futura, que será parte del capital inicial y las tareas del próximo gobierno.
La propia logística será un esfuerzo diario formidable: habrá que esmerarse para administrar las entradas para un cúmulo de actividades gratuitas en los que la demanda cotidiana superará la oferta durante años y décadas.
Los que reniegan del cuánto y el cuándo infravaloran la existencia de ámbitos en una multitud siempre renovada y remozada presencie espectáculos o se visite muestras accediendo de modo igualitario y simultáneo a bienes inmateriales. Están a menudo tan mal distribuidos como el oro o el prestigio en el capitalismo.
Es notable apostar a que muchos argentinos o visitantes compartan sus consumos al unísono. Un objetivo encomiable en una etapa en la que prima el acceso segmentado y gánico a la ilustración o al esparcimiento. No es igual, qué va, a armar un menú individual vía Netflix o películas o series compradas o pirateadas. La comunión colectiva, el sentimiento compartido, la comunión para el disfrute son valores superiores. El círculo virtuoso cierra con el acceso de sesgo igualitario. No hay tanta diferencia con lo que hacen los artistas populares o sofisticados que no se resignan a grabar o expresarse sólo ante audiencias pequeñas. No tiene parangón la vivencia conjunta y simultánea del recital masivo, así lo protagonicen Patricio Rey, Plácido Domingo, Fito Páez o Daniel Barenboim.
Escudriñar los costos o sobreprecios es siempre necesario, a condición de entender que esa labor es secundaria. La historia no la escriben los organismos de control, tan necesarios. Todo debe investigarse en un sistema democrático y cualquier corrupción debe ser advertida o penada, si la hay. Tanto es así que el cronista desearía que hubiera en Comodoro Py y zonas de influencia jueces federales dignos de serlo. La mitad, propongamos en tono utópico: ser realista es pedir lo imposible, en el corto plazo.
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Lo fundacional y la interpelación: El discurso de la Presidenta fue más reflexivo y emocional que beligerante, cotejado con sus registros conocidos. Definió a la presidencia de Kirchner como “fundacional”, una tentación recurrente para los gobernantes exitosos. Jamás se es fundacional del todo, en un país con larga historia y menos en un régimen democrático perdurable, que contagia el reformismo y los límites característicos del sistema. Claro que la crisis que lo preludió causó una sensación de tierra arrasada y de regresión que fomenta las posibilidades de hacer, innovar e reparar.
En el caso de Alfonsín, la transición post dictatorial fungía de formidable aliciente. El presidente construyó un relato fundacional, que acaso comenzó con la película La república perdida. Sus partidarios lo hicieron consigna, demanda y programa cuando clamaban por “cien años más”. Era un lapso ambicioso que no se concretó.
Menem contó con el ímpetu y el espacio propiciados por el desencanto ulterior a la ilusión alfonsinista, el arrasamiento de la economía, la híper que disciplina como pocas experiencias colectivas. Escogió su modo de refundación, versión exacerbada de las tendencias mundiales en boga. Su propuesta monumental en Galerías Pacífico es una contracara digna de mención del CCK. Un templo precioso al consumo erigido con polémicas ya olvidadas. Perdura con sus funcionalidades, que comprenden un patio de comidas macanudo.
Más redonda y más ligada a la retórica peronista fue la exhortación de la oradora al pueblo: defender lo conquistado. Son ustedes los que definen qué pasará, expresó. No es la versión aggiornada de “mi único heredero es el pueblo” porque la frase de Perón corresponde a cuando no sabía si regresaría o cuando intuía su final. Cristina Kirchner espera continuar en la lid tanto como una revalidación popular del FpV. Las normas impiden que se postule, en una regla vigente y válida pero no la sacan de la cancha, ni ella se irá.
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Al Colorado se le fue la mano: La oposición discute todavía cómo se conformarán sus frentes. El jefe de Gobierno Mauricio Macri, quien más repuntó desde 2013, confía en sus propias fuerzas. Tanto que maquina presentar una fórmula bien PRO, porteña hasta el tuétano: ni la senadora Gabriela Michetti está excluida de la fumata. Esa hipótesis improbable mas no imposible sería un caso único, cree este cronista: una fórmula distrital llevada a las presidenciales. Dos candidatos porteños, egresados de universidades privadas. Hasta hoy es un esquema inviable. Si se corroborara lo contrario sería una señal muy vasta (e indeseable) de cambios en el imaginario social mayoritario.
El macrismo no resuelve sus dificultades para “armar” allende la Avenida General Paz aunque la figura de su líder tiene proyección nacional. Avanzó en Santa Fe, algo construyó en Córdoba, tal vez la coalición con el radicalismo le dé una mano en otros distritos. Habrá que ver.
El diputado Sergio Massa atraviesa dificultades tan enojosas como cotidianas. La liga de intendentes bonaerenses que lo aupó hace menos de dos años no contagió a los compañeros de otros pagos. Las encuestas no sonríen, los sponsors retacean su apoyo, el Círculo Rojo (aunque no existe) le pide a voz en cuello que retracte la candidatura nacional.
Los alcaldes peronistas que cruzan gozosos el Rubicón en sentido contrario al que eligieron un bienio atrás no son ejemplos de conducta ni próceres. Apenas conservadores populares cuya contradicción principal es sostener su dominio en rodeo propio.
Se mudan por motivos racionales sin decoro ni argumentos dignos de mención. Es presumible que no le quiten votos a Massa pero husmean que no les conviene seguir uncidos a un carro que ya no les da la impresión de ser triunfal.
La salvaje agresión de Francisco de Narváez a Mario Casalongue es, por ahí, más rotunda que la diáspora por goteo, que ya es cascada. Fue un hecho premeditado, no consecuencia de un arrebato por una discusión cara a cara. El diputado la preparó, lo acompañó un (otro) matón, viajó kilómetros para perpetrarla. En el plano penal, son lesiones que tienen una pena pequeña, merced al garantismo que el Colorado y Massa abominan. Es mucho más chocante en materia política y como descripción de la personalidad del candidato, su temperamento, el modo en que procesa los conflictos y las críticas.
Los medios dominantes taparon bastante la barbarie pero si el PRO y el FR no confluyen serán sus propios adversarios intra-opo (amén de los kirchneristas) quienes lo divulgarán en campaña. Aciaga novedad para Massa porque De Narváez era su paladín en provincia por varios motivos, incluyendo la plenipotencia de la billetera.
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La tele que no ve: La televisión mundial se entretuvo durante horas con la elección en la FIFA, un ámbito elitista y decadente. Más interesantes y mucho menos cubiertas son las votaciones que se sucedieron en estas pampas y en España.
El cronista, en ese caso espectador medianamente informado, observó la transmisión de TVE en la previa y el escrutinio. Le llamaron la atención, sin sorprenderlo del todo, las explicaciones de colegas españoles que tenían puesta la camiseta del Partido Popular. Era divertido, por ponerlo así. Negaban lo que se venía conociendo, minimizaban la pérdida de votos del PP. Un par de ellos anunciaron que el titular de todos los diarios del mundo sería que el partido del presidente Mariano Rajoy había obtenido la mayor suma de votos disputados en comicios locales, comunitarios o municipales. La tapa del diario argento de derechas La Nación fue una entre las centenares que los desmintieron.
Otros formadores de opinión festejaban mientras las clásicas conferencias de prensa de los candidatos mostraban a la alcaldesa madrileña Esperanza Aguirre desencajada y casi sin ánimo.
Los vaticinios y los análisis de los periodistas fueron refutados por las movidas de los derrotados en las horas y días siguientes.
No fue sorpresa para uno, habituado al discurso de los medios opositores en la Argentina. En esos días no pudieron captar la sintonía del kirchnerismo con las emociones de amplios sectores populares. Tampoco registran la sintonía política y con ese pobre bagaje llenan de consejos a “sus” candidatos que harían bien en atender la lógica de su actividad.
Un triunfalismo kirchnerista y un cierto derrotismo opositor signaron mayo. En diciembre el cuadro era opuesto. Ninguno es definitivo. El oficialismo debe redondear su propuesta, en primer lugar las fórmulas bonaerenses y nacionales.
Ha sido constante la dificultad de una fuerza con liderazgo carismático para proponer candidatos congruentes con la magnitud de sus referentes principales y netamente expresivos de sus mejores banderas. Los aspirantes a la presidencia no escapan a esa regla, más allá de sus diferencias que siempre las hay.
Las elecciones venideras serán las más reñidas desde 2007, inclusive. El porvenir no está sellado, entre otras variables porque la campaña construye el escenario general.
Junio será un mes crucial con el cierre de las listas para las PASO y votaciones para ungir gobernadores. La intervención de la presidenta Cristina, sus jugadas o una eventual candidatura, es otra incógnita decisiva que se develará en su momento, hoy inminente.
mwainfeld@pagina12.com.ar

OTRO CAPITULO DE LOS FOROS POR UNA NUEVA INDEPENDENCIA “La sombra de Sarmiento está flotando en el imaginario”

