sábado, 13 de diciembre de 2014

Impunidad y corporaciones: apartaron al juez de la causa Massot

Se completó la maniobra de parte de la corporación judicial bahiense para beneficiar al director de La Nueva Provincia. Apartaron al único juez que lo llamó a indagatoria, le prohibió salir del país y se aprestaba a definir su situación procesal.
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Por Diego Kenis
Álvaro Coleffi, único juez de Bahía Blanca que en treinta años de democracia avanzó en investigaciones sobre partícipes civiles del terrorismo de Estado, quedó el último martes fuera de tres causas claves: la que estudia la conducta del ex secretario del Juzgado Federal 1 Hugo Sierra, la que derivó en el descubrimiento el entramado eclesiástico actual que encubrió al ex capellán Aldo Vara en sus meses prófugo y la que tiene como imputado por delitos de lesa humanidad al director y propietario del diario La Nueva Provincia Vicente Massot.
Coleffi hizo lugar al planteo recusatorio de Rubén Diskin, abogado defensor que comparten Massot y Sierra, quien manifestó temor de parcialidad por parte del magistrado. Para ello contó con una ayuda por demás oportuna: la del secretario del Juzgado, Mario Fernández Moreno.
Las causas habían llegado a las manos del ahora apartado juez tras pasar por las de Santiago Martínez, subrogante a cargo del Juzgado Federal conocido por resolver invariablemente en favor de imputados como Massot y Vara, obstruyendo investigaciones que él mismo había delegado en la Unidad Fiscal de Derechos Humanos. Esas actuaciones, que de acuerdo al criterio adoptado por la Cámara Nacional de Casación Penal lo asemejan más a un defensor que a un juez imparcial, confirmaron sus antecedentes. Uno de ellos, el de negar la extradición de Alfredo Astiz solicitada por el gobierno francés.
Crónica de una maniobra anunciada
El 20 de noviembre, Vicente Massot fue indagado por segunda vez. Una semana más tarde, cuando Coleffi acababa de recibir para su estudio un voluminoso análisis fiscal de la causa y comenzaba a correr la cuenta regresiva para una resolución de la situación procesal del empresario, el secretario Fernández Moreno tendió un manto de sospecha sobre la actuación del magistrado y los fiscales intervinientes, Miguel Palazzani y José Nebbia, al manifestar alarma porque sostuvieron reuniones “a puertas cerradas”. Puesto a enumerar, marcó que fueron cuatro o cinco en el año exacto que Coleffi cumplió al frente de la causa el mes pasado y la mayor parte de ellas, según admitió, coincidieron con momentos del trámite en que se hacía necesario coordinar detalles operativos.
Hijo de un ex camarista conocido por otorgar excarcelaciones masivas a represores militares, participar de marchas antikirchneristas y sostener junto a sus pares al subrogante Martínez al frente del Juzgado, Fernández Moreno expresó que los esporádicos encuentros del juez y los fiscales le generaron “un estado de desconfianza”, le produjeron “violencia” y lo sensibilizaron hasta un “profundo pesar”.
Tanto la respuesta de los fiscales Palazzani y Nebbia de la semana anterior como un documento que emitieron el lunes 8 los organismos de derechos humanos bahienses señalan que al secretario no le despertaron los mismos sentimientos los encuentros informales y de esparcimiento que comparten y publicitan a través de Facebook miembros de tres instancias a las que se exige independencia de criterio: la Fiscalía General encargada de la acusación pública, el Juzgado Federal que sobre sus peticiones e imputaciones debe decidir y la Cámara Federal encargada de evaluar las apelaciones que eventualmente plantee el primero ante las resoluciones del segundo. Forman parte de un cuantioso álbum fotográfico, develado la semana pasada, donde se los observa festejando, copas en mano, e incluso hay dos en que aparecen disfrazados. La secuencia completa permite inferir que la conducta se repitió a lo largo de los años y hasta hoy.
Ante el escrito de Fernández Moreno, los fiscales redactaron un documento de respuesta que también remitieron al Consejo de la Magistratura y en el que anticiparon cuál sería el siguiente paso en la maniobra. Se trataba, advirtieron, “de una estrategia defensista de Vicente Gonzalo Massot y Hugo Mario Sierra”, visibilizada “por no quedarles otro remedio” y con el objetivo de quitar de en medio  a “quienes vienen impulsando” las investigaciones “a pesar de personajes como Fernández y Martínez”. Tan “burda” como la calificaron Palazzani y Nebbia, la maniobra se dejó ver a una semana de distancia y se completó con la recusación del defensor Diskin y el apartamiento de Coleffi.
