martes, 14 de octubre de 2014

Historizar la juventud, problematizar las generaciones

La categoría de “generación” suele aparecer tan atada a la de "juventud" que es tomada casi como sinónimo. En este dossier, la investigadora de CONICET, Guadalupe Andrea Seia, propone discutir las relaciones conceptuales y empíricas entre ambas, en una mirada que recorre la historia del siglo XX, en especial aquellos procesos de mayor movilización juvenil.

Entre las dos grandes guerras del siglo XX



En el marco de la desmovilización de las tropas luego de la Primera Guerra Mundial, la crisis de las democracias liberales, y el surgimiento y consolidación de los fascismos y regímenes autoritarios en Europa, encontramos algunas de las primeras reflexiones teóricas acerca de la importancia de las “generaciones juveniles” en las realidades sociales del momento.
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Por Guadalupe Andrea Seia
Souto Kustrín identifica en este período la primera gran oleada de movilización juvenil. La autora plantea que a pesar de la heterogeneidad de reacciones ante la denominada Gran Guerra y sus consecuencias según clase, nacionalidad, experiencias de vida, etc., los jóvenes sufrieron fuertemente su impacto. La guerra debilitó o transformó las principales instituciones sociales, implicando un aumento de autonomía para la juventud. A la vez, fue notorio el creciente interés por diversos grupos y/o partidos políticos hacia dicho sector de la población. Como plantean Richard Wohl (The Generation of 1914, Cambridge: Harvard University Press) y la mencionada autora, la juventud era interpretada en el período como la fuerza dirigente del futuro renacimiento y regeneración de las sociedades. Así, los jóvenes se convirtieron en objeto de políticas de diverso tipo y también, análisis teóricos. Se destacan los aportes de Ortega y Gasset y Karl Mannheim . A pesar de que el español nos ofrece su reflexión desde la Filosofía, mientras que el alemán lo hace desde la Sociología y que se presume que nunca leyeron la obra del otro, sus planteos tienen varios puntos de contacto.
Ortega y Gasset afirmaba que el concepto de generación era el más importante de la historia. En La idea de las generaciones (1923) y “Juventud, Cuerpo” (1928) planteó que las personas nacidas en la misma época compartían la misma sensibilidad vital, opuesta a la generación previa y a la posterior, definiendo su misión histórica. Opuesto al fascismo y al modelo soviético, sostenía que la juventud reemplazaría al proletariado como sujeto emergente y la sucesión generacional (cada 15 años) sería el motor de cambio, no ya la lucha de clases. Sin embargo, los grupos de edad no desarrollan una conciencia común ni actúan necesariamente como una fuerza histórica coherente.
Mannheim considera a las generaciones como dimensiones analíticas útiles para el estudio, tanto de las dinámicas del cambio social (escapando también al concepto de clase), como el pensamiento y la actitud de una época. Como Ortega y Gasset, defendía la importancia capital del fenómeno generacional, considerado por el húngaro como uno de los factores básicos de la realización del dinamismo histórico. Afirmaba que a través del concepto de generación, los largos tiempos de la historia se sitúan en relación a los tiempos de la existencia humana y se entretejen con el cambio social.
En El problema de las generaciones se propuso dar cuenta de la complejidad de la situación de las generaciones y su análisis. Para ello, reconstruyó los planteos que hasta el momento el positivismo francés y el historicismo alemán habían desarrollado para dar respuesta a esta cuestión. El sociólogo se diferenció tanto de los enfoques biologicistas como romántico- historicistas por considerarlos unilaterales al intentar explicar el dinamismo global del acontecer histórico a partir de un único factor.
En su planteo, el autor diferencia posición generacional, conexión generacional y unidad generacional. La primera, es una disposición objetiva que deviene de compartir el mismo contexto de época y de situación social. Esta experiencia en común no es aún una conexión social, ya que el hecho de ser contemporáneos no necesariamente termina por explicar el proceso de formación de un grupo social. La conexión generacional implica compartir cuestiones sociales determinadas por el contexto y que tejen lazos y vínculos entre los individuos, lo que implica una mayor profundidad para la subjetividad. El consenso sobre las principales cuestiones sólo se lleva a cabo cuando existe una unidad generacional que los socializa respecto de los problemas histórico-sociales concretos. Esta unidad no es solamente respecto de contenidos, sino que tiene una base emocional que socializa a los individuos. Existen para el autor, dos elementos fundamentales para que surja el vínculo generacional: los acontecimientos que rompen la continuidad histórica y marcan un antes y un después en la vida colectiva, y que estas discontinuidades sean experimentadas por los miembros de un grupo de edad cuando los esquemas utilizados para interpretar el mundo aún no están completamente cristalizados.
Como Ortega y Gasset, Mannheim considera que las “generaciones jóvenes” tenían la potencialidad de revitalizar las sociedades. Esta potencialidad se desarrolla con mayor fuerza e impulso en aquellas sociedades en que se han dado transformaciones y cambios con velocidad: “La aceleración del dinamismo de la sociedad es la ocasión propicia para que se active la potencialidad creativa del nuevo impulso generacional, de ese impulso que duerme en el seno de la posición que ocupa una generación.”






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