Por Cristian Vitale
Desde San Juan
¿Por qué seguir las huellas de Sarmiento? Las respuestas, nunca concluyentes, quedaron flotando en el viento de San Juan. Es cierto, correr de contexto su obra política, educativa y literaria, e inyectarla en las dicotomías ideológicas del presente, no lo pone en un lugar cómodo. Traspasar sus contradicciones, sus furias antipopulares, su liberalismo, su pensar pendular en –y para– sí, desde las entrañas del siglo XIX a las de los albores del XXI es una patriada cuanto menos riesgosa. Hasta su liberalismo temprano, positivista, “socialdarwinista”, lo asimila poco con el neoliberalismo amoral, trepador, insólito y ontológicamente injusto que opera en la realidad de hoy. Pero no lo exonera de sus estelas. De que algo, aunque recortado, arbitraria y caprichosamente seleccionado, y jerarquizado, tuvo que ver con que la Argentina –y buena parte de América– compre el discurso de “estar en el mundo”. Algo, largamente legitimado durante décadas por el sistema educativo –estatal o privado, pero siempre sarmientino– forjó las bases de un imaginario que, en general, ubicó y ubica a la América mestiza del lado de la “barbarie” y a la Europa blanca –con EE.UU. como ápice– del lado de la “civilización”.
Zoncera madre que disparó las palabras, ponencias, debates y entrecruces del Capítulo Cuyo de los Foros por una Nueva Independencia que organiza la Secretaría de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional desde que se creó, bajo la égida del Ministerio de Cultura de la Nación. Y que acaba de concretar su cuarto capítulo, su cuarta región. El enorme y cálido Centro de Convenciones Guillermo Barrera Guzmán de San Juan, con capacidad para 650 personas, fue el epicentro donde neuronas, miradas y pasiones pensaron, miraron y sintieron los complicados legados del maestro sanjuanino para la encrucijada nacional. El comienzo fue el jueves, bien temprano, cuando tuvieron lugar, en la sala de audio y video de la Universidad Nacional de San Juan, los trabajos en comisión bajo el tópico de pensar la Argentina desde Cuyo. Y el devenir, ya por la tarde y en el centro de convenciones, se materializó en dos mesas y el acto de apertura que ocurrió –gajes de agenda– en el medio.
La primera mesa, bajo el título “Recuerdos de provincia”, reunió al cineasta Mariano Donoso (director del documental Opus), al licenciado Eduardo Carelli, a Emilia Fuentes de Tejada y el historiador Luis Garcés, todos concentrados en el Sarmiento sanjuanino, y su figura proyectada en el imaginario de la región. Todos desde diversas miradas: Donoso desmarcó al creador del colegio militar tanto del borgeano “jornal de injurias” como del elogio (“Sarmiento es una figura clave para pensar la problemática nacional”, dijo); Carelli dio una clase formal, que costó despegar de cualquier clase tipo de hace veinte, cuarenta o sesenta años, amplificada por proyecciones y un ítem recurrente: diferencias y similitudes entre Sarmiento presidente y gobernador.
Fue Garcés el que puso picante, con un Sarmiento puesto en contexto a través de sus textos leídos, entre ilustrados y positivistas, pero siempre europeos, y su función como puente entre las polémicas europeas y su introducción a esa Argentina que nacía con parto violento. “Hay que pensarlo en ese contexto de tensión entre conservadores y demócratas”, sostuvo el historiador, que también hizo referencia a los próceres olvidados de la provincia como Francisco Narciso de Laprida y Fray Justo Santa María de Oro, y la incidencia del terremoto de 1944. La segunda mesa del jueves, luego de un texto apologético leído por Juan Mariel cuyo título enlaza a Sarmiento con Foucault (“Gobernar con educación o Custodiar y castigar”), congregó a Noé Jitrik, Adriana Amante y Américo Cristófalo en torno de una de las frases más fuertes y simbólicas de la literatura argentina: “Sombra terrible de Facundo vengo a evocarte”. Frase del maravilloso libro acorde con tal, claro: Facundo. “Voy a abordar a Sarmiento desde la ‘atención flotante’”, dijo Jitrik, que intentó salvar al evocado de la zoncera madre. “Facundo es un libro que no deja dormir, y a su vez es un libro insomne, al que hay que tratar de despertar siempre... la sombra de Sarmiento está flotando por ahí, aparece en el imaginario, y no hay por qué pelearse con ella. El está presente, incluso en muchas de las cosas que están pasando hoy: diría que es un protokirchnerista”, arriesgó el escritor, entre risas, consciente de la provocación. Cristófalo, el director de la carrera de letras de la UBA y Amante, doctora en Letras, también desmenuzaron el Facundo desde la crítica literaria. El primero hizo hincapié en el carácter corporal de la escritura de Sarmiento, Amante profundizó en sus analogías literarias.
El acto apertura presentó al gobernador José Luis Gioja y al escritor y filósofo Ricardo Forster, entre otros: “Sarmiento es una metáfora profunda de la Argentina, de sus conflictos, de sus sueños, de las potencialidades, y también de la desmesura, de la invención, de la potencia, de la palabra”, sentenció Forster, con el objeto de legitimar el elegido por el foro, el primero que personaliza en un nombre. “Es una querella. Es el nombre de algo que no termina, que no se acaba, que seguimos discutiendo, porque no es ese prócer que miramos de lejos, constituye una figura que se vuelve nuestro contemporáneo”, dijo, mientras el gobernador reparó en el sanjuanino por el lado del orgullo regional: “Desde este lugar desértico salió la más brillante pluma de su época y tal vez la más brillante de la literatura argentina”, señaló.
El segundo día, tras una mesa matinal bajo el tópico “Diálogos Cuyanos” (con Roberto Follari, Patricia Slukich, Araceli Bellota y Edgardo Mendoza) y la proyección de Opus, hubo dos mesas alineadas con la impronta. Una bajo el tópico “Imaginarios Argentinos”, con el “Sarmiento Heterodoxo”, como eje. Y la última con “Las ideas y la sangre” como guía. Matías Bruera, Roberto Amigo, Eduardo Peñafort y Martín Kohan fue el cuarteto de mosqueteros de la palabra, que intentó dar vueltas sobre temas clave: los legados de la ilustración anticlerical, la nación cívica y el Sarmiento militar, polemista, pensador y ensayista. Bruera apeló a la metáfora de la vid y su jugo para concluir, tras una larga explicación de juegos y espejos, en la paradójica definición de Sarmiento como “dionisíaco en su sensibilidad y apolíneo en su inteligencia”. Amigo recortó al prócer en sus relaciones con la imagen. En el mundo iconográfico que rodeó al mundo del sanjuanino (retratos o daguerrotipos de Juan Facundo Quiroga, de las sinonimias entre Juan Manuel de Rosas y Luis Felipe; de Manuelita de Rosas; de José de San Martín; o la derrota unitaria en la batalla de Rodeo del Medio) y un detalle que esquivó el tono en general apologético del foro: una iconografía civilizatoria de Rosas “que Sarmiento prefiere no ver”, según las palabras del historiador del arte.
Tras Peñafort, que repensó a Sarmiento desde la idea de imaginar el futuro (“El futuro que aborda Sarmiento es el que imagina, pero desde el presente”, introdujo), Martín Kohan regresó a la imagen (la estatua del Sarmiento sentado de Alta Gracia) y desplegó desde ahí. “Es una figuración de Sarmiento que no da con la idea de héroe en acción, tampoco con la estampa del estadista sólido, sino con la de una colocación particular, la idea de una escritura como impulso, que ni tiene reposo”, dijo el escritor y crítico literario, en la intervención que cerró la mesa y dejó paso al final: Filmus + Trimboli + Godoy + Forster.
“Es cierto que Sarmiento ha sido muy polémico, sobre todo para los que militamos en la década del’ 70. A los sanjuaninos se nos generaba una contradicción entre la influencias de la corriente revisionista y las fiestas sarmientinas que organizaba mi abuelo, por ejemplo, cuando fue gobernador en 1946, pero hoy siento que esas discusiones han sido zanjadas porque entendimos que Sarmiento, finalmente, concebía a la historia como una contradicción”, manifestó el senador por el Frente para la Victoria Ruperto Godoy. Filmus, secretario de asuntos relativos a Islas Malvinas, reivindicó al que pensó un proyecto de nación a partir de un proyecto pedagógico. “Sarmiento plantea que, a diferencia de los sistemas educativos de los países europeos, el papel fundamental de nuestro sistema educativo es la construcción de la identidad y la nacionalidad... plantea una educación que no tiene relación con el trabajo ni con el progreso ni con el desarrollo del país, sino que plantea que la Argentina construya la Nación a través de la escuela.”
En suma, hubo palabras, conceptos y mucha defensa –tal vez inesperada– de un prócer tan discutido, tan defendido ya por la historiografía liberal –incluso por el brazo izquierdo del liberalismo– y algunos giros más críticos, como la intervención de Amigo o el epílogo de Forster (ver aparte), que colocaron su figura en una nueva dimensión. O en una remozada versión que, aunque extemporánea, sigue generando contradicciones: la osadía del entrañable Jitrik no hace más que profundizar en la tensión. Que seguir profundizando en las polémicas ideológicas que cruzan la historia como un rayo, y vuelven una y otra vez como el fantasma del Facundo: ¿acaso el balance del foro dio la extraña paradoja de un Sarmiento nacional y popular? ¿Cuánto de nacional y cuánto de popular, en tal caso? Al cabo, ¿cuántos Sarmientos hubo?

