lunes, 16 de marzo de 2015

Antiimperialismo y política electoral




Por Alejandro Horowicz

Una mirada sobre la compleja situación internacional y los vaivenes de cara a las elecciones domésticas.

Al solicitar al gobierno de los Estados Unidos la derogación del decreto de Barak Obama que transforma al gobierno venezolano en "amenaza extraordinaria e inusual a la seguridad nacional", los 12 cancilleres de la UNASUR definen dos campos. En uno militan los defensores de la intervención armada de los Estados Unidos, en el otro el bloque sudamericano que la rechaza. 

No deja de ser curioso que el gobierno que restableció relaciones diplomáticas con Cuba, sea el mismo que lleve la tensión diplomática a un punto donde el retorno no sea sencillo. Nadie ignora que los presidentes norteamericanos no suelen retroceder de sus posiciones públicas en la región, y menos cuando la jugada de Obama además responde por elevación a los que consideran "blanda" su postura frente a los hermanos Castro. Claro que convencer al mundo de la "amenaza extraordinaria" que supone el gobierno de Nicolás Maduro Moros requiere más que una fértil imaginación, pero si el inexistente arsenal nuclear de Sadam Hussein no impidió la intervención norteamericana en Irak, su costo político debiera ser suficiente disuasivo.

La idea que una potencia global no necesita argumentos, que su propia determinación política alcanza, no deja de ser una idea torpe. No sólo porque la Rusia de Vladimir Putin hizo saber que el gobierno de Maduro es su principal aliado en la región, sino porque la flota rusa está en condiciones de navegar por el Mar Caribe como no lo hacía desde la lejana época de la Crisis de los Misiles en 1962. Y a nadie se le escapa que detrás de Moscú se ubica Beijing, y aunque ambos gobiernos no piensen exactamente igual sobre el solitario ocupante de la Casa Blanca, ambos no vacilan en desgastarlo sin riesgo. 

Para China se trata de posponer los enfrentamientos ya que el tiempo juega manifiestamente a su favor, basta mirar su tasa de crecimiento anual y compararla con la de Europa o EE UU, mientras que los rusos fastidiados por la política norteamericana con Ucrania no están dispuestos de dejar pasar la oportunidad y humillar a Obama en su patio trasero. Ese es el primer dato. 

Y este es el segundo. La AFIP reclamó al HSBC Holding, con sede en el Reino Unido, la repatriación de 3500 millones de dólares. Se trata de dineros fugados por contribuyentes argentinos a través de su filial argentina. Y conviene no equivocarse, no se trata de pirotecnia política, sino de una exigencia bien fundada. Tan así, que las autoridades inglesas del HSBC y de la AFIP, en Londres, iniciaron una negociación que continuará en Buenos Aires. El HSBC hizo una propuesta numérica que fue rechazada por insuficiente. Y no olvidemos se trata de un banco habituado a pagar "multas" por su muy liviano comportamiento financiero, ya que no son mas que costo operativo adicional que terminan cobrando a sus clientes. 

El 17 de diciembre pasado el Senado de la república convirtió en ley la "Comisión bicameral investigadora de instrumentos bancarios y financieros destinados a facilitar la evasión de tributos y la consecuente salida de divisas del país", con 37 votos a favor y 27 en contra. La Comisión dispone de 90 días para emitir un informe sobre la denuncia de la AFIP contra el banco HSBC. Es preciso que determine si hubo fuga de capitales y maniobras de evasión en las cuentas abiertas en sedes que esa entidad británica posee en Suiza. La disposición negociadora del banco, que enfrenta una investigación del mismo carácter en el parlamento británico, cambia el contexto político del diferendo. Ya no se trata de saber si tal conducta se practicó, sino de evaluar cuantos miles de millones de dólares de ese origen ingresaran a las arcas del Banco Central, aportados por el banco. 

Los miembros de la comisión, tras lo sucedido en Londres, deberán ponerse los pantalones largos y pedir una prórroga porque en estos tres meses no investigaron demasiado. Es que situarse a la derecha del parlamento británico en año electoral no suele ser prudente, y regalarle al oficialismo la bandera de la defensa del interés nacional tampoco.

