lunes, 3 de noviembre de 2014

Mujeres, trabajo y organización sindical

Por Cynthia Rivero y Hernán Palermo (Grupo Antropología del Trabajo GAT-UBA)
La decisión de realizar un dossier que abordase la temática del acceso de las mujeres al mercado de trabajo, su participación en las organizaciones sindicales y  las representaciones en torno a lo que significa el trabajo en el ámbito reproductivo, fue impulsada por una intuición que luego, avanzado el mismo, se convirtió en un dato de la realidad. Las mujeres sufren más el desempleo, la informalidad, la brecha salarial, la escasa participación en la conducción de los gremios y el no reconocimiento a las tareas que desarrollan tanto, en lo que hace al mantenimiento de la casa, como al cuidado de los hijos e hijas.
Aún persiste la desigualdad –más allá de las diferencias- entre varones y mujeres que nos exige debatir las diversas formas de subordinación e invisibilización que las mismas padecen, en este caso respecto del ámbito laboral y sindical. Siendo que paradójicamente numerosas mujeres desarrollan más de un trabajo y no solo el remunerado por el mercado. La llamada doble jornada –doméstica y salarial- condiciona la presencia femenina a un estereotipo muy arraigado, que en muchos casos les impide acceder a ciertos puestos de trabajo o bien ámbitos políticos y sindicales.
Al mismo tiempo si bien el registro histórico nos demuestra que las mujeres aumentaron su participación en el mercado de trabajo, ello ha ocurrido a costa de sufrir una mayor subocupación y precariedad. Bajo estas condiciones ¿cómo lograr tener fuerza de representación o un lugar preponderante en la toma de decisiones? En esta dirección reivindicamos los aportes del feminismo y el movimiento de mujeres que plantearon una serie de demandas orientadas a transformar la percepción de lo femenino en la sociedad. Tal sentido naturalizado y eternizado respecto de cuál debe ser la figura de la mujer y su rol apropiado es hoy ampliamente cuestionado.
Cuando analizamos  dicha problemática desde la perspectiva de la división sexual del trabajo hacemos referencia al reparto social de tareas o actividades según el sexo-género. Este es el enfoque propuesto por Elena Mingo en su artículo “Mano de obra femenina en el medio rural” en el que analiza las características de la inserción laboral de las mujeres en el denominado ‘campo argentino’. Ella sostiene que el trabajo asalariado de las mujeres es considerado una ayuda familiar, de tipo más bien excepcional, dado que su responsabilidad principal continúa siendo las tareas reproductivas. Mientras que para los varones la inserción en el trabajo agrícola se postula como un oficio, ellas solo reproducirían saberes propios del trabajo domestico adaptados a las necesidades de aquellos puestos de trabajo feminizados. Por lo que dicha autora considera fundamental problematizar la categoría de trabajo o la mirada sobre el trabajo femenino que nos permita comprender dichas trayectorias laborales.
En esta clave de lectura es posible abordar además el texto de María José Magliano y Ana Inés Mallimaci sobre “Mujeres migrantes y trabajadoras. Inserciones precarias y experiencias de sindicalización” donde afirman que a pesar de la fuerte inserción laboral de las mujeres migrantes a lo largo de la historia, aún persiste cierta representación social que las supone como “acompañantes”. El servicio doméstico –tal como para otras las tareas rurales- ha sido su principal espacio de inserción laboral, dada su condición migratoria que las confina al universo privado del hogar donde la  informalidad e irregularidad en el cumplimiento de las leyes laborales suele ser la norma. Sin embargo, en los últimos años, las autoras advierten un dato positivo que señala una mayor politización canalizada a través de organizaciones de migrantes, como AMUMRA (Mujeres Unidas, Migrantes y Refugiadas en Argentina), o bien algunos sindicatos que en distintas ciudades del país nuclean a las trabajadoras domésticas.
Por otra parte el artículo de Johanna Maldovan Bonelli Entre la precarización y el reconocimiento: las trabajadoras cartoneras en la ciudad de Buenos Aires” analiza el incremento de las mujeres en el “ciclo de trabajo cartonero” y los reconocimientos que han logrado en la última década, respecto de la ampliación de derechos y obligaciones en el contexto de una política ambiental. Sin embargo aún se mantienen las condiciones de precariedad que limitan un reconocimiento pleno de los derechos laborales y, en el caso de las mujeres la sobrecarga de trabajo en el hogar les impide ejercer de modo más activo su rol de delegadas y representantes de las organizaciones a las que pertenecen.