DATOS ASOMBROSOS EN LA AGENDA DEL FISCAL Los últimos días de la víctima

Por Irina Hauser y
Raúl Kollmann
La agenda detallada de los últimos días de Alberto Nisman exhibe datos asombrosos. Tras la denuncia por encubrimiento contra la Presidenta y el canciller, el fiscal dedicó el 90 por ciento de su tiempo a atender a los medios. A todos les entregó un resumen de su denuncia, pero no quiso difundir la totalidad del texto ni el conjunto de escuchas telefónicas que, según él, reforzarían la denuncia, algo que luego no se comprobó. Por lo que surge de la agenda, sólo en un caso se entregó todo el material: a la Embajada de Estados Unidos. Escribió textualmente la secretaria del fiscal en la agenda: “llamó Rosario Miró de la Embajada de Estados Unidos solicitando copias. Me dijo Nisman que todavía no se las mandemos. Vino a la tarde a buscar los papeles y los CD. Dice que le agradece muchísimo a Nisman”.
El vínculo entre el fiscal y la delegación diplomática norteamericana era conocido y quedó reflejado en los cables que difundió la organización Wikileaks. Nisman consultaba mucho y hasta les llevó a corregir algún escrito que iba a presentar en la causa. En la agenda se ve otra vez esa relación privilegiada.
En las páginas correspondientes al miércoles 14 de enero, día en que presentó la denuncia, por ejemplo consta el llamado de Laura Ginsberg, de la agrupación de familiares Apemia. La secretaria escribió: “quiere el original, le explicamos que es clasificado, que sólo le damos el resumen”. O sea que el texto original completo no fue entregado a una organización de las víctimas, pero sí a la delegación diplomática norteamericana.
Lo asombroso de la agenda es el orden meticuloso de las anotaciones: no se pierde detalle. En la tarde de ese miércoles 14 de enero, Nisman atendió a 32 medios, además de a las diputadas Patricia Bullrich y Laura Alonso, a dirigentes de AMIA y DAIA y a Diego Lagomarsino.
La agenda abarca todos los meses anteriores e incluye los viajes. Por ejemplo, las secretarias dejan por escrito un resumen de cada hotel al que va, qué restaurantes tienen esos hoteles, qué sirven en esos restaurantes, dónde está ubicado el gimnasio y hasta los detalles más insignificantes. Cuando se fue de vacaciones a Fortaleza, Brasil, las secretarias le transcribieron los 16 juegos del parque acuático del hotel, con imágenes uno por uno, explicándole cuáles eran extremos y cuáles moderados y qué servían en el grill del parque. En los casos de algunos hoteles, las secretarias le detallaron también qué máquinas tenía el gimnasio.
En las centenares de páginas de la agenda hay pocas anotaciones referidas al trabajo de investigación de la causa AMIA. Algunas entrevistas con especialistas en terrorismo, tres diálogos en Estados Unidos con supuestos arrepentidos (no dice de dónde son), muchas conferencias –varias con la Fundación para la Defensa de la Democracia, vinculada con la derecha republicana– y numerosas referencias a atención de los medios nacionales e internacionales. Tal vez las reuniones referidas al trabajo de investigación de AMIA hayan quedado asentadas en otra agenda.

¿DONDE CAERAN LOS FRAGMENTOS DE LA NAVE ESPACIAL FR? Verdades de a puño

De Narváez tiñó de sangre la campaña: desmayó a golpes a un periodista y le pegó en el suelo. La protección mediática disimuló este grave episodio, que caracteriza la impotencia del Frente Renovador, que se desarma mientras su líder Sergio Massa propone la pena de muerte sin juicio previo y el olvido de los derechos y garantías constitucionales. Los resultados del Chaco tampoco son alentadores para Macrì. Ni siquiera todos unidos vencen. La plaza del 25, Randazzo, Scioli y el futuro de CFK.


Por Horacio Verbitsky
La desaforada irrupción de Francisco De Narváez en la redacción de la agencia de noticias Nova tiñó de sangre la campaña electoral. La línea prepotente que De Narváez ha seguido a lo largo de los años es conocida por quienes trataron con él en la vida privada, los negocios y la política. Pero la sobredosis de agresividad aplicada por el violento aspirante a la gobernación bonaerense contra el director de ese medio, Mario Casalongue, a quien tumbó de un golpe y siguió pegándole en el suelo una vez desmayado, no sólo caracteriza su personalidad sino la crisis del Frente Renovador, una nave espacial fuera de órbita cuyos fragmentos caerán a la tierra entre hoy y el 20 de junio, cuando venza el plazo para la presentación de precandidatos, o el 25 de octubre, fecha de las elecciones generales.
Los mismos medios que consideran cada mención presidencial a un periodista como un ataque a la libertad de expresión y anotan en la cuenta del gobierno cada tweet anónimo con insultos o amenazas contra algún opositor fueron muy discretos con este episodio, el más grave protagonizado por un dirigente político de primera línea contra un periodista en los 32 años de la democracia argentina. O lo ignoraron por completo o centraron su cobertura en la declaración posterior de arrepentimiento que formuló De Narváez y destacaron el carácter falso, repugnante o agraviante de la información publicada por Nova sobre la sexualidad del candidato y de su esposa, como una solapada excusa de su conducta. En cambio, no reprodujeron las imágenes impresionantes del periodista con la boca partida y su camisa y las alfombras de la redacción cubiertas de sangre, ni las amenazas contra tres redactoras a quienes el diputado y empresario ordenó retirar del portal la información que le molestaba. La jurisprudencia internacional sobre libertad de expresión se produjo en casos donde los denunciados distaban de ser ejemplares, como el caso del diario anticatólico, antisemita, antisindical y antinegro The Saturday Press y el del editor de pornografía Larry Flynt, por lo que no importa discutir el contenido de la nota. Distintos jueces deberán tratar las denuncias cruzadas de los protagonistas. Los efectos políticos podrían sentirse antes.

Los tránsfugas

Pocas horas antes de irrumpir en la redacción junto con un guardaespaldas, De Narváez había negado que estuviera por desistir de su candidatura y el séptimo intendente en lo que va del año desertaba del Frente Renovador, mientras otros cuatro se quitaban el buzo y comenzaban el precalentamiento competitivo. Los evadidos del FR lo oficializaron fotografiándose con Wado de Pedro, Julio De Vido, Aníbal Fernández, Daniel Scioli y/o Florencio Randazzo. Sólo dos de los tránsfugas encaminaron sus pasos hacia la Propuesta Republicana de Maurizio Macrì. Si el FR desapareciera antes de las elecciones o si hubiera una segunda vuelta, esta proporción es un indicio sobre la dirección que seguirían sus adherentes. El proceso de evaporación que padecen De Narváez y Sergio Massa no responde a una sola causa, aunque algunas son más ostensibles que otras. Ambos vencieron en las elecciones legislativas de 2009 y 2013 y no comprendieron la diferencia sustancial con comicios en los que se disputan cargos ejecutivos. En 2009, De Narváez (entonces aliado con Maurizio Macrì y Felipe Solá) venció en Buenos Aires con el 34,7 por ciento de los votos pero dos años después buscó la gobernación y no llegó al 16 por ciento. En 2013, Massa rompió con el gobierno nacional y fue electo diputado con doce puntos de ventaja sobre el inverosímil candidato del FpV. A la boleta de Massa apostaron todos los electores temerosos de una nueva victoria del Frente para la Victoria que permitiera la reforma constitucional, de modo que Cristina quedara habilitada para competir por un tercer mandato en 2015. Pero ya sin esa posibilidad, la actual presidente conserva un nivel de aprobación equivalente al de quienes la votaron hace cuatro años, el más alto en la democracia argentina. Sólo superó ese porcentaje Kirchner, quien no buscó la reelección por voluntad propia aunque la Constitución no se lo impedía.

