miércoles, 17 de septiembre de 2014

TOMAS GUIDO

Reseña biográfica.

Una de las figuras mayores de toda la historia argentina como estratega de la liberación nacional y como político es el general Tomás Guido, porteño, nacido el 1 de setiembre de 1788 e hijo de don Pedro Guido Sanz y de doña Juana de Aoiz y Martínez.

Cursó estudios de filosofía en el Colegio de San Carlos, pero debió abandonarlos por falta de recursos.

En 1807 era empleado del Tribunal Mayor de Cuentas y se distinguió en lasinvasiones inglesas.

Después de Mayo del año 10, la Junta de Gobierno lo nombró oficial de secretaría, y en 1811 acompañó a Mariano Moreno en su misión diplomática, como secretario.

En 1816 realizó un detenido estudio sobre las posibilidades y conveniencias de efectuar una expedición militar a Chile, como medio estratégico para lograr la independencia. Actuó junto a San Martín en la Logia Lautaro y se contó en la minoría que siguió al Libertador, en contra de la corriente alvearista, luego directorial.

En Chile, a donde pasó en 1817, fue el gran consejero político de San Martín, aparte de representante del gobierno argentino ante aquel país.

Seguramente, con su inspiración y apoyo pudo el Libertador trazar una estrategia distinta de la del Directorio, entregado a negocios con borbones y lusitanos, mientras Brasil presionaba en el frente del Este.

Cooperó decididamente en la preparación de la expedición al Perú, saboteada por Rivadavia y Pueyrredón (que se había enredado con la monarquía europea), y asistió a los dos sitios del Callao. El Libertador lo designó consejero de Estado y ministro de Guerra y Marina. y lo ascendió a general. Fue jefe militar y político de Lima hasta el fin del gobierno de San Martín.
Durante el gobierno de Manuel Dorrego, este jefe federal lo nombró ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores, y luego en la difícil misión de plenipotenciario ante la Corte de Río de Janeiro junto con Juan Ramón Balcarce, para celebrar la convención preliminar de paz. También durante el gobierno de Balcarce fue diplomático ante el gobierno imperial.

Por su parte, el gobernador Viamonte lo designó ministro de Relaciones Exteriores, cargo que desempeñó con brillo, especialmente al enfrentar un plan monárquico de la Corte de Madrid con relación a los pueblos sudamericanos. El plan estaba ligado al accionar del viejo grupo unitario rivadaviano, que, en recidiva, volvía a las andadas con respecto a la coronación de un príncipe europeo, ahora con apoyo de Carlos X de Francia.

Guido, ministro de Viamonte, vivió con preocupación las disidencias que se manifestaban en el seno del partido Federal. Su correspondencia con Juan Manuel de Rosas, de esos días, así lo revela. Don Juan Manuel, por su parte, procuró un acercamiento entre Guido y el general Juan Facundo Quiroga, recién llegado a Buenos Aires. Guido habló a Rosas en esos momentos con la mayor franqueza. Con fecha 27 de diciembre de 1833 previene a Rosas: "Si se dejase a un lado el proyecto de Constitución será preciso una de dos cosas, o que un Pronunciamiento franco y sostenido de Vd. diese a la autoridad la fuerza que no tiene, o que se sugiriese otro medio para una variación tranquila y legal. Entonces, nadie sino Vd. debe ponerse al frente del Gobierno: en vano es excusarse, los medios de acción que Vd. posee ningún otro los tiene".

Durante el segundo gobierno de Rosas, cumplió Guido servicios relevantes, a partir de 1837, como diplomático en Chile, Ecuador, Bolivia y el Brasil. En Río de Janeiro, desde 1841, desempeñó una tarea difícil y ardua, siempre a la altura de los más puros intereses nacionales. Más que a su amigo Rosas, sirvió a la Confederación, como antes lo había hecho junto a San Martín.

La figura de Tomás Guido se agranda en cualquiera de los tiempos en que se la considere; aun después de Caseros, en que luchó por la unidad nacional cuando el partido portuario segregó el Estado de Buenos Aires. En la Confederación urquicista, surgida del acuerdo de San Nicolás, Guido cumplió labor destacada, en el Senado y en la diplomacia.

Su muerte se produjo en Buenos Aires, el 14 de setiembre de 1866. No fue hombre de partido; fue mente y brazo armado de la patria, en todas las circunstancias. Se casó en Chile con Pilar Spano, hija del coronel Carlos Spano.
Correspondencia

Rosas fue el gobernante argentino que supo rodearse mejor de hombres capaces de asesorarlo. Lejos de ser, como lo persuadió la leyenda, enemigo de todo el que pudiera hacerle sombra, llamó a su lado a todas las luminarias con que el país contaba, y se prestaron a servir bajo sus órdenes. Su administración fue la que dio acceso a mayor número de próceres en los consejos de gobierno y durante más tiempo.