En esta dimensión podemos inscribir también el texto de Nora Gorencuanto más avanzamos, más pesa el camino por recorrer. Mujeres, trabajo y sindicatos” que plantea como denominador común las formas que asume la división sexual del trabajo. En este sentido Goren afirma que las brechas de género existentes en el trabajo productivo no pueden ser explicadas solo por el nivel de instrucción, sino a partir de los argumentos que subyacen a los mercados de trabajo segmentados que producen y reproducen inequidades. En este escenario ella identifica como actor central al sindicato, que si bien constituye el espacio por excelencia de representación de los/as trabajadores/as, aún requiere de fuertes articulaciones con el feminismo y la academia para ceder lugares de poder a las mujeres y a sus intereses estratégicos.
En una clave similar Estela Díaz postula en su artículo “El mundo sindical y las mujeres: entre los cambios y las permanencias” que los sindicatos han sido reproductores del orden de género. A pesar de los cambios en el mundo del trabajo y de la sanción de leyes que persiguen la búsqueda de una mayor igualdad como la Ley 25674 “de cupo sindical femenino” el resultado es bastante modesto. Aún cuando las mujeres llegan a los lugares de conducción en los sindicatos, tienen mucho menor poder que sus pares varones, además de la notoria segregación de tareas según género. Sin embargo, Díaz sostiene también que los cambios políticos acontecidos en los últimos años posibilitan establecer una agenda que ponga fin a la histórica discriminación laboral de las mujeres y que avance en un debate profundo acerca de la democracia sindical.
Coincidente con esta propuesta política Verónica Maceira se pregunta en su artículo “Las mujeres en el mundo del trabajo: apuntes para el balance de una década”, si los cambios vinculados a la recuperación del mercado de trabajo en la post-convertibilidad han redundado en pautas más equitativas en cuanto a la participación de varones y mujeres en el mundo del trabajo. Por un lado ella constata una disminución en la actividad económica que llevan a cabo las mujeres de hogares más desventajosos, dada la implementación de políticas públicas que han mejorado su condición de vida. No obstante esta cuestión, postula Maceira lleva a la necesidad de examinar las condiciones diferenciales de inserción de las mujeres en el mundo laboral. Un primer resultado de tal investigación arroja que la estructura ocupacional no solo reproduce una división generizada del trabajo sino también una demanda diferenciada en términos de niveles de calificación. En segundo lugar, continúa existiendo una barrera al acceso a cargos de mayor jerarquía y una brecha de género en los niveles de ingreso percibidos. Por último, ella verifica una señal positiva respecto de la disminución de la brecha de género en las  condiciones de informalidad y precariedad del empleo.
En un registro de tipo histórico María Ulivarri propone en su texto Mujeres, conflicto laboral y experiencia durante los años cuarenta en Tucumán” recuperar y repensar una larga huelga ocurrida en 1942 por costureras a domicilio en dicha provincia. La autora plantea que tal conflicto estuvo atravesado por disputas de clase, tensiones entre las representaciones de género, la participación femenina en un mundo sindical mayormente masculino, la explotación, los prejuicios, etc.. En esos procesos, sostiene Ulivarri, las mujeres dejaron huellas de sus sutiles coincidencias y de aquellos reclamos comunes que de forma no siempre explícita y ordenada, construyeron las aspiraciones generales de la clase obrera. Pero, sobre todo la autora reconstruye la memoria de aquellos sentidos identitarios, objetivos y deseos de las trabajadoras, como mujeres y obreras.
Mujeres, trabajo y organización sindical
Con esta propuesta de lectura y con muchas otras que surjan de las inquietudes de cada uno de nuestros y nuestras interlocutoras invitamos a imbuirnos de la riqueza y diversidad del dossier que presentamos.

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