Cada cosa a su tiempo

Por lo menos desde agosto de 2010, cuando Héctor Magnetto recibió en su departamento de Alvear y Cerrito a Macrì y a la plana mayor del Peornismo Opositor de entonces (De Narváez, Solá, el ex senador Eduardo Duhalde y el senador Carlos Reutemann) y les planteó la conformación de una alianza electoral antikirchnerista, ésa ha sido la estrategia central de los poderes fácticos, así como la imposibilidad de cerrar tal acuerdo se constituyó en su explicación principal a la cómoda victoria de Cristina, con la mayor diferencia sobre el segundo desde 1983.
Hacia fines del año pasado se hizo perceptible que la mejor combinación opositora sería un acuerdo entre Macrì como candidato a presidente y Massa para la gobernación de Buenos Aires. De repetirse los últimos resultados de cada uno (el FR, 44 por ciento en Buenos Aires, el PRO, 64 por ciento en la CABA, equivalentes al 17 por ciento del padrón nacional para Massa y el 3,7 para Macrì) la suma aritmética de ambos resultados podía asegurarles un piso no desdeñable del 20,7 por ciento para las presidenciales de 2015. Pero todos ansiaban el premio mayor, de modo que ese acuerdo no fue posible ni antes ni ahora.
Massa y Macrì padecían el mismo déficit: sólo eran fuertes en sus respectivos distritos y carecían de estructura nacional. Buscaron suplirlo con avances sobre los baluartes municipales y provinciales del justicialismo suponiendo que sin la opción reeleccionaria su conducción se debilitaría y podrían desmembrarlo a tarascones. Como no tuvieron demasiada fortuna, enfilaron hacia el radicalismo, con suerte diversa. Macrì acordó con su presidente Ernesto Sanz, quien pudo imponer esa alianza en la Convención de Gualeguaychú sin provocar tremendas reacciones internas, dado que el repliegue radical hacia las posiciones tradicionales del balbinismo se ha hecho cada vez más pronunciado. Massa apenas logró que se respetaran en algunas provincias sus acuerdos con ciertos capitanejos radicales con posibilidad de gobernarlas. De Narváez tuvo en el FR el mismo efecto disruptivo que Elisa Carrió se reserva para más adelante en la entente con radicales y macristas. Los siete intendentes que ya le dieron la espalda a Massa gobiernan municipios cuyo número de electores iguala el de los dieciocho que aún no lo han hecho y lo superarían con holgura si se confirmaran los próximos pases en agenda. Massa está tan lastimado por la pérdida de votos como por la de auspiciantes, por llamarles de algún modo. Uno de los dirigentes que declinaron su candidatura bonaerense afirma que la ley vigente (que permite la publicidad en cualquier momento siempre que no diga en forma taxativa que el exaltado es candidato a algún cargo) relega a quienes no manejen una fortuna bien o malhabida. “Una de esas gigantografías que asustan a los conductores en la Panamericana cuesta 80.000 dólares, y yo no tengo esa plata”, dice. Es más difícil comprobar la exactitud de esa cifra espeluznante (incluyendo diseño, producción, instalación, mantenimiento y alquiler del espacio) que la desigualdad de recursos entre los diversos postulantes, por lo que sólo quedaron en carrera el potentado De Narváez y la esposa del dirigente petrolero Alberto Roberti. Cinco agencias de publicidad consultadas se negaron a informar sobre el costo de esos carteles.
Hace varios meses el jefe de campaña de Massa, Juan José Alvarez, fue el primero en advertir que no trabajaría para Macrì, pero nadie se preocupó porque sólo lo planteó en privado y no controla ningún territorio. Influido por De Narváez, Massa propuso la interna ampliada de la oposición que Gerardo Morales había postulado sin éxito en la Convención Radical y esto generalizó aquellos resquemores expuestos por Alvarez. Cuando el concepto encarnó en grandes municipios de las secciones electorales primera y tercera y se hizo público en forma estrepitosa ya era demasiado tarde para lágrimas. Para colmo, Macrì rechazó cualquier acercamiento. Ahora que Cristian Ritondo es un estadista escuchado en el Wilson Center de Washington (aunque aclare que no lo recibe en sus propias oficinas sino en las del lobbysta por contrato Thomas McLarthy) y que Diego Santilli aprendió a salir con modelos y jugar con globos de colores, el alcalde porteño se rehúsa a cualquier acuerdo contaminante de su pureza amarilla, por lo cual desatiende el desesperado ofrecimiento de Massa, quien se quedó solo por ir tras los radicales y ahora es rechazado por peronista. Para ayudarlo, su suegro propone restituir a la galería de honor del Colegio Militar los retratos de los ex dictadores que Kirchner bajó en 2004. Lástima por Malena, que merecería mejor destino.

Memorias del 2001

En vida de Raúl Alfonsín, la UCR demostró que el antiperonismo moderno (afeitado de sus extremos gorilas que se quedaron en el ‘55) podía ganar elecciones libres, pero no que estuviera en condiciones de gobernar sin conducir al país a situaciones de extremo sufrimiento para la masa popular. En estos días terminan los testimonios en la causa por los asesinato del 19 y 20 de diciembre de 2001 en la Plaza de Mayo y sus inmediaciones, donde cinco jóvenes fueron asesinados a escopetazos y hubo cien heridos, amén de otras dos docenas de víctimas mortales en el resto del país. Fernando de la Rúa fue sobreseído y la Corte Suprema de Justicia se lavó otras 280 veces las manos, dejando firme esa decisión justo a tiempo para que el ex presidente pueda declarar como testigo en la causa en la que fue el principal imputado. El juicio penal, conducido por un tribunal que preside el juez José Martínez Sobrino sólo discernirá la responsabilidad del entonces secretario de seguridad Enrique Mathov y de un grupo de policías que condujeron o ejecutaron la represión, encabezados por su jefe Rubén Santos. Cualquiera sea la decisión del tribunal respecto de los aún procesados, no podrá dar cuenta del encadenamiento de hechos políticos, económicos y sociales que condujeron a ese desenlace. Vale la pena recordar que esa Alianza comenzó en diciembre de 1999 con los asesinatos en el puente de Corrientes, copado por un destacamento de Gendarmería a cargo del represor de la dictadura Ricardo Alberto Chiappe. El flamante gobierno fue bautizado con la sangre de esos dos muertos, que pudieron ser más si hubiera cumplido su amague de decretar ya entonces el estado de sitio y enviar al Ejército al lugar.
Durante todo el año 2001, el gobierno nacional intentó negar la grave crisis, redujo 13 por ciento sueldos y jubilaciones, minimizó la paliza electoral porque De la Rúa no había sido candidato y recurrió al megacanje y el blindaje, que dieron tiempo a los bancos y las grandes empresas para fugar del país más de 20.000 millones de dólares. En la primera semana de diciembre, cuando ya habían puesto a salvo ese botín, De la Rúa y Domingo Cavallo firmaron el bloqueo de depósitos en el corralito. Los sectores medios y altos se defendieron con sus chequeras y tarjetas de crédito pero los asalariados informales en la construcción, en casas de familia o en changas varias padecieron una angustiosa sequía de recursos, que dio lugar a puebladas y saqueos. Frente a este cuadro caótico producido por su ineptitud y por la alianza social antipopular que escogió, De la Rúa dispuso el estado de sitio. Lo anunció por cadena nacional la noche del 19 de diciembre, para lo cual entre otros programas interrumpió el periodístico en el que yo trabajaba. La cadena fue muy breve, porque nunca tenía mucho para decir, y en los cinco minutos de programa que nos quedaron, dije que habíamos escuchado la palabra del ex presidente De la Rúa. Muchas veces me preguntaron por las causas de una afirmación tan categórica. La respuesta es que era imposible controlar a palos y balazos una crisis tan profunda, y que esto sólo podía terminar con el gobierno que lo intentara.

Memorias del futuro

Este recuerdo personal es parte de una memoria colectiva que viene manifestándose cada vez que la sociedad es convocada para definir el rumbo que seguirá el país. En una elección legislativa es factible sancionar al gobierno votando candidatos opositores que lo controlen o que lo fuercen a modificar algunas políticas. Cuando lo que se pone en juego es el Poder Ejecutivo lo importante no es penar a quien gobierna sino elegir a un sucesor que no castigue a los votantes. El oficialismo superó el 45 por ciento en la elección presidencial de 2007 y llegó al 54 por ciento en la de 2011. Aún en sus peores desempeños, en las legislativas de 2009 y 2013, rozó el 33 por ciento nacional. Esto mide la dificultad de enfrentarlo y explica tanta desesperación por sumar todo lo que esté a la mano, un cálculo que parece racional desde el punto de vista de las elecciones, pero de pronóstico reservado si se trata de gobernar.
La situación económica no es buena. La crisis internacional es la más profunda en un siglo, el ataque de las finanzas internacionales contra la Argentina no tiene precedentes y la restricción externa golpea sobre el nivel de actividad porque la reindustrialización reciente se basa en ramas que son insaciables consumidoras de divisas. Entre abril de 2013 y abril de 2015 el uso de la capacidad instalada de la industria se redujo un 5,4 por ciento (con un pico atroz de -40 por ciento en vehículos automotores); la producción industrial viene en suave declive desde agosto de 2013; en la comparación interanual se redujeron su volumen físico, la cantidad de obreros ocupados y de horas trabajadas. Pero las medidas proactivas del gobierno han prevenido que se produzca una crisis económica y social como las que demolieron la consideración pública por Carlos Menem o eyectaron del sillón presidencial antes de tiempo a todos los otros gobiernos anteriores al kirchnerismo. Cualquiera sea la coyuntura Cristina conserva una adhesión inconmovible entre los sectores más vulnerados y le responde un núcleo militante como no generó ninguna otra figura política una vez terminado su mandato, salvo Juan Perón.
Más allá de que Macrì y Massa escuchen o desoigan la sugerencia unitaria, las recientes PASO chaqueñas ponen de resalto que ni eso garantizaría el resultado apetecido. Ninguna fuerza nacional significativa faltó a la coalición antikirchnerista. Pero el ex jefe de gabinete Jorge Capitanich y su candidato a la gobernación Domigo Peppo batieron por 6 a 4 a la postulante Aída Ayala, respaldada por los candidatos presidenciales Macrì, Massa, Sanz, Carrió y Margarita Stolbizer. Al día siguiente, una muchedumbre compacta acompañó a Cristina en su último 25 de mayo como presidente, luego de dos días de festejos en el microcentro. Durante su discurso, más racional que emotivo, no volaba una mosca. “¿Te imaginás si Néstor hubiera tenido una plaza así?” comentó un manifestante de La Cámpora.
El problema que le queda por resolver al oficialismo es quién representará los logros de estos doce años en las elecciones presidenciales. Scioli y Randazzo compiten por demostrar quien es el intérprete más fiel de un proyecto que no ha sido capaz de asegurar la sucesión con alguien de sus propias filas. Es probable que esta sobreactuación se atenúe después de las PASO, cuando además del voto kirchnerista puro haya que apelar a ese tercio fluctuante y decisivo del padrón, y que el vínculo del vencedor con Cristina se replantee a partir del 10 de diciembre. El presidente electo tratará de reeditar el esquema clásico del reloj de arena peronista, donde son comunes los deslizamientos graduales de una conducción a otra, hasta el restablecimiento de todo el caudal en el otro polo. Cristina se inclinará por otra invariante de la misma cultura política, aquella que garantizó el liderazgo de Perón hasta el último día de su vida. El desenlace no se conocerá antes de las elecciones legislativas de 2017.

