lunes, 16 de marzo de 2015

El chotoperonismo Por Carlos Barragán

Esta semana nos enteramos de que Mauricio Macri, el último peronista virgen, le escribió a la embajada de China para que no hiciera inversiones en la Argentina. Un pedido un poco sorprendente viniendo de alguien que no nos tiene acostumbrado a presentar escritos de ningún tipo. Hay dos cosas para pensar sobre esta actitud de Macri. O es un turro que quiere que al país le vaya muy mal, o se volvió tan peronista que está haciendo todo lo posible para que se haga realidad el "vivir con lo nuestro". Con el peligro de no saber qué entendió Mauricio cuando le dijeron que hay una cosa peronista que se llama "vivir con lo nuestro". Me lo imagino charlando con Rodríguez Larreta "Horashito, tenemosh que vivir con lo nuestro, viejo! Con nuestros empresharios, con nuestros jueshes, con nuestros boys de la embajada, boló! "Vivir con lo nuestro", captás? Qué grosho que es ese Aldo Ferreres, man!"

Esta semana tuvimos un par de malas noticias que provienen de un peronismo que algunos llaman peronismo de derecha, otros peronismo clásico, y otros peronismo choto. A mí no me molesta llamarlo de esta última manera que me parece la más acertada. Porque si uno piensa en sus representantes, un Duhalde, un De La Sota, un Lole Reutemann. Y es más difícil probar que sean de derecha o clásicos, a probar que son unos chotos. De este peronismo, el chotoperonismo, Ramón Puerta –muy amigo del último peronista virgen– nos confirmó su pertenencia política cuando le descubrieron a sus peones allá en Misiones viviendo como esclavos. Su hogar eran unas lonas de plástico, sin baño, sin heladera, comiendo comida podrida y durmiendo en el piso. Cobraban $ 1800 por mes, y toda esa plata les hubiera quedado limpia si Puerta no les hubiera cobrado alquiler por las lonas. (Ojo, no es que Puerta sea un hijo de puta, es que las lonas no eran de los peones). Y es feo que un chotoperonista argentino se identifique así con los países serios, reproduciendo las condiciones de vida de los refugiados africanos en Italia o en España, o las condiciones de vida de los refugiados del Katrina en los EE UU. De todas maneras no hay que preocuparse porque el Momo Venegas, el representante sindical de los peones de campo, ya debe haber salido para allá, con los ojos llenos de lágrimas por tanta injusticia, temblando por la furia que da la indignación, y a esta hora ya estará allí para darle todo su apoyo a Puerta por este ataque brutal y traicionero de su peonada. Es que al peón vos le alquilás un toldo para que no se moje, y encima te critica, che. El Momo es un gran ejemplo para los peones a quienes no defiende. Él representa cabalmente cuál es la lucha del chotoperonismo: pasó de ser un trabajador del campo a codearse con la gente de la Sociedad Rural que explota a los peones. Si eso no es movilidad social, la movilidad social qué es? 

La otra mala noticia nos la dieron los hermanos macana: el Adolfo y el Alberto Rodríguez Saá, adherentes a un chotoperonismo menos destrutivo y más cósmico y más cómico. Más preocupado por los contactos con extraterrestres del tercer tipo, y también por los contactos con señoritas de cualquier tipo. Y cito aquella película del Gordo Porcel porque los Rodríguez Saá parecen salidos de un guión de Hugo Sofovich. Bueno, el asunto es que estos hermanos decidieron tener su representante político en la Ciudad de Buenos Aires y pudiendo elegir entre un montón de gente más o menos normal, más o menos lúcida, más o menos chotoperonista, fueron a buscar a un muchacho con problemas. Su nombre es Ivo. Y le hicieron una campaña con afiches con su cara y este tipo de leyendas: "menos IVA, más Ivo" y "act-Ivo" y "a la delicuencia un correct-Ivo" y "bajemos el boleto del colect-Ivo" y "un candidato sorpres-Ivo" y la mejor de todas: "yo estoy, Ivó?" Y esto es verdad.

Le cuento que cuando terminé de escribir la frase anterior me levanté a renovar mi mate que estaba más lavado que las cuentas del HSBC. Ya que estaba ahí, lavé todos los platos. Acomodé unas verduras que había que guardar en la heladera. Volví a la computadora y no se me ocurrió nada que fuera más divertido que "yo estoy, Ivó?". No es que me sienta devastado, pero como humorista es un poco humillante que los encargados de una campaña política sean mejores que uno. Y si uno se pone serio, habría que agarrar a los hermanos cósmicos de San Luis y hacerles un juicio penal por amenazar la seguridad de toda la población de la ciudad capital por tirarnos con semejante mono con navaja. Y esto con la horrible desventaja de que Ivo es el único candidato capaz de hacernos pensar que Macri es un tipo rev-Ivo. (Perdón pero no me aguanté.)

Para finalizar: un comentario que no es ad-hoc

El juez Ercolini rechazó el pedido que hizo el fiscal para indagar a los acusados por el caso Papel Prensa argumentando que no hay pruebas suficientes. Es una pena que no haya un dudoso certificado 08 de algún Ford Fairlane modelo '76 de Magnetto, porque ahí sí que estarían todos en cana. Es que para los jueces serios las buenas pruebas vienen del registro automotor. Porque un juez serio, querido lector, sabe que su honorabilidad no depende de su honorabilidad, sino de un par de diarios que entre whisky y whisky hacían negocios con los genocidas.

iNFO|news

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