domingo, 25 de enero de 2015

El fiasco de las previsiones del fondo




El miércoles último, el Fondo Monetario Internacional (conocido por la siglas FMI) dio a conocer las previsiones de crecimiento para este año. De acuerdo con los números del Fondo para 2015, América Latina tendrá una insignificante mejora del 1% producto, entre otras cosas, de la caída de la economía argentina que a juicio de los técnicos del FMI retrocederá el 1,3% y del derrumbe de la República Bolivariana de Venezuela que, de acuerdo con estos mismos pronósticos, perderá el 7% del producto este año.
Estas previsiones del Fondo están en desacuerdo con las expectativas que plantea el Gobierno argentino y todos los expertos locales. Según el Banco Central de la República Argentina y el Ministerio de Economía local, el PBI mejorará entre el 2 y el 3% este año. Los economistas, en tanto, creen que la economía crecerá entre el 1,5 y el 3 por ciento.
Ni el más opositor prevé una caída como la que pronostica el Fondo Monetario, uno de los organismos internacionales más cuestionados y desprestigiados por su historial, marcado por sus recomendaciones malditas.
El FMI lanza, al menos, dos augurios formales de la evolución de los principales indicadores económicos globales; a principios y a mediados de cada año. En esta última fecha suele realizar correcciones a las previsiones originales tomando en consideración algunos cambios que puedan implicar modificaciones al número que dio a conocer en primer caso.
Pero, ¿qué verosimilitud ofrecen las previsiones estadísticas del Fondo Monetario? ¿Hasta qué punto los datos que entrega el organismo no están infectados por su visión interesada de la realidad? ¿Cómo inciden negativamente sus números en las decisiones políticas que toman sobre su particular cosmovisión de los países que no aceptan o no siguen al pie de la letra sus recomendaciones? Un relevamiento sencillo, casi de manual, muestra, por ejemplo, que a principios del 2013 (el ultimo año en el que existe información actualizada de todas las naciones), el Fondo Monetario estimó que Alemania, la tercera economía del mundo y la locomotora de la Unión Europea, iba a crecer el 0,9 por ciento.
Seis meses después modificó las perspectivas y en el segundo informe corrigió al alza el número situándolo en el 1,4 por ciento.
No obstante, el indicador de crecimiento real que el gobierno de Alemania le transmitió a la OCDE (según datos del Banco Mundial) al finalizar el 2013 señala que la economía de este país registró finalmente una insignificante mejora el 0,1 por ciento. Es decir que Alemania no creció en el 2013, ni el 0,9%, según las previsiones originales, ni el 1,4% como señaló la segunda vez el FMI, sino que su producción anual casi se mantuvo congelada.
Otro caso similar es el de Italia. De acuerdo a la previsión original del Fondo, Italia, sufriría una caída en el mismo 2013 del 0,7%, luego decidió mejorar su situación e indicó que la baja sólo rondaría el 0,3 por ciento. Nada de eso ocurrió. La economía italiana perdió el 1,9, transformándose en una de las naciones centrales que más cayó ese año.
De hecho, un relevamiento comparativo entre las previsiones del FMI y los números finales proporcionados por la OCDE-Banco Mundial de acuerdo a la información final proporcionada por cada país, evidencia que el organismo a cargo de Christine Lagarde, no logró un solo acierto en los pronosticos de crecimiento correspondiente a las principales 12 economía del mundo, entre las que se incluyen 7 países centrales y 5 grandes emergentes (ver recuadro aparte). Leyó bien: ni un solo acierto en sus presagios.
No obstante, ante la posibilidad de que el error en las previsiones del Fondo para 2013 sea producto de una simple equivocación fortuita por única vez, quizá resulte necesario tomar otros casos.
¿Cuáles eran las predicciones que lanzó el FMI en su informe biaanual de abril del 2006 respecto de las perspectivas de crecimiento para el año 2007? Para los burócratas del Fondo, la tasa de crecimiento de la economía mundial de ese año mejoraría el 4,7 por ciento. En este informe sobresalía el pronóstico del FMI del 3,3% para Estados Unidos, del 1% para Alemania, 9% para China, 3,5% para Brasil y del 3,2% para España. Sin embargo, las cosas no ocurrieron como el FMI había imaginado. La economía global llegó a crecer en 2007 un 5,2%, EE UU un 2,1%, Alemania un 2,5%, China un 13%, Brasil un 5,7%, y España 3,6 por ciento.
No obstante ello, el FMI tampoco supo predecir las consecuencias en la economía real de la crisis financiera que tuvo su epicentro en Estados Unidos bajo el nombre de subprime.
El organismo pronosticó una tasa de crecimiento internacional para 2009 del 3% pero al cerrar el año se supo que la economía global consolidó la recesión y cerró el 31 de diciembre con una caída generalizada de la producción.
Lo preocupante de esta tendencia constante del Fondo a profesar previsiones económicas fallidas es que los números del organismo son un elemento determinante del sector privado para definir sus proyectos de inversión de corto plazo y, aunque parezca mentira, ya sea por la credibilidad que le otorgan los medios o por la propia ascendencia del FMI en las castas políticas y económicas terminan influyendo negativamente en las decisiones de muchas compañías y, en menor medida, particulares.
Si usted, tiene una empresa y le cree a los números que presentan los burócratas del FMI sobre una caída de la economía argentina para este año probablemente dude antes de comprar una maquinaria o alquilar otro galpón. Sin embargo, este no es el problema más grave. Piense que muchas de las recomendaciones de ajuste que el Fondo sugiere para sus países miembros antes de aprobar el monto de un crédito se construyen a partir de información que recogen y procesan los técnicos del organismo y que luego ejecutan sus capitostes encabezados por Lagarde.
Es decir, que el FMI promueve políticas, ofrece o rechaza préstamos, genera expectativas o las destruye, en función de lecturas de la realidad y la coyuntura que hilvana tomando como referencia predicciones espurias que publica un organismo internacional que está comandado por las principales potencias del mundo y una porción del sector económico-financiero dominante que pretende eternizar un modelo de capitalismo excluyente.
En función de esas "estadísticas" también castiga a los países que llevan adelante políticas que buscan construir un futuro distinto, naciones que intentan, con sus limitaciones y errores, transformar una realidad que el FMI logró provocar gracias a la anuencia de gobiernos entreguistas, empresarios y sindicalistas cipayos y de una sociedad que fue domesticada a punta de golpes militares, hiperinflaciones y crisis económicas. Además de otras recetas espurias que se hicieron eco de una realidad tergiversada que se encargaron de difundir algunos medios de comunicación con la esperanza (muchas veces concretada) de que esos pronosticos consoliden naciones desiguales e inequitativas. 

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