martes, 14 de octubre de 2014

Maten al mensajero, una revista de lectores para lectores

Entrevista a Santiago Kahn, director de la revista Maten al Mensajero, una publicación dedicada a la narrativa. En esta nota, les contamos un poco más sobre esta revista en la que los lectores encontrarán folletines, aguafuertes, historieta y fotografías.
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Por Boris Katunaric y Maricruz Gareca
APU: ¿De qué se trata la revista y por qué eligieron llamarla de ese modo?
Santiago Kahn: Maten al Mensajero es una revista de narrativas. Solemos decir “narrativas” y no “literarias” porque, a veces, uno piensa con “literaria” que te cuentan libros, que van a salir reseñas o entrevistas sobre literatura. Es una revista que publica relatos nuevos, inéditos, en distintos soportes y formatos, que es lo que más que nada veíamos que no había y que a nosotros, como lectores, nos gusta.
Un poco lo que queríamos recuperar es esa idea de que la narrativa es mucho más amplia que lo que a veces se entiende por literatura, sobre todo a la historieta que se deja afuera como si fuera un género menor. Además, no es que inventamos nada nuevo con esto último, hubo revistas como estas desde la década del 10, del 20, del 30, como Sur, por ejemplo. Hay bocha de revistas que, sobre todas las cosas, lo que tienen es que uno, antes, iba a los puestos de diarios y encontraba un montón y elegía la que más le gustaba, pero ahora uno va al puesto de diarios y prácticamente no hay nada; lo que hay de historietas es, en general, norteamericana o la Fierro que es casi el último bastión que resiste ahí en el kiosco. Pero la Fierro es de un diario, de los grandes, mientras que esta es una edición autogestionada. Entonces, se trataba de salir a hacer una revista que nos gustaría leer, pero que no encontramos. En cuanto al nombre, Maten al Mensajero, en realidad es como torcer un poco la expectativa. Siempre se usa la frase “No maten al mensajero” por el que te da las malas noticias, bueno, acá, si te damos una buena noticia nos hacemos cargo y que nos vengan a buscar.
APU: Mucho de los lectores de la revista se acercaron a ella y ayudaron a financiarla a través de la plataforma Ideame. ¿Cómo fue esa experiencia?
SK: La verdad que lo de elegir una plataforma de financiamiento colectivo como es Ideame hay otras también ahora fue como hacer una especie de prueba, fue decir: “Igual a la revista la vamos a sacar, pero vamos a ver si alguien se engancha con financiar esta idea”. Y estuvo bueno porque un montón de gente capaz que conocía el proyecto, veía de qué venía, decía: “che, esto está bueno, puedo colaborar”, y esto lo hacía desde poca plata hasta mucha, el que quisiera. Fue un montón de gente la que se acercó a la revista, que se enteró que venía algo por del estilo de lo que proponíamos y que también la esperaba y eso está bueno porque fue como una especie de embarazo. Hicimos la campaña entre octubre y diciembre de un año diciendo que salía en marzo, entonces estaban esperando y diciendo: ¿cuándo sale? ¿Viene? ¿Será lindo? ¿Me va a querer? Fue mucha gente que también participaba de algo que, en general, cuando uno lanza un proyecto nuevo, está medio en la suya o son las personas muy directamente involucrada las que lo esperan, y acá estuvo bueno que pase eso y la verdad es que una revista como la nuestra sin lectores no tiene ningún sentido. Por esto, estaba bueno, ya de entrada, arrancar con un grupo de gente a la que le gustaba la lectura y que la esperaba y que después, incluso, la podía recomendar, compartir o, cuando sale, decir: “ah, yo a esta la sigo desde antes. “
APU: En general, las revistas culturales independientes tienen que afrontar una serie de cuestiones o problemáticas como, por ejemplo, la impresión, el papel, la distribución, la publicidad, etc. A ustedes, ¿Qué es lo que más les afecta en ese sentido? ¿Cuál es el desafío más difícil que tienen a la hora de encarar un nuevo número?
