lunes, 11 de agosto de 2014

Una guerra con desempate Walter Goobar mundo@miradasalsur.com

Después de casi cuatro semanas de una cruenta invasión que se ha cobrado la vida de 1.800 palestinos –de los cuales medio millar eran niños–, y medio centenar de soldados israelíes, el gobierno de Benjamin Netanyahu experimenta serias dificultades para disfrazar de triunfo militar una operación que culminó en un empate que beneficia a Hamas. El sofista jefe del Estado Mayor, el teniente general Benny Gantz, fue tan lejos como para declarar: “Ahora entramos en un período de rehabilitación”. Esto no era exactamente el mensaje que los soldados querían escuchar de su comandante mientras salían de los campos de batalla de Gaza después de 28 días de duros combates y fuertes pérdidas.
El insobornable pacifista israelí, Uri Avnery señala que durante esas cuatro semanas, el gobierno de Tel Aviv fue cambiando de objetivos: “Cuando comenzó la guerra sólo queríamos ‘destruir la infraestructura terrorista’. Entonces, cuando los cohetes alcanzaron prácticamente la totalidad de Israel (sin causar mucho daño, debido en gran parte a la milagrosa defensa antimisiles), el objetivo de la guerra fue destruir los cohetes. Cuando el ejército cruzó la frontera hacia Gaza con este fin se descubrió una enorme red de túneles. Estos se convirtieron en el principal objetivo de la guerra. Los túneles debían ser destruidos”, señala Avnery al tiempo que recuerda que los túneles se han estado utilizando en las guerras desde la antigüedad.
Israel ha comenzado a buscar soluciones tecnológicas para neutralizar la estrategia palestina de tendido de túneles que cruzan a territorio israelí, que ha abierto un debate sobre responsabilidades entre el gobierno y los altos mandos del ejército.
Una de las posibilidades en estudio es la creación de un obstáculo subterráneo que evite la construcción de túneles, proyecto que necesitaría de una inversión de 2.328 millones de dólares), aunque el ejército sopesa otras opciones menos costosas para detectar labores de excavación bajo tierra, informó este miércoles el diario Haaretz.
El principal reto es localizar infraestructuras que se desarrollan a decenas de metros bajo la superficie y de longitudes a veces kilométricas. “Nos encontramos a 1,2 kilómetros de Gaza, ante una infraestructura que fue excavada a más de 15 metros de profundidad, aunque hay otras que alcanzan los 20”, explica a EFE el capitán Roni Kaplan, portavoz del ejército israelí, durante una visita a uno de estos pasadizos que llega hasta el kibutz Ein Hashloshá.
La boca de este corredor se abre próxima al lugar donde el pasado mes de octubre las fuerzas armadas descubrieron uno de los primeros túneles, lo que hizo saltar la alerta sobre las dimensiones de esta red de pasadizos, principal blanco de la actual operación militar.
En la de Ein Hashloshá, cables telefónicos y de electricidad rematan los miles de paneles de cemento alineados a lo largo de tres kilómetros que separan bajo el subsuelo a esta comunidad agrícola de argentinos y uruguayos inmigrantes en Israel de la palestina Jan Yunis en Gaza.
La luz se aleja a las espaldas del que se adentra en esta estrecha brecha en el terreno y deja paso a un asfixiante y ceñido camino donde, en fila india, los milicianos habrían desfilado hasta suelo israelí, sorteando el férreo control sobre el perímetro confinante en la superficie que ocho años atrás puso cerco a Gaza.
A la entrada del túnel, Kaplan explica a EFE que “la construcción de una infraestructura como ésta requiere toneladas de cemento y tiene un coste de unos tres millones de dólares”. En total, los cálculos israelíes estiman que los grupos armados palestinos en Gaza invirtieron “varios años” y “cerca de 100 millones de dólares en levantar los corredores descubiertos”.
Avnery también señala que a diferencia de Israel, Hamas no ha cambiado su objetivo: levantar el bloqueo sobre la Franja de Gaza.