EL CORAZÓN DE LAS TINIEBLAS

Después de Besar a la muerta, Horacio González vuelve a la ficción con Redacciones cautivas, una novela en cuyo centro se discute acerca del ejercicio de la palabra, la escritura y el periodismo bajo la censura y el terror en los campos de exterminio. Con una trama hipnótica armada alrededor de dos redacciones de diario que funcionan en espejo tanto para crear la impresión de diálogo y apertura como para reproducir los mecanismos represivos más perversos, González ofrece una rotunda novela sobre los años de la dictadura, escrita y pensada al borde de lo indecible, pero sin rendirse a la imposibilidad de reflexionar y sin eludir el humor. Un logro literario impresionante cuyos ecos recién empiezan a hacerse notar.

Por María Pía López
Llevamos décadas leyendo a Horacio González. Nada de lo que escribí puede pensarse sin esa conversación tenaz con su obra y con el tipo de intervención intelectual que fue delineando. Me golpeó, como a todos sus amigos, la evidencia de la fragilidad de su cuerpo. A la vez, la sensación de que respondía a sus afecciones con la apuesta redoblada al riesgo del pensamiento y la escritura. Ensayista prolífico, filósofo singular, en algún recodo del camino lo esperaba la ficción. Había rozado los límites del género en libros juveniles editados en el exilio brasileño, como Evita. A militante no camarim. En el 2014 publicó su primera novela, a la que llamó novelita o librillo, para restarle los prestigios de un género al que respeta en demasía porque tras la etiqueta vislumbra La montaña mágica o Rojo y negro y no cualquiera de las ficciones que pueblan nuestra escena contemporánea.
Besar a la muerta y Redacciones cautivas pueden pensarse en continuidad y diferencia con sus libros de ensayo. Continuidad, porque se trata de un ahondamiento de algo que los constituía: una cierta experiencia de la lengua, una búsqueda de la precisión que implica cada vez desplegar más matices, revisar más diferencias, tolerar más paradojas. Su escritura es la del matiz. Del matiz como diferencia que difiere, como supo decir Deleuze a propósito de Bergson, para pensar la creación en esa ruptura de la repetición material. La escritura de González, su peculiar estilo, se forjó en esa persecución. Y en la afirmación de una retórica que debe privarse de los nombres inmediatos y de la literalidad de cualquier formulación para develar el significado de esa inmediatez. Pensador contra la tautología, se le ha dicho barroco, cuando lo suyo en todo caso es énfasis en tirar el hilo, deshaciendo las tramas que se presentan como pura evidencia. Y no digo que no sea barroco: lo es en tanto presenta un plano y otro y otro de la realidad o del fenómeno. Para eso hay que estrujar mucho la lengua, obligarla a deponer sus ataduras sintácticas y sus facilismos lexicales. Solicitarle que deje jugar, a ella tan presurosa en hablarnos. Convertir al lenguaje en la casa en la que se puede pensar, en la que se piensa, en la que se traman libertades. Escribir, para Horacio González, es una meditación sobre la libertad y sobre las coacciones. El estilo es su modo de fugar de los encorsetamientos de las épocas y el anarquismo una suerte de disposición subjetiva y política que lleva a la sospecha sobre los consensos existentes.
Piensa, como Leo Strauss, que estamos obligados a leer entre líneas. Porque no se dice sólo lo explícito, también en los escritos proliferan los sentidos que corretean para no ser apresados por la censura. Si en su escritura siempre está ese doblez, en las novelas se presenta como insistencia que ahonda y a la vez difiere. En Redacciones cautivas se convierte en el tema central, en el eje de la narración: ¿qué se puede escribir en cautiverio?, ¿qué son las palabras dichas bajo coacción?, ¿qué queda del hombre cuando es sometido a las formas más extremas del terror? Primo Levi se preguntó si esto es un hombre para considerar la difícil condición del sobreviviente: el verdadero testigo de un campo de concentración era el que ya no podía dar testimonio, porque había sido aniquilado, sus fuerzas derrotadas, convertido en mudo montoncito de células agonizantes antes de morir. Musulmanes llamó a esos hombres en el último tramo de su desventura. El testigo que habla, el que escribe, piensa Levi, en cierto modo es alguien que cultivó ambiguos compromisos para sobrevivir, comió un poco más, se escurrió del trabajo más brusco, concedió a los carceleros o fingió conceder. Pensarlo así implicaba poner su propia escritura bajo sospecha: no sería la víctima absoluta aquel que puede hablar. Prefiero ir por el revés de la afirmación del propio Levi: no el subrayado que busca la víctima total sino el cotidiano del infierno que implicaba algunas zonas de intercambio y negociación. La frontera es nitidez explicativa pero también grisura del tráfico.
En la Argentina posterior a la dictadura, éstos fueron temas de discusión: alrededor de la teoría de los dos demonios –prendida a la figura de Sabato y a la labor de la Conadep– y más en general de los modos de explicar lo producido por el terror concentracionario. Hoy lo siguen siendo. Pilar Calveiro escribió un libro fundamental, Poder y desaparición, editado en la colección que dirige el autor de Redacciones cautivas. Calveiro piensa esa zona de negociaciones o los intersticios en la lógica del campo, que si por un lado hacían de algún torturador alguien tan preocupado por el horario de salida como un oficinista, también generaba en los sobrevivientes las mil astucias para ganar un día más, ayudar a otros, simular colaboraciones o realizar las mínimas posibles. Algunos asesinos salvaron o perdonaron menguadas vidas. Decirlo es inquietante y siniestro. Pero si esas palabras no pueden decirse, hay modos de vida que deben ocultarse a sí mismos y también permanecemos indiferentes a las experiencias dramáticas de los niños apropiados que hoy son adultos que recuerdan, muchas veces con culpa, cuánto fueron amados por los apropiadores. Y la reciprocidad del afecto.
¿Cómo pensar estas cosas cuando reclamamos justicia, cuando sabemos que nada debe aminorar la culpa del asesino? El tema merecía un escritor capaz de todos los riesgos y de todas las piedades. González escribe un libro cuya fuerza mayor es la piedad: la conmiseración hacia esos hombres arrojados a las mazmorras, despojados de todo lo que no fuera el cuerpo como superficie de dolorosas invenciones –cada piel un laboratorio de los modos más infames de ejercer crueldad, como si estuvieran allí no sólo para purgar una atribuida culpa sino también para ser cobayos de un ejercicio o de una prueba que algunos realizarían: cuán alto puede ser el grito que se provoca, cuán horrendo el aullido que una tortura arranca–. Piedad, entonces, hacia los secuestrados. También cuando ellos devienen colaboradores o exégetas de la voz del amo.
Redacciones cautivas son las que surgen de los dictados de la ESMA: una escuela que daría un periodismo acuciado por los gritos que surgen de Capucha o Capuchita y por la amenaza de un traslado. Notas que se alternan con grilletes. La verdad de lo escrito será siempre entrelíneas, pero ellas no son silentes, proliferan, tienen el rumor del campo atrás, o el de la redacción externa pero amenazada. Son dos las redacciones, y espejadas: la del diario intervenido, la del creado adentro del campo de concentración. Entre unos y otros discuten en las páginas ficcionales; los sobrevivientes recrean esos debates en la novela. Qué se dijo en un diario y en otro. Por qué. El tema más doliente, sin embargo, no son esas palabras surgidas de los distintos modos del cautiverio y contemporáneos a él. Sino las que alguien que muchos años después hace suyas las ideas de los verdugos, que pone en sus textos el razonamiento de los que fueron sus captores, tardío epígono, como si en su piel siguieran resonando los voltios o esa misma intensidad hubiera forjado un nuevo cuerpo, otra sensibilidad y pensamiento. No los que llevaban su nombre en el tiempo anterior sino los que los punzones habían inscripto en los sótanos.
No se trata de una novela de clave: los personajes de la ficción no son máscaras tras las cuales es posible delinear las trayectorias de personas públicas –como lo fue, por ejemplo, Diario de la Argentina, de Asís–. Es otro tipo de rememoración a la que invita. Más bien como si ciertos debates o posiciones o travesías funcionaran como subsuelo en el que esta novela se fue macerando y entonces sus lectores no podemos dejar de pensar esos vínculos. Porque si por un lado la redacción de Convicción y el inefable Hugo Ezequiel Lezama están en el fondo del relato, su actualidad proviene más bien de las intervenciones de Héctor Leis, de los dolidos giros de sus palabras hasta terminar en el lamento por la muerte de Videla en prisión. El libro de González tiene mucho de piedad y sin embargo jamás roza ese tipo de piedad, la destinada al asesino, la que equivoca el motivo de su compasión.
Es piadoso para pensar las víctimas y sus negociaciones, las condiciones de la sobrevivencia y la escritura bajo coacción, sin que ello elida la nitidez de la división que funda una idea de justicia. Esa piedad es poética. Porque sólo interrogada poéticamente la lengua puede ser amparo y resguardo para meditar el dolor. Eso es lo que hace el escritor. Tironear y jugar, roer y estirar, buscar a tientas o con sagacidad el sentido, pero antes que nada disponer un ritmo: “Ya no yo: raro conjunto de palabras, sílabas que cabriolean alrededor como esas luces y reflejos indóciles que antes declaré no saber retener. Si se me reclama una opinión certera y breve, dicha con la elegancia de sílabas apenas pronunciadas, yo llego tan solo hasta su antepenúltima vocal, la doy extenuado, sin gracia ya. Ya no yo. Todo se me escapa hacia frases que si resultan completas es porque también son toscas, hijas dilectas de los clisés que siempre había condenado. Llegué, en una de esas ocasiones, a emplear la expresión ‘correlación de fuerzas’. Dedicaré el resto de mi vida a escapar de estas cárceles; cárceles de palabras. ¿Pero hay alguien que sepa un generoso equivalente para decir correlación de fuerzas sin decirlo? No yo. Yo ya no. Ya no yo. (Mejor así, me gustan las palabras-sílabas, pensar con un malabarismo de sonidos indivisibles que son trabalenguas y jitanjáforas que ponen a prueba todos los pobres sentidos con los que manejamos nuestros idiomas.) Mis visitantes... lo de hoy. Mucho tiempo había pasado... son ex colegas. Legas con pegas si llevas, llevas maleza de cuevas, forman talegas, si tales llaves llevas no alegues fallebas, si tales aves llevas alega calesas, pégale a ésas. Ex colegas son, en verdad ex subordinados, pero esta expresión no está en mi vocabulario; ellos, sí, me visitan ahora con condescendencia, acaso bellas rutinas del cariño, antiguos colaboradores del periódico con el que alguna vez quisimos inventar los candidatos que deberían gobernar el país”.
El narrador y protagonista se llama Albergare. Dueño de un periódico, capturado, es obligado a realizar otro, en el que firmará como Hospedare. Mientras tanto sus colaboradores siguen en el diario intervenido. ¿Cómo decir eso? Ya no yo, dice Albergare. Qué yo es ése, el que juega con las palabras, el que vuelve a conjugar un verbo tras otro, el que duda. Fundamentalmente, es el que procura albergar algo del orden de la verdad. Esa es la fuerza política de este libro: buscar un modo de decir la verdad, que requiere amparos, cuidados y poesía.
Cuando González publicó su primera novela, pensé que la ficción era el modo otro del barroco: dejaba de escribir entrelíneas, componiendo los significados heterogéneos y paradójicos de las cosas, para ponerlo en el haz de personajes diversos. Redacciones cautivas exige otra idea: lo barroco está en el centro mismo de la historia, en ese pliegue entre sótano y periódico, entre periodistas capturados y lectores engañados, en el subrepticio desplazamiento de Albergare a Hospedare, en la coexistencia no sucesiva de los tiempos. Por eso el barroco no es sólo derroche, don de los lujos del lenguaje, sino comprensión profunda de la historia, la que la poesía gonzaliana construye para hospedar o para albergar las desdichas de los hombres. Este libro es hecho reflexivo, una suerte de lugar en el que un problema se piensa y despliega, pero también –y en no menor medida– es un acontecimiento en el horizonte literario. Esto es: le hace algo –irradia una onda expansiva– a la lengua.
Este texto –apenas corregido para su publicación– fue leído en la Feria del Libro, el 1º de mayo, en la presentación de Redacciones cautivas, de Horacio González, en una mesa de la que también participaron Vicente Muleiro y Eduardo Rinesi.

