martes, 14 de octubre de 2014

Comentarios Finales: acerca de límites y potencialidades

"Historizar a la juventud y complejizar la categoría de generación nos posibilita desesencializar a las y los jóvenes como objetos de conocimiento y de políticas públicas y también, como sujetos de la historia".
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Por Guadalupe Andrea Seia
Si planteamos que efectivamente los sujetos nacen, crecen, trabajan, estudian, se organizan, luchan, envejecen y mueren en un determinado momento histórico, recuperar la temporalidad de las ideas, los valores y las prácticas es central. En este sentido, la noción de generación –en tanto edad atravesada por la historia- posibilita pensar ciertas circunstancias en que algunos individuos comparten y los diferencian de otros. En nuestra investigación acerca de la movilización estudiantil en las décadas de 1960 y 1970, algunas de las nociones planteadas nos posibilitan caracterizar en ciertos aspectos la realidad social que analizamos. Por ejemplo, podemos afirmar que en las décadas que estudiamos, la posición generacional de un grupo de edad nacido con posterioridad a 1945 nos permite comprender que sus condiciones de socialización fueron absolutamente diferentes respecto de sus padres nacidos a partir de 1925. A nivel internacional, los progenitores se criaron en un contexto con desocupación masiva y guerra, mientras que los hijos en una sociedad con empleo y avances en materia de seguridad social. Por ello, las expectativas de ambas generaciones resultaron dispares, al igual que sus actitudes ante la realidad de ese momento y la necesidad imperiosa que veían algunos de transformarla.
Sin embargo, consideramos que no resulta productivo tomar dicha categoría de manera determinista, es decir que el momento de nacimiento supone necesariamente cierta homogeneización total de la forma de ver el mundo y de los comportamientos comunes de quienes pertenecen a la misma cohorte. Este elemento tiene que ser tomado como un aspecto más a sumar en los análisis sociológicos e históricos que realicemos. Bajo ningún punto de vista, la generación debe reemplazar otras variables de análisis como la pertenencia racial, étnica, regional, de género y sobre todo, de clase. Como plantea Souto Kustrín, no se trata de sustituir a la clase –o cualquier otro aspecto de la vida social- por la edad, sino de examinar las relaciones entre las mismas, analizando cómo la edad puede actuar como mediación. Abstraer a los individuos pertenecientes a una determinada cohorte de todas estas inscripciones objetivas que, asimismo son experimentadas de formas peculiares, es obstaculizar un análisis completo de una realidad tan compleja como la social. Así, el marco para entender la juventud debe incluir la continuidad y el cambio, las relaciones dentro y entre los diferentes grupos de edad y las divisiones sociales de clase, género, etnia, en un proceso en el que los jóvenes se interrelacionan con diversas instituciones.
Como plantea el título del presente trabajo, entendemos que la clave para analizar a la juventud como sujeto con protagonismo social, político y cultural, es historizarla. Con esto queremos decir que es menester vincular directamente lo que se entiende por juventud y lo que efectivamente hacen y son las y los jóvenes en relación directa con la historia. Historia, en tanto diversidad de procesos políticos, sociales, culturales, demográficos y económicos que se constituyen como las condiciones en las que los individuos no eligen nacer, y también, sobre las cuales los individuos ejercen su influencia, actúan . De eso se trata devolverles la historia y la capacidad de agencia, de pensarlos, analizarlos, observarlos en la historia y haciendo la historia. Entendemos que de esta manera es posible explicar con mayor profundidad y rigurosidad los procesos de movilización de los estudiantes en tanto jóvenes y, asimismo, las confrontaciones que los mismos plantearon con otros actores sociales. Así, es factible recuperar en toda su complejidad los diversos conflictos sociales en que los jóvenes se conformaron como sujetos.
Historizar a la juventud y complejizar la categoría de generación nos posibilita desesencializar a las y los jóvenes como objetos de conocimiento y de políticas públicas y también, como sujetos de la historia. Esto supone liberarlos de atributos cuasi-naturales positivos (regeneración, renovación, rebelión, etc.) o negativos (confusión, ignorancia, desviación, rebelión, etc.), y liberar nuestros análisis de lecturas que nada aportan al conocimiento de los procesos históricos.

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