SK: El primer problema para pensar hoy en la edición independiente de revistas en papel, sobre todo, es que no es fácil imprimir, pese a que hay condiciones mejores capaz que en otra época, pero la verdad es que no es fácil sacar una revista en papel. Los canales de distribución tradicionales nosotros salimos por puestos de diarios y revistas te piden cantidades grandes de entrada, entonces muchas revistas que capaz recién empiezan dicen:” la verdad es que no me voy a poner a imprimir cinco mil ejemplares para empezar, mejor empiezo por algo chiquito”.
Hay muchas trabas en esa clave de entrada, pero también hay un montón de potencia: nosotros salimos en kioscos y pasa que la gente que la va a comprar ahí te dice: “la voy a buscar al kiosco porque la verdad que, si no, al kiosco no iba”. Es como recuperar un espacio y disputar también con tantas publicaciones que, en realidad, no tienen nada que ver con la literatura y con un montón de cosas. Incluso, hasta sin desmerecerlo, hay gente a la que le gustan los autos y está bárbaro que haya una revista sobre autos, pero es una locura que no haya revistas culturales o que haya muy pocas, y las que están son las que, en general, se sobreponen frente a todas esas adversidades.
La otra parte, la de la publicidad, no es tanto un problema, sino que no es algo que favorezca al sector. Es una deuda que, quizás, los anunciantes que le dan mucha bola a publicaciones que no tienen ningún tipo de llegada, le empiecen a dar bola a publicaciones que tienen lectores de verdad, porque las publicaciones independientes lo que tienen, y es una cosa muy interesante de ver, es muchos lectores. Hay muchas publicaciones que tienen una tirada bastante considerable, entonces si vos la juntas hay 300.000, 400.000 ejemplares por mes que salen de revistas culturales independientes, y ahí decis: “che, pará, 400.000 ejemplares ya es una cifra fuerte”. Y todo eso pasa con revistas que no las banca nadie, que se bancan a sí mismas.
APU: Ya en el plano del contenido de la revista, es interesante que hayan recuperado al folletín, un género que quizás no está demasiado presente en las publicaciones contemporáneas.
SK.: Nosotros nos pusimos a investigar algunas cosas sobre el origen de estos géneros incluso, ya teníamos el nombre  de la revista definido y todo como para tener una base más sólida, y nos dimos cuenta que Guerra y Paz, por ejemplo, se publicó en una revista que se llamaba “El mensajero” y nosotros proponemos matarlo, pero bueno, fue una cosa casual, por lo que evidentemente había algo dando vueltas. Anna Karenina, por su parte, también apareció como folletín, por ejemplo.
Pero también en la Argentina existió eso, no es que todo pasó afuera: Juan Moreira también se publicó como una columnita de folletín que salía en el diario, lo que pasa es que tenemos dentro de la historia política y literaria de la Argentina muy poca memoria de lo que existió y sobre todo lo que pasa es que no lo vemos en el día a día y se pierde. Hay mucha gente, la mayoría de los lectores capaz, que leen la revista hoy, que son más jóvenes, y que nunca vieron una Leoplan, una Vean y Lean, nunca vieron una revista como esas yno tienen con qué compararlas. Entonces dicen:  “qué bueno, que revolucionario este formato”, pero en realidad tienen cien años. No importa, está bueno también que se sumen nuevos lectores a un formato que les cope, y que se sumen también los viejos lectores que se enganchaban con esas historias y que dicen: “bueno, ahora tengo otra vez algo donde encontrarlos”.