Concierto infame de la orquesta estable
Coleffi resolvió el martes hacer lugar al planteo recusatorio, aunque marcó que se sustentó “obviamente en la inefable presentación” de Fernández Moreno, “de cuyo abolengo no dudo ni un instante”, y señaló que “resulta necesario que este concierto infame se conozca de una buena vez, se comprenda, y se dimensione cabalmente”. Para ello, eligió “escribir claro, llano, y directo. Para que se entienda”.
El juez consideró “obvio” que Fernández Moreno y Martínez no están de acuerdo “con el curso que siguen los trámites a mi cargo en materia de investigación de delitos de lesa humanidad”. “Eso me honra”, manifestó. Entre otras medidas, en los últimos meses Coleffi ordenó la captura internacional y dirigió la búsqueda del entonces prófugo ex capellán Vara, procesó por su encubrimiento al actual arzobispo bahiense Guillermo Garlatti -fuentes judiciales esperan que a fin de este mes los camaristas beneficien al prelado revocando ese procesamiento- y tomó dos veces declaración indagatoria y prohibió la salida del país a Massot. “Distinguirme de Martínez y de Fernández Moreno me honra, lo quiero repetir”, subrayó Coleffi, al tiempo que calificó la actitud del secretario como la de “una espada directamente enviada para punzar” y se preguntó “¿quién es el autor que está detrás del autor?”.
“Mi desempeño como juez federal ad hoc y como juez federal subrogante desde hace años están a la vista. Las consecuencias de ello, también. Por lo tanto es lógico que a Fernández Moreno y a Martínez les ‘preocupe’ mi actuación. Quien tiene una condición, piensa que todos son de la misma clase”, concluyó.
A la hora de enumerar las presiones previas que recibió mientras tramitó las causas, Coleffi consignó “sumarios administrativos y denuncias penales”. Una de ellas tiene como denunciante al propio Martínez, que le imputó la filtración de escuchas telefónicas de una causa por narcotráfico que en rigor se encuentran bajo su responsabilidad. Coleffi se desayunó de la novedad a través de la radio LU2 minutos antes de tomar declaración indagatoria a su propietario, un tal Vicente Massot. En su escrito final al frente de la causa, señaló como “sugestivo” que Fernández Moreno no evidenciara “mucha sorpresa” porque haya sido “curiosamente” hacia esa emisora que se filtró la noticia de la denuncia penal en su contra.
“Así se generó el escenario. Ahora, vino la puesta en escena: el embate final”, describió. “Porque ya no se trata de vencer el temple de un juez, sino de manchar su imparcialidad, porque es el ‘modo’ para propiciar un determinado desenlace, fatalmente irreversible”, completó. La hostilidad se complementa con el pedido de Martínez al personal del Juzgado para que “todo aquél que hable conmigo le sea inmediatamente puesto en su conocimiento, orden propia de otras épocas”.
De ese modo Martínez, que nunca obtuvo una calificación aceptable en concurso alguno, evidencia sus “estrategias” para “conservar su espacio de poder”. En paralelo, y “mientras muchas otras personas de bien invierten el tiempo en mejorar y contribuir para acelerar los procesos judiciales, Fernández Moreno ocupa su tiempo en teñir de parcialidad mi comportamiento, y dilatar decisiones que hacen al mérito de una imputación penal”, acusó Coleffi. A ello agregó su sorpresa por encontrar que el secretario “se atribuye por función custodiar el balance entre lo que dice la prensa y lo que obra en los expedientes” para denunciar “una suerte de campaña difamatoria” contra Martínez.
“Irreconciliables razones de principios rectores en la vida me distinguen de los nombrados; dichas razones perdurarán mientras yo respire”, remarcó.
“Nada es casual”, evaluó finalmente. “Por el contrario, muchas cosas que ocurren son causales, máxime cuando deben resolverse ciertas situaciones procesales”, agregó. La referencia incluye a los acusados Vicente Massot y Hugo Sierra, que comparten abogado defensor. Con Sierra, recordó Coleffi, Martínez “tiene frecuencia y familiaridad de trato”.
“Si, como anunciaron los señores fiscales federales, la presentación del secretario ocultaba la cabal estrategia para la defensa de los imputados, lo que efectivamente ocurrió, seguramente ello será valorado por las autoridades del Consejo de la Magistratura y por la Oficina de Superintendencia de la CSJN (NdR: Corte Suprema de Justicia de la Nación) que aborden el tema”, concluyó el único juez bahiense que osó aplicar la igualdad ante la ley a poderes civiles actuales de la ciudad, acusados de participar en la ejecución del genocidio de la última dictadura.

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