Lo mínimo sería abrir los pasos fronterizos israelíes para permitir que las mercancías puedan entrar y salir libremente y que los habitantes de Gaza puedan ir a Cisjordania y más allá y que puedan mantenerse con las exportaciones.
El presidente Barack Obama dijo este viernes que Gaza “no puede sostenerse a sí misma aislada del mundo”, en referencia al embargo que pesa sobre la Franja por parte de Israel.
En una rueda de prensa celebrada al cierre de la cumbre africana que ha tenido lugar en Washington, Obama subrayó que una apertura de la Franja es el modo de terminar con la crisis que existe en los territorios y aseguró que “hay fórmulas disponibles”, aunque reconoció que complicadas.
“No tengo ninguna simpatía por Hamas –recalcó Obama–, pero tengo una gran simpatía por la gente común que lucha en Gaza”, agregó el presidente, en referencia al sufrimiento de la población civil.
Obama insistió en que el pueblo palestino, una sociedad muy densificada y joven, necesita poder trabajar para conseguir su propia prosperidad.
Los palestinos comunes que viven en la pobreza en el territorio gobernado por Hamas necesitan, según apuntó, “tener algunas perspectivas de una apertura de Gaza a fin de que no se sientan encerrados”.
Por su parte, los analistas militares de la publicación Debkafile –generalmente cercana a Israel–, señalan que la forma como los líderes de Israel han manipulado y llevado a una conclusión la Guerra de Gaza tiene varias consecuencias que trascienden de su esfera inmediata:
-El hecho de que, después de recibir una severa paliza, Hamas sigue en pie y se va con la mayor parte de su infraestructura militar indemne, le proporciona el núcleo de un ejército palestino regular, que los islamistas no tenían antes de la puesta en marcha de la Operación Borde Defensivo el 7 de julio.
Este núcleo es ya una fuerza de combate activa, con buen entrenamiento para el combate y con popularidad nacional –no sólo en la Franja de Gaza, sino también en el dominio de Cisjordania de la Autoridad Palestina–. Así que Hamas llega a la mesa de negociaciones de El Cairo con una tarjeta militar de nuevo cuño.
Avnery señala que la anterior guerra comenzó con el asesinato del comandante militar de Hamas, Ahmad al-Jaabari. Su sucesor es un viejo conocido, Mohammed Deif, a quien Israel ha intentado asesinar en varias ocasiones, lo que le causó graves lesiones. Ahora parece que es mucho más capaz que su predecesor: la red de túneles, la producción de cohetes más eficaces y combatientes mejor entrenados dan fe de que es un líder más competente.
“Esto ha sucedido antes. Asesinamos a un líder de Hezbollah Abbas al-Musawi, y obtuvimos al más talentoso Hassan Nasralá.”
La historia ha demostrado una y otra vez que aterrorizar a una población hace que ésta respalde a sus líderes y odie al enemigo aún más. Eso es lo que está sucediendo ahora mismo en ambos bandos.
Israel tiene una maquinaria militar de las mayores y más eficientes del mundo. Hamas y sus aliados locales ascienden a unos pocos miles de combatientes, como mucho.
Avbery hace una radiografía del penoso papel de Egipto como mediador: gobernado por un dictador militar manchado de sangre que es colaborador de Israel a tiempo completo, al igual que Hosni Mubarak antes que él, sólo que más eficiente. Dado que Israel controla el resto de las fronteras terrestres y marítimas de la Franja de Gaza, la frontera con Egipto es la única salida de Gaza al mundo.
Sin embargo, Egipto, el antiguo líder del mundo árabe, es ahora un subcontratista de Israel más decidido que el propio Israel a matar de hambre a la Franja de Gaza y a matar a Hamas. La televisión egipcia está llena de “periodistas” que maldicen a los palestinos en los términos más vulgares y se postran ante su nuevo faraón. Sin embargo, Egipto insiste ahora en ser el único intermediario del alto el fuego.

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