Una de las pruebas sobre la forma en que Rosas utilizaba a los amanuenses ideales, la tenemos en dos cartas suyas al general Tomás Guido, que tratan de la remuneración de servicios extra oficiales que este último prestaba sin tener cargo público alguno. He aquí la primera:

Buenos Aires, Julio 18 de 1932

Señor Don Tomás Guido. Mi querido amigo:

El correo no saldrá mañana porque mi correspondencia aun está verde. En su virtud Vd. tendrá en tiempo los materiales que desea si es que no le incomodo, mañana, para que juntos aquí acabemos todo.

Ochocientos pesos mensuales son los que he asignado a usted y en su virtud le remito este mes y el anterior. Sé que usted solo me ayuda por el aprecio que hace de mi amistad; pero sé también que no es conforme a la amistad abusar de su finura y generosidad. Es por esta poderosa razón, robustecida en el conocimiento que tengo de usted, con familia, no es ningún hombre acaudalado, que debo no abusar de su amistad, y usted hacerme el favor de recibirlos, persuadiéndose de que si así no lo hace dejaré de ocuparle y con la pérdida de su ayuda, perderá la causa y perderemos todos.

No crea usted que yo lo desembolso. Lo será el gobierno de gastos reservados sin que para nada suene el nombre de usted de quien soy afectísimo amigo.

Juan Manuel de Rosas.
Guido rehusó la gratificación. Pese a necesitar el aumento de sus medios de subsistencia, decía conservar luego de 22 años de servicios a la patria, lo preciso para no hacer vida menesterosa. Y preguntaba: "Pero, ¿renunciaré yo por un desahogo en mis atenciones domésticas, la inmensa satisfacción de aliviar en alguna manera el peso enorme que desinteresadamente ha tomado Vd. sobre sí en honor de mi país?... Mi carrera y mis deberes sociales me mandan servir sin interés mientras por un cargo público no pueda justificar mi recompensa."

He aquí la respuesta de Rosas:

Buenos Aires, Julio 27 de 1832.

Señor Don Tomás Guido. Mi amigo querido:

Las razones en que apoya usted el verdadero espíritu de su estimada carta del 19, son sin duda poderosas para usted, pero no para mí, que estoy resuelto a privarme de su ayuda antes que abusar de su amistad. Desde que esta resolución aparece inalterable, usted sin faltar en algo a la confianza de nuestra amistad, no puede dejar de pesar nuevamente sus razones y las mías. Agréguese a la balanza de estas el mal positivo que al país y a mí debe ocasionar la insistencia de parte de usted, desde que por ella nos privamos de su ayuda, y desde entonces pesará más dicha balanza. Sin perjuicio, yo serviré a usted como gobernador y como particular en todo cuanto pueda, toda vez que usted quiera ocuparme. Dispense usted esta carta; siento perder su ayuda, y es esta la razón de poder fuerte que me ha obligado a ser importuno, faltando a los respetos de una fina amistad, porque no me es posible abusar de ella.

Quiera usted disponer como guste de su afectísimo compatriota.

Juan Manuel de Rosas.
Ante ese dilema, don Tomás cedió, pero con la segunda intención de no emplear la suma con que se lo gratificaba a la fuerza, y siguió prestando los servicios que daba a Rosas.

Durante los preparativos de la campaña al desierto, Rosas le contesta a Guido la carta en que éste le devolvía los sueldos que aquél le había pagado por su colaboración para la redacción de documentos públicos. He aquí la respuesta:

Mi querido amigo:

Aún no había podido contestar a su estimada de 16 de diciembre de 1832, en que mi devuelve cuatro mil ochocientos pesos, importe de la asignación de los meses de julio hasta noviembre, que el gobierno de mi administración dispuso pasarle de fondos discrecionales en compensación del importante servicio que prestara a a causa pública ayudando al gobierno en la expedición de los asuntos más delicados. Hoy lo hago, y penetrado del poder de las razones en que usted se funda para devolver al suma que ha conservado en depósito sin aceptarla, la paso a al señor ministro de gobierno para que vuelva a tesorería como salio.

Después de esto solo me resta manifestar a usted mi sincero reconocimiento, y ofrecerle como siempre que mande como guste en la sincera amistad de su amigo.

Juan Manuel de Rosas
Inmediatamente después de Caseros la flota brasileña recorría tranquilamente el Paraná abasteciéndose en sus puertos, sin llevarle el apunte a algunas tímidas protestas argentinas. El General Tomás Guido se quejaba con amargura y recordando las épocas de la Confederación de Rosas, le escribía a Olazábal el 30 de enero de 1855:“Cuatro años hace…¿creería usted que el Brasil se lanzase a estas expediciones marítimas buscando camorras en el Río de la Plata y sus afluentes? Me parece un sueño lo que estoy presenciando y todo debido a nuestros errores”.


Fuentes:

- Chávez, Fermín – Iconografía de Rosas y de la Federación – Buenos Aires (1972).
- La Gazeta Federal www.lagazeta.com.ar

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