BREVE SANGRE

Vivió tan sólo 34 años, fue corresponsal de la guerra chino-japonesa y cultivó el haiku y diversas corrientes de la estética de su país, hasta morir de tuberculosis en 1902. Shiki es considerado uno de los más importantes cultores de las formas breves y brevísimas de la poesía. La antología Ruego a la mariposa permite aproximarse al arte de este poeta que adoptó el nombre de un pájaro que sangra.


Por Guillermo Saccomanno
“Una hormiga ha escalado/mi bandeja de tinta.” El significado de estos versos no es tan caprichoso como puede parecer. Una hormiga, con paciencia, logra escalar los bordes de la bandeja que contiene los instrumentos de dibujo y escritura del poeta y, ahora, desde esa cima, observa la tinta negra con que se escribirán los haikus. Shiki (1867-1902), su autor, fue nada menos que un renovador de la poesía japonesa en un período de cambios y que en 1894, fue corresponsal de la guerra chino- japonesa y contempló, como la hormiga la tinta negra, la sangre de la matanza, pero además su propia sangre, ya que las condiciones del combate agravaron su tuberculosis. El caso no debe asombrar: no han sido pocos los poetas que fueron testigos o partícipes de guerras a la vez que pudieron sobreponerse al horror aferrándose a una construcción poética (dos ejemplos pueden bastar: Apollinaire y Ungaretti).
Es cierto, para muchos, en una lectura superficial, es entre exótico y snob el gusto por el haiku y el tanka. Es que de tan esenciales, en su minimalismo, sorprenden. Cuesta desprenderse de los prejuicios “racionalistas” del pensamiento occidental para entrarles. Por su sencillez y simpleza, para un occidental el haiku y el tanka tienen gusto a naïve cuando no a poco. Sin embargo, en su síntesis, la grandeza de esta poesía chica –valga la paradoja– consiste en perseguir el insight, el hallazgo y la comprensión del ser en el mundo, el vínculo entre el uno y el todo. Y esta relación, para ser liberadora, no debe ser sino desapego, lo que no implica deslindar el compromiso con lo humano. Shiki habría de referirse a este desapego poco antes de morir: “El próximo estado será el no desear. Buda lo llamaría el nirvana. Y Jesús la salvación”.
La búsqueda a través del haiku y el tanka, despojarse de toda retórica, todo artificio, limpiar la escritura, tiene que ver con eso: una mirada perceptiva del mundo que nos rodea. No obstante, a pesar de las resistencias y las ironías que despiertan los haikuistas, cada vez es mayor el acercamiento que viene produciendo esta poesía en Occidente. A esta altura, conviene revisar los ensayos de Octavio Paz sobre la cultura japonesa, lo que puede aclarar el porqué de su magnetismo, que tuvo no poca influencia en la pintura y literatura europea de fines del siglo XIX y comienzos del XX, influencia que puede detectarse en nombres tan distintos como Van Gogh, Matisse, Proust y Pound. “La estética japonesa (mejor dicho el abanico de visiones y estilos que nos ofrece esa tradición artística y poética) no ha cesado de intrigarnos y seducirnos pero nuestra perspectiva es distinta. Aunque todas las artes, de la poesía a la música y de la pintura a la arquitectura, se han beneficiado con esta nueva manera de acercarse a la cultura japonesa, creo que lo que todos buscamos en ellas es otro estilo de vida, una visión del mundo y, también, del transmundo. Lo contrario de la India, no nos ha enseñado a pensar sino a sentir. Es algo que está entre el pensamiento y la sensación, el sentimiento y la idea. Los japoneses usan la palabra kokoro: corazón”, señalaba Paz.
“En mi enfermedad/ me trae el cerezo en flor/ muchos recuerdos”, escribe Shiki. Y uno se pregunta cómo es que se arma una personalidad que puede resistir la desgracia y detectar en lo furtivo, la belleza. Tal vez una sinopsis biográfica pueda explicarlo. Nacido Masaoka Tsunemori, luego conocido como Shiki, tuvo como cuna un origen samurai modesto. Su padre, borracho perdido, murió cuando Shiki tenía cinco años. La madre, con abnegación, mediante la costura, se las rebuscó para educar a Shiki y a su hermana Ritsu. En tanto, su abuelo materno lo inició en la escritura, instrucción que se cortaría con su muerte cuando el nieto tenía ocho. La marca perduró. Artista adolescente, a los catorce funda con cuatro compañeros El Club de los Amantes de la Poesía. La discusión política no les es ajena y toman partido por los Derechos del Hombre. Un tío lo ayuda a ingresar en un secundario de Tokio. A los dieciséis logra ingresar a la Escuela Preparatoria de la Universidad Imperial. Es en esta época cuando empieza a volcarse a los clásicos del haiku y, a la vez que compone esta clase de poemas, se interna en la crítica. Escribe un ensayo: “Origen y evolución de la poesía”. Pero su itinerario creador se ralenta cuando empieza a escupir sangre. Entonces adopta el pseudónimo Shiki, pronunciación chino japonesa de la voz china “cuco”. Pájaro que, según la leyenda, vomitaba sangre.
“La vida que me queda”, escribe Shiki, “¿por cuánto tiempo aún?/ Corta es la noche”. No cabe duda que más allá del registro existencial estos versos, albergan otro: el poeta toma conciencia no sólo de la brevedad de la vida sino también del destino que se cierne sobre él. No es casual entonces que se lance en un frenesí creador. Por un lado, su atención a la teoría, una columna de haiku en el periódico Nippon. Y por otro lado, el rescate de Yosa Buson, discípulo de Matsuo Basho. Y es con motivo del entusiasmo que le despierta Basho con su Sendas de Oku, la crónica de su viaje por toda la isla, que Shiki decidirá seguir su ejemplo caminando hacia el norte. La producción de Shiki, como su vida, son una lucha contra la enfermedad y la muerte. “Agonizante / la cigarra en otoño / canta más fuerte”, escribe.
La captación del instante, el apunte de una visión son una característica en el haiku y, en eso, Shiki, sigue a los pioneros Basho, Issa y Buson: “Tormenta de verano. /Papeles de mi mesa, salen volando”. Otras veces resalta una acuarela de intención impresionista: “Día templado. /Línea de casas blancas/ en torno a la bahía”.
La antología Ruego a la mariposa tiene la virtud de ofrecer una primera aproximación a la obra de Shiki. A pesar de los galicismos de la traducción de esta antología, el prólogo y la selección de Fernando Rodríguez Izquierdo (catedrático autor de un ensayo indispensable sobre el género, El haiku japonés) tiene su mérito. En la sucesión de poemas hay no pocos que aluden a escenas, estampas, impromptus de la enfermedad. Por ejemplo: “Me lee mi hermanita/ relatos de batallas. / La noche es larga”. Su enfermedad se agrava, anota: “Mientras tenga vida tengo cosas que decir”. Y compone: “Con mucha calma, / y un bastón como apoyo, ando por el jardín”. Con el mismo ánimo, escribe: “Observo despacioso/ mi sombra y entretanto/ voces de insectos”. O bien: “Pasan murciélagos/ con su volar oscuro/ por entre el matorral”.
Ruego a la mariposa. Colección Maestros del Haiku, Satori 156 páginas
Shiki muere a los treinta y cuatro años. Pero antes de morir alcanza a escribir tres haikus. Anticipándose, a modo de epitafio, en uno de ellos, escribe: “Que así se me recuerde: / buen comedor de kakis/ y aficionado al haikú”. En la actualidad, en Tokio, convertida en santuario del haiku, se encuentra La Ermita de Shiki, convertida en lugar de peregrinación.

