sábado, 17 de enero de 2015

Tampones Por Mariano Beristain

Más allá de que se cumpla la promesa de la secretaría de Comercio de que el problema se va a solucionar este fin de semana, los faltantes de tampones femeninos pusieron sobre el tapete algunos de los problemas económicos estructurales que arrastra la Argentina desde la década del noventa.

Más allá de que se cumpla la promesa de la secretaría de Comercio de que el problema se va a solucionar este fin de semana, los faltantes de tampones femeninos pusieron sobre el tapete algunos de los problemas económicos estructurales que arrastra la Argentina desde la década del noventa. La falta de abastecimiento de "este pequeño rollo de material absorbente que sirve para absorber el flujo de menstruación femenina" (según lo define el propio diccionario), dejó al descubierto las consecuencias reales de las tramas oligópolicas en algunos mercados de consumo sensibles. Generalmente, cuando la teoría económica analiza el impacto de la concentración en la economía se focaliza en los insumos básicos para la producción, como el acero, el vidrio, el cemento y otros. Y deja de lado o minimiza algunos aspectos asociados a los productos de consumo masivo. Existe la idea de que este tipo de dificultades vinculadas a la concentarción oligópolica en bienes finales resultan de fácil solución porque, ante la escasez o un aumento generalizado de precios, el Estado se encuentra en condiciones de hallarle una solución rápida a través de la importación y que, en definitiva, se trata de artículos fácilmente reemplazables por otros similares. No obstante ello, el caso de los tampones dejó en claro que el impacto en la opinión pública (y por ende el costo político) puede ser aún mayor en ciertos productos finales y que el Gobierno, frente a un calendario electoral inminente, debe prepararse para resolver eventos de esta naturaleza de forma más seguida pero también más rápida.

Está claro que al margen de los dilemas sobre una supuesta corrida de tampones orquestada desde algunos medios de comunicación en consonancias con firmas del sector, existen condiciones objetivas para que se produjeran los faltantes. Este negocio se encuentra bajo el arbitrio de tres empresas multinacionales. Johnson & Johnson concentra más del 80% del mercado y el 20% de la oferta restante está controlada por Kimberley Clark, que importa Kotex de República Checa, y Procter & Gamble, que compra las toallitas femeninas Days a Brasil. Sin embargo, uno de los problemas que planteó el affaire tampón es que las empresas no sólo controlan el mercado importador sino que también dominan la logística y la distribución de estos productos y que, por ende, se encargan también de que los mismos lleguen en tiempo y forma a las farmacias y al resto de los puntos de venta. Las compañías tienen la sartén por el mango; dominan la comercialización pero también definen los tiempos en que las usuarias pueden encontrar los tampones en los comercios.

Aunque quizá no exista una correlación directa, lo cierto es que hay un sector de las corporaciones aglutinado ahora bajo la denominación de Convergencia Empresaria que está reuniéndose con los distintos segmentos del sector privado, políticos e incluso colectividades religiosas con el fin de generar un consenso de animadversión en contra del gobierno y de recrear el clima que favorezca un giro de 180º en la política económica. Ya no lo disimulan, tampoco se esconden en reuniones privadas como lo hacían antes. Las exigencias y condicionamientos al oficialismo por parte de este poderoso sector empresario se hacen públicas sin ningún tipo de empacho ni tapujos. Quieren volver a la década del '90 y para ello necesitan mostrar un proyecto socioeconómico en retirada en medio de un virtual fracaso del kirchnerismo.

Las multinacionales tienen un rol preponderante en el accionar de Convergencia Empresaria. Están, entonces, dadas todas las condiciones para que se repitan hechos como el affaire del tampón. Aunque parezca mentira, la Argentina de 2015 siente en carne propia hoy más que nunca la desregulación de los mercados y la consolidaci{on de las multinacionales en segmentos que cooptaron gracias a las políticas que Carlos Menem implementó durante su gestión. Otro dato que muestra a las claras como el país sufre la desnacionalización de la economía es que no existe una empresa local (ni extranjera) que se dedique a fabricar en el territorio nacional estos pequeños y simples rollos femeninos, cuya primera versión ideó Hipócrates hacia el año 500 antes de Cristo. Los tampones tienen más año que el hijo de Dios y son utilizados por una enorme masa de mujeres pero a ninguna empresa local se le ha ocurrido fabricarlos.

Sin embargo, también es verdad que en un marco político y comercial complejo, el gobierno tampoco pudo mostrar una sintonía fina respecto de la posibilidad de remplazar por producción local aquellos rollitos que vienen de afuera ni de interpretar la importancia misma de los faltante de tampones. Para tener idea de la magnitud de este asunto alcanza con decir que en la Argentina consumen tampones alrededor de 10 millones de mujeres que pueden utilizar hasta 20 tampones por mes cuando el verano aprieta y la playa atrapa a las argentinas. Pese a que el grueso de los economistas, tanto de la corriente heterodoxa como de la ortodoxa, se resisten a vincularse a temas de interés popular como este, una especialista del oficialismo explicó en estricto off de record que con la “recuperación del consumo” de los últimos años, los tampones se popularizaron entre los sectores medios y "dejaron de ser un bien inferior para transformarse en un producto necesario entre las mujeres".

Ahora, le tocará evaluar al secretario de Comercio Augusto Costa y a su equipo de trabajo si existió un pacto de conveniencia entre las empresas para desabastecer al mercado y, en función de ello, aplicar las sanciones correspondientes de modo de enviar un mensaje claro al resto de los actores económicos. "Si las empresas no regularizan la entrega vamos a tomar medidas porque no puede ser que un producto tan sensible no se encuentre a disposición de las consumidoras", prometen en el Ministerio de Economía. Por lo pronto, el daño político está hecho, ahora sólo queda mostrarle a la sociedad que no está indefensa frente a los atropellos o la desidia interesada de algunos grupos económicos. 

iNFOnews

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