lunes, 15 de septiembre de 2014

Violencia Mediática, Decálogo y capacitación

Durante el 2º Foro Internacional, los periodistas presentes tuvieron que realizar una charla de capacitación en cómo trabajar y abordar las noticias vinculadas a la trata y la explotación laboral y sexual.
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Por Maximiliano Van Hauvart Duart
El periodismo es un fenómeno complejo. Con el tiempo ha mutado. Sus aristas actuales – lejos de lo que algunos soñamos con un periodismo humano y social – demuestran estar distantes en capacitación para poder hablar de trata de personas, explotación laboral y explotación sexual. El amarillismo mediático se puede ver en todo el mundo. El caso de Marcela Loaiza es uno de ellos. Un graff en los medios colombianos la título: “Marcela Loaiza: La puta arrepentida presenta su libro”. La condena de la sociedad no queda atrás. La cultura internacional queda muy distante de ser un ejemplo de comprensión. “Lo hace porque le encanta”, “Mis amigos me llevaron a debutar con una puta”, “Les gusta salir en los medios diciendo que no quiere ser puta para tener fama”, “Una vez fuimos con la gente del laburo a un prostíbulo”. Estas frases, por más frecuentes que sean y, que seguro alguno la ha escuchado más de una vez, demuestran que es la sociedad ignorante cómplice indirecto y directo de la explotación sexual. El rol del periodista debe radicar en un principio básico: Formarse a sí mismo para poder formar a otros.
Panelistas
La charla para capitación y formación de periodistas estuvo conformada por: Carlos Bonicatto (Defensor del Pueblo de la Pcia de BsAs), Guido Miguel Carlotto (Secretario de DD.HH de la Pcia de BsAs), Cristina Álvarez (Ministra de Gobierno de la Pcia de Bs.As), Alicia Ramos (Directora de Investigación y Producción del AFSCA), Debora Plager (Periodista de C5N), Estela Díaz (Secretaria de Igualdad de la CTA Nacional), Fanny Mandelbaum (Ex periodista que cubrió el Caso María Soledad Morales en Catamarca) y Mónica Molina y Gabriela Barcagliomi (Creadoras del Decálogo para el tratamiento periodístico de la trata y la explotación sexual).
La conferencia
“Hay que naturalizar que esta es una situación de oprobio para el desarrollo de la vida de las personas y que debemos tratarlo en los términos y entre todos modificar un estilo cultural de vida muy arraigado en la sociedad.” – sentenciada Bonicatto en su calidad de moderador.
Alicia Ramos fue la primera orada de la jornada. Remarcó, en varias oportunidades, las obligaciones del AFSCA con la sociedad y constante capacitación de su personal. La Fundación de Susana Trimarco fue clave por haber hecho charlas, encuentros y exposiciones con fines de formación laboral. Los puntos más importantes que ella entiende para que un comunicador social pueda ser efectivo son dos: Formarse en la temática y, como último, comunicar con respeto y enfoque de derechos temas que son llevados la televisión como sucesos aislados. En un análisis hecho por el Observatorio – integrado por el AFSCA, el INADI y el Consejo Nacional de Mujeres – de trescientas horas de noticias encontraron ciento veintiséis noticias vinculadas a violencia de género de las cuales, solo el 10%, estaban vinculadas con trata. Y de ese 10%, la totalidad de las noticias habían sido comunicadas de manera correcta.
Violencia Mediática y las leyes Nº26.522/09 y Nº26.485/09
Violencia Mediática nace como una iniciativa de la Defensoría del Público a raíz de la sanción de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual Nº26.522/09. Esta ley concibe a la comunicación como un derecho humano de cualquier individuo.
La Ley de Comunicación hace referencia en tres pilares claves a la hora de abordar temáticas como las que venimos hablando en el dossier.
  • Los medios audiovisuales tienen que promover la igualdad entre hombres y mujeres, y el tratamiento plural, igualitario y no estereotipado, evitando toda discriminación. (Art. 3. Inciso M)
  • La programación deberá evitar discursos que menoscaben la dignidad humana, que promuevan los tratos discriminatorios por género u orientación sexual, raza, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier índole, el origen nacional o social, la posición económica, el aspecto físico, la presencia de discapacidades. (Art. 70)
  • Quienes produzcan, distribuyan, emitan o se beneficien por la transmisión de programas o publicidades velarán por el cumplimiento de la Ley 26.485 de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres. (Art. 71)
A su vez, la Ley Nº26.485 de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres se aplica cuando se representa o difunde en y por los medios de comunicación discursos que:
  • Promueven la explotación de mujeres o sus imágenes.
  • Injurian, difaman, discriminan, deshonran, humillan o atentan contra la dignidad de las personas por la condición de género.
  • Construyen o legitiman patrones socioculturales reproductores de la desigualdad
La violencia mediática es una forma de violencia simbólica – detallaban los oradores en la charla – porque transmite dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales, naturalizando la subordinación de las mujeres en la sociedad.
