sábado, 13 de diciembre de 2014

Gelman: entre la derrota montonera y el exilio alfonsinista

Se reeditó el libro Conversaciones donde el periodista Roberto Mero entrevista al poeta en el exilio parisino. Palabras entre la autocrítica, el horror y el porvenir democrático.
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Por Juan Ciucci
Recapitular no es tarea sencilla para nadie. Los pasos hacia lo que fuimos, o quisimos ser, pueden ser ingratos y amargos. Sin dudas lo fueron para Juan Gelman en aquel 1987 en que continuaba exiliado en París (perseguido por jueces cómplices con la dictadura y la teoría alfonsinista de los dos demonios), cuando aceptó la entrevista de Roberto Mero. Se ha reeditado el libro resultante (Conversaciones. Contraderrota, Montoneros y la Revolución perdida, Sudamericana); una excelente oportunidad para recuperar su palabra.
Aquella que volvió al ruedo cuando algunos miserables de la comunicación quisieron “destapar” el pasado del poeta ante su muerte. En el nuevo prólogo Mero da cuenta de esto, de esa necesidad de poder contar con aquel análisis profundo y sin tapujos de lo que fue y lo que vendrá, en aquella democracia en pañales que cerraba mal sus cuentas con los genocidas.
En un nuevo aniversario de la recuperación democrática, es necesario recordar que en 1987 todavía existían argentinos exiliados y en las cárceles permanecían privados de su libertad muchos presos de la dictadura cívico-militar. Ante tanto homenaje al “padre” de la democracia, son palabras que puntualizan en la complicidad de la UCR con la dictadura y en los dos demonios que ese gobierno cimentó tanto en las condenas como en la impunidad.
“Está claro que cuando establece esa teoría de los militares por un lado, y la subversión por el otro, Alfonsín se coloca por encima de una puja, de un enfrentamiento en el cual, aparentemente, ni él ni su partido tuvieron nada que ver. Y esto, como todos sabemos, no fue así. Por el contrario, como ya dije, el radicalismo fue el partido que más cuadros civiles dio a la dictadura militar. De Alfonsín no se conoce una crítica ni una autocrítica por todo el apoyo que la UCR dio a la dictadura en esos años”.
Pero también es un ajuste de cuentas con su pasado montonero, sus críticas a la conducción y su análisis de la derrota. Palabras duras, sin concesiones, para intentar aprehender del horror transitado. Con un hijo desaparecido y una nieta que recuperaría muchos (demasiados) años después, Gelman se permite pensar, reflexionar, analizar. Como si pudiera (o debiera) tomarse un tiempo en aquel bosque mítico en que Lenin escribe sus Tesis de abril, figura que recupera en la entrevista y cree paradigmática de la necesidad de accionar y reflexionar. “Hoy la Argentina es un bosque en el que hay que pensar”, dice.
Sin embargo aclara que esa autocrítica no es de cualquier modo y a cualquier precio. “En cuanto al camino, se va a abrir a condición de reflexionar y criticar y autocriticarse sin culpa; vale decir: eso debe hacerse, pero bien. No hacerlo como los cuervos polìticos, que están esperando las críticas más o menlos interas o cercanas, íntimas, como las que hacen sobre Montoneros o sobre quieb fuerer para regodearse con su derrota y decretar el fin de las utopías”.
De allí el valor de sus palabras sobre las malas lecturas de la Revolución Cubana, de Perón y sus papel en el movimiento, de la mala caracterización de la burocracia sindical, del militarismo, del “enfrentamiento cupular”. Están presentes allí las críticas que en su momento hicieron Walsh y Urondo, a quienes recuerda y recupera del olvido o los homenajes del bronce.
Porque también era tiempo (siempre lo es) de pensar la literatura (y el arte), ese otro universo que lo contenía. “Está el que no quiere militar porque su caracterología de escritor lo lleva a necesitar determinadas condiciones y, viceversa, el que elige la militancia y abandona la escritura porque juzga más importante la lucha por la liberación. Pero los ejemplos de Rodolfo Walsh y de Paco Urondo, y también de Haroldo Conti, demuestran claramente que la actividad literaria y la militancia revolucionaria no son necesariamente contradictorias. Que eso depende de cada uno y que, evidentemente, es respetable cada elección personal. Paco lo dijo una vez: `Yo empuñé las armas porque busco la palabra justa´”.
Un libro en el que habita el Gelman militante, testimonio en primera persona del intelectual que hace suya la causa del Pueblo, para no abandonarla nunca.
Fotografía: Juan Gelman en París, por Daniel Mordzinski

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