domingo, 25 de enero de 2015

Defender el proyecto es tener en claro dónde tenemos que avanzar

Por Alejandro Rofman



La política económica está siempre condicionada a los factores que hacen conducente esa política. Nuestra política económica se debe orientar con un eje central que es el de redistribuir cada vez más progresivamente el ingreso nacional. Se debe hacer para los sectores que menos tienen porque los sectores enriquecidos no necesitan de una política porque tienen capacidad propia para obtener aquellos recursos que le hacen falta para vivir holgadamente.
Un ejemplo claro es Japón, que no tiene tierra, ni carbón, ni petróleo pero tiene una producción automotriz que fue creada por capacidad científica, que es el camino que se ha comenzado a transitar en la Argentina como nunca antes.

Es el objetivo que tenemos que proponernos quienes defendemos este proyecto y quienes pudimos verlo avanzar tan bien en estos once años en el cumplimiento de esos objetivos. Para que se profundice, se afiance y eche raíces y para evitar que nadie lo remueva habría que pensar en  varios ejes, uno es el de la reforma tributaria. Modificar el sistema impositivo argentino en forma paulatina pero creciente para que cada vez sea más justo y que paguen más impuestos los que más recursos tienen y se libere o reduzca sensiblemente a los que carecen de ellos.
El sistema financiero hoy está exento de pagar impuestos sobre los intereses que ganan sobre los préstamos o compra y venta de títulos cuando hay que eliminar los impuestos indirectos al consumo como el IVA para los productos de primera necesidad y la ampliación de las políticas de salud. Ni hablar en vivienda. Si se modifica el sistema impositivo se van a generar recursos fiscales que pueden destinarse a vivienda y a salud.
La producción debe orientarse a las ventajas comparativas que ofrecen los recursos naturales. Después están las ventajas competitivas que surgen del esfuerzo de la sociedad para darle capacidad productiva a sectores donde existe inteligencia, aplicación de ciencia y tecnología innovativa y mercados ávidos de bienes y servicios que la Argentina puede producir. Un ejemplo claro es Japón, que no tiene tierra, ni carbón, ni petróleo pero tiene una producción automotriz que fue creada por capacidad científica, que es el camino que se ha comenzado a transitar en la Argentina como nunca antes.

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