La trata existe por las convivencias estatales, judiciales y policiales. La convivencia que más ha sido ocultada se relaciona con el sector privado. Todos los medios que alguna vez compartieron y dieron el espacio para promover publicidad y propaganda vinculada al negocio de la trata y la explotación sexual fueron, son y serán cómplices de estos delitos. La mayoría de los diarios han sido sancionados y, con el tiempo, se han sumado a estas iniciativas promovidas por el Observatorio. La internet ha desintegrado la labor en los medios gráficos. La complejidad de la red es conocida por cualquiera que haya usado un ordenador. Los distintos oradores comentaron, para el público presente, que se prevé introducir una reforma en las leyes vigentes para ampliar las competencias del Estado en materia de red e internet.
Gabriela Barcagliomi presentó el Decálogo del Periodista como una iniciativa de la Red de Periodistas Argentinos por una Comunicación No Sexista. Fue en el año 2006 en la ciudad de Buenos Aires donde se dio el primer encuentro de comunicadores y periodistas para tratar y abordar las problemáticas de violencia de género y todos los delitos contra la mujer. Las expositoras mencionaron la introducción de formación en violencia de género en las carreras de Comunicación Social y Periodismo en diferentes casas de altos estudios en el país.
Decálogo para el tratamiento periodístico de la trata y la explotación sexual
  1. Entendemos por trata de personas el delito que consiste en la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas con el uso de la fuerza u otras formas de coacción, como el rapto, el fraude, o el engaño; el abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad; o la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra para propósitos de explotación. Es fundamental que vinculemos el delito de trata para explotación sexual con la prostitución y que, al hacerlo, pongamos en evidencia la trama social, cultural y económica que los relaciona.
  2. La trata es una violación de los derechos humanos y de la dignidad de las personas. Por lo tanto es preciso visibilizar este delito y remarcar el impacto devastador que tiene sobre las víctimas, al hacer explícito que se ha ejercido sobre ellas violencia física y psicológica.
  3. Consideramos importante explicar en nuestras coberturas los modos de captación de las mujeres, adolescentes o niñas. Dejaremos en claro así que la idea de consentimiento es una falacia, sea cual fuere la edad de las víctimas.
  4. Al referirnos a una mujer, una adolescente, una niña o cualquier otra persona en situación de trata o prostitución, tendremos presente que es la consecuencia de una red de complicidades y de responsabilidades que involucran el sistema político, judicial y policial.
  5. No hablaremos de cliente sino de hombre-prostituyente o varón-prostituyente. Al hacerlo pondremos en claro que existe una relación de poder, y como tal, desigual, y no una transacción comercial entre pares. Visibilizamos así los delitos de proxenetismo y de trata de personas con fines de explotación sexual.
  6. Al realizar una cobertura periodística sobre prostitución y/o trata de personas no utilizaremos las expresiones “servicio sexual”, “trabajo sexual”, “trabajadora sexual” ni “trabajadora de sexo”, sino “víctima de explotación sexual” o “víctima de trata de personas”. Tampoco utilizaremos el término “prostituta”, sino “mujer prostituida”, ni emplearemos la expresión “prostitución infantil”, sino “explotación sexual infantil”. Del mismo modo cuidaremos de no utilizar eufemismos ni expresiones que naturalicen o encubran estos delitos.
  7. Respetamos los derechos de la persona víctima. Por eso nos comprometemos a no dar su nombre real, ni a difundir imágenes o datos que puedan facilitar su identificación o ubicación.
  8. Nuestro relato debe ayudar a entender las causas y a identificar a las víctimas como tales; por lo tanto, también deberá cuestionar que se las arreste por estar en un prostíbulo o por no disponer de su documentación en regla. Haremos conocer sus derechos a la víctima, si no los supiera, y le informaremos dónde puede recibir orientación, asistencia y protección.
  9. En el mismo sentido, no haremos ningún juicio de valor sobre su situación. Evitaremos la revictimización y culpabilización; por eso no daremos detalles de los sometimientos sexuales que padecieron.
  10. Buscaremos alentar la denuncia de situaciones de trata y explotación sexual, para lo cual incluiremos los teléfonos y las direcciones de los lugares donde hacerlo. Del mismo modo publicaremos los teléfonos y las direcciones de servicios de asistencia a las víctimas. Y trataremos de difundir en forma periódica, con la anuencia de sus familias o del juzgado interviniente, las fotografías y los datos de las personas desaparecidas que se sospecha han sido secuestradas por redes de trata.
El transcurso de la conferencia se dio en un clima de debate que permite entender en qué punto el periodismo, cuando no está capacitado y formado, puede generar más problemas que soluciones.

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