domingo, 16 de noviembre de 2014

Humberto Costantini: el rescate del cuentista perfecto

"Ninguna de esas dos categorías genéricas (“costumbrismo” o “realismo”) marca una suficiencia para abarcar el lado complejo e intenso de lo simple de la obra de Costantini".
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Por Santiago Asorey
Alguna vez el escritor argentino Horacio González dijo de Humberto “Cacho” Costantini lo siguiente: “La literatura de Costantini es una literatura extremadamente atenta a los desgarramientos de una sociedad, a las luchas políticas; pero hay algo vinculado a lo que les falta a las existencias, y que nunca tendrán. Hay una idea de que el mundo político como lucha siempre implica abandonar el mundo barrial, donde se podría ser feliz. La destreza de Costantini lo lleva a la peripecia universal, al desgarramiento de las vidas y sus angustias características”.
La lectura de González es sin dudas un acierto. Quienes mejor leyeron los cuentos de Humberto Costantini, comprendieron de forma profunda lo ridícula de la crítica de su obra en términos de “costumbrismo” o “realismo”. Existía en esas críticas un rechazo ideológico de las literaturas dominantes acostumbradas a tematizar sobre Paris en una tonada extranjera. Ninguna de esas dos categorías genéricas marca una suficiencia para abarcar el lado complejo e intenso de lo simple de la obra de Costantini. El autor de “Cuestiones con la vida” y “el Libro de Trelew” aspiraba a lo universal a partir de cosas “aparentemente comunes”: el barrio, la política cotidiana, la amistad, Estudiantes de la Plata. Aunque nada sea realmente común en su universo en donde las cosas se descubren bajo una luz única hecha a la medida de una profunda sensibilidad. Costantini es una referencia obligada para cualquier cuentista que se tome en serio las especificades del género. Pocos cuentistas de su generación entendieron como él las necesidades internas de la arquitectura del género. Cuentos como “El Cielo entre los Durmientes” o “Insai Izquierdo” muestran un desarrollo hacia la perfección del cuento como unidad de efecto.
Como decía el maestro de maestros Juan José Manauta: “El cuento es el género más difícil de todos. En una novela vos te ponés a escribir y te tendés como en un galope largo. En cambio, el cuento es como una piedra que cae en un estanque. Forma círculos concéntricos. Vos vas agrandando siempre el mismo núcleo; en el cuento hay un solo tema.” Costantini llevó esa idea hacia la perfección, poniendo sus textos en los lugares más altos de la literatura argentina. Borges le confesó que le envidiaba su cuento “Hábleme de Funes”, Cortázar sabía que era un escritor muy importante y se encargó de hacérselo saber a los demás. La necesidad de revindicar su obra es la de recuperar una tradición literaria que se ha intentado olvidar. Pero que reclama en la actualidad un verdadero protagonismo basado en un lenguaje que lucha por un dominio sobre la particularidad de lo local y, sobretodo, su proyección universal.

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