LAS CONSECUENCIAS QUE ARROJA EL CONFLICTO A NIVEL DIPLOMATICO ENTRE VARIOS PAISES PROTAGONISTAS El escándalo de la FIFA y la geopolítica de los negocios

Por Gustavo Veiga
El escándalo de la corrupción en la FIFA tiene una connotación geopolítica. Demostró que el fútbol y sus intereses pueden transformarse en un nuevo problema mundial. Tres líderes como Vladimir Putin, Angela Merkel y David Cameron dijeron lo suyo. El ruso defendió al reelegido Joseph Blatter y el inglés le pidió la renuncia. La canciller alemana adoptó una posición más neutra, aunque también criticó lo que pasa en la Federación. Faltó que se pronunciara Barack Obama, pero dos representantes del Congreso de Estados Unidos lo hicieron por él. Los senadores Bob Menéndez –un lobbista de los fondos buitre– y John McCain les enviaron una carta a los congresistas de la FIFA para que no votaran por su actual presidente. También se filtró el conflicto palestino-israelí durante las deliberaciones en Zurich. Hubo un incidente en el recinto con dos mujeres que llevaban una bandera de Palestina y el primer ministro Benjamin Netanyahu cuestionó una eventual exclusión de su país de las competencias, que nunca se concretó. Hasta China firmó un convenio estratégico para el desarrollo de su fútbol con la cuestionada federación, el mismo día de las detenciones de los siete dirigentes acusados de recibir coimas (ver aparte).
En una entrevista que concedió a la televisión estatal de su país, Putin criticó la intervención de la Justicia federal de Nueva York en la FIFA. “Podemos suponer que algunos de los funcionarios realmente violaron normas o leyes, no lo sé, pero ciertamente EE.UU. no tiene nada que ver con eso. Estos funcionarios no son ciudadanos estadounidenses. Y si algún acontecimiento sucedió, no fue en el territorio de EE.UU. Es otro intento evidente de extender su jurisdicción a otros países”, dijo el presidente ruso.
Para entender estas declaraciones hay que remontarse al Congreso de la FIFA donde Rusia ganó la candidatura para ser la sede del Mundial de 2018. Fue el 2 de diciembre de 2010. Inglaterra por un lado; y España y Portugal –que se presentaron como coorganizadores– resultaron los grandes derrotados. En ese momento se eligió en simultáneo a Qatar como sede del Mundial 2022 –una pequeña nación sin tradición futbolística pero con el PBI más alto del planeta–, que se impuso a Estados Unidos en la votación. Crecieron entonces las sospechas de sobornos. Y el qatarí Mohamed bin Hammam, ex presidente de la Confederación asiática que intentó desbancar a Blatter en la elección anterior, fue expulsado de por vida de FIFA porque intentó untar a varios congresistas para que lo votaran. Les ofreció 40 mil dólares por cabeza.
En sus declaraciones, Putin dijo que Estados Unidos pretendió “impedir la reelección de Blatter” y que lo presionó para que Rusia no fuera elegida como sede del próximo mundial hace casi cinco años. También comparó el papel del Departamento de Justicia norteamericano en el caso FIFA, con las situaciones de Julian Assange y Edward Snowden, perseguidos por el gobierno de EE.UU. Sugirió que Washington actúa hoy de la misma manera con Blatter.
Cameron apuntó al blanco sin medias tintas: “En mi opinión debe irse”. Además dijo que “es impensable que Blatter pueda llevar adelante esta organización”. Sus declaraciones las formuló en Berlín durante una conferencia de prensa conjunta con Merkel. Más diplomática, la alemana pidió “transparencia” y señaló que “la corrupción debe ser combatida, y con urgencia”. Donde Putin ve virtudes del presidente de la FIFA, Cameron observa “la parte fea de un juego bonito”.
La oportunidad que eligió la fiscal general de Estados Unidos, Loretta Lynch, para difundir la investigación sobre la trama de corrupción en la federación, es otro motivo de controversia. La pesquisa llevaba como mínimo dos años. Se sabe que contó con la inestimable colaboración de Chuck Blazer, quien renunció a la FIFA en 2013. La propia Concacaf a la que pertenecía, le descubrió ganancias indebidas por 15 millones de dólares a este barbudo regordete, con cierto parecido a Hoss Cartwright, el personaje de la serie Bonanza. Se confesó culpable ante el FBI y después se infiltró con un llavero-micrófono entre los que habían sido sus pares. Su acción todavía no se vincula demasiado con que la FIFA había metido a un lobo en su rebaño casi al mismo tiempo: Michael García, un abogado condecorado por la CIA.
Le otorgaron la medalla Seal por sus buenos servicios. Una distinción que la Agencia da a empleados del gobierno de Estados Unidos y ciudadanos que cooperaron con la central de Inteligencia. García posee amplia experiencia en delitos económicos, terrorismo internacional y seguridad nacional. Como fiscal de Nueva York viajó a Manila, Filipinas, para dirigir una investigación sobre la red Al Qaida. Era obvio que los dirigentes detenidos en Suiza y tres empresarios argentinos prófugos podían ser pan comido para él. No se le atribuye participación en el destape del escándalo, pero sí colocó su piedra basal.
Es más, el informe que les costó la cabeza a dos pesos pesados de la FIFA en 2013 y que redactó García, daba indicios de lo que se vendría: “Havelange y Teixeira en ningún caso debían haber aceptado soborno en calidad de funcionarios oficiales del fútbol, y deberían haberlo devuelto, puesto que se trata de cantidades vinculadas con la explotación de los derechos comerciales”. Más adelante, el texto agrega: “Las dos personas se han comportado de forma reprochable, tanto desde el punto de vista moral como ético”. Se refería a las coimas recibidas de la desaparecida compañía ISL.
Dos años después, las redes de la corrupción en la FIFA quedarían mucho más documentadas. Lo que sorprende es cómo la operatoria de blanqueo y lavado de dinero a través de bancos de EE.UU. pudo sostenerse en el tiempo durante dieciocho años. Al paraguayo Nicolás Leoz, uno de los imputados, se le atribuyen cobros desde 1993 a 2011 por medio del Delta National Bank de Florida, como señaló el diario ABC Color de Asunción.
Las pruebas en que apoya su acusación el Departamento de Justicia mencionan a varios bancos que sirvieron para facilitar la operatoria: J. P. Morgan Chase, Citigroup y Bank of America de Estados Unidos, el HSBC británico y el suizo UBS. El fiscal neoyorquino Kelly Currie comentó: “Parte de nuestra investigación se centra en mirar la conducta de estas instituciones financieras para ver si sabían que estaban ayudando a lavar el dinero procedente de estos pagos ilícitos”. Por ahora sólo eso.
Mientras en la madrugada del miércoles se producían las detenciones de siete dirigentes que enfrentan graves cargos por corrupción en EE.UU. –aún cuando la mayoría son extranjeros o no residían en aquel país– las consecuencias políticas del escándalo todavía no se percibían con nitidez.
Un día después, el primer ministro Netanyahu decía que “si la FIFA intenta dañar a Israel, esto implicará la destrucción de todo el sistema mundial del fútbol”. Se refería al trascendido de que la Federación Palestina de Fútbol iba a pedir que excluyeran a su par israelí de las competencias internacionales. El motivo: que en su Liga juegan cinco equipos de colonias judías en los territorios ocupados.
Jibril al Rajoub, el presidente del fútbol palestino, retiró la moción. Dijo que la canciller Merkel le había hablado y fue una de las personas que lo convencieron de levantar el pedido de sanción. “Muchos presidentes de Federaciones de Asia, de Africa, de Sudamérica, de Norteamérica y Europa me han dicho que no querían sentar un precedente de tener que tratar el tema de una suspensión”, comentó el dirigente. A cambio, propuso que se garantice la libre circulación de los jugadores de su país, que se inicie una investigación contra el racismo que sufre su pueblo y una votación sobre los equipos israelíes que juegan en territorios palestinos. Dos mujeres con una bandera de Palestina ingresaron a los gritos al Congreso de la FIFA y fueron sacadas por la seguridad. Pedían que se votara la sanción que Al Rajoub desestimó. Un escándalo más dentro del gran escándalo en el que varios líderes mundiales defendieron los intereses de sus países.
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ARGENTINA ES UNO DE LOS POCOS PAISES QUE ACEPTAN EXTRADITAR A SUS PROPIOS CIUDADANOS El posible destino de los tres prófugos VIP

 Por Raúl Kollmann
Argentina es de los pocos países que extraditan a sus nacionales: Brasil, por ejemplo, tiene prohibido por la Constitución extraditar brasileños; Alemania sólo extradita alemanes a naciones europeas, e Israel tampoco extradita residentes israelíes: permite que se los juzgue en el exterior, pero la condena debe ser cumplida en Israel. En los últimos dos años, de mayo de 2013 a mayo de 2015, la Argentina extraditó un total de 143 personas, 14 de ellos, argentinos. Respecto de Estados Unidos, en estos dos años, la Argentina entregó al país del norte ocho personas extraditadas: de esas ocho, en dos casos se trató de ciudadanos argentinos. Los números seguramente serán tenidos en cuenta por los abogados de Alejandro Burzaco, Hugo y Mariano Jinkis, que van a pelear para que los tres imputados en la causa FIFA no vayan a parar a cárceles estadounidenses.