Y AHORA LAS INTERNAS. En este escenario internacional se desarrolló en Gualeguaychú la Convención Nacional de la Unión Cívica Radical. En rigor de verdad la UCR llevó hasta el extremo límite la lógica de los intendentes. Como no posee entre sus integrantes ningún candidato capaz de impedir que los intendentes migren a otras tolderías, ninguno mide lo suficiente para traccionar votos, toda la discusión se limitó a cual de las opciones le permite a la UCR conservar su actual influencia política. 

Bien visto, se trata de una locación de servicios, a cambio de la implantación nacional que Mauricio Macri no posee, asegurarse las achuras menores. Es decir, del partido de militantes que defienden bien o mal un programa político nacional, al partido de profesionales que deben sobrevivir ejerciendo su metier sin mayores objetivos. Por cierto que las cosas no se plantearon tan crudamente, pero cuando Ernesto Sanz amenazó con la irrelevancia política no dijo nada diferente. De ahí que la formulación pública (republicanismo o populismo) pareciera extraída de la igualmente vacua disquisición laclaudiana, sólo que con el signo político invertido. 

Ninguno de los elementos que organizan los nervios de una política a largo plazo fue verbalizado por nadie. Uno de los que hubiera podido formularlos, Leopoldo Moreau, ni siquiera asistió al conclave. De modo que el "debate" –de algún modo hay que llamarlo– no excedió los límites del acuerdo electoral contra el gobierno, al que visten de principios republicanos de matriz antiperonista. No los molesta en verdad que Sergio Massa haya sido funcionario K, sino que Macri lo haya vetado. Por eso, los defensores de sumarse a la propuesta del PRO lo hicieron en nombre del realismo. Ya que si bien no desechaban un acuerdo mayor, sostuvieron –con total sentido común– que si ese acuerdo no cuajaba ellos se quedaban solos. Y en tal caso, los intendentes no acompañarían una decisión que no garantiza ni mucho menos su lugar en el juego, y ese es el verdadero límite de la convención radical. 

La autocrítica de Ricardo Alfonsín, tras las elecciones del 2011, al acuerdo "sin principios" con el colorado De Narváez fue convenientemente olvidada. Los aliados "progresistas" de Santa Fe no sólo no se expandieron en los últimos cuatro años, sino que el magro capital propio corre el serio riesgo de ser definitivamente despilfarrado. Miguel del Sel, un impresentable que funciona electoralmente, puede poner fin al progresismo pasteurizado de Hermes Binner. Y esa derrota, que no haría más que anticipar todas las demás, puede ser "evitada". Si en lugar de apuntalar las huestes del socialismo popular se ocupan de arrasarlo, no sólo alcanzarían una victoria sino que lastimarían las posibilidades continuistas del Frente para la Victoria a nivel nacional. 

La bien pensada estrategia de Duran Barba alcanzó sus frutos: Macri ya es el candidato de la oposición, mientras el oficialismo aún no nominó el propio. No faltan quienes subrayan las limitaciones estructurales de su apoyatura. No cabe duda que jugó mejor que Massa, en cuanto a resultados inmediatos, pero por razones que lo exceden. La victoria del PRO en la CABA se asentó y se asienta sobre una mixtura del voto conservador tradicional y el voto radical de igual procedencia. En este distrito esa formula funciona bien, ahora no es así en la provincia de Buenos Aires. Sin embargo, creer que Macri alcanzó su techo y que no tiene modo de perforarlo es un error. Si lograra interpelar a la segunda fuerza política nacional, los que no votan, y lograra implantarse en tan inhóspito territorio, las cosas se pondrían realmente difíciles para el oficialismo. 

En ese contexto el affaire Nisman alcanza su verdadera dimensión. Si la muerte del fiscal pudiera imputarse al gobierno y esto movilizara electoralmente un segmento de los que no votan, con ese aporte decisivo Macri podría arribar a la segunda vuelta. Si en algún punto fracasaron las estrategias electorales antiperonistas fue ese: nunca llegaron al poroteo final, ese donde las otras diferencias se vuelven irrelevantes. Ese es el sueño de Duran Barba y debemos admitir que no resulta imposible a no ser que el escenario internacional, con su propia lógica, despeine tan cuidada escenografía imponiendo la brutalidad de sus propios términos.

iNFO|news

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