Está de moda la serie de televisión y la estructura argumental de una serie de televisión es un folletín, digamos: la estructura histórica de la telenovela era la novela y la novela era la novela de folletín, y el melodrama como género es como el último rincón que tenemos en todos los órdenes de la vida. Lo que tiene a veces de sorprendente el folletín es que uno cree que el asesino es tal y de repente se da vuelta una hoja y se da cuenta de que las huellas eran del otro, porque el género tiene esa capacidad inventiva que muchas veces se critica; en la “alta cultura” y en los sectores más engolados de la cultura lo ven como un género menor, pero a nosotros nos encanta, nos encanta que se pueda leer, que lo pueda leer un pibe y engancharse y también alguien que le encanta la literatura y es fanático de la novela, o la puede leer alguien que capaz que no se banca leer 500 pàginas de una novela, pero se banca leer algo de tres o cuatro páginas por mes.
APU: Uno de los folletines, el de tu autoría, recupera el caso de Silvia Suppo. ¿Por qué te interesó contar esta historia?
SK: El caso de Silvia Suppo es un caso tremendo y por esto aquí no se trata de un folletín de ficción, sino que es un folletín quizás en la clave de non fiction, de la investigación periodística. Obviamente, se trabaja con la idea de que sea una historia que se pueda leer por entregas, ir como avanzando en el caso pero, sobre todas las cosas, es  una historia que nos convoca a todos porque hay un grado de impunidad terrible en el asesinato de una testigo en causas de lesa humanidad en Santa Fe. Además, es un caso muy puntual donde Silvia Suppo declaró contra el juez Victor Hermes Brusa que fue el primer juez federal que lograron condenar por delitos de lesa humanidad. Todavía hoy la justicia argentina, o el poder judicial, se debe muchas revisiones sobre su accionar durante la dictadura y mucha es la gente que hoy está ejerciendo cargos públicos y tienen un pasado en la dictadura. En el caso de Silvia, ella declaró contra un juez, lograron que ese juez termine preso y a los pocos meses la asesinaron a plena luz del día y Hermes Binner salió a decir que era un acto de inseguridad. Silvia es una persona que declaró para juzgar también la violación como una forma de tortura que eso, hasta ahora, no era común. Entonces, está bueno poder ver como un caso de la realidad también se puede contar como una historia, y puede ir metiéndose en las personas esta idea de que “algo nunca más tiene que pasar” puede venir también desde la literatura.
APU: Otro de los géneros que recupera Maten al Mensajero son las “aguafuertes”, formato que sin dudas hace pensar en Roberto Arlt.
SK: Efectivamente, tiene que ver mucho con el juego de las Aguafuertes de Arlt, que tenían  que ver con el pintar una época. Quizás la palabra “aguafuerte” hoy no nos dice nada porque en realidad aguafuerte es un fresco, una pintura de época; es como si a un pibe de hoy le decimos que es como una instagram literaria, o en los 80 una polaroid, es como una especie de foto de época, en este caso en literatura, y que también tiene este fuerte anclaje en lo real. Es, contar una secuencia en el transporte público, en distintos lugares, desde una manera breve pero muy trabajada desde lo escrito. Además, es un género que no aparece con ese nombre, pero que en algunos lados aparece como la nota de color, tiene un enclave más literario, donde el periodismo se permite correrse de la mera noticia y darle también una opinión literaria, una pátina de algo más lindo que leer, más bello, aunque sea terrible lo que estás contando.
APU: Por último, es interesante la manera en que también eligieron contar historias a través de fotografías, esta vez de la mano de M.A.F.I.A.
SK: M.A.F.I.A. es una cooperativa de fotógrafos en movimiento Movimiento Argentino de Fotógrafos Independientes Autogestionados,  un colectivo de fotógrafos/as muy groso, y  la verdad es que a nosotros nos enorgullece un montón que se hayan copado con la idea de proponerles que ellos editen, a su vez, esa sección, no solamente con fotos de ellos, sino con otros colectivos    lo propusieron ellos. Nos interesaba que cuenten algo con esas historias, con esas fotos, como que repongan también historias. Hay una frase que a mí me gusta mucho que es: “Fotografiar es escribir con luz”, es una manera de escribir y de contar distintas a las otras que aparecen en la revista, pero también repone historias, imágenes y cuestiones que te remiten a que detrás de esas fotos también hay una historia para contar.
FB: /matenalmensajero

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