¿Dónde está?

La Dirección Nacional de Migraciones reiteró ayer que Alejandro Burzaco no registra salidas desde que volvió al país, en un avión privado, desde Paraguay, el 12 de mayo pasado. En el aparato viajaron Burzaco, el presidente de la AFA, Luis Segura, y otro dirigente del fútbol, además del piloto y el copiloto.
En Migraciones chequearon si Burzaco salió de la Argentina con otro documento, por lo que se hizo un repaso de todas las salidas por nombre y apellido. Burzaco salió decenas de veces de la Argentina, siempre con pasaporte argentino, nunca usó uno italiano que se dice que también tiene. En el informe de Migraciones, lo cierto es que no figura saliendo de la Argentina con ningún documento, por lo cual oficialmente consideran que está en el país.
Sin embargo, Burzaco no sólo emitió un tweet diciendo que estaba en Londres camino a Zurich el martes pasado, sino que sus allegados afirman que está en Europa, más concretamente en Italia. Algún dato de Interpol va en el mismo sentido, aunque el juez Claudio Bonadio parece que tiene información de que se encuentra en España. Es obvio que los allegados a Burzaco tal vez no digan la verdad respecto del país europeo en el que se encuentra, pero las distintas fuentes cercanas al empresario insisten en que está en Europa.
Con esta perspectiva hay tres hipótesis posibles:
- Está en la Argentina, como lo indican los registros de Migraciones.
- Salió de forma ilegal, clandestina.
- Hay un error de Migraciones.

Clandestino I

La hipótesis de que haya salido en forma clandestina no parece probable aunque no se puede descartar. El tweet diciendo que estaba en Londres es del martes pasado, y los allanamientos fueron el miércoles.
Esto significa que si salió del país en forma clandestina lo hizo, como mínimo, el lunes y eso estaría indicando que ya sabía lo que se venía. Pero el dato es incongruente, porque en ese caso de ninguna manera hubiera salido del país: en la Argentina tiene chances de esperar el proceso de extradición, a veces larguísimo, en libertad, mientras que, si lo capturan en otro país, de inmediato lo mandarían a Estados Unidos y estaría preso, jugando de visitante en los tribunales y con costos de abogados infinitamente más altos.
Desde esta óptica, es poco probable que haya salido en forma clandestina y tendría algún sentido una operación para despistar, diciendo que está en el exterior, para que no lo busquen mucho aquí.
La alternativa de un error de Migraciones existe, por supuesto. Parece casi imposible que Burzaco se haya ido por Ezeiza, pero tal vez si se tomó el Buquebus a Uruguay o se subió a un velero y viajó a Colonia, no se registró su salida. No se puede descartar esta variante.

Clandestinos II

Técnicamente es dudoso calificar de prófugos a Burzaco y Jinkis padre e hijo. Es cierto que existe una orden de captura y que si los ubican, serían detenidos. Al mismo tiempo, sus abogados se presentaron en Comodoro Py, pidieron la eximición de prisión, el fiscal Federico Delgado dictaminó en contra y el juez Marcelo Martínez del Giorgi rechazó el pedido.
Jorge Anzorreguy, abogado de los Jinkis, y Hernán Jáuregui Lorda, defensor de Burzaco, presentaron una apelación. Bonadio resolverá mañana y luego será el turno de la Cámara.
En cierto sentido, la no presentación de los imputados les juega relativamente en contra: algún juez dirá en el futuro que estuvieron fugados y con ese argumento podría denegarles una excarcelación. Es una eventualidad futura que, al menos por ahora, parece poco probable. Todo indica que los letrados les dirán a sus clientes que no conviene estar escondidos mucho tiempo más.

Embajada

Si Burzaco está en el exterior, no se puede descartar que se presente en alguna embajada argentina y pida una especie de asilo. En la Cancillería dicen que, en ese caso, no tendrían más remedio que llamar a la policía del país en que ocurra para que se lo lleve detenido: “No es un refugiado político. Está imputado por un delito común. No tendríamos argumento para proteger a alguien acusado por algo parecido a un robo”, explican.
Seguramente los abogados de Burzaco argumentarán que es un ciudadano argentino y que el país no debe entregarlo, sino traerlo a la Argentina para que se haga el juicio de extradición.
En cualquier caso, la embajada argentina debería pedirle al país del que se trate una autorización para que permita trasladar a Burzaco a la Argentina. Todo parece poco probable.

Argentina entrega

Como ya se sabe por el caso AMIA, Irán no entrega a iraníes a ningún país. Es una norma de la Constitución de 1980, antes de la revolución de los ayatolás. Lo de Brasil es también contundente: el artículo 5 de la Constitución Federal prohíbe la extradición de brasileños. Alemania sólo acepta pedidos respecto de ciudadanos alemanes cuando esos pedidos provengan de la comunidad europea: los directivos de Siemens, imputados por coimas en el caso del contrato para la confección de documentos en Argentina, nunca vinieron al país, hubo que indagarlos en Alemania. Francia prácticamente no extradita franceses e Israel niega, por ley, la extradición de residentes israelíes, salvo para un juicio muy puntual: la pena deberá ser luego cumplida en Israel. Estados Unidos no extradita a estadounidenses en casos en que la captura sea pedida por tribunales internacionales, pero sí manda a sus nacionales cuando tiene un tratado de extradición con el país que pide la captura. Igual, la política siempre mete la cola: Estados Unidos nunca aceptó, por ejemplo, extraditar a Guido Alejandro Antonini Wilson, el norteamericano-venezolano que pretendió entrar a la Argentina con una valija y casi 800 mil dólares.
De todas maneras, Argentina es uno de los pocos países con normas de extradición que permiten extraditar a argentinos. Y desde la Cancillería dan los números concretos:
- Entre mayo de 2013 y mayo de 2015 hubo 143 personas extraditadas, y entre ellas 14 argentinos. Por supuesto, la mayoría de los extraditados son narcos o personas de países limítrofes imputados por delitos de sangre. De todas maneras, es un dato concreto que la Argentina extraditó 14 argentinos en los últimos dos años.
- Entre mayo de 2013 y mayo de 2015 hubo ocho personas extraditadas a Estados Unidos, dos de ellos argentinos.
Con estos datos, Burzaco y los Jinkis afrontan una perspectiva de ser extraditados a Estados Unidos, aunque en un proceso larguísimo, que tarda no menos de un año.

Tratado

La posibilidad de que los imputados sean enviados a Estados Unidos es todavía mayor si se toma en cuenta que la Argentina y el país del norte firmaron un tratado de extradición de una amplitud llamativa. Incluye todos los delitos que prevén una pena de cárcel mayor a un año. Y el texto da a entender que la Argentina no puede negar la extradición, con el argumento de que existe una causa contra Burzaco y los Jinkis, impulsada por la AFIP. El tratado sostiene que, para negar una extradición, las acusaciones contra los imputados tienen que ser anteriores al pedido de extradición y por causas más graves.
Aun así, hay dos cosas que deben tenerse en cuenta:
- En los dos países, Estados Unidos y Argentina, la última palabra la tienen los gobiernos, no la Justicia. Cuando ésta da vía libre a una extradición, le envía sus conclusiones al Ministerio de Justicia, es decir al Poder Ejecutivo, que es el que finalmente decide.
- En este sentido, un caso emblemático es el de Hernán Arbizu, ejecutivo del JP Morgan, que reveló la existencia de miles de cuentas de empresarios argentinos que fugaron dinero al exterior a través de ése y otros bancos. El pedido de extradición de Estados Unidos, por fraude, es de 2008, y por lo que se ve hasta ahora –ya pasaron siete años–, el trámite no avanza ni en la Justicia. Nada hace pensar que Arbizu sea extraditado.
El caso de Burzaco y los Jinki s es muy distinto, porque se trata de masas enormes de dinero embolsadas por empresarios privados y dirigentes de fútbol. De todas maneras, están defendidos por poderosos abogados que harán todo lo posible para que los tres imputados sigan en la Argentina y en libertad. El caso conocido anterior es el de Alejandro Vandenbroele, cuya extradición fue solicitada por Uruguay, en el marco de una colateral de la causa Ciccone. Estuvo preso 25 días y ahora continúa el proceso, pero en libertad. De manera que los abogados del caso FIFA van a intentar lo mismo. Y procurarán que el trámite de extradición dure siglos.
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